Denuncia pública


En el número 11 de la revista El Caminante, explicaba las cáusas de cómo el PER era concebido en nuestro entorno rural como una salida económica para unas familias e iba camino de convertirse en una limosna para otras. Recuerden que no es lo mismo trabajar de oficial "de lo que sea" que como "peón de nada", o sea, mientras un oficial puede trabajar desde 3 a 9 meses, un peón sólo puede hacerlo 10 días cada 2 años.

Cada año se lleva a cabo una farsa que pone de manifiesto la ineficacia, la incapacidad de un delegado del PER que no solo es incapaz de dar respuesta, sino que ciertos hechos demuestran su manipulación descarada y vergonzosa (una auténtica chapuza, una trampa, son las pruebas a las que someten a los oficiales que quieren trabajar en el PER). Los conceptos en albañilería varían en cada comarca y a veces según el pueblo. La mejor prueba son los 15 días que dice la ley y que la empresa privada si utiliza catalogándo a oficiales de 1ª y oficiales de 2ª.

Es apabullante observar cómo se somete a prueba a conductores experimentados con varios años de experiencia, y que ya en su día la dirección general de tráfico autorizó. Puede demostrarse la tremenda desigualdad entre los conductores amigos de don Cristóbal y los que no lo son. Las pruebas que se hicieron a los oficiales en el año 94, aportan ya los elementos de juicio necesarios para definir de forma clara y rotunda el caciquismo del Sr. Reina, quien definitavemente demuestra que en el Ayuntamiento sólo puede haber un mandamás: Él.

Varios días después de realizadas las pruebas del año 94, un conocido ciudadano, miembro de una conocida y popular familia, se persona en el ayuntamiento para conocer los resultados de las pruebas; su sorpresa fue mayúscula al observar que en la lista expuesta al público se encontraba un número de oficiales, según la puntuación obtenida, pero él no se encontraba en ella. Pide explicaciones al teniente de alcalde don Roque Hidalgo, quien le responde que por debajo de una puntuación mínima no se incluye a nadie, y que para poder trabajar tendrá que examinarse el año que viene. Imagínense. De un manotazo, el hombre arranca la lista de la pared, y con ella en la mano busca por todo el pueblo al "mandamás", o sea, a don Cristobal, que al ver el brillo en los ojos de nuestro amigo, en un acto heróico, lo tranquiliza con cosas como que don Roque no tiene la más mínima idea, y le dice que la lista sólo se había puesto a título informativo (algo así como para contentar la vanidad de algunos oficiales), y que muy pronto trabajaría en el PER, "te lo digo yo", y claro que trabajó, los documentos lo demuestran.

Desde aquel momento, el valor ético, si tenía algo de ético, se puso en evidencia. En un intento por frenar la avalancha que sobre el PER se avecina, el Sr. Reina ha convertido las pruebas en un apósito, que ya no puede contener la sangre en una herida que él mismo ha provocado, y que es mortal de necesidad. Una violación, aunque sea sin violencia, no deja de ser una violación. Lo peor de todo no es la violación en sí, lo peor es que el Sr. Reina intenta "metersela doblada" a todo un pueblo.

Por eso, pedir la dimisión a hombres de al catadura moral del Sr. Reina, no tiene sentido; es más cómodo dejarle que se ahogue en su propia basura.

Horacio Muñoz Leoniza

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