La cuestión demográfica: estado actual

 

Producido por ASE

 

La verdad sobre la evolución demográfica de los países del mundo ya es indiscutible. Cada vez es más evidente que el mundo está comprometido en una situación de decrecimiento demográfico importante, cuyo comienzo puede situarse en torno a 1970. En la actualidad, en 51 países la fecundidad ya es inferior al umbral de reemplazo de las generaciones. En 15 de estos países la situación es francamente grave, pues se registran cada año más defunciones que nacimientos: es urgente dar a conocer a todos esta verdad.

La reunión de catorce expertos convocada por la División de población perteneciente al Consejo económico y social de las Naciones Unidas, del 4 al 6 de noviembre de 1997, con objeto de estudiar la disminución de la fecundidad a nivel mundial, no hizo sino ratificar lo que todos los datos indicaban desde hace años: que la disminución de la fecundidad que afectaba a la mayoría de los países desarrollados industrialmente, se extiende ahora a un número creciente de países en vías de desarrollo. Que la tasa de fecundidad está por debajo del «umbral de reemplazo» en 51 países que representan el 44% de la población mundial. Y que, como comentaba uno de los expertos a propósito del carácter continuo de este decrecimiento, «una vez que la transición de la fecundidad ha comenzado, su decrecimiento continúa de una manera invariable».

 

1. Una versión global y errónea

Desde hace mucho tiempo, la mayoría de los estudios sobre población, difunden una versión errónea del problema demográfico, según el cual el mundo estaría experimentando un crecimiento demográfico «exponencial», que conduciría hacia una «explosión demográfica» de consecuencias desastrosas para la humanidad. Basándose en estos datos alarmistas diferentes organismos de las Naciones Unidas han invertido importantes cantidades de recursos financieros para obligar a numerosos países a adoptar políticas maltusianas. Es esperanzador que los propios técnicos de esta Organización, hayan comprobado por sí mismos y aceptado, la falsedad de aquellas apreciaciones, que, lamentablemente, han propiciado políticas maltusianas en muchos de países.

Es un hecho comprobado que esos programas contienen habitualmente medidas cohercitivas de control de la natalidad, y que la ayuda al desarrollo está regularmente condicionada a la aplicación de programas de control de la población, que recurren a la esterilización forzada, o bajo engaños, sin que las personas víctimas de esas prácticas, conozcan el alcance de los procedimientos que se usan contra ellas. Lamentablemente, estas acciones maltusianas son asumidas y ampliadas por los gobiernos con el apoyo de organizaciones no gubernamentales.

En los países pobres, las víctimas de esos programas son las poblaciones más ignorantes, inocentes e indefensas, a quienes se engaña deliberadamente impulsándolas a aceptar su esterilización bajo el falso pretexto de que se trata de la condición para su desarrollo, para su salud, o incluso a cambio de baratijas —radiotransistores, por ejemplo— como precio de su mutilación, en flagrante violación de los derechos más elementales de la persona y de su dignidad.

En la actualidad es patente el envejecimiento de las poblaciones y el decrecimiento demográfico mundial. De 185 países, en 51 de ellos (44% del total de población mundial) el número de hijos por mujer no alcanza a 2,1, que es la tasa necesaria para le reemplazo generacional. En América no alcanzan esta tasa de reemplazo Estados Unidos, Canadá, Cuba y la mayoría de las islas caribeñas; en Asia: Georgia, Tailandia, China, Japón, y Corea del Sur; en Oceanía, Australia; y en Europa, la casi totalidad de los cuarenta países que la componen.

En Estonia, Letonia, Alemania, Bielorrusia, Bulgaria, Hungría, Rusia, España e Italia se da una auténtica despoblación, en donde las defunciones superan los nacimientos, y esta tendencia se perfila también en otros países.

El decrecimiento demográfico comporta una serie de problemas importantes para toda la sociedad, a causa de los graves desequilibrios producidos por la disminución de la productividad, incremento del paro (según prudentes estimaciones, parece que cerca del 50% del paro registrado en el mundo industrial —en contra de lo que se piensa—, está relacionado con el importante descenso de la natalidad); el aumento cada vez más insostenible de las cargas de la Seguridad Social; la debilitación del sistema educativo, etc. El mismo sistema democrático puede verse afectado fuertemente cuando los votos seniles son mayoritarios, pues las democracias sólo funcionan cuando existe el debido equilibrio entre las capas sociales, las ideas políticas y los grupos de edad, por lo que es previsible que esos desequilibrios sociales sean violentos. Desde el punto de vista geopolítico no cabe duda de las imprevisibles consecuencias que puede tener, por ejemplo, el hecho de una Europa despoblada (unos 150 millones de habitantes en el 2080) frente a la fuerte presión de 250 millones de magrebíes y 120 millones de turcos, en su mayoría jóvenes y pujantes.

