La clonación humana «terapéutica» está cautivando con ambigüedad y rapidez a la opinión pública mundial

 

 

Clonación humana: nuevo planteamiento

 

Por Antonio Pardo Caballos (fuente: revista Palabra, marzo 1999)

 

 

La clonación humana ha sido casi universalmente reprobada, tanto por la opinión pública como por los distintos gobiernos y organismos internacionales, en razón de la repugnancia moral que causa la simple posibilidad de producir seres humanos genéticamente idénticos, cual fotocopias unos de otros.

Sin embargo, la cuestión ha tomado en las últimas semanas un sesgo diferente, que está cautivando con rapidez a la opinión pública mundial. Ya no se trata de que la clonación humana sea reproductiva, sino terapéutica. ¿Qué significado tiene este nuevo planteamiento? ¿Qué realidad se esconde bajo finalidad tan atractiva y bien sonante? ¿Plantea algún tipo de objeción ética?

 

Hace dos años, la noticia de que científicos del Instituto Roslin de Edimburgo (Escocia) habían conseguido la clonación de una oveja a partir de una célula adulta de otra oveja produjo una auténtica conmoción mundial en el ámbito científico y en la opinión pública. Las repercusiones de este experimento, tanto científicas como éticas, son notables.

Muchas de las opiniones vertidas a raíz de las nuevas posibilidades técnicas que ofrece la clonación muestran una buena dosis de fantasía. Es preciso, pues, clarificar las cosas, y señalar las repercusiones éticas de su posible aplicación sistemática en un futuro que, hasta hace poco, parecía muy lejano.

LA TÉCNICA

La normal reproducción de gran cantidad de animales y plantas se realiza de modo sexual, es decir, uniendo material genético de dos progenitores de distinto sexo para constituir la primera célula de un nuevo ser cuya dotación genética es diferente tanto de la paterna como de la materna.

Hace ya bastantes años, al considerar que una célula cualquiera de un animal adulto contiene todo su material genético, algunos científicos contemplaron la posibilidad teórica de obtener un animal adulto a partir de dicho material genético. La experiencia se encargó de convertir esa empresa en poco menos que imposible.

Los únicos intentos que tuvieron cierto éxito se realizaron en los años 50 sobre embriones de rana en estado muy inicial de desarrollo, inyectándoles material genético de células de renacuajo, ni

siquiera de rana adulta. El resultado, en cualquier caso, fue paupérrimo: sólo el 1% de los huevos de rana a los que se había quitado el núcleo, e implantado el material genético de una célula de renacuajo, alcanzaron un desarrollo apreciable, aunque nunca hasta el estado adulto.

Estos intentos, sin embargo, dieron base a los científicos para hablar de totipotencia: la cualidad de unas células de poder desarrollar todo el organismo adulto. Al parecer, las células embrionarias son totipotentes, pero esa cualidad se pierde más adelante, de modo que las células de un adulto ya no son aptas para desarrollar el organismo completo, aunque contengan todo el material genético necesario para ello.

Otros experimentos, realizados a comienzos de los años 90, no son dignos de mención, pues emplearon embriones humanos anormales, que eran el resultado de la unión de una célula femenina con dos masculinas, y tenían una carga genética patológica que los condenaba a muerte a corto plazo.

LA SORPRESA DOLLY

El experimento que tuvo como resultado el nacimiento de la oveja Dolly fue una sorpresa incluso para sus «creadores». El Dr. Ian Wilmut y su equipo pretendían en realidad obtener cultivos de células e intentaron la clonación como algo relativamente tangencial a su línea de investigación.

El procedimiento consistió en quitar progresivamente nutrientes al medio en que se cultivaban células de oveja, hasta conseguir que éstas entraran en una fase de reposo, sin reproducirse, y en ese momento fusionarlas con células femeninas a las que se había extraído el núcleo. El ensayo funcionó, aunque fuera con un rendimiento mínimo: de las 277 células de partida sólo se consiguió el nacimiento de una oveja: Dolly.

Debido a lo inesperado de los resultados, hubo una seria resistencia de la comunidad científica para admitir la veracidad de lo publicado por Wilmut. El tiempo y los nuevos experimentos realizados en otros laboratorios han venido a darle la razón.

