THE WHO: The Who Sell Out 
Pete Townshend (guitarra, voz), Roger Daltrey (voz), John Entwistle (bajo, voz), Keith Moon (batería).
(c) 1967 Polydor Ltd

En un año de excelente cosecha ("Sgt Peppers", "Surrealistic Pillow", "The Doors", "Are You Experienced", por citar solo algunos de los impresionantes albums que vieron la luz el año en que el rock alcanzó su mayoría de edad) editaron los Who este disco que a mi juicio es una obra maestra injustamente olvidada en favor de otras mas irregulares pese a su excelencia ("Tommy" o "Who´s Next"). Una grabación sin fisuras, tremendamente divertida empezando por la desternillante portada y terminando por su estructura en forma de demencial programa de radio con cuñas publicitarias y samples de atronadoras big bands que ligan cada canción con la siguiente. "Sell Out" es la confirmación definitiva de Pete Townshend como forjador de brillantes perlas pop: "Armenia City In the Sky", "Mary Anne With the Shaky Hand", o "I Can´t Reach You". El Rythm and Blues de sus primeros discos ha dejado paso a un inteligente tejido de melodías ejecutado con precisión a base de armonías vocales claramente deudoras de Los Beach Boys, guitarras acústicas y la omnipresente batería del loco Keith Moon. Cautivador desde la primera escucha e indispensable para entender porque los años 60 fueron una época de contrastes, provocadora y enormemente creativa. A reivindicar.
 

 

LOU REED: Berlin 
Lou Reed (guitarra acústica, voz), Michael Brecker (saxo tenor), Randy Brecker (trompeta), Bob Ezrin (piano, mellotrón), Steve Hunter (guitarra eléctrica), Jon Pierson (Trombón), Jack Bruce (bajo), Aynsley Dunbar (bateria).
(c) 1973 RCA Records

Probablemente uno de los discos más lúgubres y sombrios de la historia del rock, obra de uno de sus más significados poetas urbanos. Una producción sobria, elemental en su desnudez expresiva y profundamente impactante por su certero retrato musical y literario de la desesperación. Flashbacks de ambientes decadentes ("Berlin"), trágicos relatos urdidos asomándose al abismo de la depresión y el suicidio ("The Bed"), sinceras confesiones de desgarro emocional ("Sad Song"). Este explosivo cóctel fue demasiado dificil de tragar para la censura española de la época, que suprimió uno de los temas más hermosos del LP ("The Kids") felizmente recuperado en posteriores ediciones. Lo increible es que se detuviera ahí, ya que abundan las veladas alusiones a la heroina y sus efectos destructores sobre el yonqui sin esperanza ("How Do You Think It Feels") o a la homosexualidad ("Caroline Says I"). En lo estrictamente musical, el excelente plantel de músicos de sesión y la acertada producción de Bob Ezrin consiguen un ambiente denso, tortuoso y elegante que complementa a la perfección a un Lou Reed que se mueve en registros medios dadas sus limitaciones vocales pero que transmite sensaciones sinceras y golpea directamente y sin rodeos la conciencia del oyente. Todo artista debería desnudar su alma en alguna ocasión y presentarse ante su audiencia sin tapujos, descarnado y auténtico. Lou Reed eligió basar su carrera en este concepto y por ello ocupa un lugar de privilegio en la historia del rock.
 

 


 

 
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