"Lo que más nos conmovía era el destino de veinte niños
pequeños, sobre todo los de gente deportadas después del
17 de abril de 1975. Aquellos niños habían robado porque
tenían demasiada hambre. Les habían detenido no para castigarlos
sino para ejecutarlos de una manera muy salvaje: los guardianes de la prisión
los golpeaban o les daban patadas hasta que morían; los convertían
en juguetes vivos atándolos por los pies, colgándolos del
techo, balanceándolos, luego trataban de pararlos a patadas; cerca
de la cárcel había una marisma, los verdugos arrojaban en
ella a los pequeños prisioneros, los hundían con los pies
y, cuando aquellos desdichados estaban dominados por las convulsiones,
dejaban que emergiese su cabeza y luego empezaban a hundirlos otra vez
en el agua."
(Testimonio de un antiguo funcionario) |
"Al acabar el día, una noche unos soldados van a buscaros para
un "interrogatorio", para "estudiar" o para la vieja "prestación
de leña". A menudo, les atan los codos a la espalda, y nada más.
A veces, luego encuentran un cadáver en el bosque, sin enterrar
-tal vez para inspirar más terror todavía-, pero no siempre
se le puede identificar. Hoy conocemos la existencia de muchísimos
osarios, diseminados por la campiña camboyana. En ocasiones se ponía
en práctica la siniestra amenaza constantemente repetida por los
khmers rojos de ir a servir de "fertilizante para nuestros arrozales".
Se mataba sin cesar a hombres y mujeres para hacer abono con ellos. Los
enterraban en fosas comunes que eran omnipresentes en todos los campos
de cultivo, sobre todo en los de mandioca."
(Testimonios de los ex-deportados Pin Yathay y Ken Khun) |
"En la Kampuchea democrática, bajo el régimen glorioso
de Angkar, debemos pensar en el futuro. El pasado está enterrado
(...) No tenemos necesidad de la tecnología de los capitalistas,
¡nada de nada! En el nuevo sistema, ya no hay necesidad de enviar
a los niños a la escuela. Nuestra escuela es el campo. La tierra
es nuestro papel, el arado nuestra pluma: ¡escribiremos trabajando!
Los certificados y los exámenes son inútiles: aprended a
arar y a excavar canales: ¡esos son vuestros nuevos diplomas! Y los
médicos, ¡tampoco necesitamos ya a los médicos! Si
alguien los necesita, que le arranquen los intestinos.
(...) ¡Tampoco tenemos necesidad de profesiones capitalistas como los ingenieros o los profesores! No necesitamos maestros de escuela para decirnos lo que hay que hacer; todos están corrompidos. Sólo necesitamos gentes que quieran trabajar duro en los campos. Sin embargo, camaradas..., hay quienes rechazan el trabajo y el sacrificio..." (Discurso de un mando khmer rojo, 1975) |