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DISCURSO DEL COMPAÑERO SENADOR LEWIS PEREZ,

SECRETARIO DE ORGANIZACION NACIONAL

DEL PARTIDO ACCION DEMOCRATICA DE VENEZUELA,

ANTE EL XX CONGRESO DE LA INTERNACIONAL SOCIALISTA

(Nueva York, 9 al 11 de septiembre de 1996)

Compañeros Presidente, Secretario General, Presidente del Comité de la Internacional Socialista de Política Económica, Desarrollo y Medio Ambiente (SICEDE) y compañeros asistentes. Al saludarles fraternalmente, agradezco se me permita hacer referencia a problemas y situaciones de mi país, vinculados con algunos de los aspectos que se formulan en este Congreso, con el doble propósito de hacer énfasis en algunas de las proposiciones formuladas por el SICEDE que, desde nuestra perspectiva, tienen gran relevancia nacional e internacional por una parte; y, por la otra, señalar algunas de nuestras realidades y circunstancias que muestran lo acertado de los criterios expuestos en el documento presentado al Congreso.

Entre los aspectos expuestos por el Comité que consideramos mas relevantes, están los relacionados con el mercado y el bienestar, la globalización de la economía y la consolidación de la democracia.

Las cruentas luchas que confrontó la democracia representativa contra el totalitarismo comunista, el nazi-fascismo y las dictaduras militares en América Latina, han arrojado éxitos sucesivos en favor de los deseos y necesidades de la mayoría de los hombres de vivir en libertad, aniquilando, en primer lugar, a la barbarie del nazismo, para traernos, posteriormente, el derrumbe del totalitarismo soviético.

La evolución de la ciencia y de la tecnología constituye una plataforma fundamental para el bienestar, sólo en la medida en que seamos capaces de encauzar las acciones políticas hacia una etapa superior de la democracia.

Dada la importancia que tienen para las relaciones económicas y políticas internacionales, los procesos socioeconómicos nacionales y la soberanía del pueblo y de los Estados, entre los aspectos expuestos por el Comité que consideramos mas relevantes, están los relacionados con el mercado y el bienestar, la globalización de la economía y la consolidación de la democracia.

Estos hechos nos presentan un nuevo reto programático para avanzar hacia el bienestar de los pueblos: el reto de construir y consolidar un nuevo sistema de relaciones cónsono con la democracia efectiva. Un sistema social, político y económico que, basado en las mas amplias libertades individuales, abra cauces efectivos hacia el derecho al bienestar de todos los miembros de la sociedad.

Coincidiendo con los planteamientos de Stuard Holland, consideramos que debemos dirigir nuestros esfuerzos hacia la consolidación y superación de la democracia política, pero dándole un profundo contenido económico y social para además de garantizar el derecho al voto, se garantice el derecho al trabajo base del bienestar del pueblo.

Actualmente, el neoliberalismo, la nueva derecha mundial, viene aprovechando los fracasos de las políticas estatistas para contraponer como dos extremos irreconciliables al Estado y al mercado y lograr, con esta "polarización", ganar adeptos para anular la acción política del Estado en favor de una acción absolutamente "libre" del mercado. Es justo reconocer también que, algunas veces, desde espacios socialdemócratas, se ha caído en el juego de la derecha al exacerbar la polarización pretendidamente irreconciliable entre el mercado y el Estado.

Ante estas realidades asumimos la responsabilidad de adoptar una posición no extremista: no defendemos las tesis estatistas, pero tampoco aceptamos las posiciones de una ficticia libertad total de mercado.

Reconocemos las ventajas del mercado, pero no caemos en la ingenua creencia de que con las estructuras monopólicas actuales "la mano invisible del mercado", que concibió Adam Smith como la forma óptima de la producción y distribución del producto social, pueda operar. Las concentraciones y colusiones de capitales han encadenado "la mano invisible" al poder monopólico, creando ineficiencia, desigualdad, injusticia y exclusión social en el sistema.

Hemos pasado de un modelo estatista a uno neoliberal y ambos han fracasado. Agotadas las posibilidades del Estado para impulsar el bienestar de la sociedad, pasamos al extremo opuesto de un neoliberalismo aplicado sin tomar en cuenta las realidades sociológicas, culturales, económicas y políticas concretas de nuestros países y regiones.

Este modelo nos ha traído graves perturbaciones sociales, políticas y económicas, con el agravante de que todavía no hemos visto todas las consecuencias negativas que actualmente se gestan en algunas de nuestras economías latinoamericanas y cuyos efectos son impredecibles.

En el caso venezolano, ambos esquemas, el neoliberal y el estatista, han sido factores claves que nos han conducido a la actual crisis, la cual no es sólo económica, sino fundamentalmente social, de valores morales, éticos, culturales e ideológicos.

