¿CUÁL ES EL RIESGO DE LAS TÉCNICAS
DE FECUNDACIÓN ARTIFICIAL?
Maria Luisa Di
Pietro *, Roberta Minacori **, Pedro Sarmiento ***
* Especialista en
Endocrinología y en Medicina Legal. Investigadora
** Médico.
Especializándose en Medicina Legal.
*** Master en
Bioética.
Todos pertenecen
al Instituto de Bioética, Facultad de Medicina y Cirugía "A.
Gemelli", Universidad Católica del Sagrado Corazón, Roma.
El
artículo analiza los riesgos que, por la poca pericia del operador o por los
procedimientos previstos en la técnica de fecundación, son responsables de la
morbilidad y mortalidad de la mujer y del que va a nacer. Uno de los riesgos
para la mujer está ligado a la estimulación ovárica que se activa mediante
inducción farmacológica y que provoca la llamada "hiperestimulación
ovárica", así como tumores de mama y de ovario.
Otros
riesgos están ligados a las complicaciones de los procedimientos de fecundación
artificial y que conciernen sobre todo a la fase de recuperación de los óvulos,
el cultivo in vitro o la transferencia de los gametos y de los embriones a las
vías genitales de la mujer. La obtención de los óvulos se lleva a cabo bajo
control ecográfico con riesgo de dolores pélvicos o abdominales, infecciones y
hemorragias, mientras la transferencia de gametos se efectúa mediante
laparoscopia, con complicaciones ligadas a la anestesia.
El
primer riesgo para el embrión es que no llegue a tener una vida autónoma al
fallar la transferencia a las vías genitales de la mujer o la implantación en
el útero; el aborto espontáneo o provocado, y una mayor incidencia de
morbilidad o de mortalidad perinatal.
Otros
factores negativos se deben a la micromanipulación de los gametos. Al analizar
la literatura se concluye, además, que los nacidos por fecundación artificial
presentan mayores malformaciones y una más elevada incidencia de prematuridad.
A todos estos problemas se añade la inadecuada información que se da a las
parejas que recurren a la fecundación artificial sobre los riesgos, los efectos
colaterales y los porcentajes de éxito.
* * * * *
CONTENIDO
¿CUÁLES
SON LOS DAÑOS PARA LA MUJER?
1.
Los riesgos de la estimulación ovárica.
2.
Las complicaciones de los procedimientos de fecundación artificial.
3.
La ruptura del útero y de las trompas.
¿CUÁLES
SON LOS RIESGOS PARA EL EMBRIÓN-FETO?
1.
Dificultades de implantación en el útero.
2.
Las anomalías cromosómicas.
3.
Los riesgos de la micromanipulación de gametos.
RIESGOS
DE LOS NACIDOS POR FECUNDACIÓN ARTIFICIAL
¿ES
ÉTICO INSTAURAR EMBARAZOS DE RIESGO?
¿EL
CONSENTIMIENTO ES SUFICIENTEMENTE INFORMADO?
Cuando se
habla de técnicas de fecundación artificial, la atención se dirige, esencialmente,
a sus porcentajes de éxito en términos de niños nacidos, y pocas veces se
analizan los riesgos que comporta el recurrir a las mismas. Sin embargo, se
trata de riesgos que, como consecuencia de la impericia del operador o
inherentes a los procedimientos previstos por la técnica, son responsables de
una morbilidad y mortalidad de la mujer y del que va a nacer. La pareja que
solicita las técnicas debe ser cuidadosamente informada de esto, también,
porque dado que las técnicas de fecundación artificial no pueden ser
consideradas como una terapia, el recurrir a ellas puede basarse en un presunto
"derecho al hijo", y la presencia de un riesgo incluso mínimo es
éticamente relevante.
En realidad,
aunque sea cierto que en medicina tanto en la fase de diagnóstico como
terapéutica siempre se da un porcentaje de riesgo, y que, de cuando en cuando,
hay que sopesar los beneficios que se podrían derivar de una determinada
intervención, tal balance entre costos y beneficios no tiene una razón de ser
en el campo de la procreática.
¿Cuáles
son los daños para la mujer?
Los riesgos
para la mujer son: los riesgos de la estimulación ovárica; las complicaciones
de los procedimientos de fecundación artificial; la ruptura del útero y de la
trompa.
1. Los riesgos de la
estimulación ovárica.
Como se sabe,
en el ámbito de los programas de fecundación artificial es una práctica
generalizada inducir la ovulación por medio de fármacos, con el fin de aumentar
las posibilidades de concebir. Remitiéndonos a otros textos para el análisis de
los protocolos utilizados,1 deseamos llamar ahora la atención sólo
hacia las complicaciones que se podrían verificar como consecuencia del uso de
estos fármacos, es decir, el llamado síndrome de hiperestimulación ovárica y
la creciente incidencia según algunos estudios de tumores de mama y de ovario
en la mujer.
La
estimulación ovárica se utiliza en dos poblaciones diversas de pacientes con
diferentes finalidades. La primera población la representan mujeres que no
tienen la ovulación y en las cuales se quiere corregir una esterilidad de
origen endocrino (alteraciones del eje hipotálamo-hipófisis-ovario), haciendo
que madure un cierto número de folículos. La segunda población está
representada por mujeres que tienen casi siempre la ovulación y que se someten
a los procedimientos de fecundación artificial: en este caso la estimulación
ovárica tiene por finalidad inducir la múltiple maduración de los folículos, y
una leve hiperestimulación no sólo es frecuente sino que se busca
intencionadamente.
El síndrome
de hiperestimulación ovárica abarca un conjunto de disfunciones, que varían
desde una forma benigna a una condición sumamente grave.2
A este
propósito se han formulado diversas clasificaciones de este síndrome: la más
conocida es la de Rabau y colaboradores, que distingue tres principales
categorías clínicas leve, moderada y grave con seis grados basados en los datos
de laboratorio y en la gravedad de los síntomas.3
El síndrome
de hiperestimulación ovárica leve se caracteriza por distensión abdominal y
evidencia ecográfica de agrandamiento ovárico, también está asociado a síntomas
gastrointestinales como náusea, vómito y diarrea. También puede presentarse una
evidencia ecográfica de ascitis: el grado moderado del síndrome. La
forma más grave presenta las mismas características de la forma moderada,
con el añadido de uno o más de los siguientes síntomas: ascitis clínicamente
evidente, hidrotórax, disnea, estados de hipercoagulación, deshidratación y
complicaciones de la función renal.
