ARTÍCULO DE l'ACTUALITÉ
Febrero 2002
por André Ducharme
Traducción al español por Deareva
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ACLARACIÓN DEL SEÑOR DUPUIS REFERENTE AL SIGUIENTE ARTÍCULO
Antes de leer el artículo os recomiendo leáis la aclaración de Roy referente al artículo


 
 
When questioned, Roy did not wish to discuss his relationship with his father. The writer went to a another source, who incorrectly stated that Roy's father had "no sense of family" and that his father was an alcoholic. Roy specifically stated that his father was not an alcoholic. His father did
carry a sadness with him, but his family was very important to him. He did give a "sense of family".
The article talks about Roy not writing back to his fans. Roy's answer "they don't know me", was not in reference to his writing back to the fans. It was a reply to another question. Roy says he receives a great deal of mail, which he opens and reads himself. It would be difficult to respond to all of it and does not choose to single out anyone.

 
Roy ha pedido que algunas cosas del artículo d L’Actualité, sean aclaradas:
Cuando se le preguntó, Roy no quiso hablar de la relación con su padre. El periodista buscó otra fuente, que incorrectamente aseguró que el padre de Roy no tenía sentido de la familia" y que era alcoholico. Roy aclara especialmente que su padre NO era alcoholico. Tenía una pena en su interior pero su familia siempre fue muy importante para él y trató de dar siempre "sensación de familia".

El artículo dice que Roy no contesta nunca a sus fans. La respuesta de Roy "ellas no me conocen" era la respuesta a otra pregunta. Roy reconoce que recibe gran cantidad de correo que abre y lee personalmente. Sería imposible responder a todas y es por esa razón que no responde a ninguna.


 


Un volcán llamado Dupuis
Primera parte del artículo publicado en la web

De su interpretación como actor, se puede discutir todo lo que se quiera, pero en materia de seducción, no se puede hacer mejor. Es una marca registrada. La cámara lo ama, el parece ordenarle: «Acércate, te vas a enterar de lo que vas a ver» Él estructura el espacio en un par de gestos, posiciona su mirada como nadie. El público ( sobre todo las mujeres) se rinde a su encanto. Es por culpa de Ovila ( Les Filles de Caleb), por el que la gente le sigue felicitando todavía, 12 años después. El éxito brutal de esta serie de TV (80% de los quebequeses pegados a la TV) elevó al interprete de Ovila Pronovost al rango de estrella con 26 años. Las telespectadoras que lo vieron completamente desnudo en los brazos de Emilie (Marina Orsini no puede quejarse!), alaban su hermoso trasero, mientras que Rock et Belles Oreilles, en una parodia, «Les filles de Calèche», se burlan de su quéquette. Es el precio de la gloria

Él no hace publicidad, concede entrevistas en dosis homeopáticas, huye de los estrenos. Es tímido, de un orgullo quisquilloso, una pizca rústico, y acomodado financieramente. Él sabe de lo que es capaz, no es modesto frente a sí mismo, y eso lo deja bien claro.
Tiene un agente en Los Angeles, sueña volver a rodar con Jim Jarmusch (Ghost Dog: La voie du samouraï) y Terry Gilliam (L’armée des 12 singes), con abrazar papeles, como aquel de Denis Lavant (Alex, le vagabundo) en Les amants du Pont-Neuf, de Français Leos Carax.

La fama le pone malo, le vuelve torpe en público, hace falsos los encuentros. Lleva mal los cambios de comportamiento de la gente que trae el éxito, nunca habla mal de sus compañeros — ni piensa hacerlo!—, y no está blindado contra los cotilleos o las críticas
Se ha divulgado que tenia la cabeza más grande que el sombrero, que no había quien le tosiera, que no era demasiado inteligente, que hablaba como si tuviera migas de pan en la boca.
(En la Soirée des Masques, los premios de teatro, en 1994, él declamó un trozo de Cyrano de Bergerac con una dicción perfecta). Fue su revancha hacia los que le ofendieron.

