Los
Buenos Chicos
Cómo
haceros serviciales vosotros mismos
El
Juego del Muchacho Zulú
La
Danza de la Muerte de Shere Khan
Los Buenos Chicos
"Doblar
correctamente las prendas de vestir y satisfacer a Akela de que hace lo mejor
por conservar limpio en orden su cuarto de dormir y el Local de la
Manada".
ALLÁ EN LA SELVA
vivía la vieja lechuza de ojos amarillos, redondos y grandes, con dos copetitos
sobre su cabeza a guisa de orejas. Los niños tontos le tenían miedo porque sólo
llegaba de noche, dando un grito ululante, fantástico, que les sonaba como si
fuera de fantasmas; mas los niños de la selva no ignoraban que era sabia y fina
para con todo el mundo. En la villa vivía un sastre que tenía dos hijos
pequeños, Tomasito y Juanito. Vivían con él y con su anciana abuelita; su madre
ya había muerto. Aún cuando la abuelita los amaba, siempre los estaba regañando
por flojos, olvidadizos y sucios. Durante sus juegos hacían un ruido infernal y
todo lo volvían al revés poniendo los muebles en desorden, rompiendo la loza,
inutilizando su ropa y poniéndose hechos un asco; nunca pensaban en las penas y
trabajos que ocasionaban a los demás, sólo pensaban en diverttrse.
La abuelita les
contaba cuán diferente había sido aquella casa en años pasados, cuando el Buen
Chico habitaba en ella. ¿Quién era el Buen Chico? querían saber los
muchachos.
El Buen
Chico -decía la abuelita- era un duendecillo que solía venir a casa antes
que nadie se levantara, limpiaba la chimenea y ponía fuego, acarreaba agua y
preparaba el desayuno; ponía los cuartos en orden, desenhierbaba el jardín,
hacía, en fin, todos los quehaceres sin dejarse ver de nadie jamás; siempre
abandonaba la casa antes que alguien se hubiese levantado; era una bendición
para todo el mundo, todos eran felices, y la casa reluciente y limpia.
Tomasito y Juanito
desearon saber cómo podrían conseguirse un Buen Chico que viniera a
ayudarlos en los quehaceres de su casa, evitándoles tener que hacer las
diferentes cosas que su padre y su abuelita estaban ordenándoles siempre.
Rogaron a su
abuelita les dijera cómo podrían encontrar un Buen Chico, y ella les dijo
que lo mejor era ir en busca de la vieja sabia lechuza y preguntarle, pues ella
probablemente sabría todo lo relativo a los duendes, y les podría informar dónde
encontrar un Buen Chico.
Así, pues.
Tomasito, el más grande, salió de su casa después de que oscureció y cuando oyó
a la lechuza cantar, imitó su canto, se acercó a ella y se pusieron a conversar.
Tomasito le contó sus penas, cómo se le hacía pesado trabajar cuando él deseaba
jugar, y cómo ansiaba encontrar un Buen Chico que viniera a vivir a su
casa, de tal manera que ya no tuviera que desempeñar más trabajos por sí mismo,
dedicándose a descansar.
¡Oj! ¡ju ju ju!
¡ju- ju- ju- juuu!- dijo la vieja lechuza:- ¿Ves aquel estanque? Ve por el lado
norte y cuando la luna se refleje en él da tres vueltas y di: "Tuérceme, dame
vueltas y muéstrame al enano. Mira en el estanque y ... para obtener las últimas
palabras del verso, ve en el agua y allí encontrarás al Buen Chico cuyo
nombre completará el verso, si tú lo deseas".
Cuando la luna hubo
salido, Tomasito fue al estanque. dio tres vueltas sobre sí mismo y
gritó:
Tuérceme, dame
vueltas y enseñame al enano.
Miró en el estanque
y vio...
Pero al ver en el
estanque no veía otra cosa que su propio retrato.
Así, pues, regresó
a donde estaba la vieja lechuza y le dijo que no había visto más que su propio
retrato en el agua, en donde él esperaba ver un Buen Chico que viniera a
casa a desempeñar su trabajo.
Entonces la vieja
lechuza le dijo:
-¿No viste a nadie
cuyo nombre completara el verso que yo te di? El replicó:
-No.
Y la lechuza le
dijo:
-¿Qué viste en el
estanque? Tomasito replicó:
-Mi retrato.
Entonces la lechuza dijo:
-¿Y las palabras mi
retrato no completan el verso?
Y Tomasito pensó en
el verso: "Tuérceme, dame vueltas y enseñame al enano. Miro en el estanque y
encuentro mi retrato".
-Pero yo no soy un
Buen Chico - agregó el niño.
