CORAZON INDOMITO
En tu corazón se funden
el canto del centauro,
que trota en la floresta con sus cascos briosos,
mirando lascivo el hueco de la ninfa,
y la plañidera caricia de un río inagotable,
rumoroso y salvaje,
inquieto y desbordante.
Oh, tu corazón indómito...
domarlo yo quisiera con mis besos,
someterlo en caricias y susurros,
aquietarlo en mis centros,
desbrozarlo de penas,
y cantarle muy bajo
una escena de “Hamlet”.
Si alguna vez lo miras
y lo recuperas,
a la vez que incorpores
el Fuego que lo nutre,
me verás a un costado,
pequeñito y esquivo,
vigilando el latido
de tu sueño intranquilo,
asedando tus días
de incontables martirios,
bosquejando en su ritmo
mil canciones de amor.
¡Tu corazón...!
Potro salvaje, rey benemérito,
insomme poeta que imagina mil versos,
niño solo y muy tierno
que se niega a los besos,
anciano sabio que a veces da consejos,
pero ¡fuego!,
¡Fuego!,
¡FUEGO!,
como un sol primordial,
inagotable y quieto.
(C) Alberto Peyrano

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