Aborto y salud de la mujer: un alto
precio
Altos
índices de cáncer de pecho e infertilidad, según datos médicos
WASHINGTON,
12 de julio de 2003 (ZENIT.org).- Los efectos del aborto sobre
la salud de las mujeres son tema de encendido debate.
El asunto fue
discutido a inicios de este año por un grupo de 100 científicos expertos,
reunidos por el National Cancer Institute del gobierno federal de Estados
Unidos. La mayoría de los participantes opinaban que una mujer que termina con
su embarazo no hace frente a grandes riesgos de cáncer de pecho, informaba el
Chicago Tribune el 27 de febrero.
Los
investigadores afirmaron que la mayoría de los primeros estudios sobre la
relación entre aborto y cáncer de pecho sufrían de un error conocido como
diagonal de memoria. Esto significa que es probable que muchas de las mujeres
sanas mintieran en las investigaciones sobre el hecho de que hubieran tenido
abortos, mientras que resultaba más probable que respondieran honestamente
sobre el cáncer de pecho. Sin embargo, los investigadores convenían en que
llevar a término un embarazo en edad temprana reduce el riesgo de que una mujer
sufra cáncer de pecho a lo largo de su vida.
Pero esta
reunión no puso fin al debate ni mucho menos. La Cámara y el Senado de Texas
han aprobado recientemente una ley que mandaba a los doctores informar a las
mujeres que querían abortar sobre el nexo entre el procedimiento abortivo y un
aumento del riesgo de cáncer de pecho, informaba el 5 de junio el Washington
Times. La Women’s Right to Know Act del estado obliga a quienes realizan el
aborto a informar a las mujeres verbalmente o por escrito del riesgo potencial
de aborto-cáncer de pecho, además de sobre todos los demás problemas asociados
con el aborto y el embarazo. La ley también fija un periodo de 24 horas de
espera después de que las mujeres que quieran abortar hayan sido informadas.
Ha levantado
críticas la falta de claridad de los expertos reunidos por el National Cancer
Institute. En un artículo de la edición para el Verano de 2003 del Journal of
American Physicians and Surgeons, Karen Malec cita numerosos estudios que
identifican el nexo entre aborto y cáncer de pecho. Malec es presidenta de la
Coalition on Abortion/Breast Cancer.
Observaba que
en 1973, el año en que fue legalizado el aborto en Estados Unidos, la
incidencia de cáncer de pecho era de 82,6 por 100.000, y era considerado una
enfermedad de las mujeres mayores. En 1998, la incidencia de cáncer de pecho
había aumentado en más de un 40% hasta los 118,1 por 100.000 – y se había
convertido en una enfermedad de las mujeres jóvenes.
Malec acusaba
a muchas autoridades y medios de no informar a la gente del riesgo acrecentado
de cáncer de pecho porque la cuestión es motivo de controversia, o porque no
querían debilitar la posición abortista. Indicaba que hacía tres años, un
antiguo editor del Journal of American Medical Association, el Dr. George
Lundberg, decía a un entrevistador que el aborto y el tabaco eran «temas
sensibles» que han estado durante años en la lista de «intocables» de la
American Medical Association.
El libro del
2002 del deVeber Institute for Bioethics and Social Research, con sede en
Canadá, aportó más evidencias sobre el nexo entre aborto y cáncer de pecho.
«Women’s Health After Abortion» (La Salud de las Mujeres tras el Aborto) de
Elizabeth Ring-Cassidy y Ian Gentiles, se basa en la información contenida en
más de 500 libros y estudios científicos publicados durante los últimos 20
años.
El libro
observa que, de 14 estudios llevados a cabo en Estados Unidos, 13 mostraban un
aumento en el riesgo de cáncer de pecho en las mujeres que habían abortado. A
nivel mundial, 27 de 33 estudios muestran un aumento del riesgo. Un
meta-análisis de 1996 sobre estudios ya publicados, llevado a cabo por el Dr.
Joel Brind y el bioestadístico Vern Chinchilli, recogió datos de 28 informes.
Encontraron que había un aumento del 30% en el riesgo de cáncer de pecho tras
un aborto. Aunque aquel estudio levantó fuertes críticas, «Women’s Health After
Abortion» observaba que con el tiempo había sido aceptado. En el 2000 una
revisión del estudio por el Royal College of Obstetricians and Gynecologists
británico concluía que no tenía errores metodológicos importantes.