A lo cual replicó
la lechuza:
-No, pero puedes
serlo. Tú puedes ser un Buen Chico, si tratas de serlo; tú eres un niño
fuerte, puedes barrer el piso; eres lo suficientemente inteligente para hacer un
fuego y encenderlo; puedes llenar la marmita y ponerla a hervir; puedes arreglar
tu cuarto; puedes poner la mesa para el desayuno, puedes hacer tu cama y doblar
tus vestidos; todo esto puedes hacerlo antes de que alguien se haya levantado, y
cuando tu padre y tu abuelita bajen pensarán que los duendes han hecho el
trabajo.
Los Buenos
Chicos son hombrecillos pequeños que viven en las casas y hacen el bien en
ellas.
En algunas casas en
vez de Buenos Chicos hay Boggarts, esto es, Malos Chicos;
éstos son pequeños diablillos. Cuando la gente desea estar tranquila para
dedicarse a escribir o a leer, o cuando se encuentra enferma y cansada, los
Boggarts, comienzan a dar de gritos y a correr por el cuarto.
Cuando la casa está
limpia y arreglada, vienen a poner todo en desorden rompiendo los muebles y la
loza y dejan todo fuera de lugar para que otros vengan y lo arreglen. Son sucios
y perezosos y nunca tratan de ayudar a sus padres.
Los Malos
Chicos son bestezuelas horribles muy diferentes de los Buenos
Chicos.
Pero los Malos
Chicos no son en realidad genieciiios o duendes, son niños y niñas comunes y
corrientes que viven en las casas y que se convierten en Buenos Chicos,
si se levantan a tiempo para hacer su Buena Acción, en vez de permanecer en cama
y portarse como Malos Chicos.
Los Buenos
Chicos hacen su trabajo calladamente, sin desear que se les den las gracias
y se les premie por ello, Lo hacen porque tal es su deber para con su padre, su
madre y su familia. Algunas veces les costará trabajo porque se sienten cansados
y desean jugar, pero entonces deberán recordar que aquello es su deber y que el
deber hay que anteponerlo a todo lo demás.
Así, pues, en
nuestra historia, Tomasito y Juanito, después de que recibieron el consejo de la
vieja lechuza, dejaban su cama muy temprano en la mañana
Limpiaban la casa y
encendían el fuego; ponían todo lo necesario para el desayuno y volvían sin
hacer ruido a su recámara; cuando el padre y la abuela bajaban esperando
encontrar mucho en qué trabajar, se quedaban atónitos al ver que ya todo estaba
hecho, y pensaban que los duendes lo habían ejecutado.
Así sucedió día
tras día, y nuestros niños cada vez encontraban más placer en el cumplimiento de
su deber, mucho más que el que habían encontrado en sus antiguos juegos; pasó
algún tiempo antes de que sus padres descubrieran quiénes eran los verdaderos
Buenos Chicos.
Así, todo Lobato
puede y debe ser un Buen Chico en su casa, ejecutando buenas acciones
todos los días para su padre y su madre, sin ostentación.
Un Lobato jamás se
parece a un Boggart.
Y no se conforma
con hacer una Buena Acción en casa, sino que también las hace cuando está fuera
de ella: para su compañero de escuela y para su maestro, cuando está en la
escuela; para su compañero Lobato y para su Jefe de Manada, cuando está en la
Cueva; en el tranvía o en la ciudad.
Cuando encuentra
oportunidad de servir a alguien, lo hace inmediatamente, porque tal es su deber.
Y jamás aceptará una recompensa por haber obrado así.
Cómo haceros serviciales vosotros
mismos
Hacer las camas
¿Hacéis vuestra propia cama en la mañana?
Si no, ¿por qué no lo hacéis? Estáis perfectamente
capacitados para hacerlo y si lo hiciereis, ahorraríais tiempo y trabajo a
muchas otras personas. Vosotros debéis saber que yo hago mi cama todos los días,
guardo mi ropa y arreglo mi cuarto y estoy seguro de que cualquier Lobato puede
hacer lo mismo, Yo me levanto generalmente antes que todos y no aguardo a que
vengan a arreglar el fuego y lo enciendan, sino que yo mismo lo arreglo.
Examinad vuestras
camas y ved cómo están tendidas las sábanas y los cobertores y cómo están
doblados, y haced vosotros lo mismo mañana sin decir una palabra a nadie. ;Qué
sorprendidos quedarán todos al ver el trabajo ya hecho!
