Carmelo Ruiz
Marrero
Semanario CLARIDAD
Puerto Rico, 5 de
julio 2002
Se supone que
el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales vele por el buen uso de las
tierras que tiene bajo su protección. Pero en el caso de las áreas designadas
como bosques estatales en la pasada década, el Departamento simplemente no ha
cumplido con sus deberes, según portavoces de grupos ambientalistas y
comunitarios que entrevistamos. En lugar de ser el DRNA el que haga el trabajo
de mantener los bosques, ciudadanos privados han tenido que realizar
gratuitamente las labores que se supone que lleve a cabo la agencia.
En la avenida Roosevelt, justo detrás de los condominios Borinquen Towers, hay un mogote solitario con una antena de la
Telefónica en su cima. Ese monte marca el extremo norte del Bosque San
Patricio. Ubicado entre las avenidas Roosevelt y Piñero, y entre las
avenidas De Diego y Escorial, este bosque urbano de 53 cuerdas fue una base
militar hace menos de medio siglo.
Al ser
abandonada la base, la naturaleza reclamó el terreno, y hoy es habitat de árboles como guanacaste, flamboyán, gomero y
acacia, y refugio de animales como el guaraguao y la boa puertorriqueña. El
bosque hubiera sido destruído para hacer
urbanizaciones de no ser por Ciudadanos Pro Bosque San Patricio, organización
ciudadana que logró salvarlo y convertirlo en un bosque estatal co-manejado por el DRNA y la comunidad.
En un contrato
de co-manejo comunitario, como el que firmaron el DRNA
y Ciudadanos Pro Bosque San Patricio, ambas partes comparten la responsabilidad
de manejar un bosque estatal. En el caso del Bosque San Patricio, el
Departamento se compromete a abrir el bosque al público de martes a viernes de
8 a.m. a 5 p.m. Deben tener dos trabajadores durante todo ese horario, y dos
vigilantes los siete días de la semana. El DRNA debe, además, nombrar un
oficial de manejo.
Hasta el sol de
hoy, el Departamento no ha hecho nada de esto. Pero por otro lado, los
Ciudadanos Pro Bosque San Patricio han cumplido con su parte del contrato:
abrir el Bosque al
público sábados y domingos y atender a los visitantes.
“Ellos (el
DRNA) tienen la responsabilidad de poner una oficina para nuestra organización,
y para el oficial de manejo, pero no hay siquiera una estructura temporera”,
denunció la profesora Mary Axtmann,
portavoz del grupo comunitario, en entrevista con CLARIDAD. “También tienen que
conectar una tomas de electricidad y agua, y no lo han hecho.”
El pasado 28 de
abril, el Departamento anunció que el Bosque sería abierto al público el
primero de mayo, y grande fue la sorpresa entre los miembros de la comunidad
cuando al llegar la fecha continuó cerrado.
Según Axtmann, tras negociar el contrato por
largas semanas con la División Legal del DRNA, ahora la agencia alega no tener
los recursos para cumplir con su compromiso.
Uno de los
éxitos más espectaculares del movimiento ecologista puertorriqueño en el siglo
XX fue derrotar el proyecto de convertir el área entre Lares,
Adjuntas, Utuado y Jayuya
en una zona minera. Donde iba a comenzar la excavación, un predio en Adjuntas
cercano a Utuado, ahora está el Bosque del Pueblo.
Este bosque
húmedo subtropical de 750 cuerdas lo maneja la organización adjunteña
Casa Pueblo, en un arreglo de manejo comunitario con el DRNA que es único en su
clase. El pasado mes de abril el director de esta organización, Alexis Massol, recibió el Premio Ambiental Goldman,
galardón internacional otorgado a luchadores ambientales de diversas partes del
mundo.
Pero no todo es
color de rosa en el Bosque del Pueblo, pues de nuevo vemos un Departamento de
Recursos Naturales que incumple con sus compromisos. La agencia quedó en
proveer teléfono, electricidad y agua, seguridad y vías de acceso, y hasta
ahora nada de eso han hecho.
Lejos de
limitarse a la protesta, Casa Pueblo aplica la filosofía hostosiana
de responsabilidad individual y social en su manejo del bosque. En los últimos
años han invertido sobre $1.2 millones en trabajo voluntario, diseño e ingeniería,
estudios científicos, actividades artísticas y culturales, y mucho más. Mientras tanto, todavía esperan oír del DRNA.
Entre las
desembocaduras de los ríos Grande de Arecibo y Grande
de Manatí se encuentra la Ciénaga Tiburones.
Este cuerpo de agua dulce, que es el humedal herbáceo más grande de
Puerto Rico, ocupa casi siete mil cuerdas y mide sobre diez kilómetros de este
a oeste. Es refugio de pájaros como el
pato dominico, la gallareta azul, el gorrión chicharra y el pico de tijera, y
reinitas como la trepadora, picatierra y pechidorada. Por el mismo medio de la ciénaga pasa el Caño
Tiburones, arteria principal de un laberinto de canales con potencial
extraordinario para el ecoturismo.
Gracias a la
gestión de grupos ambientales como Ciudadanos en Defensa del Ambiente (CEDDA),
la ciénaga es ahora un área natural protegida, bajo la custodia del DRNA.
“Desde 1996 recomendamos al Departamento que haga un arreglo de co-manejo
con la comunidad, porque entendemos que para manejar bien ese recurso (la
ciénaga), las comunidades deben estar incluídas”,
expresó la arecibeña Marta Quiñones, de CEDDA. “En la
medida en que las comunidades comprendan el valor del Caño, velarán por el
recurso, y evitarán los vertederos clandestinos.”
Según informa
Quiñones, el Departamento todavía no tiene un plan de manejo para la ciénaga,
ni mucho menos ha llamado a las comunidades para integrarlas a su redacción e
implementación. Por otra parte, no ha dado a conocer su estudio hidrológico
sobre este cuerpo de agua. “Ese estudio es importante porque nos dice de dónde
viene el agua del Caño”, dijo Quiñones.
“es especialmente urgente en vista de las propuestas para canalizar los
ríos de Arecibo y Manatí.”
El caño y la
ciénaga cuentan con sólo un oficial de manejo, y no tiene vigilantes asignados
exclusivamente. Esto contrasta con la Laguna Tortuguero
en Vega Baja, que es más pequeña, pero aún así tiene dos oficiales de manejo, y
vigilantes asignados.
Ciudadanos Pro
Bosque San Patricio:
http://bosquesanpatricio.homestead.com
CEDDA: http://netdial.caribe.net/~emercado/cedda.htm
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