ASIA
 
"Sin la selva todos nosotros estamos muertos. Dejad de destruir nuestra selva o nos veremos obligados a protegerla. La selva es nuestra vida. Hemos vivido aquí antes de que ninguno de vosotros, extranjeros, vinierais. Ahora las compañías madereras transforman los ríos en corrientes de barro y la jungla en devastación. Los peces no pueden sobrevivir en ríos sucios y los animales salvajes no vivirán en junglas devastadas."
Una mujer dayak         
Los ainu son un pueblo indígena del Japón que han vivido tradicionalmente en la parte norte de Honshu y la parte sur de Sajalín y las Kuriles. El gobierno nipón niega su existencia como minoría étnica y se ha dedicado a ejercer una política de asimilación.

En la India habitan 70 millones de personas tribales, la mayoría esparcidas por las colinas y las selvas del oeste, el nordeste y sur del país. Durante siglos han sido víctimas de los hindúes, por la usurpación de sus tierras primero, posteriormente por las políticas mineras y de desarrollo, y más recientemente por las presas y por la legislación forestal que les impide acceder a los bosques  a la vez que lo permite a las grandes compañías madereras. La conciencia de que la destrucción del medio natural en que han vivido llevará a la destrucción de sus vidas y culturas ha mantenido a los pueblos tribales de las India muy activos en defensa de los ecosistemas que les cobijan.

Las colinas de Bangladesh fronterizas con la India y Birmania albergan una serie de poblaciones tribales; el grupo más numeroso son los chatka, budistas. La construcción de una presa en 1963 fue tal vez el mayor atentado individual contra tales pueblos. La presa, financiada por EEUU., inundó casi la mitad de las tierras cultivadas y de asentamiento de las tribus, empujando a sus habitantes a las montañas, a tierras más pobres. Muy pocas de las diez mil personas afectadas, un sexto de la población tribal, recibieron alguna compensación. En 1979, un programa de asentamiento supuso que bengalíes musulmanes sin tierra de las llanuras fueron traídos en camiones, y recibieron tierras y animales para quedarse. La represión contra la resistencia de los jumma de Chittagong frente a esta invasión fue extremadamente violenta: se asesinó a miles de indígenas y miles más fueron violados, torturados y encarcelados. Entre 1980 y 1981 se produjeron tres masacres en las que se asesinó a unos 1500 jumma. Unos 120 mil soldados fueron trasladados a la zona; allí se cometieron asesinatos, torturas e incendios diarios, muchas mujeres fueron violadas y luego asesinadas con bayonetas frente a sus hijos, a los que también se mataba. En 1984, se habían reasentado a más de 400 mil bengalíes, hecho que culminó en una serie de masacres de pueblos tribales por los colonos. La guerrilla que organizaron los indígenas asegura que los colonos están apoyados por la policía y el ejército, y acusa a este último de pillajes, torturas y profanación de templos budistas. En 1989 había unos 750 mil jumma en campos de refugiados en la India. En 1992, unos 1200 fueron quemados vivos en sus casas en la aldea de Logang. En 1993, más de 100 fueron masacrados y más de 500 heridos en un ataque del ejército y los colonos. En 1997, se firmó un acuerdo de paz entre los jumma y el gobierno.

Hace nueve siglos que los birmanos llegaron a la actual Birmania, tierra habitada en aquel entonces por un mosaico de pueblos de tipo mongoloide (karen, mon, kachin, pao, karenni, arakane, shan, wa, lahu). La monarquía birmana se impuso por la fuerza sobre los pueblos indígenas, y desde entonces ha ejercido su persecución y opresión. Desde 1984, tras más de 300 mil karen muertos, aumentó la escalada del ejército birmano. La implantación del terror indiscriminado provocó el éxodo de más de 18 mil karen a Tailandia y más de 100 mil a los bosques de las montañas. En la cordillera Dawna, a lo largo de un frente de 100 km. se produjo una destrucción total. Se quemaron poblados y plantaciones, se asesinó con impunidad y se trasladó a los habitantes a sitios estratégicos en la llanura, donde viven bajo control militar.

En la isla de Borneo, unas injustas leyes sobre el uso y propiedad de los suelos y bosques fueron recortando los derechos de los nativos. A partir de 1987, tras el fracaso de intentos de negociación con el gobierno malayo, los penan comenzaron los primeros bloqueos de carreteras de madereras. En Indonesia, se ha repetido el esquema colonial: una metrópolis central ávida de riquezas, con una cultura material más poderosa. Los métodos para el dominio de aquellos territorios más vírgenes con pueblos tribales (Kalimantán, Sumatra, Sulawesi, Irian Jaya, Timor) fueron las torturas, violaciones y agresiones continuas, la permanente presencia política y militar de la metrópolis, la imposición arbitraria de normas y leyes foráneas, y la colonización y control por emigrantes de la metrópolis, básicamente javaneses.

En Filipinas, durante la época del presidente Marcos, empresarios allegados a su círculo íntimo, en connivencia con empresas extranjeras, devastaron casi por completo los recursos forestales de las islas. Las tierras de la Cordillera Central de Luzón también eran codiciadas por filipinos y extranjeros debido a la riqueza de sus recursos naturales. El proyecto de construcción de la presa del río Chico suponía la destrucción de los famosos cultivos en terrazas. Los pueblos de la Cordillera recurrieron a todos los medios legales para oponerse a tales proyectos; la respuesta de Marcos fue la represión militar. Con Aquino, el problema empeoró. Aldeas enteras fueron bombardeadas; los líderes opositores a la presa, asesinados; ejecuciones sumarias, aldeas incendiadas, violaciones, torturas, habitantes huidos...
 

 Índice