La desconfianza mutua, la fatal convicción -especialmente por parte de Alemania- de que era imposible evitar una guerra en Europa y el fortalecimiento de los ejércitos como garantía de seguridad, contribuyeron a desencadenar la guerra.
Austria-Hungría se aferró tenazmente a la idea imperial-supranacional.
Serbia trató de realizar la idea de Estado nacional gracias a su
expansión por los Balcanes. Alemania permaneció fiel a la
alianza con el Imperio autro-húngaro; el Estado Mayor alemán
insistió en declarar la guerra por temor a perder las favorables
condiciones para derrotar rápidamente a Francia. Fue el principal
responsable, pues, de la guerra, que supuso un cataclismo de dimensiones
nuevas: de 9 a 10 millones de muertos, varios millones más de mutilados
y heridos, destrucción...
El conflicto se llevó a cabo con armas y procedimientos nuevos:
ametralladoras, blindados, aviones, submarinos, gases asfixiantes...