Su régimen dictatorial y personalista causó miles de prisioneros políticos y numerosas ejecuciones y asesinatos. La tortura fue frecuente en sus cárceles así como el control policial de la sociedad.
Por su parte, los americanos sepultaron vivos a soldados iraquíes en las trincheras; bombardearon con napalm; bombardearon una fábrica de leche en Bagdad; la aviación aliada contribuyó con sus proyectiles a la catástrofe medioambiental provocada por el vertido de millones de litros de petróleo al mar. Además, los gobiernos de EEUU y el Reino Unido no avisaron a sus propios soldados del uso de proyectiles con uranio y decenas de ellos sufren ahora las secuelas del contacto con ese material.
La obstinación de Husein en no ceder a todas las
demandas de la ONU, ha causado la muerte de cerca de un millón y medio de niños y ancianos iraquíes, debido al embargo de productos a que estaba sometido
el país.
Sin embargo, de la muerte de estos civiles también
son responsables las cancillerías occidentales, especialmente EEUU.
En marzo del 2003 se desencadena la segunda Guerra del Golfo. Vencen las tropas angloamericanas y Sadam y su régimen caen. Sadam huye pero es capturado en diciembre del 2003. Los años siguientes se convierten en una guerra sucia de escaramuzas entre las tropas USA y aliados y la insurgencia, con atrocidades por ambas partes.