TUS MANOS
Acaricié tus manos
dormidas y pequeñas,
semejantes al ala
de un cisne de leyenda
que vuela sobre el alba
en busca de sus sueños.
Me miraron tus manos
asombradas y extrañas
¡tan tímidas y tensas...!
(no pensaban que alguien
pudiera protegerlas).
Algún tiempo prudente
demoró la respuesta
que luego vino presta:
se alzaron con mis manos,
se fundieron sus dedos
y luego se corrieron
al dorso que no vemos,
cada una volcando
sobre el límite-natura
la caricia infinita
que terminó en un beso.
Tus manos y mis manos
quedaron luego quietas,
se replegaron mudas
atesorando en pleno
la noche de un llamado
que las fundió en encuentro.
Volvieron a tu cuerpo.
Se quedaron muy quietas...
A veces, cuando el sueño
se retrasa en su cita
y provoca el revuelo
de mis pensamientos,
recurro a la nostalgia
de un cisne de leyenda
volando con tus manos
hacia mis huecas manos,
que un nido le reservan.
Cierro entonces los ojos
y entra en mi noche el sueño.
(C) Alberto Peryano
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