2. Causas complejas de un problema de Estado

Algunas de las causas del fenómeno de la «implosión demográfica» actual, son fácilmente identificables:

1.  La nupcialidad, debido a un ambiente social desfavorable que promueve la promiscuidad y la vida en pareja sin vínculos estables, ha disminuido mucho e influye en una disminución paralela de la natalidad;

2.  El promedio de edad de la maternidad ha aumentado notablemente y sigue aumentando; las mujeres incorporadas al mundo del trabajo no ven favorecida su maternidad por la leyes laborales;

3.  Faltan políticas familiares que hagan posible a las familias tener el número de hijos que realmente desean tener.

4.  Otras causas son menos cuantificables, aunque innegables también. Según J.Cl. Chesnais, del Instituto nacional de estudios demográficos de París, existe un factor, poco tenido en cuenta, por los expertos en demografía: no puede esperarse un aumento de la fertilidad en poblaciones en decrecimiento demográfico sin un cambio previo en el «humor» de esos países, que los haga pasar del pesimismo existencial en que viven a un estado espiritual, de optimismo esperanzador, comparable al de la reconstrucción de Europa —la era del baby-boom—, que siguió a la segunda guerra mundial.

5.  Finalmente es necesario señalar la enorme influencia que han tenido y tienen, las políticas y los medios de limitación voluntaria de los nacimientos, la difusióin de las técnicas químicas de anticoncepción, y frecuentemente del aborto.

6.  Desde hace unos años se han sumado la esterilización de masas, ya señalada, en países sobre todo del Tercer mundo: en la India, en Brasil, en Perú, que se realizaron con frecuencia a costa de pérdida de vidas humanas, a causa de los procedimientos inhumanos de esterilización empleados.

La píldora, el aborto y la esterilización son tres métodos contraceptivos que tienen como consecuencia la ausencia de autorregulación del sistema demográfico. De esta forma es posible que el mundo industrial se arruine a causa de este sistema sólo regulado por la libertad —la responsabilidad— de las personas. Y por este motivo la población —el problema de la despoblación— se convierte hoy en un problema de Estado.

 

Se aleja el fantasma de la superpoblación mundial

(ACEPRENSA),

El nuevo informe del Fondo de Población de la ONU reconoce el "dividendo demográfico" de una población joven en países en desarrollo y señala los problemas del envejecimiento

 

Tras hablar durante décadas del peligro de la "superpoblación", los datos de los últimos años confirman que el crecimiento demográfico ha perdido fuerza y que la temida "explosión" no tendrá lugar. La tendencia es tan clara que ya la reconoce incluso el Fondo de Población de las Naciones Unidas (FNUAP), organismo que tradicionalmente se ha caracterizado por sus previsiones catastrofistas para impulsar el control de la natalidad. En su informe de 1998 sobre El estado de la población mundial, que acaba de ser presentado, el FNUAP prefiere destacar las implicaciones que tendrá el mayor número de jóvenes y el envejecimiento de la población.

El informe del FNUAP confirma que el crecimiento demográfico está perdiendo fuerza. Según los datos de la División de Población de la ONU, entre 1960 y 1997 la tasa de crecimiento demográfico mundial ha pasado del 2 al 1,4 % anual. También ha disminuido –de 6 a 3– el número de hijos por pareja. La ralentización del ritmo de crecimiento seguirá produciéndose además en los próximos decenios. Según las últimas revisiones, la poblaciónmundial, que actualmente está en casi 6.000 millones, se estabilizaría en torno a 8.000 ó 9.000 millones a mediados del próximo siglo, o incluso antes.

 

Una potente generación joven

 

Junto al menor aumento de población, el FNUAP señala "dos fenómenos inéditos" en la evolución demográfica. Por un lado, se observa una potente generación de jóvenes –en todos los continentes, salvo en Europa– como resultado de las altas tasas de fecundidad anteriores: en 1997 los jóvenes de entre 15 y 24 años eran más de mil millones. La otra novedad es la fuerte proporción de mayores de 65 años como consecuencia del aumento de la esperanza de vida por la extensión de los avances médicos. Este envejecimiento, ya anuncia do, exigirá la puesta en marcha de medidas de apoyo desde las familias e instituciones.