La hemoconcentración
debida a la pérdida de líquidos y el consiguiente aumento de la viscosidad de
la sangre, pueden llevar a eventos trombóticos de la vena yugular interna, de
la arteria carótida y de la arteria cerebral, de la vena hepática, con la
consecuente disfunción de los órganos interesados (extremidades, cerebro,
etcétera) y, en los casos más graves, con la muerte de la paciente. Entre las
consecuencias de los trastornos de coagulación y el tromboembolismo que afecta
al cerebro, se han observado síntomas neurológicos como cefalea, parestesia y
paresia.4
Hay que
señalar también casos de disfunción hepática con trastornos hepatocelulares y
colestasis, así como de insuficiencia renal complicada con anuria,
hipercalcemia y uremia.5
A nivel pulmonar
se puede manifestar el llamado "síndrome de insuficiencia respiratoria
del adulto" (Adult Respiratory Distress Syndrome,ARDS), que lleva a
insuficiencia respiratoria e hipoxemia no tratable, con posibilidades de paro
cardio-pulmonar.6
No se conoce
aún la fisiopatología total del síndrome de hiperestimulación ovárica, pero
parece que las manifestaciones clínicas las determina una creciente
permeabilidad capilar7 y se originan en una excesiva producción de
hormonas esteroides.8 El síndrome de hiperestimulación ovárica tiene
una incidencia en las mujeres afectadas por anovulia del 0.5-1 %. En los
procedimientos de fecundación artificial, el riesgo del síndrome en la forma
moderada y grave es más elevado: del 3-4 % y del 0.1-0.2 %, respectivamente.9
Como en otros
ámbitos de la medicina, también en este caso revisten una importancia
fundamental la prevención, el diagnóstico precoz y un atento monitoreo de las
situaciones de riesgo más elevado.10 En el ámbito de la prevención
es necesario, además, localizar aquellas situaciones que aumentarían el riesgo
del síndrome de hiperestimulación ovárica. Por ejemplo, es relevante el hecho
de que la mayor incidencia de síndrome de hiperestimulación ovárica esté
asociada a la edad joven y a endocrinopatías,11 como el síndrome del
ovario poliquistico.12 Además, el riesgo de que se desarrolle el
síndrome de hiperestimulación ovárica varía según el método de inducción de la
ovulación utilizado: en efecto, la incidencia es del 2.5 % después de aplicar
clomifeno; del S.9 %, tras aplicar clomifeno en presencia de ovarios
poliquísticos; del 2.8-23 % (forma leve), del 2.9-16.5 % (forma moderada) y del
7.1 % (forma grave), tras administrar gonadotrofinas menopáusicas humanas
(hMG). La asociación de hGM con clomifeno parece reducir la incidencia del
síndrome.
El síndrome
es más frecuente y severo en caso de embarazo múltiple;13 menos
frecuente en las mujeres en las que se efectúa la aspiración de óvulos para la
"Fecundación in vitro con Trasferencia de Embriones" (FIVET),
la Trasferencia de Gametos a las Trompas (GIFT) o las micromanipulaciones, en
contraste con las mujeres sometidas a inseminación artificial o que conciben
mediante una relación conyugal normal.14 También es más frecuente en
los ciclos en los que hay embarazo que en aquellos en los que no lo hay, tanto
que nunca se manifiesta en toda su gravedad en las mujeres que donan los óvulos
y no conciben.15
A pesar de
haber identificado algunos factores de riesgo y protocolos de estimulación
ovárica más cercanos al ciclo ovárico fisiológico recurriendo, por ejemplo, a
los antagonistas de la "hormona liberadora de la gonadotropina" (Gonadotropin
Releasing Hormone, GnRH),16 no parece fácil, sin embargo,
eliminar el riesgo o predecir el desarrollo del síndrome de hiperestimulación
ovárica. Por este motivo, toda mujer que se someta a este tratamiento debe ser
considerada potencialmente en riesgo y debe ser monitoreada atentamente. En la
práctica de la fecundación in vitro se sugiere, además a fin de prevenir el síndrome de
hiperestimulación ovárica tomar muestras de óvulos inmaduros de un ovario no
estimulado, los cuales completarían en probeta el ciclo de maduración antes de
ser fecundados.17
Junto con el
síndrome de hiperestimulación ovárica hay que señalar entre las complicaciones
de la estimulación misma la probable y creciente incidencia de tumores de
ovario y de mama. "Probable" en cuanto que no todos los estudios de
seguimiento concuerdan sobre la presencia de dicha correlación.
Por ejemplo,
una estimulación persistente del ovario se asocia con un crecimiento folicular
múltiple y con altos niveles de estrógenos durante la inducción de la
ovulación: este hecho es considerado como un factor de riesgo para el tumor
epitelial del ovario, en cuanto que podría desagregar el epitelio ovárico y
aumentar, así, la posibilidad de transformaciones malignas. Tales hipótesis son
avaladas, entre otros, por el hecho de que el carcinoma epitelial del ovario
está asociado con la nuliparidad, la menopausia tardía y, tal vez incluso, con
menarquia precoz y ciclos menstruales irregulares; de ahí la sospecha de que la
ovulación continua pueda representar un factor de riesgo. Y en efecto, se han
reportado casos de tumor ovárico asociados con la inducción de la ovulación, 18
correlación puesta de manifiesto también por un metaanálisis de dos estudios
estadounidenses. 19 No obstante, estos últimos datos han sido
objetados por Balasch y colaboradores,20 quienes consideran que los
resultados no han sido bien interpretados desde el momento en que faltaba cualquier
tipo de información sobre las causas de la infertilidad y el tipo de fármacos
utilizados.
Otros autores
han encontrado una incidencia, estadísticamente significativa, de tumores
ováricos invasivos o horderline en 3.837 mujeres sometidas a tratamientos
para la infertilidad con clomifeno por más de 12 ciclos.21 Este
estudio también se ha puesto en duda sobre todo en relación con las modalidades
de ejecución del mismo. 22
La hipótesis
más probable, frente a estos datos discordantes, es que en la correlación
estimulación ováricalcarcinoma ovárico entren en juego por lo menos dos
factores: la esterilidad, que ya de por sí aumentaría la incidencia de riesgo
de tumor ovárico,23 y la preexistencia de patologías del ovario, en
las cuales los ovarios presentan a menudo cambios hiperplásicos y metaplásicos
del epitelio de superficie e inclusiones cisticas.24 Parecería
posible, entonces, que la estimulación ovárica no fuera en sí causa de tumores,
sino que dé muestra de una predisposición genética para la malignidad, la cual
se expresaría en aberraciones en la reparación del epitelio ovárico
superficial.25
Por lo que
respecta a la sospecha de un aumento de la incidencia de tumor mamario en
mujeres sometidas a tratamiento de hiperestimulación ovárica, no hay que excluir
el que altos niveles de progesterona y de estradiol presentes durante la
hiperestimulación puedan inducir una situación hormonal favorable a la
aparición del tumor de mama.
