En 1991, en las elecciones generales el FIS consiguió una clara victoria; pero un año más tarde el gobierno decretó el estado de emergencia, el FIS fue ilegalizado y se inició una campaña de represión del fundamentalismo islámico. A pesar de ello, se multiplicaron los enfrentamientos violentos entre las fuerzas del orden y los islamistas, que produjeron centenares de víctimas. Los islamistas realizaron atentados contra dirigentes del régimen, occidentales en Argelia, intelectuales, artistas y fuerzas del orden.
A partir de entonces, los atentados se extendieron al resto de la población, a civiles, causando unos 100 mil muertos. Además de los tentados con bombas en las ciudades, los incendios de escuelas, los sabotajes y los ametrallamientos en falsos puestos de control, los asesinatos cometidos en las zonas rurales han sido ejecutados de forma escalofriante en este país norteafricano, que se halla sólo a una hora en avión de algunas capitales europeas.
Gente degollada, decapitada, descuartizada o quemada viva, sin importar edad o sexo, padres obligados a cómo eran violadas sus hijas antes de matarlas, mujeres embarazadas con los pechos cortados y el vientre abierto para sacarles el feto, bebés estrellados contra las paredes o cortados en lonchas, jóvenes raptadas para utilizarlas como esclavas y violarlas, saqueos...
Los protagonistas -que siguen el modelo afgano- de esta guerra civil son el Frente Islámico de Salvación (FIS); el Ejército Islámico de Salvación (EIS), brazo armado del FIS; el Movimiento Islámico Armado (MIA); el Grupo Armado Islámico (GIA), conglomerado de comandos dirigidos por emires locales -como Mustafá Kertali y Antar Zuabri, alias Abdú Talha-, autores de las mayores masacres; y el Frente por la Yihad Islámica (FIDA). Entre 3 mil y 5 mil terroristas teológico-políticos.
Pero pueden haber otros protagonistas, como las propias fuerzas de Seguridad
que -al amparo del fanatismo islámico- también estén
utilizando el terrorismo como excusa para perpetuar el régimen militar,
el poder político y económico, ayudando a eliminar (o "dejando
hacer") a los disidentes. Se trata del terrorismo de Estado. Casi 2 mil ciudadanos argelinos fueron víctimas detención ilegal, secuestro, de torturas, de ejecución extrajudicial y dados por desaparecidos, a partir de acciones ordenadas por los generales y colaboradores genocidas: M.Lamari, T.Derradji, A.Gaid Salah, C.Fodhil, S.Lamari, B.Rabah, T.Mohamed, B.Larbi, M.Meddienne y K.Nezar. Ellos son quienes controlan los resortes del poder de un sistema corrupto y autoritario y una ideología enferma. Los islamistas pepetran crímenes pero quienes los planifican -o permiten- han sido frecuentemente los Servicios Secretos Militares argelinos. Las matanzas de 1997 fueron una maniobra del Estado Mayor para sabotear el diálogo entre el FIS y el presidente de la República, Zerual, e incitar al brazo armado de los integristas, el EIS, a decretar una tregua. Para que nada frenase las matanzas, el Ejército debía de permanecer de brazos cruzados. Se daban órdenes de dejar sin cobertura de seguridad a zonas que luego fueron arrasadas por los terroristas. La guerra civil larvada se cobró unos 100 mil muertos.