NIN: LA RESURRECCIÓN DE UNA MUERTE

Edgar Morin



Ayer por la mañana, durante el coloquio, me pasaron un papel comunicándome que el señor Solano vendrá a verme en la sesión de las 19,30h. Pregunto: "¿quién es?", pero no saben darme respuesta. Me olvido de ello.

Al comer con mis amigos del Instituto catalán de estudios mediterráneos están con nosotros el delegado para asuntos exteriores de la Generalitat de Cataluña y el vicedirector de La Vanguardia. Evocan un documental de la TV catalana, emitido hace algunos días, sobre Andrés Nin, basado en documentos comprados a la KGB y procedentes del general Orlov, organizador y actor del asesinato, así como autor de las falsas pruebas de la traición de Nin, el hitlero-trotsko-franquista. Me prometen enviarme la cinta de video. Una intensa tristeza y una no menos intensa alegría me invaden.

Lo recuerdo muy bien: yo tenía 16 años en 1937, y leía la prensa antiestalinista de izquierda, Le Libertaire, SIA (Solidarité internationale antifasciste), Essais et Combats, La Fleche, y, aunque la información estalinista aseguraba que el traidor Nin se había escapado del campo republicano para ir "a Salamanca o a Berlín", mis lecturas me convencían de que Nin había sido liquidado por el NKVD y los agentes del Komintern.

Pienso (con tristeza): "sabía todo eso, incluyendo la verdad sobre Stalin y el proceso de Moscú, y cinco años más tarde, ciertamente en plena guerra, yo me hice comunista". Como contrapunto, pienso (con alegría): "este crimen que parecía estar camuflado para siempre ha sido por fin irrefutablemente desvelado; una vez más, la verdad triunfa mientras aún estoy vivo".

Tras la comida, ibéricamente terminada después de las 16 horas, me siento cansado, me voy al hotel y no acudo al coloquio. Pero al volver de la cena, hacia medianoche, encuentro una nota de Wilebaldo Solano que me precisa que es el ex-secretario general del POUM y me da su teléfono. Sin embargo, aunque me tutea y me escribe calurosamente, yo no recuerdo dónde y cuándo nos hemos conocido (¿quizá con Gorkin?). Por la mañana, le telefoneo, viene a encontrarse conmigo en el coloquio y vamos a la cafetería. Entonces todo se aclara, porque me recuerda que habíamos coincidido en Bruselas en 1956, en un coloquio sobre la revolución húngara. Habíamos simpatizado mucho y discutido durante largo tiempo. Es vivo, ardiente y juvenil, aunque debe ser más viejo que yo: participó en la guerra de España, se refugió en Francia, fue detenido en Montauban en 1941 e internado, para ser despúes encarcelado en la casa central de Eysse, cerca de Villeneuve les Avignon, reservada a los presos políticos peligrosos. Allá, junto a algunos poumistas como él, encontró comunistas, bien organizados, y al trotskysta Gerard Bloch. Como Bloch seguía defendiendo a Trotsky y denunciando a Stalin, la célula comunista decidió estrangularle. Un resistente detenido, católico, indignado por este proyecto, previno a los poumistas. "Yo no comprendo nada de vuestras diferencias políticas, pero ellos quieren matar a un compañero detenido y eso yo puedo admitirlo". Grave dilema: ¿había que prevenir al director de la prisión, y así "colaborar" con el enemigo de clase, o dejar que asesinasen a Bloch? Wilebaldo y sus amigos decidieron salvar a Bloch. Más tarde, los comunistas, cada vez más deseosos de aislar al trotskysta y a los poumistas que obstaculizaban con sus palabras la formación del "Frente nacional", consigueron que el director de la prisión les aislase. Liberado por el maquis el 19 de julio de 1944, Wilebaldo se une a los "gaullistas" del ejército clandestino, en vez de hacerlo a los comunistas, que, beneficiados por sus servicios en la enfermería de la prisión (había hecho estudios de medicina) le habían finalmente aceptado. Retoma su actividad poumista y se encuentra en primera fila de todas las causas antiestalinistas.

La revolución húngara hizo que le conociese, aunque ya el año anterior, antes del informe K. al XX Congreso pero después del discurso de Mikoyan reabilitando de pasada a dos viejos bolcheviques liquidados por Stalin, habíamos estado ya juntos (con Breton, Cassou, Dechezelles, Duvignaud, Nadeau, Rivet, Rous, Laurent Schwartz y algunos otros (nótese la ausencia de la mayor parte de los "grandes intelectuales de izquierda") en la firma de un telegrama dirigido al presidente de la URSS, Bulganin, en el que nos decíamos "conscientes de expresar una conciencia universal democrática y socialista" y pedíamos "la revisión de los Procesos de Moscú y la rehabilitación de todos los viejos revolucionarios condenados y deshonrados en estos procesos".