Se sabe, por
otra parte, que el tumor mamario es hormonal dependiente y que se manifiesta
principalmente en las mujeres maduras, mientras que es excepcional en los
hombres y en las niñas no púberes; que responde también a la terapia hormonal
(castración o antiestrógenos), y que los hombres tratados con altas dosis de
estrógenos (transexuales, pacientes con tumor prostático) tienen una más alta
incidencia de tumor mamario.26
Sin embargo,
como veremos, la interpretación de los datos clínicos no es unívoca. El primer
caso de tumor mamario después de una procreación médicamente asistida lo
describió Laing en 1989, 27 mientras que Brzezinski 28 ha
reportado 16 casos de mujeres tratadas con citrato de clomifeno ylo hMG, las
cuales presentaron tumor mamario durante el periodo de 2 meses a 12 años
después del tratamiento.
En una
revisión de casos, Schenker y Ezra 29 encontraron 16 casos de tumor
mamario entre 950 mujeres tratadas con varios agentes para la inducción de la
ovulación, un riesgo considerado como no significativo por los autores pero que
hay que reevaluar. Otro estudio retrospectivo llevado a cabo por el Instituto
Bergonié detectó que seis pacientes habían desarrollado tumor mamario después
del tratamiento con hGM entre 1989 y 1994. 30
Y una vez
más, de un trabajo publicado en 1995 que refería el seguimiento de 10.358
mujeres infértiles sometidas a FIVET, resultaron 16 casos de tumor mamario
invasivo después de la fecundación in vitro o estimulación ovárica:31
la incidencia no parecía ser más alta en las mujeres no tratadas, por lo que
los autores llegaron a la conclusión de que no habría relación alguna entre la
estimulación ovárica y el tumor mamario. Jourdain y colaboradores 32
son de distinto parecer, pues aun excluyendo una conexión directa entre la
aparición de nuevos tumores mamarios e hiperestimulación ovárica, tienden a la
hipótesis de que la estimulación ovárica facilitaría la manifestación de formas
infraclínicas o no diagnosticadas de tumor.
2. Las complicaciones de
los procedimientos de fecundación artificial.
En su
interesante revisión, Schenker y Ezra 33 reportan los datos de la
literatura a propósito de las complicaciones surgidas durante los
procedimientos de fecundación artificial, es decir, consiguientes a la fase de
recuperación de los óvulos, al cultivo in vitro y a la transferencia de
gametos y embriones a las vías genitales de la mujer.
La obtención
de óvulos, como se sabe, se hace cada vez con mayor frecuencia por vía
transvaginal bajo control ecográfico, mientras que se usa la laparoscopia para
transferir gametos o embriones a las trompas de Falopio en los procedimientos
de la GIFT o de la Zygotc Intrafallopian Transfer (ZIFT). Es entonces
cuando la recuperación por vía ecográfica puede ir asociada a dolor pélvico o
abdominal, a infecciones y a daños del intestino, útero y trompas, debidos al
trauma mecánico de la aguja aspirante, con las consiguientes hemorragias
incluso mortales.
Por lo que se
refiere a la laparoscopia, es posible que se presenten complicaciones por
anestesia (reflujo gastro-pulmonar, edema pulmonar, pneumotórax, hipotensión,
daños neurológicos, parálisis respiratoria por anestesia epidural, etc.); por
pneumoperitoneo en el curso de la laparoscopia (enfisema subcutáneo,
pneumotórax, enfisema mediastínico, laceración del intestino y del epiplón), o
por daño mecánico (rotura de grandes vasos, laceración del intestino, estómago,
vesícula, bazo y útero).
Es posible
que se presenten, también infecciones debidas a la contaminación de los gametos
y de los embriones durante las fases de cultivo o de transferencia, así como
puede representar un riesgo el uso de semen seleccionado sin el debido cuidado.34
La incidencia
de la Enfermedad Pélvica Inflamatoria después de la FIVET es de cerca del 0.3-0.5
%.35 Se han registrado incluso casos de apendicitis posteriores a
los procedimientos de FIVET: los autores la describen como coincidencia, aunque
no hay datos suficientes para excluir una vinculación con el procedimiento.36
3. La ruptura del útero y
de las trompas.
Entre las
complicaciones menos frecuentes hay que recordar la ruptura del útero y de las
trompas en el transcurso de embarazos logrados con la fecundación artificial.
La ruptura de
útero, que normalmente es un evento bastante raro y vinculado a situaciones que
predisponen a ello (operaciones de cesárea, perforaciones uterinas por causa
iatrógena, incretus placentario, anomalías congénitas, traumas, etcétera),
parece tener una incidencia del 0.6 % en mujeres que, habiendo sufrido una
precedente salpingostomía, se han sometido a procedimientos de FIVET.37
En este caso, la ruptura del útero se habría de correlacionar con el tipo de
salpingostomía, que no previendo la resección de la trompa, se asociaría a un
elevado riesgo de ruptura. Se han señalado también casos de ruptura de abscesos
tubo-ováricos posteriores a la transferencia de embriones donados al útero de
una mujer o como consecuencia de una FIVET con óvulos donados:38 es
un hecho insólito —a diferencia de lo que ocurre después de aspirar los óvulos
introduciendo en la pelvis microorganismos cérvico-vaginales—, debido
probablemente a la transferencia de aire contaminado o de fluidos a la cavidad
uterina o a las trompas.
¿Cuáles
son los riesgos para el embrión-feto?
El primer riesgo
con el que tiene que enfrentarse el embrión es que una vez fecundado no logre
alcanzar vida autónoma. Las causas pueden esquematizarse como sigue: la fallida
transferencia a las vías genitales de la mujer; la fallida implantación en la
pared uterina, tras la inseminación artificial, GIET o FIVET; el aborto
espontáneo o provocado, vinculado este último con la presencia de embarazo
ectópico, múltiple, o de anomalías genéticas o morfológicas en el feto. Pero
incluso una vez nacido, el niño obtenido con estas técnicas podría presentar
una mayor incidencia de morbilidad o de mortalidad perinatal en comparación con
los niños concebidos naturalmente.
1. Dificultades de
implantación en el útero.
Para que se
realice la implantación del embrión en el útero es determinante la sincronía
entre el desarrollo del embrión y el del endometrio.39 El desarrollo
del endometrio es inducido por los estrógenos, que estimulan la actividad
proliferativa del tejido de sostén y del tejido glandular y determinan un
aumento del flujo hemático. La progesterona, producida por el cuerpo lúteo
durante la fase postovulatoria, bloquea, en cambio, la actividad proliferativa
e induce la secreción glandular, preparando así la pared uterina para la
implantación de los blastocitos.
Se sabe que
elevadas dosis de estrógenos como las utilizadas para la llamada
'anticoncepción de emergencia' provocan un efecto abortivo impidiendo la
implantación del embrión en la pared uterina.40 Tal efecto abortivo
de los estrógenos parece deberse, por una parte, a una acción de contraste con
la actividad del cuerpo lúteo (acción luteolítica) con reducida
producción de progesterona; y, por otra a una detención de la maduración
endometrial a causa de una perturbación del equilibrio metabólico celular.