De todos modos, la cuestión no es sencilla. Los intentos de aplicar la misma técnica en otras especies animales, a partir de células de animales adultos, han resultado infructuosos. No así, en cambio, cuando se ha partido de células fetales, experimentos que se han visto coronados por el éxito en la clonación de monos y terneros.

CLONACIÓN HUMANA

Los horizontes que ha abierto la nueva técnica de clonación son múltiples. Se refieren tanto a su aplicación a animales como al hombre.

Con respecto a ésta, una advertencia primera para navegantes ingenuos. La clonación humana, si pretendiera recuperar a una persona fallecida, obtendría otra físicamente idéntica, sí, pero a la vez muy distinta en todos los demás aspectos. Como un hermano gemelo que nace más tarde, la nueva persona estaría influida por su propia situación cultural, experiencias, familia, opciones en la vida, etcétera. De ahí que, salvo pura casualidad, resulte fantasioso pensar que en el futuro se pudiera conseguir un Einstein redivivo, la copia exacta de un gran deportista o de un genio artístico, por medio de la clonación de una de sus células.

La opinión del propio Dr. Wilmut, así como de muchos otros científicos, es firme: aunque parece técnicamente posible, la clonación humana con fines reproductivos no se debería de intentar siquiera, por considerarla una aberración carente de utilidad clínica.

En apoyo de la lógica del sentido común, desde el punto de vista de la ética médica habría que añadir el respeto debido al ser humano en estado embrionario, sujeto paciente de esos intentos de clonación. Al margen del método usado para obtenerlos, si la técnica empleada se salda con la muerte de tan gran número de embriones humanos, es inaceptable aplicarla hasta que esos fallos se reduzcan a límites tolerables; es decir, a cero. Y además, puesto que su realización no busca ningún objetivo de diagnóstico ni terapéutico, resulta injustificada su aplicación médica.

EUROPA Y ESTADOS UNIDOS

Este punto de vista deontológico casa bien con las declaraciones realizadas en ámbitos políticos europeos, que remiten a los derechos humanos básicos como base para vetar la clonación sobre el hombre. De hecho, la prohibe la legislación de numerosos países europeos, y en idéntico sentido se ha expresado la Comisión Europea.

Prohibir la clonación humana resulta mas complicado en Estados Unidos. Allí en líneas generales, la jerarquía de valores constitucionales es distinta a la europea, primando la libertad por encima de otros derechos humanos. En tales circunstancias, para prohibir una determinada actividad, tanto a nivel estatal como federal, debe probarse previamente que sea nociva para el resto de os ciudadanos, o para algunos de ellos. Y so es lo que está estudiando la Comisión ética sobre la clonación creada en 1997 por e1 Presidente Clinton, quien vetó conceder -mientras esa comisión decide- toda financiiación federal a las investigaciones que persigan la clonación humana.

Entre tanto, en ese ambiente de libertad exaltada, lo que se detecta en Estados Unidos es que son pocos los que sopesan el daño que se inflige al niño fabricado mediante clonación. Se ha borrado la distinción entre que venga un hijo al mundo y que sea fabricado, lo cual difumina el derecho humano a nacer como fruto del amor de los padres, en una familia. Y también -en coherencia con los planteamientos aberrantes de un matrimonio que en 1997 procreó un hijo con el único fin de extraerle médula ósea que trasplantar a otro hijo suyo con leucemia-, muchos ven en la clonación un método tan legitimo e inocuo como cualquier otro para fabricar en su día seres humanos que surtan de órganos de repuesto.

EL NUEVO PLANTEAMIENTO

Existe un consenso prácticamente unánime en cuanto a la prohibición o incorrección de la clonación humana con fines reproductivos. Un ejemplo reciente: en diciembre saltó a la prensa que un intento de ese estilo se estaba llevando a cabo en la Universidad Kyunghee de Seul (Corea), pero la noticia provocó tal cúmulo de protestas que los propios experimentadores decidieron suspender el proyecto.

No obstante, la cuestión ha tomado un sesgo completamente distinto en los últimos meses, amparada en la idea de que ya no se trata de intentar la clonación humana con fines reproductivos, sino terapéuticos.

