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Recomenzando

Agosto 2002

 

Uno  de los momentos más importantes del año lo constituye la Neiláh (la plegaria de conclusión) en Iom Kipur. Los últimos rayos de luz están desapareciendo, y el día de limpieza -la última oportunidad de arrepentimiento de este año- está llegando a su fin. Es precisamente un momento agridulce entre pensamientos de posibilidades que pudieron perderse para siempre así como la dicha de haber completado exitosamente un día de desafío físico;  se toca el shofar acompañado por versos bíblicos entonados en voz alta.  

Pero cómo es posible que la Halajá permita tocar el shofar? Todas, las 39 categorías de trabajo prohibido en Shabat se aplican también a Iom Kipur. Y cuando Rosh haShana cae en Shabat se nos previene de tocar el shofar y también de cargar cosas, resultando en la violación del Shabat. Entonces, no estaría también prohibido en el Shabat de los Shabat -Iom Kipur- acarrear cosas? 

Me gustaría sugerir que el sonido del shofar en los momentos de transición entre el perdón por los errores pasados y la aceptación de la actividad renovada contiene un mensaje crítico. Soplar el shofar expresa nuestro compromiso a tomar el “toro por las astas” literalmente y acercarnos a la Redención primero y principal como resultado de nuestras acciones.  

Para poder entender el simbolismo completamente debemos recordar la descripción bíblica de la creación Divina del ser humano: “Y el Señor D’s formó al hombre del polvo de suelo y sopló en sus narices el aliento de la vida...”(Gn. 2:7). El polvo simboliza la limitada y transiente fisicalidad; y el Zohar sugiere que cualquiera que  exhala lo hace desde las profundidades de su ser. D’s creó un ser humano viviente, pensante, y creativo exhalando un aspecto de la eterna esencia Divina en la estructura física temporal. Todo ser humano es creado a imagen y semejanza de D’s.

Por lo tanto, si tenemos la expectativa de redimir el mundo debemos tomar el toro por las astas, que simboliza la fisicalidad del universo en cual vivimos y debemos infundirle el aliento de la imagen de D’s. En el acto de soplar el shofar, el ser humano se halla parado en la sombra de lo  divino, entendiendo que debe asumir un rol dominante en las post-creación; por cuanto debe re-crear aceptando el desafío humano de perfeccionar (o completar) este mundo en el Reinado de D’s. 

La necesidad de los seres humanos de tomar la delantera es confirmada por los versos exclamados justo antes de que suene el shofar. Recordemos que el Shemá es dirigido a Israel: el Señor que es ahora nuestro D’s debe volverse el Señor de todo el universo entero y esto  a través  de los esfuerzos de Israel.

Entonces  se exclama “Bendito sea el nombre de Su glorioso reino por siempre jamás”. Durante el año estas palabras se murmuran, porque no nos sentimos merecedores de declarar el Reinado Divino. Como resultado de la lección aprendida durante este período, de todas formas, es ahora claro que no sólo tenemos el derecho sino la obligación de entronar al Todopoderoso utilizando el mensaje del monoteísmo ético para todo el mundo. 

Este mensaje está especialmente reflejado en el final del verso cantado 7 veces antes del sonido del shofar: Hashem Hu-Helokim, el Señor es D’s. Estas palabras provienen del Libro de Reyes, en el cual se describe a Judea habiendo caído en el pecado de la idolatría. Elías el profeta de ese período, entiende que debe, de alguna manera, forzar la mano de D’s para revelarse. Si bien estaba prohibido erigir un altar fuera de Jerusalem, Elías siente que debe ingresar al centro de la tierra  los idólatras y probar su punto: “Tiempo es de hacer al Eterno; destrozaron tu ley” (Sal. 119:126) 

Por lo tanto monta un drama sobre el Monte Carmel, invitando a 450 sacerdotes adoradores de Baal a erigir altares por un lado y sacerdotes del Todopoderoso con su altar en el otro. Cada uno rezó a su D’s frente a 600 mil personas que se habían reunido al pie del Monte Carmel. Elías forzó la mano de D’s y un fuego descendió del cielo, consumiendo los sacrificios de los sacerdotes de D’s. “Y cuando todo el pueblo lo vio, cayeron sobre sus rostros y exclamaron:’El Señor es D’s, el Señor es D’s.’”( Reyes 1 18:39) Sólo cuando los humanos damos el primer paso tenemos derecho de esperar que D’s responda. 

El Libro de Jonás, que hemos leído antes de la Neiláh en Iom Kipur, aparece con un tema similar. Jonás es comandado por D’s de llevar al pueblo de Niniveh al arrepentimiento. Se rehusa, atreviéndose a  huir de la vista del Señor. El gran misterio que enfrenta a todos los exégetas de este pequeño pero significativo libro es por qué Jonás era tan reticente de llevar el mensaje de D’s a la capital de Asiria. El Talmud de Jerusalem sugiere que él creía que los gentiles de Niniveh se iban a arrepentir. Dado que Asiria era el archienemigo de Israel, el profeta temía que el arrepentimiento y perdón de su enemigo traería más mérito a  aquellos que  a los propios israelitas, y éstos serían derrotados en batalla.

El Talmud de Jerusalem, en nombre de Rabi Ionah, concluye: “Asi que, qué debía haber hecho el profeta Jonás? Su único recurso era huir.”(J. T. Sanedrín cap. 11 /5).

Pero en términos de todo lo que venimos estudiando, Jonás tenía un recurso mucho más obvio: podía haber conducido a los israelitas a arrepentirse!

Desafortunadamente, no tenía suficiente fe en si mismo o en su pueblo para intentar esa opción. Dado que Jonás no quiere tomar la iniciativa se convierte en un profeta fracasado.

Nuestro modelo en la conclusión de Iom Kipur no es Jonás sino Elías, quien no sólo condujo a Israel a reconocer a su D’s sino que acompañará la legada del Mesías con el sonido del shofar.

Que el sonido del shofar en la conclusión de la Neiláh este año, sirva para redimir y reparar a la humanidad. s

Rabbi Shlomo Riskin

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