Durante la fase de inducción de la ovulación, los fármacos administrados
aumentan los niveles endógenos de estrógenos hasta alcanzar valores de tres a
seis veces superiores a los fisiológicos y que, por tanto, aun siendo
neutralizados por la progesterona, podrían ser causa de un reducido porcentaje
de embarazos como consecuencia de la pérdida en fase pre o postimplantatoria
del embrión.41 Es discutible, por lo demás, el efecto de elevados
niveles de progesterona sobre la implantación de los embriones.42
Se ha puesto de
relieve, sin embargo, que esta asincronía embrión-endometrio no se verificaría
cuando, para inducir el desarrollo folicular, se recurre al uso del citrato de
clomifeno por sí solo o asociado a hCM: en realidad, la acción anti-estrogénica
del citrato de clomifeno antagonizaría los efectos de elevados niveles de
estrógenos sobre el endometrio.
2. Las anomalías
cromosómicas.
Entre las
causas de aborto espontáneo está, en el 50 % de los casos, la presencia de una
aberración cromosómica, que aparece durante la gametogénesis o las primeras
fases del desarrollo embrional.43
Mientras la
incidencia de tales anomalías en los óvulos es elevada del 4.5 al 47 %44
y hasta el 60 % en las mujeres mayores de 40 años 45 y con un
incremento, no evidenciado por todos, con el ulterior avance de la edad 46
, las anomalías cromosómicas de los espermatozoides presentan, en cambio, una
incidencia de sólo el 5-10 %.47
La presencia
de anomalías cromosómicas en los embriones es un fenómeno que se observa
también en embriones fecundados in vitro y que parece ser una de las
causas del poco éxito de esta técnica en términos de "niños en
brazos".
No se conoce
aún, sin embargo, el modo como las técnicas de fecundación artificial son
responsables de estas anomalías, aunque se han demostrado algunas correlaciones
con:
a.
repentinas
modificaciones de la temperatura durante el cultivo de los ovocitos y su
manipulación;48
b.
envejecimiento
de los óvulos y de los espermatozoides;49
c.
uso
en los caldos de cultivo de oxígeno al 20 % en vez de al 5 %;50
d.
inadecuada estimulación ovárica.51 En efecto, tales
anomalías cromosómicas, que tienen una incidencia más elevada en la población
estéril.52 aumentarían después de la estimulación ovárica efectuada
tanto con hMG o con el citrato de clomifeno,53 cuanto con la hormona
foliculoestimulante (Folícle Stimulating hormone, FSLT) o con agonistas
de la GnRh.54 No todos, sin embargo, han puesto en evidencia esa
correlación entre estimulación ovárica y anomalías cromosómicas de los
ovocitos.55
Por lo que
concierne a las anomalías cromosómicas del embrión, se han puesto de
manifiesto, entre otros, algunos casos de mosaicismo que se han relacionado con
las no óptimas condiciones de cultivo y con la estimulación ovárica;56
o de blastómeros plurinucleados, considerados pasado el tiempo como
consecuencia de fenómenos de polispermia57 y puestos en evidencia
sucesivamente incluso en óvulos normalmente fertilizados,58 o
incluso de quimerismo.59
Los autores
consideran que el quimerismo se está verificando a consecuencia de la
fecundación in vitro; tales autores lo han señalado como un hecho grave,
cuya presencia podría estar correlacionada con la técnica de fecundación
artificial y cuya incidencia podría ser más elevada de la observada hasta
ahora.
Los embriones
afectados por anomalías cromosómicas difícilmente llegan al nacimiento: esto
depende del hecho de que algunos de ellos son abortados espontáneamente durante
el primer trimestre de embarazo, aun cuando hay una fuerte presión como se sabe
para que se pongan a punto técnicas para detectar con certeza los embriones
afectados a fin de no transferirlos al útero,60 o para que se
recurra al diagnóstico prenatal post-implantación con fines abortivos.
3. Los riesgos de la
micromanipulación de gametos.
Uno de los
argumentos más controvertidos en materia de fecundación artificial es el de si
la micromanipulación de gametos, y en particular la "Inyección
intracitoplasmática de espermatozoide" (Intra-cytoplasmatic sperm
injection, ICSI), se asocia o no con un creciente riesgo de anomalías
cromosómicas y de malformaciones genéticas.61
Tal riesgo
podría estar relacionado en el caso de la ICSI con estas cuatro fases
diferentes previstas en el protocolo:
a.
uso
de espermatozoides portadores de anomalías genéticas;
b.
uso
de espermatozoides con defectos estructurales;
c.
posibilidad
de un daño mecánico o bioquímico ligado a la introducción de material extraño
al interior del óvulo (virus, partículas virales, DNA heterólogo o toxinas
diversas);62
d.
alteraciones
como consecuencia de la superación mecánica de los procesos de selección,
desarrollados comúnmente por las membranas del óvulo, con la inyección de un
solo espermatozoide en el citoplasma del mismo.
Un primer
riesgo, por tanto, está relacionado con la posibilidad de heredar una anomalía
cromosómica, hecho verosímil desde el momento en que las situaciones de
esterilidad que requieren el uso de la ICSI están, de por sí, asociadas a
anomalías genéticas.
Por otra
parte, los estudios de Bonduelle y de Tournaye 63 hacían evidente
una incidencia de aneuploidias entre sujetos concebidos con la ICSI cinco veces
mayor que en los fetos concebidos naturalmente.64
Se trataba de
aneuploidias del tipo: 47xxy, 47xyyy, 47xxx, 46xx/47xxy, que se manifestaban
clínicamente con alteraciones más o menos evidentes del desarrollo sexual.
Se ha
sospechado, entonces, que pueda haber una correlación entre anomalías
cromosómicas y el uso de la ICSI, pero que tales anomalías cromosómicas no
habría que imputarías a la técnica en sí, sino al hecho de que los
espermatozoides utilizados provenían de sujetos afectados, a su vez, por
patologías ligadas a los cromosomas sexuales. En efecto, la mayor parte de los
casos de anomalías de los cromosomas sexuales en el feto se advertían cuando
había presencia de anomalías cromosómicas en el padre biológico.
Si, por
ejemplo, de un hombre afectado por el síndrome de Klinefelter, —síndrome que
está determinado por un patrimonio cromosómico 47xxy y que sólo en el 47 % de
los casos se asocia a la presencia de espermatozoides— o por mosaicismos
46xyl47xxy, se obtienen los espermatozoides y se inyectan en un óvulo, es
verosímil que se verifique el caso de que un espermatozoide tenga 24xx ó 24xy
cromosomas que, asociados al del óvulo, pueden dar lugar a un patrimonio
genético en el nuevo individuo de 47xxx ó 47xxy.