El origen de este nuevo planteamiento puede situarse el día en que un equipo de científicos estadounidenses dio a conocer que había logrado cultivos de células de embrión de ratón que sobreviven indefinidamente -a diferencia de los cultivos normales de células, que degeneran y mueren al cabo de cierto tiempo-, partiendo de un tipo especial de esas células conocidas como stem cells o células progenitoras.

El hallazgo planteó su aplicación al hombre. La idea de fondo ya no es dejar desarrollarse al ser humano donado copia de un adulto, sino disgregar las células de un embrión humano en fases muy tempranas, tomar las stem cells y manipularlas para que den lugar a células del tejido nervioso o muscular, injertables en enfermos de Parkinson, demencia, lesiones neurológicas o cardíacas.

El 6 de noviembre, la revista Scientie publicaba que investigadores de la Universidad de Wisconsin habían ya obtenido stem cells de embriones humanos. Éste y otros experimentos se han podido realizar en Estados Unidos, porque la prohibición federal de financiar la clonación humana sólo pesa sobre los fondos públicos, no sobre lo privados. En enero, los creadores de Dolly anunciaban su decisión de sumarse al proyecto.

El panorama de futuro consiste en perfeccionar la técnica a fin de clonar embriones que porten células procedentes de un donante enfermo, obtener después las stem cells, cultivarlas in vitro, tratarlas para que se diferencien en el tipo de tejido que interesa proporcionar al paciente, y realizar a éste el injerto final, que no le provocará rechazo por tratarse de células idénticas a las suyas.

CLONACIÓN «LIGHT»

¿Cómo se ha llegado tan fácilmente a plantearse la «bondad» de la clonación humana -aunque no se trate de llegar a producir adultos-, cuando hace poco más de un año la opinión negativa era prácticamente unánime?

La cuestión tiene dos componentes claramente diferenciables. En primer lugar, se sigue manteniendo la repugnancia moral a la producción de un ser adulto mediante clonación de una célula de otro adulto: la sombra de lo que describe la novela Un mundo feliz se proyecta enseguida sobre quien se plantea la clonación reproductiva.

Pero, simultáneamente, esa repugnancia moral desaparece cuando la clonación afecta a la suerte de un embrión humano. Y es que, en la mayoría de las normativas legales y profesionales sobre la fecundación in vitro se da por supuesto que el ser humano embrionario de menos de catorce días no es acreedor al mismo respeto que el ser humano adulto. Ciertamente, dichas normativas no establecen que a esa edad el embrión sea una «cosa», pero de hecho han conseguido que muchos lo consideren así. Y por tanto, si existe un objetivo bueno -la ayuda a un enfermo- que se puede alcanzar manipulando un embrión, no les parece justificable retraerse de tal práctica por un respeto a una entidad que puede llegar a ser un hombre (pero que, dicen, no lo es todavía).

El fin viene, pues, a justificar los medios. La bondad de los fines se abre paso por encima de los medios inicuos que haya que poner para lograr los objetivos. Y aunque persista la negativa tajante a la clonación con fines reproductivos, se ha comenzado a poner en marcha esta clonación embrionaria con fines curativos, que pasa por la destrucción de los embriones clonados. La clonación light está servida.

ENTUSIASMO INSENSATO

Tal como queda expresado, la cuestión parece monstruosa -nuevamente Urano devorando a sus hijos- y lo es. Pero la situación subjetiva de los científicos que han iniciado esta investigación es muy distinta. El entusiasmo por las nuevas posibilidades terapéuticas que se ofrecen en un futuro relativamente próximo, ha bastado para cegar todo razonamiento de respeto al embrión humano en sus primeros días de desarrollo, si es que quedaba alguno.

El entusiasmo ha tomado tal empuje que el Gobierno estadounidense y de varios países europeos -Gran Bretaña, Bélgica- ya se han planteado reconsiderar la prohibición de la clonación humana o de su financiación, y permitir estos experimentos con embriones para emplear sus stem cells con fines terapéuticos.