Dadas estas realidades, consideramos que los planteamientos elaborados por el SICEDE son correctos y, en tal sentido, consignamos nuestro apoyo a las propuestas presentadas por el Comité:

· La necesidad de constituir y consolidar un sistema de responsabilidad colectiva que, ante la inevitable globalización económica cuyos aspectos positivos debemos aprovechar, permita impedir que este progreso económico y tecnológico sea plataforma para anular las políticas económicas nacionales.

· Apoyamos las diez (10) tareas principales que para la segunda mitad de la década de los 90 plantea el documento del SICEDE para la Internacional Socialista.

· De gran relevancia nos parecen los argumentos en pro de la consolidación de la democracia y la revisión del funcionamiento de las instituciones de Bretton Woods, pues suscribimos los diagnósticos y concebimos pertinentes y sensatas las proposiciones formuladas, con especial énfasis en lo referente a los problemas de la deuda internacional de los países en vías de desarrollo.

· De especial interés consideramos los planteamientos relacionados con el empleo y la elevación del nivel de vida, entre otras razones, porque para la economía venezolana estos aspectos son de trascendental importancia, así como lo correspondiente a la coordinación de las políticas regionales y nacionales donde la adecuada articulación de la variables financieras y monetarias a nivel internacional y nacional son determinantes para la estabilidad y el progreso económico global y particular. Todavía tenemos fresca la herida producida por su descontrol en los años ochenta, que fue causa de graves problemas tanto para los países industrializados como para los que se encuentran en vías de desarrollo, vinculados al endeudamiento internacional y la subsiguiente incapacidad de afrontar esa deuda.

· La idea de la promoción del comercio libre y justo merece todo nuestro respaldo, pues al tiempo que favorece a las economías de menor desarrollo económico relativo, también estimula a las de los países desarrollados.

· No podemos dejar de resaltar la importancia del reforzamiento de los derechos sociales, por cuanto la tendencia a la desintegración, descomposición y exclusión social es uno de los problemas más álgidos, prácticamente a nivel mundial.

· Aunque en nuestro país hemos avanzado por el camino de la igualdad y los derechos de la mujer, no podemos dejar de enfatizar nuestro respaldo a esta iniciativa, no sólo para profundizar en dichas igualdades y derechos allí donde se haya avanzado, sino para que estas luchas se profundicen en aquellos países donde hay violaciones flagrantes a la libertad y al derecho de la mujer.

· De igual manera compartimos solidariamente la lucha en defensa del medio ambiente y, hacemos propicio el punto para mencionar los terribles daños ecológicos que estamos sufriendo en nuestro territorio como consecuencia de la explotación minera clandestina, especialmente en la obtención de metales y minerales preciosos, en la Amazonia.

Con políticas económicas y una planificación estratégica basada en las realidades estructurales de cada país y región, con objetivos de desarrollo económico y social debidamente articulados, es posible un crecimiento económico y el mejoramiento sustantivo de la calidad de vida de los pueblos.

Pero ello exige, tal como se propone en este Congreso, que las políticas económicas nacionales e internacionales coordinadas no sean anuladas por las fuerzas transnacionales, lo cual, a su vez, requiere del fortalecimiento de las instituciones democráticas.

La lucha por la cohesión social es determinante en muchas partes del mundo. Pero en la Venezuela actual es de trascendental importancia para nuestro futuro. Por diversas circunstancias, vinculadas con la mencionada confrontación irreconciliable entre mercado y Estado, nos deslizamos por la pendiente de un estatismo populista que culminó en una fuerte tendencia hacia la disolución de la sociedad, donde sólo interesa el individualismo extremo, sin conexión real con el colectivo.

En Venezuela, este hecho tiene expresión concreta en la marginalidad económica, cultural y social, así como en el alarmante crecimiento de la economía informal, facetas todas ellas de un mismo problema: la exclusión social. Señalamos este hecho, por cuanto representa una experiencia real de cómo podemos caer en el juego opuesto de la acción política que estamos obligados a realizar.

Nuestras acciones deben estar dirigidas a contraponerle a la exclusión social, la cohesión social, la estructuración de una sociedad moderna, capaz de enfrentar los retos económicos, científicos, culturales y políticos del futuro inmediato y mediato. Para ello estamos dispuestos a desarrollar programas con acciones a dos niveles simultáneamente:

En el plano internacional, apoyar estas iniciativas presentadas por el SICEDE, con la participación activa en la búsqueda de un cambio sustancial del cuadro económico internacional y del funcionamiento de las instituciones multilaterales.

Apoyar los cambios dirigidos a proveer un cuadro macroeconómico que contenga nuevos programas económicos y sociales para un desarrollo efectivamente sustentable, a diferencia de los programas aplicados por las instituciones surgidas de Bretton Woods, que se limitan a ajustes estructurales de carácter coyuntural, combinando deflación, devaluaciones y liberaciones absolutas, como si no existiesen las estructuras monopólicas a las que hemos hecho referencia. Se requieren conjuntos de medidas y de ajustes mas imparciales, que tomen en cuenta las realidades estructurales y socioculturales de los países y de las regiones donde deben aplicarse.