Pero puede
ocurrir, sin embargo, que aun en presencia de aneuploidia en el feto, ésta no
se presente en los linfocitos del progenitor masculino:65 de ahí la
sospecha de que tal anomalía genética pueda presentarse sólo en los
espermatozoides del padre y de que, por este motivo, no se observe en los
linfocitos, o de que se trate de un daño surgido durante la espermatogénesis o
después de la fecundación del embrión. En este último caso, la técnica ICSI
desempeñaría una función causal y el daño genético no podría ser previsto como
proponen algunos por una selección de los hombres que accederían a la ICSI.66
Queda por evaluar, además, el riesgo de transmisión de otras anomalías de los cromosomas
sexuales, en particular del cromosoma Y. 67
Junto con las
anomalías de los cromosomas sexuales, no hay que pasar por alto las de otros
cromosomas. Es lo que ocurre en aquellos casos en los que la ICSI, con una
aspiración de espermatozoides en el epidídimo por medio de microcirugía (Microsurgical
Epididymal Sperm Aspiration, MESA) precedente, es utilizada en ausencia
congénita de los vasos deferentes:68 la esterilidad representa en
estas situaciones sólo una manifestación clínica de una patología mucho más
compleja, como ocurre, por ejemplo, en los portadores de fibrosis quística, la
cual podrá manifestarse luego de forma clínica en el que va a nacer.
También en
este caso se requiere la selección de los hombres de los cuales se obtendrá el
semen para la ICSI, para reducir el riesgo de anomalías cromosómicas; una
propuesta, sin embargo, no realizable. Baste pensar, por poner un ejemplo, que
una anomalía del género CFTR estaría implicada en el 10 % de las azoospermias
obstructivas y que ese gen puede estar expuesto a 500 mutaciones por lo menos,
siendo entre ellas la más frecuente la DF508. ¿Parece posible que esa búsqueda
pudiera extenderse a todas las mutaciones actualmente conocidas de este gen?
Al lado de
las anomalías cromosómicas "hereditarias" se sospecha un riesgo
ligado a la introducción del espermatozoide naturalmente no fecundante, o en
todo caso inmaduro, en el óvulo, o a la introducción, en el mismo, de material
génico mitocondrial, que es eliminado espontáneamente en la fecundación natural.
Esto debería manifestarse clínicamente con un aumento de las malformaciones en
el que va a nacer, pero aún existe controversia sobre ese dato.
Hay quien
sostiene, en efecto, que la incidencia de malformaciones "mayores"
—esto es, aquellas que "causan generalmente un defecto funcional o
requieren una corrección quirúrgica"— y de las malformaciones
"menores" después de una ICSI sería superior al 33 % y, por tanto,
dentro de los límites de lo normal.69
Pero
comparando los datos de Bonduelle y colaboradores con los de otros trabajos, no
existe una uniformidad en la definición de "malformaciones mayores",
con la consiguiente subestimación de la incidencia de malformaciones por parte
de los primeros.
Esto lo ponen
en evidencia Kurinczuk y Bower,70 quienes han subrayado la
discrepancia entre la clasificación de Bonduelle y colaboradores y la del
"registro de anomalías en el recién nacido del oeste de Australia" (Western
Australia Birth Defects Registry), que define como "mayores"
algunas patologías que el precedente define, en cambio, como
"menores". De ello resultaba que, según Bonduelle, de 429 nacidos con
ICSI sólo el 3.3 % presentaba malformaciones mayores y el 20 % malformaciones
menores, pero según Kurinczuk y Bower habría una incidencia de malformaciones
mayores cercana al 7.38 % si se confrontan con los datos del registro
australiano y del 6.67 % si se evalúan según los parámetros de estos dos
autores que han suprimido del elenco de las anomalías mayores tres defectos
sectales aislados, es decir, no asociados a otras patologías malformativas del
corazón con un porcentaje de malformaciones menores igual al 0.71 %. También
según esta evaluación, la incidencia de anomalías mayores entre los nacidos por
concepción natural es del 3.78 %, es decir, la mitad de lo que se verificaría
en los nacidos por ICSI.
Las
malformaciones más frecuentemente detectadas en los nacidos por ICSI son las
deficiencias cardiacas y las palatosquisis (con una incidencia cinco veces
mayor), pero también la hernia diafragmática y las malformaciones
genitourinarias y gastrointestinales.
Se duda, en
cambio, de que haya una creciente incidencia de retraso de desarrollo mental en
los niños concebidos por medio de la ICSI: eso es por lo menos lo que resulta
de un estudio de seguimiento llevado a cabo por Bowen y colaboradores, dentro
del primer año de vida.71
Hay que poner
de relieve, no obstante, el hecho de que la incidencia de anomalías
cromosómicas puesta en evidencia en los diversos estudios sobre nacidos no
siempre agota la realidad, desde el momento en que sólo el 20 %, en promedio,
de los embriones obtenidos por ICSI son transferidos a las vías genitales de la
mujer después de haber evaluado su calidad (Tabla 1).
Tabla 1
Resultados
obtenidos por la ICSI
Autores |
Extracciones |
Óvulos
inyectados |
Óvulos
liberados |
Embriones |
Transferencias |
Embarazos
clínicos |
Van Steirteghem (1993) |
150 |
1.407 |
127 |
830 |
135 |
53 |
Payne (1994) |
100 |
1.003 |
--- |
710 |
94 |
30 |
Gordts
(1995) |
103 |
797 |
58 |
547 |
95 |
24 |
Blefco
(1995) |
1.781 |
13.482 |
--- |
5.741 |
1.539 |
379 |
Clamart
(1995) |
205 |
1.635 |
211 |
936 |
197 |
59 |
Tomado de
Olivennes y cols., (1996).
Riesgos de
los nacidos por fecundación artificial
Al analizar la
literatura se hace evidente la ausencia de uniformidad de datos acerca de la
incidencia de malformaciones congénitas en niños obtenidos por medio de la
fecundación artificial.
En efecto,
frente a estudios que consideran la incidencia de las malformaciones (3 %)
después de la fecundación in vitro equivalente a la observada entre los
concebidos naturalmente aunque con una frecuencia mayor de anomalías del
sistema nervioso, cromosómicas, urogenitales y de las extremidades,72
hay otros que muestran una incidencia mayor de malformaciones congénitas
(espina bífida, transposición de los grandes vasos y malformaciones del tracto
urinario),73 respecto de los niños concebidos naturalmente.
En
particular, en relación con la presencia de malformaciones del tubo neural, se
ha encontrado una correlación entre malformaciones y estimulación ovárica,74
no confirmada sin embargo por otros estudios.75 Parece, en cambio,
que el más elevado porcentaje de malformaciones mayores puede ser directamente
proporcional a la duración de la esterilidad.76
La presencia
de malformaciones no presentaría diferencias estadísticas entre los nacidos por
embarazos aislados o múltiples,77 dato no confirmado por otros
estudios que han puesto de manifiesto, en cambio, un mayor número de malformaciones
en los nacidos en un embarazo múltiple.78
Tenemos duda
como ya hemos dicho, de que los datos sobre la incidencia de anomalías
cromosómicas y de malformaciones con base genética después de la fecundación
artificial no correspondan a la realidad, desde el momento en que no se
incluyen en el cómputo los embriones que no han sido transferidos a las vías
genitales femeninas (debido a que no han resultado sanos en el diagnóstico
pre-implantación) 79 ni los fetos abortados espontáneamente en el
primer trimestre de embarazo o, finalmente, los fetos abortados voluntariamente
después de un diagnóstico prenatal.