CEGUERA ÉTICA Y EXPERIMENTAL

La ceguera a que se ha llegado es notable. Ha de decirse, en primer lugar, que se desconoce cómo se diferencian las células embrionarias para formar los distintos tipos de tejidos. Por tanto, comenzar a manipular embriones humanos es, como mínimo, muy prematuro. Normalmente, debería haberse realizado una amplia experimentación animal antes de pasar a aplicar la nueva tecnología al hombre. Sin embargo, el entusiasmo, y la abundancia en los laboratorios de embriones sobrantes obtenidos por fecundación in vitro, ha llevado a comenzar los experimentos directamente con seres humanos inocentes, mártires de la ciencia.

Por otra parte, se sabe con certeza que existen stem cells en los adultos, de quienes se pueden extraer de modo relativamente sencillo. No se entiende por qué no se ha comenzado con ellas, en vez de desguazar seres humanos embrionarios inocentes.

Asistimos, pues, a una especie de locura colectiva de los investigadores que, ante el placer de manejar lo desconocido, olvidan las normas más elementales, ya no sólo de la deontología profesional, sino de la experimentación científica.

EGOÍSMO

En la dinámica de manipulación embrionaria, el día en que se superen las dificultades técnicas que se están presentando, será ya realidad la directa clonación del ser humano, dirigida a la obtención de células de tejidos que trasplantar al donante.

Ese día, aparte de las consideraciones éticas mencionadas, el egoísmo occidental habrá alcanzado su culmen. Habrá gastado una enorme cantidad de recursos económicos y técnicos en obtener unas células que sirven para el trasplante a una sola persona -a costa de destruir al menos otra en estado embrionario, indefensa-, al tiempo que en muchos países la principal causa de muerte sigue siendo las enfermedades infecciosas, cuyo tratamiento tiene un costo ínfimo en comparación con esta aventura de la clonación destructiva.

Por los vericuetos de unos fines plausibles que ocultan medios aberrantes, la clonación humana está buscando su cohonestación ética y social. Es de esperar que la opinión pública y los organismos médicos competentes alcen su voz para detener esta praxis que, aunque cuantitativamente limitada, amenaza subvertir los principios básicos de la ética profesional de la Medicina.

ÚLTIMA HORA

Las noticias se suceden a ritmo vertiginoso. A finales de enero, el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos anunciaba que financiará experimentos con stem cells provenientes de embriones humanos. La medida burla la prohibición federal de financiar experimentos con embriones humanos, pues sólo se sufragarán los trabajos directos con stem cells, no su extracción, de la que se encargarán laboratorios privados. Un portavoz de la Conferencia episcopal norteamericana denunció: «El gobierno de Clinton busca ahora hacer indirectamente lo que el Congreso le prohibió hacer directamente, es decir, financiar investigaciones donde se crean embriones y luego se destruyen».

Noticia más esperanzadora llegaba por esos mismos días, dando a conocer que no todos los científicos están dispuestos a prácticas inicuas. El 20 de enero, un equipo canadiense dirigido por el Dr. Angelo Vescovi anunciaba haber obtenido stem cells de seres humanos adultos, no de embriones.

A propósito de esta investigación, Alexander Morgan Capron, miembro de la Comisión federal norteamericana de Bioética, declaraba a Diario Médico (España) el 4 de febrero: «Si se confirma que es posible conseguir stem cells totipotentes a partir de stem diferenciadas, de modo que las extraídas de cualquier parte del cuerpo se desarrollen en el tipo de tejido que se precise, se acabará el entero debate ético sobre el uso de embriones con fines terapéuticos. Si esta técnica no es más difícil y consigue stem cells adultas que hacen la misma función que las procedentes de embriones, pienso que cualquiera diría: ¿por qué utilizar embriones?

Esto es importante, porque el principal argumento de quienes apoyan el recurso a los embriones -y en particular su creación para investigar- es que el valor clínico de los posibles descubrimientos es tan arrollador que justifica lo que, de otra forma, mucha gente considera ilícito. Este argumento ha perdido todo su peso y hará muy difícil defender la investigación con embriones, pues no los necesitan para obtener el mismo fin. Si se puede recurrir al otro método, no concibo que un investigador quiera utilizar una técnica tan controvertida».