En el plano nacional, tenemos que efectuar serios ajustes macroeconómicos en nuestra economía para crear el ambiente adecuado en favor de la solución de los problemas de la sociedad, como condición necesaria, mas no suficiente. Adicionalmente tenemos que realizar grandes esfuerzos a nivel microeconómico y sectorial.

Hemos diseñado y aplicado buenos programas macroeconómicos de estabilización. Sin embargo, no hemos sido capaces de instrumentar programas efectivos que armonicen las políticas macroeconómicas, con las acciones microeconómicas concretas, a través de las cuales podríamos construir una economía sólida, abierta, competitiva y capaz de insertarse positivamente en la globalización económica contemporánea.

Para nosotros, esta articulación sectorial entre las medidas macroeconómicas y las políticas microeconómicas, es una de las esferas donde el Estado debe cooperar y participar con el sector privado, impulsando la producción y fortaleciendo los mecanismos del mercado en pro del progreso económico y social del país y de nuestra región. Es, tal vez, la única posibilidad real de lograr la integración a la globalización de la economía.

Con la intención de ejemplarizar, permítaseme hacer referencia al sector de las pequeñas y medianas empresas, como una de las muchas áreas donde el Estado debe coparticipar eficazmente con el sector privado.

Tal como lo señala el SICEDE, estas empresas son altamente generadoras de empleo. Pero en Venezuela este sector carece de un adecuado soporte para su estabilización y crecimiento. Sólo ha contado con sistemas crediticios creados por el Estado, pero no ha sido apoyado con cadenas tecnológicas e infraestructura productiva, ha carecido de una infraestructura de información y servicios de apoyo en los canales de distribución y mercadeo, así como de la plataforma de información y transferencia tecnológica para la producción y la apertura de sus mercados. Esto también es válido para las empresas grandes, sólo que, en última instancia, éstas cuentan con recursos propios que les permiten avanzar en su progreso económico, lo cual no ocurre con las pequeñas y medianas.

Consideramos que el Estado debe participar de manera significativa en este tipo de acciones como un deber para impulsar el desarrollo económico y el bienestar de su población.

Nosotros tenemos como objetivo el desarrollo económico estrechamente relacionado con la elevación de la calidad de vida de nuestro pueblo, dentro de un claro concepto de solidaridad social.

Somos partidarios de desarrollar nuestra economía con tanto mercado como sea posible y tanta participación del Estado como sea necesaria, con políticas económicas intrínsecamente vinculadas con las políticas sociales y viceversa, para lograr una distribución equitativa de la riqueza económica. Es decir, políticas económicas con contenido social y políticas sociales con sentido económico.

Tanto las políticas económicas como las sociales, en su estrecha interrelación, deben lograr efectivamente la incorporación total de la sociedad en los procesos económicos, como la manera medular de anular la exclusión social y lograr la cohesión equilibrada de la sociedad.

El SICEDE afirma que "el alto índice de desempleo y la exclusión social constituyen los problemas mas graves de nuestra era y son una verdadera amenaza para la democracia". La Venezuela actual es un ejemplo vivo de tal aseveración. Por tal razón, asumimos el reto ante nuestro país y ante esta Internacional Socialista de luchar por una democracia efectiva, la cohesión social y encontrar los caminos para garantizarle a nuestro pueblo el bienestar económico y social, así como contribuir solidariamente en la misma lucha en favor de todos los pueblos del planeta y particularmente de los pueblos hermanos de América Latina.

Los problemas relevantes de la ineficiencia del Estado venezolano derivan de su exagerado tamaño y mal manejo de las políticas económicas, entre otras. Estamos conscientes de la necesidad de enfrentar procesos de privatización en un amplio sentido sin renunciar al derecho del Estado de operar aquellas industrias básicas y estratégicas que constituyen la columna vertebral del ingreso nacional. Queremos contar con instituciones públicas que efectivamente sean garantes de que se respeten las reglas democráticas del juego económico, del juego político y del interés social. Todo ello nos exige una profunda reforma del Estado.

Como puede observarse, tanto la problemática socioeconómica por la cual atraviesa Venezuela, como nuestra posición y principios políticos, constituyen una realidad que representa un ejemplo vivo de lo acertado de las proposiciones que el SICEDE formula ante este Congreso.

Compañeros delegados,

El ideario y la acción de los socialdemócratas han obtenido grandes victorias en el Siglo XX en la batalla por la democracia, la libertad y los derechos humanos. Nos toca ahora emprender con la misma fuerza y determinación la batalla por el desarrollo económico con bienestar expandido.

¡Es nuestra responsabilidad histórica!

¡Muchas Gracias!


Nueva York, 9 de septiembre de 1996

 

 

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