No olvidéis, al
hacer vuestras camas, que todas las sábanas y cobertores deben ser sacudidos y
aireados, el colchón volteado sobre el otro lado, y, además, la parte que anoche
fue cabecera, hoy debe ser piecera; así se evita que se vuelva hoyancudo y
boludo. Cuando volváis a tender las sábanas y los cobertores, hacedlo con
cuidado, restirándolos bien, de tal manera que nadie pudiera haberlo hecho
mejor.
Limpieza de las
ventanas
Una gamuza húmeda
para limpiar y una seca para pulir, dejan las ventanas muy lustrosas y
bonitas.
Limpiabotas
Este trabajo lo
podéis aprender vosotros fljándoos cómo lo desempeñan los limpiabotas, y tomando
nota de las diferentes mañas que ellos tienen para limpiar las botas casi tanto
corno para limpiar objetos de metal, con un pedazo de suave franela y
grasa.
Lavado de la
vajilla
Lavad platos,
tazas, cuchillos y tenedores, pero hacedlo con cuidado para no desportillar y
romper aquéllos; el agua debe estar caliente, para que quite la grasa. Secádlos
y Iustrádlos después.
Limpiar
tapetes
Rociadlos con hojas
húmedas de té, de las que sobran después de haber hecho una infusión, y en
seguida barredlas, pues ellas recogen y guardan el polvo.
Lavado de ropa,
pañuelos y calcetines
Haced una
jabonadura con agua tibia y ponedlos en ella, dejando que se remojen
perfectamente. En seguida enjuagadlos con agua limpia. Y por último, volvedlos a
lavar con agua limpia y fría, y colgadlos para que se sequen.
Pasear al
bebé
Llevad a pasear al
bebé en su cochecito. Pero no lo abandonéis para ir a jugar con otros muchachos.
Recordad que estáis cumpliendo con un deber, y por tanto, como a un centinela,
no os es permitido dejar vuestro puesto. No llevéis al nene por la mitad de la
calle y tenedlo siempre fuera del alcance de los automóviles y de las
bicicletas.
Llevar
recados
Llevad mensajes tan
aprisa como os sea posible y sin cometer errores o tonterías u olvidar lo que se
os dijo, como lo hacen de ordinario los muchachos.
Estas son unas
cuantas ideas de cómo podéis ser un Buen Chico en casa.
Juego: EL MUCHACHO ZULÚ.
Uno
de los Lobatos representa al muchacho zulú, que pintado de blanco es
enviado a la selva para ser cazado por la tribu.
En vez de la
pintura blanca, en nuestro juego el muchacho lleva un sombrero blanco de
tres picos hecho de papel, el cual no debe quitarse para nada durante el
juego.
A cierta hora
se le envía a la selva para que se esconda. La Selva, para el caso, será
el campo o las calles en 600 metros a la redonda, en cualquier dirección a
partir de un punto central bien definido: la Iglesia, la escuela, o un
árbol, etc.
Se le dan 10
minutos de ventaja, que debe aprovechar para alejarse y esconderse;
entonces la tribu (es decir la Manada), recibe la orden de salir por
parejas en diferentes direcciones a tratar de cazarlo. Pueden rastrearlo y
preguntar a las personas que se encuentren en el camino si han visto a un
muchacho que lleva un sombrero blanco de tres picos; y si lo encuentran lo
pueden corretear, hasta capturar el sombrero blanco.
Pero las
parejas de cazadores deben estar juntos a la hora de la caza, pues no debe
ser capturado por un Lobato solo.
El muchacho
que hace de zulú no debe esconderse en un edificio deshabitado, salvo que
el caso se halle previsto con anticipacicón; pero puede usar vehículos de
cualquier naturaleza, siempre que no se quite para nada el
sombrero.
Si durante
una hora logra evitar que le capturen el sombrero, ganará el
juego.
La Danza de la Muerte de Shere Khan.
De nuevo vamos a la
selva a bailar la Danza de la Muerte de Shere Khan. El último día del tigre
pretencioso, llega a ser despertado éste de su sueño, junto a una barranca seca
del río Waingunga. Al amanecer había matado a un cerdo y se lo había comido y
había bebido también. Mowgli, con la ayuda de Akela y del Hermano Gris, había
dividido una manada de búfalos en dos, guiándolos hacia la barranca desde puntos
opuestos. Shere Khan, imposibilitado para trepar por los flancos de la barranca
debido al almuerzo que había ingerido, murió aplastado bajo los pies de los
búfalos aterrados, y tuvo así la muerte de un perro. Ahora veamos la
danza:
Juego: LA DANZA DE LA MUERTE DE SHERE KHAN
1º. La Manada forma un círculo, y dando vueltas a la
izquierda, camina alrededor y cantando el siguiente estribillo con la
música de Frére Jacques: