El Rabino Sabio y el Gatito Inteligente |
En
un lejano reino había un rey que tenía afición por los animales. La
religión dominante era pagana y su sacerdote máximo, siempre trataba
de desubicar al rabino frente al rey, con discusiones bizantinas. Un
día, no se sabe por qué motivos, discutían ambos ministros religiosos
frente al rey y la discusión llegó a tal nivel que el sacerdote se
dirigió al rabino y le dijo: ‑ya que el señor rabino se precia
de su habilidad lo desafío que le enseñe a leer al gato del rey. En
efecto entre los animalitos del rey que se destacaban había un hermoso
gata negro con manchas blancas al que la majestad le había puesto el
nombre de Acrux (así se llama una importante estrella de primera
magnitud) por haber demostrado el animalito
signos inconfundibles de inteligencia. Por
supuesto que el rey gozaba con estos desafíos más aún cuando lo ponían
en aprietos al rabino. Decidió entonces entregar el gato al rabino por
30 días con la consigna que le tenía que enseñar a leer. El
rabino no se amilanó aceptó el reto y sometió al gatito a un duro
entrenamiento durante un mes. Pasado
el plazo fijado se presenta el rabino con Acrux al que colocó sobre su
hombro y con el libro de Tehilim (Salmos) en sus manos. Convenzo a leer
en voz alta y, cuando llegaba al final de una página, tiraba
disimuladamente algunas miguitas de pan ‑que había escondi do
entre sus dedos‑ sobre la página en cuestión. El gatito
inclinaba su boca y, en su intención de comer las miguitas, levantaba
la página ya leída para así pasar a la próxima. El
rabino repitió esta operación durante casi una hora, convenciendo al público
presente que el gatito Acrux sabía leer perfectamente. El rey lo
aplaudió y ante la sorpresa de todos el rabino dijo: ‑Es evidente
que he cumplido con vuestras órdenes y le he enseñado a leer al
gatito. Yo ahora desafío al señor sacerdote para que en un mes le enseñe
a hablar. Cuando
Acrux falleció, en el reino lo enterraron con honores especiales. |
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