 

Respecto al primer fenómeno, el informe del FNUAP sugiere que una juventud numerosa puede ser una oportunidad para los países en desarrollo. El capital humano que se incorporará a la población activa en los próximos años permitirá "aliviar la carga de una creciente población de ancianos", siempre que se les facilite una educación y una protección de la salud adecuadas desde ahora. El denominado "dividendo demográfico" –aumento de la población activa en relación con los ancianos y niños dependientes– es una palanca para el despegue económico, que ya ha funcionado con éxito en países asiáticos, como la República de Corea. Pero este efecto positivo depende, claro está, de que los jóvenes encuentren empleo y puedan generar riqueza con su producción y sus ahorros.

A pesar de todo, las orientaciones que el Fondo dirige a los gobiernos –muy determinadas por la Conferencia de Población de El Cairo– van dirigidas sobre todo a proporcionar a los jóvenes servicios de "salud reproductiva", centrados, como de costumbre, en el control de natalidad.

 

Trabajar más años o más inmigración

 

Un problema no menor para los Estados será el creciente envejecimiento de la población. En Europa, América del Norte, Japón y Australia los mayores de 65 años representan ya el 15% de la població, y se espera que el número de ancianos siga creciendo de año en año. La atención de estas personas exigirá un esfuerzo del sector público, en especial de los sistemas de salud y de seguridad social, cuyo sostenimiento recaerá sobre los bolsillos de los contribuyentes.

En este conocido debate, el Fondo revisa diversas propuestas. Una es elevar la edad de jubilación, un concepto variable según el nivel de desarrollo, que incluso no existe en los países menos adelantados. Para las zonas que registran un mayor envejecimiento, que precisamente coinciden con las de menor natalidad, mantener el equilibrio de recursos entre personas retiradas y en activo requeriría "aumentos en la edad de jubilación que parecen impracticables", ya que en Alemania o España, por ejemplo, habría que elevarla más allá de los 67 años, y en Finlandia y en Japón se superarían los 70. En la misma línea, se haría necesario un ajuste en las pensiones, algo que genera rechazo en las sociedades avanzadas.

El FNUAP, siempre reacio a todo lo que sea fomentar la natalidad, descarta la idea de una política que favorezca la fecundidad en los países industrializados para compensar el envejecimiento. El informe asegura que las ayudas a la natalidad sólo serían eficaces 20 ó 25 años después de los nacimientos –el tiempo que esas personas tarden en incorporarse al mercado laboral– y, en cambio, se muestra más proclive a "reforzar la fuerza laboral con trabajadores jóvenes de países en desarrollo" o, lo que es lo mismo, con una política migratoria más abierta. Así, tras haber perdido el reemplazo de generaciones jóvenes suficientemente numerosas, los países industrializados se ven en la tesitura de elegir entre aumentar la edad de jubilación o contar cada vez más con los inmigrantes.

 

Grandes millonarios financian al FNUAP

 

El FNUAP ha manifestado su satisfacción por haber recibido 8 millones de dólares del famoso millonario norteamericano Ted Turner, fundador del canal de Televisión CNN y copresidente de Time Warner. Turner había anunciado que donaría 1.000 millones de dólares a la ONU. Pero el dinero no lo entrega directamente a la ONU, sino a través de la "Fundación para las Naciones Unidas", que él mismo preside, y que concede financiación a agencias de la ONU para proyectos concretos. Por ahora Turner ha desembolsado 22,2 millones de dólares, de los cuales 8 millones –el donativo más importante– se han destinado al FNUAP. Esta agencia lleva a cabo programas orientados principalmente a servicios de "salud reproductiva". Con esos términos se designa todo tipo de actividades que facilitan la distribución de anticonceptivos y el acceso al aborto.

Como ejemplo de a qué se destinará el donativo de Turner, el FNUAP mencionó un programa de alfabetización de mujeres indígenas en zonas rurales de Bolivia, que incluye "educación sobre sus derechos sexuales y reproductivos".

La Fundación de Turner es dirigida por el ex senador Timothy Wirth, que fue secretario adjunto para cuestiones globales en la anterior Administración Clinton y director de la delegación estadounidense en la Conferencia de El Cairo sobre Población. Wirth destacó entonces por su radicalismo en defender la anticoncepción y el aborto libre.

También Bill Gates ha donado 1,7 millones de dólares a la ONU "para actividades de control de la población y desarrollo económico". No son casos aislados: otros millonarios, como George Soros o Warren Buffet, dan fuertes sumas a fundaciones que promueven el control de la natalidad.

 

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