Carmelo Ruiz Marrero
Semanario CLARIDAD
Puerto Rico, 1 de
noviembre 2002
Con el
propósito de establecer los mecanismos para el desarrollo
y fortalecimiento de una industria ecoturística
en el país y crear una política pública que permita la
planificación integral, la participación comunitaria y
la promoción internacional de esta modalidad
económica, el senador Angel Rodríguez Otero acaba de
presentar el proyecto de ley S. 1822.
Rodríguez
Otero, quien preside la Comisión de Turismo, Recreación y Deportes del Senado,
propone en la legislación una definición de lo que
debe ser ecoturismo y provee para el nombramiento de
una Comisión Asesora y la creación de una Oficina de Ecoturismo adscrita a la
Compañía de Turismo de Puerto Rico.
“Una
estructuración para la planificación de un modelo de
desarrollo socioeconómico ecoturista en nuestro país, es imprescindible ante la importancia que a nivel mundial ha cobrado esta modalidad, que promueve la conservación de los recursos y que propicia la participación comunitaria y el beneficio de éstas al involucrarse en el proceso”, declaró el senador.
La exposición
de motivos del proyecto, radicado el 15 de octubre, hace
una crítica aguda a la actual ley de ecoturismo, la
ley 340 del 31 de diciembre de 1998, por tener “errores
conceptuales que la hacen altamente conflictiva”. La
ley 340 ignora por completo herramientas legales
útiles para el fomento del ecoturismo y el desarrollo
sustentable como la Ley de Política Pública Ambiental, la Ley de Corporaciones Especiales
Propiedad de los Trabajadores y la Ley de Municipios Autónomos.
El concepto de
ecoturismo del proyecto 1822, que se propone corregir
estas y otras deficiencias en la ley 340, se rige por la definición ofrecida
por Ceballos Lascuraín en
su libro Naturaleza y Desarrollo Sustentable, publicado en 1998 en México:
Aquella
modalidad turística, ambientalmente responsable, que
consiste en viajar o visitar áreas naturales sin
perturbar, con el fin de disfrutar, apreciar y
estudiar los atractivos naturales de dichas áreas así
como cualquier manifestación cultural, a través de un
proceso que promueve la conservación, tiene un bajo
impacto ambiental y cultural y propicia un involucramiento activo y socioeconómico benéfico de las poblaciones locales.
“El ecoturismo
es el segmento de la industria turística mundial que
más está creciendo debido al interés del público por
la conservación de ecosistemas y la preservación de la
biodiversidad, por la flora y la fauna y por el
conocimiento de culturas autóctonas”, señala la
exposición de motivos.
Sostiene
también que Puerto Rico tiene atractivos naturales que
hacen al país competitivo en el campo ecoturístico:
áreas de alto valor escénico, una diversa flora y
fauna endémicas, cuevas. picos montañosos,
cañones, la zona kársica, saltos de agua, aguas termales, sumideros, desfiladeros, lagos y lagunas, manglares, cayos e islotes, ecosistemas coralinos, ensenadas, salitrales, ríos subterráneos, humedales, estuarios y bahías bioluminiscentes.
A esto se añaden atractivos históricos y culturales
como faros, ruinas de centrales azucareras, parques ceremoniales indígenas, antiguas haciendas cafetaleras y beneficiados de café.
El proyecto
propone además que el ecoturismo puede complementar el
desarrollo de la agricultura sustentable. “El
ecoturismo representa una opción muy importante en los
planes de desarrollo sustentable de una agricultura
moderna en la isla, ya que en la zona cafetalera del
país se encuentran áreas de alto valor escénico, habitat de vida silvestre, flora y fauna muy diversas y recursos culturales como haciendas, que pueden apoyar el desarrollo sostenible del agro-ecoturismo en Puerto Rico.”
El lector
escéptico debe estar diciéndose ‘eso es todo muy
bonito pero, ¿Quién me asegura a mí que el ecoturismo
no se convertirá en una mina de oro para farsantes
listos que vendrán a destruir el ambiente con sus megahoteles supuestamente ecológicos porque plantaron dos o tres arbolitos?’.