Junto con las
malformaciones congénitas, hay que tomar en cuenta, además, una mayor
incidencia de nacidos antes de término y de los niños con bajo peso por la edad
gestacional. Este último hecho se atribuye principalmente a la alta frecuencia
de embarazos múltiples80 también es evidente en los embarazos únicos
producto de la fecundación in vitro respecto de los normales.81
Cerca del 59 % de los embarazos gemelares tras practicar la FIVET termina
dentro de las 37 semanas contra el 37 % de los embarazos gemelares obtenidos
naturalmente.82
La
prematuridad, que es cuatro veces mayor que en los embarazos obtenidos
espontáneamente incluso únicos, podría estar vinculada no sólo a la edad de la
mujer sino también al procedimiento mismo de la FIVET. Por ejemplo, parece que
la estimulación ovárica con gonadotrofinas lleva a un aumento excesivo de la
relaxina, responsable a su vez de la prematuridad,83 de igual manera
que la transferencia de los embriones mediante catéter a través del cérvix
podría ser causa de traumas, pérdidas de sangre e infecciones uterinas,
responsables a su vez de parto pretérmino.84
Se sabe,
además, que la prematuridad y el bajo peso están asociados a una creciente
morbilidad y mortalidad perinatal, tres veces mayor que en los embarazos por
concepción natural, con riesgo creciente también de enfermedades
cardiovasculares, diabetes y enfermedades obstructivas del pulmón en la edad
adulta.85
¿Es ético
instaurar embarazos de riesgo?
El recurso a
las técnicas de fecundación artificial parece estar asociado a una mayor
incidencia de complicaciones del embarazo y del parto, entre ellas la
hipertensión arterial, una mayor frecuencia de inducción del parto y de
cesáreas, presentes en particular en los embarazos múltiples.86
Y justamente
los embarazos múltiples y los embarazos ectópicos representan uno de los
mayores riesgos de las técnicas de fecundación artificial, asociadas a su vez a
una elevada abortividad clínica.
Otra
complicación de las técnicas de fecundación artificial es la formación de
embarazos múltiples, lo cual puede ser consecuencia de una hiperestimulación
ovárica con liberación de un elevado número de óvulos y la sucesiva
inseminación natural o artificial, o de la transferencia a las vías genitales
de la mujer de varios óvulos o embriones en el ámbito, por ejemplo, de los
procedimientos GIFT o FIVET. En el caso de la GIFT puede suceder, incluso, que
se obtenga un número de embarazos mayor del previsto (es decir, en número mayor
a los óvulos colocados en las trompas). Esto puede depender tanto del hecho de
que un embrión puede sufrir una división gemelar, o porque no son aspirados
todos los ovocitos cuya maduración se ha inducido.87
El hecho de
que se provoque una producción múltiple de óvulos o de que en el ámbito de los
procedimientos de GIFT o de FIVET se transfieran más de dos o tres
óvuloslembriones, se justifica como se sabe al haberse comprobado que este procedimiento
aumenta el éxito de la terapia para la anovularidad o de la técnica de
fecundación artificial.88 Sin embargo, no se tiene suficientemente
en cuenta que si todos los óvulos liberados son fecundados y todos los
embriones se implantan, es posible un embarazo con cuatro, cinco o más
embriones.
Y entonces,
aunque se haya reducido respecto de años pasados como consecuencia de saber ya
más sobre los mecanismos de la fertilidad y de la posibilidad de monitorear la
ovulación dosificando los estrógenos y la progesterona, y con la ecografía
pélvica el riesgo de patología después de la estimulación ovárica, la
posibilidad de inducir un embarazo múltiple sigue existiendo. Esto lo atestigua
la incidencia de un embarazo múltiple después de estimulación ovárica igual al
6-8 % con el citrato de clomifeno y al 15-53 % con las gonadotropinas,89
contra una incidencia bajísima de embarazos naturales con tres o más fetos
(1:8.100 para nacimientos triples, y 1: 729.000 para nacimientos cuádruples).
El porcentaje
de embarazos múltiples después de recurrir a la GIFT abarca, según las
estadísticas examinadas, entre el 7.1 y el 23 %, y entre el 4.3 y el 22 % tras
recurrir a la FIVET.90
Las
complicaciones antes y después del nacimiento en un embarazo de tres o más
fetos son significativas y directamente proporcionales al número de fetos en el
útero de la mujer.91 En particular, en los embarazos multifetales
aumenta el porcentaje de niños nacidos antes de término del embarazo y, por
tanto inmaduros: además. como se sabe, el nacimiento antes de término aumenta
el riesgo de serios daños metabólicos y neurológicos, pero también de daños al
cordón umbilical, hemorragias intraventriculares, el llamado RespiratoryDistress
Syndrome, con posible muerte fetal o neonatal.
Si bien hay
pocos estudios sobre el resultado de embarazos con tres, cuatro o más
embriones, es posible calcular que la incidencia de prematuridad aumenta desde
el 10 % de un embarazo aislado al 38 % de un embarazo bigemelar, y a más del 75
% en los nacimientos triples o cuádruples.92
Entre las
complicaciones maternas en los embarazos multifetales se cuentan: hipertensión
arterial inducida por el embarazo, anemia antes del parto, hemorragias después
del parto y rotura prematura de las membranas. Es por estas razones por las que
un embarazo multifetal es considerado como una complicación de las técnicas de
fecundación artificial.
Para prevenir
estos riesgos no se ha buscado, excepto en algunos casos, mejorar los
protocolos de estimulación ovárica o reducir el número de los óvulos y de los
embriones que se van a transferir al útero lo cual, por otra parte habría sido
lo mas lógico, sino que se han propuesto las siguientes opciones: 1. Poner término al embarazo:
2. Reducir el embarazo múltiple
para mejorar el pronóstico materno y de los embriones restantes.93
Obviamente, ante el temor de no poder satisfacer con sucesivos intentos la
solicitud de un embarazo por parte de una pareja estéril, la primera hipótesis
ha sido descartada y la reducción del embarazo múltiple ha sido considerada
como la opción "selectiva".