Habíamos organizado también un mitin en la Mutualité. El POUM se dividió en los años 70. Una parte entró al Partido Socialista, otros abandonaron la fórmula de partido para agruparse en torno a una "Fundación Nin" en 1988, con actividades militantes no limitadas a la recuperación de la verdad histórica. Wilebaldo reside en Barcelona. Es escritor y periodista. En la cafetería, Wilebaldo me enseñó fotocopias de artículos aparecidos durante estos días en la prensa española sobre el documental titulado "Operación Nikolai" (supongo que ese será el nombre dado por la KGB al documento sobre la liquidación de Nin).

Andrés -Andreu en catalán- Nin nació en 1892. Joven militante revolucionario, defiende la adhesión de la CNT (la gran central sindical) a la III Internacional; es delegado al primer congreso de la Internacional sindical roja en 1921. Se queda nueve años en Moscú, donde llega a ser secretario general de la Internacional sindical. Ligado a la oposición de izquierda (Trotsky), abandona la URSS en 1930 tras la eliminación de aquella; vuelve a Barcelona, donde va viviendo gracias a la realización de traducciones de clásicos rusos. En setiembre de 1935 funda el Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM), una pequeña pero dura organización entre los anarquistas y los estalinistas. El POUM, aunque inspirándose en las ideas de Trotsky, tiene una organización más flexible que la bolchevique, y aunque polemiza con los libertarios mantiene con ellos relaciones corteses e incluso cordiales.

Desde los inicios de la guerra civil, Nin se opone a los métodos, a la infiltración en el aparato de estado republicano y a las mentiras del comunismo estalinista, lo que debilita su influencia política, ya que una gran parte de los republicanos pensaban que no había que atacar a los aliados soviéticos y respetaban la fuerza organizadora de los comunistas. De hecho, la República española, magnificada por la leyenda que ha ocultado sus contradicciones y sus dramas, comenzó a transformarse en la primera democracia popular del mundo, frente al sistema militar-clerical-fascistoide de Franco. El socialista Negrín, que llegara a ser presidente del gobierno, fue entonces, sin duda, un "submarino" del partido comunista (un día se podrán consultar los archivos del KGB sobre estos topos y submarinos aparentemente socialistas, demócratas liberales o católicos). Andreu Nin "desaparecía" el 16 de junio de 1937. Fue secuestrado por policías a las órdenes del NKVD y encarcelado en la prisión de Alcalá de Henares, pero sin ser registrado su ingreso. Se anunció su desaparición, y después se dijo que se había refugiado con Franco (en Salamanca) o con Hitler (en Berlín). Los archivos del KGB han revelado una carta de Orlov a sus jefes de Moscú, fechada el 22 de mayo, en la que se explica como iban a fabricarse las pruebas demostrando que Nin era un espía de Franco. Las pruebas: un texto cifrado acompañado de un plano de las defensas de la Casa de Campo de Madrid, dirigido directamente al generalísimo Franco y firmado con tinta simpática por "N".

Estas "pruebas" sirvieron para provocar la detención secreta de Nin. Hoy se encuentran en los Archivos nacionales de Madrid como "documentos históricos". Los jefes militares soviéticos (el general Berzin y su consejero Stacheski) se opusieron a las liquidaciones del NKVD, pensando que había que respetar a los partidos políticos que luchaban contra el franquismo, lo que les costó, sin duda, ser liquidados ellos mismos tras su retorno. Ovide Gorchakov publicó en 1989, en la revista soviética Nedelya, un artículo sobre las actividades de los servicios secretos soviéticos durante la guerra de España (que liquidaron a poumistas, anarquistas, "antisoviéticos y anticomunistas" españoles y extranjeros), en el que se considera que las actividades del NKVD durante esta guerra han "sido más peligrosas para la república que las de la quinta columna franquista". El interrogatorio a Nin no arrancó ninguna confesión.