EXPECTATIVAS DE LA CLONACIÓN ANIMAL

En el caso de los animales, uno de los objetivos que se plantea la clonación es obtener copias de ganado excelente por su producción de leche, carne, etc., de modo que puedan mantenerse las buenas características de una raza sin necesidad de una constante política de cruces selectos.

Esta idea ha sido criticada en razón de que trae consigo la disminución de la biodiversidad de las especies clonadas. Es decir, puede que se obtuviera una cabaña de cualidades inmejorables para producir carne o leche, pero sería a costa de tener una población muy homogénea y que sucumbiría por completo ante una epidemia, pues ésta afectaría por igual a todos los ejemplares.

Además, dicha aplicación resulta bastante problemática desde el punto de vista comercial.

APLICACIONES MÁS FACTIBLES.

Cuestión muy distinta es clonar en animales de especies en peligro inminente de extinción.

De modo más inmediato, está la posibilidad de clonar animales que ya han sido manipulados genéticamente para que su leche incorpore componentes de gran utilidad en terapéutica humana. Así, existen actualmente ovejas y cabras cuya leche contiene factor VIII y otros productos de interés terapéutico. Puesto que resulta bastante difícil conseguir un animal transgénico que segregue un determinado elemento en la leche, la clonación evitaría tener que repetir la manipulación genética: bastaría clonar algunas de sus células para tener una fuente inagotable, sin por ello someter al animal a un trato despiadado.

En esta misma línea cabría incluir las investigaciones en curso para obtener animales transgénicos como donantes de órganos para trasplantes humanos (el 13 de febrero, la prensa se hacía eco de que la Xunta de Galicia ha comprado 36 cerdos transgénicos para llevar a cabo ensayos de ese estilo). Aunque todavía bastante discutible en cuanto a su aplicación práctica, es una línea de investigación prometedora, que sólo podría dar resultados a gran escala si se lograra clonar los animales transgénicos obtenidos.

Otra aplicación sería la clonación de animales en los que se diera un modelo adecuado de una enfermedad humana, de modo que se pudieran ensayar diversos tratamientos de modo controlado, cuestión actualmente casi imposible.

La clonación permitiría también reducir el número de animales de laboratorio, al disponer de ejemplares exactamente iguales en los que ensayar los diversos procedimientos alternativos.

 

CRITERIOS MORALES

·     Lo que es técnicamente posible no es, por esa sola razón, moralmente admisible.

·     La investigación médica debe renunciar a intervenir sobre embriones vivos, a no ser que exista la certeza moral de que no se causará daño alguno a su vida y a integridad.

·     Utilizar el embrión humano o el feto como objeto o instrumento de experimentación es un delito contra dignidad de ser humano, que tiene derecho al mismo respeto debido al niño ya nacido y a toda persona humana (Intrucción Donum vitae, 22-11-1987).

·     La misma condena moral concierne también procedimiento que utiliza los embriones y fetos humanos todavía vivos -a veces «producidos» expresamente para este fin mediante la fecundación in vitro- sea como «material biológico», sea como abastecedores de órgano o tejidos para transplantar en el tratamiento de algún enfermedades. La eliminación de criaturas humanas inocentes, aun cuando beneficie a otras, constituye un acto absolutamente inaceptable (Juan Pablo II, Enc. Evangelium vitae, n. 63).

 

 

CONVENIOS INTERNACIONALES

·     Art. 1 X.2: «Se prohibe la creación de embriones humanos con fines de experimentación» (Convenio de Derechos Humanos y Biomedicina, firmado por los 40 países miembros del Consejo de Europa, así como por Estados Unidos, Canadá, Japón. Australia y la Santa Sede el 4-1V- 1997).

·     Art. 1: «Se prohibe cualquier intervención que tenga por objeto crear un ser humano genéticamente idéntico a otro, ya sea vivo o muerto» (Protocolo adicional al Convenio de Derechos Humanos y Biomedicina sobre la prohibición de clonar seres humanos, aprobado por cl Consejo de Europa el 6-XI-1997).

·     Art. 11: «No deben permitirse 1as prácticas que sean contrarias a la dignidad humana, como la clonación con fines de reproducción de seres humanos» (Declaración Universal sobre el Genoma humano y los Derechos Humanos, aprobada por la Unesco el 1 l-XI-1997).

 

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