En la
literatura médica se han referido otras "indicaciones" para la
reducción fetal como la supresión de uno o más embriones con malformaciones
congénitas o cromosomopatías, detectadas mediante el diagnóstico prenatal, o la
supresión de uno o más embriones después de que la mujer se declarara
"incapaz de hacer frente a todos los eventuales recién nacidos".94
Estas solicitudes representaron respectivamente el 7 y el 9 % de las
reducciones embrionales efectuadas antes de 1990 en Estados Unidos.95
Algunos
autores han rechazado el equiparar la reducción de los embarazos múltiples con
fetos sanos y el aborto por patologías fetales, como si en ambos casos no se
tratase de suprimir individuos humanos.
En el caso de
anomalías del feto dicen el objetivo del aborto es "poner término de forma
selectiva a un feto anormal, permitiendo que prosiga el embarazo en la
esperanza de que se den a luz uno o más niños sanos": una finalidad según
esta lectura "justificada".96
Pero veamos
cómo se efectúa la reducción de embarazos múltiples. Los primeros intentos de
reducción de estos embarazos se remonta a l986; 97 en 1988 Berkowitz
y colaboradores reportaron un embarazo múltiple "reducido" durante el
primer trimestre.98 Desde entonces, las sociedades científicas se
han afanado por elaborar las mejores metodologías para practicar el aborto
selectivo como si se tratara de una intervención terapéutica ordinaria.
Así, con el
paso del tiempo se han ido poniendo a punto varias técnicas de reducción fetal:
desde la aspiración transcervical de una o más bolsas gestacionales (incluido
el embrión) hasta la inyección de cloruro de potasio por vía transabdominal y
transvaginal: esto es, desde las inyecciones de cloruro de sodio a la
aspiración transvaginal de embriones.99
El
procedimiento actualmente utilizado es el siguiente: se inserta —bajo control
ecográfico— una aguja en las bolsas gestacionales previamente seleccionadas,
para proseguir luego directamente hasta el tórax o la cavidad cardiaca del
feto, donde se inyecta una solución de cloruro de potasio o una solución salina
o, más raramente, aire.
El feto muere
pocos instantes después de haber sido inyectado y la muerte —debida tanto a la
acción mecánica de la aguja como a la creciente presión intratorácica o a la
acción cardiotóxica de la sustancia inyectada— sobreviene por paro cardiaco.
A veces el
procedimiento no lleva a la muerte del feto y entonces quien propone tales
técnicas abortivas recomienda, incluso, repetir los intentos con breves intervalos
hasta que "se alcance el objetivo".100
La edad
gestacional en que se efectúa la reducción fetal está comprendida entre las
semanas siete y catorce, y la selección del periodo varía según la técnica
utilizada: entre las semanas 7 y 10 por vía transcervical; entre las semanas 10
y 13 por vía transabdominal. 101
El recurso a
la reducción fetal no está exento de complicaciones. Además de la complicación
mayor, esto es, la eliminación de los fetos no destinados a la supervivencia,
se ha registrado que en un cierto porcentaje de casos, comprendido entre el 4 y
el 33 %,102 sobreviene la pérdida de todos los fetos: tal
eventualidad es directamente proporcional al número original de fetos y al
número de fetos que se ha buscado suprimir, y puede depender de la época
gestacional y de la técnica utilizada.
Existe, por
lo demás, la posibilidad de intoxicar con el cloruro de potasio también a los
fetos que se desea conservar, así como otras complicaciones: prematuridad,
insuficiencia placentaria, mortalidad perinatal, malformaciones en el feto,
infecciones, septicemia, sangrados uterinos, contracciones, pérdida de líquido
amniótico o rotura de las membranas y secuelas psicológicas en la madre.103
La reducción
de embarazos múltiples y el aborto selectivo están, pues, estrechamente
vinculados con el recurso a las técnicas de fecundación artificial y con una
utilización distorsionada de las técnicas de diagnóstico prenatal antes y
después de la implantación.
Ahora bien,
aunque en la actualidad sea difícil evitar el que se recurra a las citadas
técnicas —aunque sería de desear—, se podría por lo menos prevenir la atroz
práctica de la reducción fetal, modificando algunos de los procedimientos
previstos.104 A tal fin se han puesto apunto protocolos para las
técnicas de fecundación artificial que prevén un monitoreo más cuidadoso del
tratamiento de estimulación ovárica y prohiben la transferencia de más de dos o
tres óvulos o embriones cada vez. Por otra parte, no parece que la limitación
del número de embriones que se van a transferir de a dos influya negativamente
en el número de embarazos a término.105
Un embarazo
se define como ectópico cuando el embrión se implanta fuera de la cavidad
uterina (embarazo extrauterino) o en el útero, pero en un lugar inadecuado. El
97-98 % de los embarazos ectópicos son tubáricos y entre éstos el 80 % se
localiza en la ampolla tubárica; los casos restantes en el tracto ístmico (15
%) y en el tracto intersticial o fímbrico. Las localizaciones no tubáricas pueden
ser abdominales, ováricas o cervicales.
La incidencia
de embarazos ectópicos parece haber aumentado notablemente en estos últimos
años, pasando de valores de 1 de cada 80 embarazos intrauterinos (1.2 %) a 1 de
cada 36 (2.8 %). 106
Debido a que en
el estado actual de los conocimientos se tiene la imposibilidad material de que
un embarazo ectópico sobre todo tubárico llegue a término, una vez establecido
el diagnóstico se interviene siempre con la finalidad de interrumpirlo, ya sea
abortándolo, mediante salpingostomía o por una intervención conservadora de la
trompa (salpingostomía, separación del embrión exprimiendo la trompa,
etcétera). En la actualidad se está evaluando la posibilidad de transferir el
embrión de la trompa a la cavidad uterina a fin de que el embarazo pueda seguir
su curso natural, pero a este propósito no se tienen todavía datos ciertos y
confirmaciones clínicas suficientes.107
La única
modalidad de intervención sigue siendo, entonces, la prevención mediante la
localización de las causas, algunas de las cuales referimos a continuación:108
A. la edad
de la mujer: la
incidencia de embarazos ectópicos es más elevada entre los 35 y los 44 años,
probablemente a causa de una mayor exposición al contagio de enfermedades
sexualmente transmitidas, que pueden complicarse con enfermedad pélvica
inflamatoria y alterar la funcionalidad y la estructura, en especial, de las
trompas de Falopio;
B. La
enfermedad pélvica inflamatoria, que interesa a las trompas de Falopio, eventualidad
que se manifiesta con una cierta frecuencia en mujeres que han iniciado su
actividad sexual de manera precoz y promiscua o que se han sometido a una
intervención de interrupción del embarazo;109
C. La
manipulación de las trompas en el curso de exámenes de diagnóstico invasivos,
por ejemplo la salpingografía, después de intervenciones de salpingoplastia,
intentos de esterilización tubárica o reversión de la misma;110
D. El uso
de anticonceptivos y de abortivos, como se puede verificar cuando se recurre a la
llamada "intercepción" hormonal"111 o al dispositivo
intrauterino.112
Entre las
causas de incremento de la incidencia de embarazos ectópicos está cobrando
notable relevancia también el recurso frecuente a las técnicas de fecundación
artificial.
