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Judíos en Alaska

Agosto 2002

 

Desde que los Estados Unidos compraron la península de Alaska a Rusia en 1867, judíos, especialmente de San Francisco llegaron a este lugar, sobre todo comerciantes en pieles. Muy pocos se establecieron en este nuevo territorio (Estado del país del norte desde 1958). Hacia 1940, apenas cien judíos vivían en esa colonia, principalmente en Anchorage (ahora más 260.000 habitantes) y en Fairbanks (más de 30.000). La capital es Juneau. Desde 1958 existe una comunidad judía organizada (reformista) “Beth Shalom” que durante un tiempo tuvo un rabino, quien sin embargo hace un año abandonó Anchorage. Quedó como único rabino, Yossi Greenberg, que se instaló allí con su esposa Esty, como delegado del Lubavicher Rébe, Menachem Mendel Schneerson en 1991 a pedido de un grupo judíos tradicionales que tenían su propio centro espiritual, Hace 10 años toda la colonia judía estuvo compuesta por 170 familias (en todo el Estado).

Alaska es un puesto de avanzada de Jabad aunque culturalmente no tan alejado como Nepal o Shangai. Bajo “el reinado” del Lubavicher Rébe durante 44 años, se abrieron centros de Jabad en más de 100 países y casi cuatro mil parejas formadas por rabinos con sus esposas generalmente con experiencia en educación se establecieron en las numerosas instituciones de los Lubavicher en todo el mundo.

Los Greenberg (Yossi Greenberg nació en B’nei Brak –Israel y su mujer Esty en Detroit -USA) fueron en 1990 para probar por una semana ya que nadie quería ir y volvieron para quedarse más tarde, pues se habían enamorado del lugar. Desde el principio de su estadía el teléfono no dejaba de sonar para consultas, pedidos de consejos, etc.

Una mujer de unos 40 años, vendedora de equipos médicos se mudó a Anchorage en 1998 y al principio viajaba a los servicios sabáticos de Jabad en coche y vestida con jeans. Después de un tiempo quiso integrarse activamente a la comunidad judía. Tomó la guía telefónica y llamó a las dos congregaciones. Habló con el rabino reformista. La secretaria la llamó de vuelta y le envió un paquete con folletos e informando cuál sería su cuota social. Después llamó al rabino Greenberg, quien se comunicó con ella y la invitó a una cena. Fue fácil su decisión. Así trabaja Jabad. Ninguna presión, mucha sonrisa, tolerancia y generosidad, pero para ellos mismos son muy estrictos. Enseñan con el ejemplo.

Cuando los Greenberg llegaron a Alaska comenzaron manejando los servicios de Shabat en la sede de la existente comunidad “Shomrei Or” (guardianes de la luz), un minián de judíos tradicionales, en parte observantes. Iniciaron dando clases para niños y a la vez cursos de judaísmo para adultos. Ya existe un jardín de infantes “full time” con 20 niños. Se celebran las fiestas y se organizan grandes actos públicos en Januca y Purim que atraen a cientos de participantes y figuran en primera plana de los diarios locales.

Alaska tiene hoy apenas 4000 judíos entre algo menos que un millón de habitantes incluyendo más de un 15% de ésquimos e indios. Para los judíos observantes la vida fue muy difícil antes, no había comunidad ortodoxa, ni atención familiar, ningún mohel ni alimentos kasher. Un supermercado en Anchorage vende pollos kasher de EE.UU. de una marca que también compran los no judíos. Lo demás lo trae desde Seattle en el estado de Washington, la rebetzin Esty Greenberg una vez por mes en un vuelo de cuatro horas, al tiempo que va a la mikve (baño ritual mensual). La rabanit tiene ahora tres ayudantes seminaristas de 19 años quienes la asisten en sus labores. El rabí y todos los demás se levantan muy temprano y luego del rezo, cada uno se dedica a sus trabajos específicos. Rab. Yossi va a encuentros, da clases, administra y debe ocuparse de obtener fondos.

En principio las parejas Lubavich de deben ocupar de conseguir los medios para mantener sus centros y sus propias necesidades en los lugares en los que actúan o de donantes del exterior.

Los tres hijos del matrimonio viven y estudian en Seattle (Washington) y en Chicago.

El presupuesto de los Greenberg es bajo para una organización Jabad – unos 150.000 dólares anuales. Parte se recauda del kinder, de campamentos de verano (con muchos turistas), etc., pero otros servicios desde casamientos a clases de Torá, son sin cargo. Dice el Rab. Greenberg que el propósito de Jabad es llegar a cada judío, acercarlos a la fe y lograr el apego a las tradiciones. Esto no significa que tengan que ponerse un sombrero negro, ni que se conviertan en observantes enseguida. Se les induce a cumplir por lo menos una mitzvá, como ponerse aunque sea pocas o una vez los tefilin. Todos los martes más de una decena de hombres y mujeres participan de clases de Torá. No es un grupo ortodoxo pero varios ya comenzaron a ser más observantes.

Sharon y Jeff Lawrenca se mudaron a Anchorage desde San Louis en Missouri (USA) en los años ’80. Se consideran conservadores. Tuvieron que elegir entre la reforma y Jabad. Eligieron a los Greenberg. “Nos gusta su actitud” dice Sharon, “son más espirituales. En Beth Shalom no sentimos nada”.

Sólo un 6% de los judíos de Alaska nacieron en este nuevo Estado. Por diversos motivos los demás se alejaron de sus hogares originales en los Estados Unidos. Los matrimonios mixtos son numerosos y llegan al 90% en las áreas rurales. Entre los 600 judíos de la ciudad de Fairbanks un joven no encontró novia y se fue a Nueva York en 1997 sin encontrar alguna dispuesta a seguirlo a Alaska. Todavía es soltero. Rab. Greenberg trata con todos, inclusive con los matrimonios mixtos, con la delicadeza de todos los shlijim de Jabad. Los invita para el Seder de Pésaj, a las clases de Torá y a cursos sobre filosofía jasídica. Pero fija límites cuando se trata de Halajá (ley judía). Llama a la Torá sólo a personas que son halájicamente judías, lo mismo ocurre con los casamientos, Bar o Bat Mitsvot, etc. “Así es la ley estrictamente ortodoxa, no es un invento de Jabad”, explica el Rab.

Desde que el rabino de los reformistas abandonó Alaska, el trabajo de los Greenberg aumentó. El rab. visita también a gente de la comunidad que vive lejos, donde da clases preparativas para el Bar Mitzvá o hace poner tefilin por primera vez a hombres mayores de los 13 años.

Una familia del interior -un matrimonio mixto- donde la mujer es judía, quiere dar a sus hijos una educación judía. El esposo no lo objeta, de manera que la madre y los chicos vienen regularmente a Anchorage. Tiempo atrás la comunidad reformista no los quiso aceptar. Con el rabí Greenberg sucedió todo lo contrario.

En los diez años de su actividad los “jabadniks” tuvieron mucho éxito y quedó chico su centro comunitario. Compraron un terreno y esperan tener dentro de algunos años una gran sinagoga y un local suficientemente grande para sus necesidades. Quieren construir una mikve, pues es muy complicado para las mujeres observantes de Alaska, cumplir con esta mitzvá. La rebetzin Esty admite que no es fácil la vida de “shlijut” en Alaska, pero “es fácil comparado con los que trabajan en Rusia o Ucrania. Alaska es un lugar hermoso, nos gustan mucho las montañas”.

Rodolfo Jacobi

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