Roy Dupuis me ha citado en la cocina de Premier Rôle, la agencia que le representa. Ni hablar de aparecer en un lugar público, donde se lo comerían enterito. Así que picotea una pizza en el carton, y la efervescencia moderada de una botella de Brio ponen en marcha la conversación. Se ha levantado de buena mañana, obligado por el rodaje de Un homme et son péché ( será lanzado en diciembre del 2002), pero todas sus bazas están listas y preparadas.
Es hermoso, mate, macho. Un jersey directamente sobre la piel, el cabello castaño salvajemente despeinado, barba de varios días, un viejo vaquero que se deshilacha sobre unas deportivas. Tiene piernas fuertes y de hombre de campo, brazos para consolar y las manos sorprendentemente pequeñas para un hombre de su tamaño
No dice, como muchos actores, « soy sensible» mientras hace resaltar sus biceps, sino: « Lo que más miedo me da en la vida es tener que hablar de mi mismo.» Además, fuma como una chimenea enncendiendo una y otra vez los cigarros. Se mueve entre la tensión y el relax, sus ojos pasan del gris al azul y luego al verde.
Por supuesto, sus compañeros lo ponen por las nubes. «es fiel en la amistad, sólido como un tronco, generoso como d’Artagnan.» Lo que no les impide practicar un poco de malicia entre amigos: «Es testarudo como una mula, competitivo, “sabe-lo-todo” y un poquito celoso.»
«Entra en una sala y todo el mundo empieza a tartamudear, dice riendo la directora Brigitte Haentjens. Ha nacido con ese poder de atracción y, como dice la Biblia,  cuando naces con algo, te beneficias de tu talento!»

Incluso cuando no era conocido, recuerda el artista Norman Helms, en un bar o un restaurante, todas las miradas se dirigían a él. «Eso se llama tener presencia, y no se aprende en la escuela. Pero es una ventaja para un actor», añade Richard Roy, que acaba de dirigirle en la serie “ Le dernier chapitre”, en la que encarna a un motero que opera en el mundo del crimen organizado (para franceses e ingleses, en Radio Canada en marzo)
Antes de responder a la más banal de las preguntas — «que canción silbas bajo la ducha?» —, Roy Dupuis se concentra como si su vida dependiera de ello. Puede tomarse unos 30 segundos antes de volver contigo; mira al techo, se mira a sí mismo, te mira a ti (¿tendré alguna mancha en la camisa?), y después lanza: «el tema de la pelicula The Godfather.» «Lo que me molesta de todo este negocio, nos previene, es que no se puede decir siempre la verdad. No hay más que pensar en la gente que viene a verte al camerino al final de un espectáculo y que vuelven a salir diciendo un “Ouais, no era para tanto”.»
La palabra “verdad” va a sonar a menudo en la conversación. Paradoja: quiere decir la verdad, pero al mismo tiempo, busca no decirla toda. En la administración se informa de su imagen, guarda una buena distancia entre la sinceridad y la estratagema. Aborda con franqueza algunos temas íntimos— su psicoanálisis, su periodo de crisis personal—, pero guarda otros bajo llave. ¿Su vida amorosa?

Es ávaro delante de la grabadora ¡no se toca! «Volverme conocido ha creado en mi casa un cierto pudor, lleva una presión y responsabilidades, que hacen que comience a mirarme a mi mismo y a querer estar orgulloso de mi» Se niega a hacer unos 60 proyectos por año, confundiendo a todos los medios de comunicación. Se le propone hacer todo lo que se escribe de viril, de heroico y de carismático. Ha declinado varias veces la invitación para encarnar en el teatro, Stanley Kowalski en “Un tranvia llamado deseo” immortalizado en el cine por un Marlon Brando de camiseta húmeda. Roy se excusa, como si acabara de tirar un trozo de manzana sobre la moqueta: «Demasiado fácil. Se espera más de mi.»

«Manifiesta por ahí su interés a ser llamado para hacer otro tipo de personajes en las antípodas de la imagen que se tiene de él » apunta Céline Bonnier, que le conoció durante el rodaje de la serie Million Dollar Babies — Les jumelles Dionne, en 1994. «Me encantaría verle encarnar a alguien feo o alguien débil lleno de defectos, que no saque pecho.»

