Ayuda a las madres:

Financiar alternativas diferentes al aborto

 

(ACEPRENSA)

 

Josep Miró i Ardevol, ex Conseller de la Generalitat de Cataluña, explica la necesidad de financiar alternativas distintas al aborto, en un artículo publicado por La Vanguardia (Barcelona, 20-111-92).

Es fácil encontrar sectores de opinión pública escandalizados por el paralelismo dramático entre los excedentes agrícolas que se producen en la Europa Comunitaria y el hambre de los países del Tercer Mundo. Pero, al mismo tiempo, pocos parecen interesados en relacionar el cruel drama del aborto con el desarrollo de costosas medidas dirigidas a proporcionar hijos a las parejas con dificultades para procrear: utilización de semen de terceros, extracción del óvulo materno, son algunas de las técnicas que no ocultan su capacidad para violentar aspectos esenciales de la dignidad humana, pero que son asumidas por hombres y mujeres con ansias de tener un hijo, porque esa llamada compensa todo sacrificio. (...)

¿No existe acaso paralelismo entre esa Europa que destruye alimentos ante el hambre del mundo —por razones materialmente justificadas, claro está— y esos fetos desmenuzados, muertos, aspirados, ante las ganas de tener hijos de tantas gentes?

A veces pienso que existe un integrismo laico, agnóstico, mil veces peor que cualquier otro religioso porque obliga con mayor sutileza a cometer actos contrarios a la condición humana. ¿Por qué ante aquella contradicción no existen otras opciones que abortar y te aguantas, o no hacerlo y ahí te pudras? ¿~o existe otro camino para la situación de la joven irlandesa que el viaje a Londres? ¿No existe otro enfoque para los hijos no deseados, para esa abanderada de la moral laica europea que es la España oficial que debatir si se amplía o no al cuarto supuesto? Grave responsabilidad la que contraen los gobernantes que admiten el juego planteado en aquellos términos, porque es falso que el aborto sea la única opción posible.

En teoría, casi nadie parece cuestionar la idea de que el aborto en sí mismo es un mal que se acepta y aplica para evitar otro mayor. Entonces, ¿cómo es posible que en la práctica la política lo sostenga como única vía e incluso, lo eleve a la categoría de derecho? ¿desde cuándo un hecho intrínsecamente negativo y no generalizable puede aspirar a convertirse en un derecho de la persona y, por tanto, de valor universal? Pero no se trata sólo de principios, sino de práctica. La mayoría de los estudios sociales sobre el aborto se detienen en el momento de su ejecución. Es escasísima, por no decir nula, la publicación de trabajos sobre el postaborto. ¿Por qué tan escaso interés, si los problemas psíquicos y psicosomáticos de las mujeres que han abortado son graves y causan considerables daños personales y costes individuales, familiares y nacionales? (...) Después del aborto, el médico, el enfermero, el político, se van a casa; la mujer se queda sola con su angustia agazapada en lo más hondo.

El aborto no debería existir como solución humana o, al menos, los poderes públicos deberían desarrollar un vigoroso sistema paralelo que propiciara la opción por la vida.

Este sistema debería incluir una accesible asistencia psicológica, médica y económica a la mujer embarazada, dirigida a revalorizar el sentido de procrear y a hacerlo social, psíquica y materialmente más fácil. Asimismo, dar a luz no debería significar asumir la maternidad para el resto de la vida, aunque esta opción también debería estimularse con medios dirigidos a la opinión, a la asistencia y de carácter económico.

De esta manera se coadyuvaría a solventar el otro extremo del problema: los matrimonios sin hijos que desean tenerlos y que estarían dispuestos a adoptar un niño pequeño, casi un recién nacido.

En el caso de Cataluña, el modelo público ''provida'', paralelo a la legislación estatal sobre el aborto, aún resulta más necesario, porque existe clara conciencia de que nuestra tasa de natalidad constituye uno de los problemas más graves a largo plazo para nuestra supervivencia colectiva, nacional y económica.

 

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