Entonces, Orlov decidió poner en marcha la "Operación Nikolai": un complice español, cuyo nombre no da Orlov, abrió la puerta de la prisión una noche de mediados de junio. Nin fue conducido a un chalet, próximo a Alcalá de Henares, perteneciente al comandante en jefe de la aviación republicana, Ignacio Hidalgo de Cisneros, donde Nin fue torturado sin que hiese ninguna confesión. Dos o tres días después, Nin fue conducido a un lugar cercano, donde fue asesinado y enterrado. La carta de Orlov a sus superiores, del 24 de julio de 1937, relata estos hechos e indica quienes fueron los asesinos y testigos cónplices: el propio Orlov, José Escoi -brasileño agente del NKVD-, Ernst Gerö -que se haría ilustre como torturador y asesino en Hungría tras la detención de Rayk, y más tarde apelando a las tropas soviéticas para reprimir la revolución húngara- y tres españoles cuyos nombres han sido tachados. Los miembros de la KGB que han entregado los documentos dicen que han suprimido estos nombres para evitar posibles acciones judiciales de los descendientes de estas personas. Pero, considerando que estos documentos han sido vendidos a precio de oro a la televisión catalana (que no ha declarado cuanto le han costado), Solano y otras personas no excluyen la hipótesis de que, advertidos de posibles revelaciones desde hace un año, delegados del partido comunista español hayan comprado a los agentes actuales del KGB la supresión de esos nombres (quizá luego miembros eminentes del partido), utilizando el tesoro de guerra clandestino del que dispone todo partido comunista, obtenido gracias a las subvenciones procedentes de la URSS, de forma que el "oro de Moscú" habría retornado a su fuente.

La maquinación del NKVD fue desenmascarada desde 1937-38, aunque no se conociesen los detalles de como fue Nin sacado de la prisión de Alcalá ni el nombre y emplazamiento del lugar donde permaneció secuestrado, ni tampoco el nombre de los ejecutores. Desde el principio, algunos "católicos" miembros del aparato judicial y policial republicano que habían recibido informes confidenciales, comunicaron éstos a los miebros del POUM. Diversos testimonios permitieron esclarecer lo fundamental del asunto. Fue muy grande la emoción que todo esto provocó en los medios antifascistas no estalinistas. Como ya he dicho, recuerdo muy bien haber leido numeroso artículos que no solamente revelaban lo absurdo de la calumnia sino que también indicaban el origen del asesinato.

En 1939, la revista Spartakus, editada en París, compuso un número especial sobre el asesinato de Nin, en el que se reconstruía todo lo ocurrido y se precisaba el papel del NKVD -que, evidentemente, seguía órdenes de Moscú-. Este texto no apareció en setiembre de 1939, pues la guerra estalló en ese momento. Su publicación fue diferida. En junio de 1940, los nazis ocuparon París. La Gestapo visitó la imprenta antifascista, descubrió el texto, destruyó las planchas y las pruebas. Solamente una escapó a su atención. Ha sobrevivido y está en poder de Solano.

Wilebaldo Solano ha salvaguardado la memoria de Nin. Tras el informe Krutchev, intentó obtener la rehabilitación. La perestroika y la creación en Moscú de la asociación Memorial dedicada a las víctimas de Stalin, estimularon sus energías. Creó una Fundación Andreu Nin para rehabilitar su memoria. Obtuvo el apoyo del partido socialista en el poder y el de la Generalitat de Cataluña para su obra. Finalmente, cuando se enteró de que el KGB vendía documentos de sus archivos, incitó a la televisión catalana a comprar a cualquier precio los documentos secretos sobre el asesinato de Nin. El equipo de esta televisión pudo filmar todas las piezas y preparó un documento de cerca de 30 horas sobre la vida y la muerte de Nin, con más de cincuenta testimonios, salvo el de Santiago Carrillo, que, por otra parte, había lamentado hace algunos años lo que consideraba un "error".

El 5 de noviembre de 1992, TV3 catalana proyectó Operación Nikolai. La verdad ha triunfado después de 55 años. Es muy reconfortante que haya triunfado; es desolador que haya sido necesario esperar 55 años. Resulta inquietante pensar que el documento podría haber sido destruido.

Reflexiones: Solano cita un trozo del "testamento" de Lenin (un poco modificado, creo): "no somos bastante civilizados para pasar al socialismo y el socialismo es imposible sin la democracia". Pero Lenin no fue tampoco lo bastante civilizado para usar métodos democráticos. Creyó en la represión, en la aniquilación de los adversarios, en el terror.

Todo este delirio asesino estaba ligado al fanatismo, y el fanatismo estaba ligado a una fe ardiente en la religión de la salvación terrestre, fe-certeza porque las leyes del marxismo habían probado científicamente que la revolución liquidaría la explotación del hombre por el hombre. No olvidemos, además, que la revolución de Octubre no se realizó para Rusia, sino para desencadenar la revolución en Alemania, Francia, Inglaterra, y, encadenándose una tras otra, la revolución mundial. ¿Cuál habría sido el producto de la revolución en Alemania, en Francia, en Inglaterra? Otra cosa, pero no sabemos cuál se habría realizado entre todas las posibles. Lo que es seguro es que el triunfo del "comunismo en un solo país" fue el comienzo de una catástrofe mundial.

Barcelona, 10 de noviembre de 1992

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