Para atender
estas inquietudes y reglamentar el ecoturismo de
manera consecuente, el proyecto 1822 propone que se
establezca en la isla el concepto de capacidad de
carga o límite de cambio aceptable. Esta es una
herramienta de análisis utilizada por el Servicio Nacional de Parques y el
Servicio Forestal de Estados Unidos cuya metodología permite identificar y monitorear los indicadores ambientales y sociales.
Para “evitar
que las áreas naturales con alto valor ecológico y ecoturístico sean manejadas por agencias y sectores privados con objetivos conflictivos” habrá una Comisión Asesora para el Fomento del Desarrollo del Ecoturismo.
Los integrantes
de la Comisión serán agencias locales como la Junta de
Planificación, el Departamento de Educación, el Banco Gubernamental de Fomento,
la Administración de Fomento Cooperativo, el Instituto de Cultura, la Autoridad
de Tierras, la Compañeia de Turismo y el Departamento
de Recursos Naturales, y federales como el
Departamento de Agricultura (USDA) y el Servicio de
Pesca y Vida Silvestre. Del sector no gubernamental
estarán representados la Liga de Cooperativas, el Colegio de Agrónomos, la
comunidad académica y otros sectores.
La Comisión
tendrá el deber de procurar la más amplia participación
de la comunidad en sus trabajos. Dice que proyecto que
deberá “incorporar comunidades, grupos ambientalistas,
organizadores de excursiones ecoturísticas,
organizaciones de agricultores y universidades en la
planificación, desarrollo y promoción del ecoturismo
en la isla. Promover la más amplia participación de
todos los sectores del país, incluyendo las
comunidades locales, el sector privado, asociaciones
profesionales, ambientalistas e instituciones
educativas.”
¿Qué dicen los
ambientalistas?
Ninguno de los
ambientalistas que CLARIDAD llamó ha tenido hasta
ahora el tiempo o la oportunidad para leer el proyecto
1822, pero les preguntamos qué piensan que debería ser
el ecoturismo.
“Entre la gente
hay mucha confusión debido al uso excesivo del prefijo
‘eco’”, comentó el profesor José Molinelli, director
del Departamento de Ciencias Ambientales de la UPR, recinto de Río Piedras. “Los
desarrolladores se han apropiado de la nomenclatura ambiental. ¡Hoy vemos hasta (el
desarrollador) Joel Katz hablando de desarrollo
sostenido!”
“Lo que tenemos
en Puerto Rico es un turismo de parador que no tiene
nada de ecológico”, señaló Juan Rosario, portavoz de Misión Industrial. “Aquí
no tenemos nada que se parezca a ecoturismo.”
Rosario
puntualizó que el verdadero ecoturismo debe implicar
una intromisión mínima, usar energía renovable, usar
materiales ecológicamente adecuados en la construcción
y respetar la cultura local.
Rosario opinó
que el mejor modelo que él conoce para un verdadero
ecoturismo en Puerto Rico es Casa Pueblo, organización
adjunteña que maneja un bosque comunitario.
Casa Pueblo, cuyo director Alexis Massol ganó este año el prestigioso Premio Ambiental Goldman, opera una finca
agroforestal de café en donde hay cabañas rústicas
donde se alojan quienes ofrecen su trabajo gratuito a
la organización.
Según Sarah Peisch, del Centro de
Acción Ambiental, en el ecoturismo es indispensable
que las comunidades sean las que propongan y
administren los proyectos. Dice la
consultora ambiental que el gobierno de Puerto Rico no quiere ese tipo de
desarrollo autogestionario en Piñones, sino que le da
preferencia y tratamiento fast
track a desarrolladores ajenos a la comunidad como Joel Katz.
“¡Yo no quiero
violencia! ¡El que se ponga violento le
rompo la cara!”
·
Tío Sam
Back to The Cornershag
Contact Carmelo