«Derecho a
saber»
El cáncer de
pecho no es el único problema médico asociado al aborto. «Women’s Health After
Abortion» informa de que también se asocia el aborto con el embarazo ectópico,
la perforación uterina, la enfermedad inflamatoria pélvica, cánceres del
sistema reproductivo, e infertilidad. Existen algunos «elementos dentro de la
institución de investigación y médica según los cuales la consideración suprema
parece ser preservar la imagen del aborto como algo simple, seguro y fácilmente
disponible para las mujeres», informa el libro. «Si existe un derecho a elegir,
también existe un derecho a saber», añade.
Otro problema
es el impacto del aborto en los embarazos que vengan después. La lesión de la
cérvix puede llevar a abortos espontáneos tardíos, y el daño al útero puede
crear problemas en la implantación de embarazos futuros. También es resultado
del aborto el nacimiento prematuro, como testifican 20 estudios llevados a cabo
en siete países desde 1973 a 1999. Uno o más abortos inducidos pueden conducir
a un aumento de más del 30% de la posibilidad de nacimientos prematuros. Los
nacimientos prematuros tienen lugar no sólo por el daño físico al sistema
reproductivo, sino también por las infecciones a que dan lugar los abortos.
También se ha
encontrado un nexo entre el aborto y los embarazos ectópicos, cuya incidencia
ha aumentado notablemente en los últimos años. Cinco estudios revisados en el
libro muestran que hay un aumento de 2 a 13 veces en el riesgo de embarazo
ectópico tras un aborto inducido. También se ha detectado un aumento en los
índices de infertilidad y aborto espontáneo entre las mujeres que han abortado
sin haber dado antes a luz, dice el libro.
El peligro a
la salud puede llegar al punto de causar la muerte. El libro observa que hay
dificultades significativas en la obtención de estadísticas fiables sobre este
tema debido a las inconsistencias en el registro de la información. Sin
embargo, se citan datos de Finlandia, que mantiene un cuidadoso registro de
nacimientos, muertes y abortos.
El índice de
mortalidad materna es cuatro veces más alto, tras el aborto, para las mujeres
que han abortado en comparación con las que dan a luz, alcanzando un 100,5 por
cada 100.000 mujeres. Esto contradice la idea ampliamente repetida de que el
aborto es más seguro que el parto. Los datos finlandeses también muestran que
las mujeres que tienen un aborto inducido tienen tres veces más propensión al
suicidio, durante el año posterior, que las mujeres que dan a luz.
Otro libro
que recoge muchas referencias sobre el tema del aborto y la salud es el de
Thomas Strahan «Detrimental Effects of Abortion: An Annotated Bibliography with
Commentary» (Efectos Perjudiciales del Aborto: Una Bibliografía Anotada con
Comentario). La tercera edición, publicada en el 2001 en Acorn Books en
asociación con el Elliot Institute, contiene más de 1.200 referencias
bibliográficas agrupadas en 140 categorías.
Dolor
acallado
El daño del
aborto no se limita a los efectos físicos. El trauma psicológico puede afectar
a las mujeres durante muchos años tras un aborto. Uno de los últimos estudios
que examinan esta cuestión es el de Teresa Burke, fundadora de Rachel’s
Vineyard, organización de asistencia curativa tras el aborto, llevado a cabo en
colaboración con David Reardon, director del Elliot Institute. En su libro,
«Forbidden Grief: The Unspoken Pain of Abortion» (Pena Prohibida: el Dolor no
manifestado del Aborto), relatan los traumas sufridos por muchas mujeres, y
ofrecen consejo sobre cómo superar estos problemas.
Muchas
mujeres, observa el estudio, ni anticipan ni entienden la severidad de los
problemas que pueden llegar a sufrir. El aborto no puede simplemente «hacer
retroceder el reloj», haciendo volver a las mujeres al momento anterior a estar
embarazadas, explican los autores. Mientras puede tener un sentido de
liberación a corto plazo, un aborto siembra semillas de problemas a largo
plazo.
El aborto,
explica el libro, toca tres temas centrales del concepto que tiene de sí misma
una mujer: su sexualidad, su moralidad y su identidad maternal. También implica
la pérdida de un hijo. «Pocas mujeres identifican todos estos problemas antes
de abortar», escriben los autores. Estos problemas sin resolver suelen salir a
la superficie más adelante, afirman.
Un factor que
contribuye a estos problemas es que la mayoría de los consejeros de las
clínicas abortistas promueven la falsa expectativa de que, con el aborto, hay
pocos riesgos psicológicos, si no ninguno. Una razón de esto, afirman los
autores, es el interés financiero de la clínica en vender los abortos. El
verdadero precio de la intervención, trágicamente, puede no ser evidente hasta
que es demasiado tarde.
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