En el teatro, donde no ha vuelto a cruzarse desde True West (1994) -interpretaba a un ladrón de tostadoras escaso de materia gris - debe sus mejores prestaciones a Brigitte Haentjens. “Lo que le gusta es ser un compañero en la creación”, sostiene ella. Prefiere el trabajo y la repetición a la representación en sí misma. Se lanza sin dudarlo a sitios donde la mayor parte de los actores no se atreven a ir. Que sea una estrella me da exactamente igual. Le exijo el máximo.»
Él ya lo ha dado. En Le chien (1987), de Jean-Marc Dalpé, por ejemplo. Un hijo regresa a casa después de una larga temporada vagando, para arreglar las cuentas con un padre hostil. El tema tocó una cuerda muy sensible.

Si es cierto que en el teatro (al que espera volver este año con una nueva creación) no duda en empuñar papeles ambiguos, incluso perversos, añade, en el teatro y en la tele, personajes más univocos, de psicología básica : un periodista en Scoop, un alien malvado en Screamers, un hetero fingiendo ser homosexual en J’en suis, el “Rocket” él mismo en Maurice Richard: Histoire d’un Canadien.

En su palmarés, un papel excusa a todos los demás: Yves,  el chapero homosexual de Being at Home with Claude (1991), de René-Daniel Dubois, dirigido por Jean Beaudin. Se revela como una fiera, libre, dejandonos pasmados con su precisión. «No lo hice ni una sola vez con mi novia durante el mes y medio de rodaje. Mi líbido estaba a cero. De alguna forma el personaje influye un poco en tu vida.»
La pelicula, que se paseó por famosos festivales, le procuró los elogios de la prensa y cartas enamoradas de hombres que le creian homosexual.Para resultar creible, él actuó impregnándose del personaje a la manera de Dustin Hoffman y de Robert De Niro: mezclándose completamente en el ambiente de los gays. Él explica sin contorsiones ni remilgos teatrales: «Para mi, un personaje hermoso es aquel que está dentro de una buena historia, que la encuentre con alguna salida.»

«Como él quiere hacer justicia a ese personaje, analiza Richard Roy, va a poner en tela de juicio lo que parece traicionar su lógica interna, contestar a una intención, señalar con el dedo el accesorio que él juzga inapropiado, pero lo hace respetando el trabajo de todos.»

Según Charles Binamé, que lo ha elegido para personificar a Alexis Labranche — un ligón de mujeres, en particular de Donalda — en la película “Un homme et son péché”, «dirigir a Roy es como conducir un Masserati: tiene flexibilidad y resplandor. Es un actor íntegro que busca su propia verdad dentro de lo que hace. Está en una fase de su vida caracterizada por una madurez sólida, en la que puede explorar registros más profundos.
Se adaptaría maravillosamente a papeles más complejos
Con el personaje, cuadriculado pero eficaz, de Michael en La femme Nikita, Roy Dupuis cogió, en 1997, un billete para el renombre internacional. Rodado en Toronto, a veces incluso durante 18 horas al día, esta serie americana, inspirada en la película de Luc Besson, va a durar 4 años y medio.
En la piel del instructor Nikita — un «limpiador» que ha matado 10 000 personas—, el actor adopta un rol minimalista, confinado en la austeridad «He impuesto el personaje solamente con mis ojos y raramente con algún gesto.» Los productores regatearon, querían espectáculo pero el actor se resistió.
El increíble éxito de La femme Nikita, en el aire en 52 paises, puso las llaves del mundo en su cintura, y la perspicacia colgada del manojo de llaves. «a partir del momento en el que resultas rentable , reconocía Roy Dupuis, te preguntas si se te llama porque se te quiere como actor o porque vas a atraer a un monton de gente.»
Convertida rápidamente en una serie de culto de alta tecnología, LFN atrajo a montones de aficionados como un iman. Cuando se anuncia el final de la serie, son miles los que envían a los productores su video y su televisión, acompañados de este mensaje: «a partir de ahora son inútiles.» así obtienen 8 episodios más, uno de ellos dirigido por Dupuis.

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