No hay que
olvidar, por otra parte, que el primer embarazo obtenido por fecundación in
vitro resultó en un embarazo ectópico,113 y que la incidencia de
embarazos ectópicos está comprendida entre el 2.5 y el 8.3 % después de la
GIFT,114 y entre el 2 y el 12 % después de una FIVET.115
También se ha registrado un aumento de la incidencia de embarazos ectópicos
después de la transferencia de embriones en el estadio pronuclear técnica
llamada PROST o en el de zigoto técnica conocida como ZIFT.116
Después de
una ICSI también se han observado embarazos ectópicos,117 aunque no
queda claro su motivo, desde el momento en que la ICSI se utiliza en mujeres
sanas con compañero estéril y el embarazo ectópico reconoce en su origen, en
cambio, la presencia de factores de riesgo, entre ellos las anomalías pélvicas.
El asiento
más frecuente de embarazos ectópicos después de una fecundación artificial, es
la trompa, y se han señalado casos tanto de embarazo tubárico bilateral,118
como de un embarazo tubárico al mismo tiempo que un embarazo uterino, como
consecuencia probablemente de la migración a la trompa de algunos embriones
transferidos al útero, 119 y también es asociada al síndrome de hiperestimulación ovárica grave.120
Se han
avanzado varias hipótesis sobre las eventuales causas de esta elevada presencia
de embarazos ectópicos: A) un alto número de embriones transferidos al útero;121
B) transferencia de los embriones a puntos muy cercanos a la trompa;122
C) excesivo volumen del medio de trausferencia:123 D) migración
espontánea de los embriones desde el lugar de inserción a las trompas;124
E) presencia de patologías tubáricas,125 desde el momento en que
sobre todo la FIVET, tiene como mayor indicación esta situación.
Otro sitio posible
de implantación es el abdomen. Como se sabe. la incidencia de un embarazo
abdominal, cuyo resultado es salvo raros casos fatal es igual al 1.4 % de todos
los embarazos ectópicos 126 y puede verificarse también después de practicar una FIVET. No está
claro cuál sea, en este caso el motivo por el que se verifica un embarazo
abdominal: hay quien sugiere que puede ser consecuencia de una perforación del
útero durante la transferencia de los embriones,127 o que los
embriones podrían pasar al abdomen a través de microscópicas fístulas de la
porción intersticial de la trompa.128
Dada la
dificultad de que los embarazos ectópicos, en particular extrauterinos, lleguen
a término, hay que añadir tales embarazos al cómputo de las pérdidas fetales
después de fecundación artificial, en cuanto que como hemos dicho se
interrumpen espontáneamente o son interrumpidas para evitar graves
complicaciones (hemorragias maternas incluso mortales como consecuencia de la
ruptura de la trompa).
¿El
consentimiento es suficientemente informado?
Las parejas
estériles pueden, en general, servirse de las técnicas de fecundación
artificial previa plática con los médicos que la llevarán a cabo con la
finalidad de evaluar las condiciones físicas y psicológicas de quienes las
solicitan. Por este motivo, algunas normativas en la materia (véanse, por
ejemplo, la ley inglesa, la noruega, la española y la sueca) requieren de
manera explícita el que se lleve a cabo esta conversación,129
durante la cual el médico debe informar sobre las técnicas que considera
oportuno utilizar, así como del porcentaje de éxito y los eventuales riesgos.
Pero es
precisamente a este nivel —el de la información sobre los procedimientos—
cuando parece verificarse el mayor número de abusos, hasta tal punto que se obtendría
el consentimiento sin proporcionar una adecuada información;130 por
ejemplo, sobre los porcentajes de éxito de la utilización de la FIVET, cuando
se presenta el número de los embarazos clínicos obtenidos y no de los
"niños en brazos", silenciando de esta manera la posibilidad de
abortos espontáneos. O cuando la desinformación puede referirse al porcentaje
de éxito de una técnica, tal como es utilizada en el centro al que se dirige la
pareja, porcentajes que pueden incluso diferir de los reportados en la
literatura.131
A menudo, los
aspectos silenciados en esta fase preliminar se refieren a las modalidades de
la ejecución de la técnica de tal manera que muchas parejas refieren haber sido
tratadas como si fueran "reservorios de gametos" y a los riesgos que
estas técnicas pueden presentar tanto para la mujer como para el embrión.
¿Cuántas mujeres, en efecto, son informadas sobre los posibles riesgos de la
hiperestimulación ovárica o de la eventualidad de que la situación de
esterilidad pueda agravarse al no lograrse el embarazo, o de que, como
consecuencia de la hiperestimulación ovárica o de la transferencia de varios
embriones en las vías genitales de la mujer, podría iniciarse un peligrosos
embarazo plurigemelar?
No hay, en
general, indicaciones sobre la ejecución de la asesoría preintervención, que no
puede ser objeto se dice de una ley, porque se trata de una materia
específicamente médica, pero que tampoco se reglamenta de ningún otro modo:
sigue habiendo, así, un "vacío", vacío en el cual se mueven imperturbables
cuantos han hecho de la fecundación artificial un auténtico negocio y que
perjudica a las parejas. Esas parejas que creen ser protagonistas de sus
propias decisiones y de las cuales, en cambio, alguien se sirve.
Y si desde un
punto de vista moral sería de desear un replanteamiento radical sobre el
recurso a las técnicas de fecundación artificial, la deontología requiere que,
por lo menos el médico al que la pareja acude, pero que no está directamente
involucrado en las prácticas de fecundación artificial, informe de manera clara
sobre los riesgos, los efectos colaterales y las consecuencias sociales y
éticas de los tratamientos para la esterilidad, buscando por parte de la pareja
un consentimiento informado por escrito antes de poner en marcha cualquier
procedimiento.
No existen
estudios de seguimiento en tal sentido, pero tenemos motivos para considerar
que una buena información podría hacer desistir a algunas parejas de recurrir a
las técnicas de fecundación artificial, o, en todo caso, podría inducirías a
solicitar algunas garantías; como, por ejemplo, que se utilice la estimulación
ovárica sólo en relación con una necesidad real (patologías que causan una
insuficiencia ovárica) y no sólo con la finalidad de un creciente éxito de las
técnicas mismas.
Por otra
parte, que una asesoría completa represente una buena ocasión para adquirir
conocimientos y si es necesario debatir las propias opciones, lo confirma un
trabajo de Mesehede y Horst.132 Estos autores refieren cómo lograron
reducir a unas seis veces, e incluso evitar, la solicitud de abortos
voluntarios después de ICSI y diagnóstico post-implantación positivo por
anomalía de los cromosomas sexuales, dando simplemente a la pareja una
información clara sobre sus hijos, sobre las eventuales patologías físicas y
psíquicas y sobre las modalidades de intervención.
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