En la mayoría de las apreciaciones y opiniones vertidas con respecto a la iniciativa de modificación constitucional, queda como fondo, expresada vagamente - excepto por la Secretaría de Energía, que tiene un plan bien definido al respecto -, la idea de que existe una necesidad imperiosa de modificar las estructuras administrativas del sector eléctrico nacional interconectado y de que "hay que modernizarlo".

Decimos que excepto la Secretaría de Energía, porque no sólo tienen un plan al respecto, sino que es para ellos imprescindible que tanto la CFE como LFC sean reestructuradas para poder implementar su idea del "mercado eléctrico" y aparentar "gran competencia" -en su óptica, la panacea universal para la solución de todos los problemas que aquejan a la humanidad -, tanto en la generación como en la distribución del fluido eléctrico, dado que su concepción de "reestructuración" conlleva la modificación del régimen de propiedad de las plantas generadoras y la "regionalización" de la red de distribución -con la consiguiente multiplicación de las estructuras administrativas- para preformar las futuras "empresas de distribución" y así retirar al Estado del problema eléctrico y transformar lo que en la actualidad es un servicio público en un conjunto de negocios particulares sin el menor asomo de criterio ni preocupación social, ACEPTANDO COMO FATAL EL COLONIAJE, DEL QUE HASTA SE HAN CONVERTIDO AHORA EN PROMOTORES (se recorre el tercer mundo asegurando a los gobiernos de estos países que "le tienen que entrar, que ya no hay reversa, que no les va a doler, que les va a ir mejor si aprovechan la oferta, etc.").

Sin embargo, pese a las afirmaciones reiterativas en contra, del secretario de energía; se pueden contemplar un conjunto de opciones y posibilidades que no implican la necesidad de "rematar al mejor postor" el gigantesco sistema interconectado del territorio nacional, que cubre las necesidades tanto domésticas como industriales de todo el país, producto de la inversión y trabajo humano, aplicado a su desarrollo, por los mexicanos, POR CERCA DE 100 AÑOS.

La primera opción, completamente viable, salta a la vista: simplemente mantener el sistema como está, es decir, compuesto por dos empresas del mismo dueño - el pueblo de México -, CFE y LFC, dado que actualmente, con la estructura convenida con los respectivos sindicatos, funciona, y funciona bien.

Si, en todo caso, se quiere "modernizar" e incorporar lo "último" a los métodos de trabajo, no se requiere modificar la estructura general - concebida para funcionar con objetivos sociales además de buscar la eficiencia en todos los métodos de trabajo, no para ganar una "competencia" con nadie, sino para lograr su mejor desempeño; como lo demuestra el gran incremento en el número de usuarios atendidos, con un aumento mucho menor de personal (en porcentajes), en el mismo tiempo (si eso no es productividad ¿qué es?) - bastaría con acordar con la contraparte laboral la implantación de nuevos equipos o dispositivos "ultramodernos" en las distintas áreas o secciones existentes, de acuerdo a las normas contractuales imperantes, impartiendo la capacitación que se requiera; esto para el caso del sistema de distribución, principalmente LFC.

Y para la CFE continuar con la construcción de las plantas generadoras que se necesiten, de la misma manera que hasta ahora, incorporando, si así se considera, las novedades en métodos de generación, de operación o de transmisión, distribución o comercialización.

Esta solución sería más barata ya que no haría falta, entre otras cosas, un "excedente" notable en la generación ya que este es condición sin la cual no se puede dar el "mercado eléctrico", amen de no necesitar introducir intermediarios, que solamente encarecerían las tarifas (tampoco harían falta la cantidad de empleados de confianza que se han venido contratando o se piensan contratar, en la mayoría de los casos sin justificación aceptable).

En cuanto a la cantidad necesaria para el desarrollo de la capacidad de generación, se trata de tan solo un 4% anual del presupuesto, obtenible fácilmente quitando un 0.25% a 16 rubros del presupuesto y ni siquiera se va a notar.

Y lo más importante, el sistema seguiría perteneciendo a la Nación con un control total sobre todas sus partes y procesos y la libertad de decidir libremente el uso de la energía eléctrica, garantizando, tanto a los usuarios domésticos como a los industriales, grandes o chicos, tanto el abasto como la calidad de un servicio básico que no depende de los vaivenes del mercado.

Otra opción sería, desde luego, la de la Integración de CFE y LFC en un solo organismo, una sola empresa, con un solo sindicato y un solo contrato colectivo de trabajo.

Para que esto se pueda dar deberán de establecerse, como premisas fundamentales, los objetivos de la empresa: Nacional, social, tomando en cuenta a todos los sectores y clases sociales que componen la Nación, a las ciudades y al campo, todo lo contrario del proyecto del Sr. Téllez K.; con un sindicato democrático en el que la totalidad de las formas de representación sean producto del voto directo de los trabajadores, sin intromisiones de ninguna clase; y por último, con un Contrato Colectivo de Trabajo que recopile lo mejor de los dos actuales, que dé verdaderas garantías al personal; y en donde se reduzcan los puestos de "empleados de confianza" AL MÍNIMO POSIBLE, dado que solamente dificultan el desempeño normal de las labores, en la mayoría de los casos.

Una empresa así, con un gobierno comprometido con el pueblo, para el que debe gobernar, sería un baluarte en la resistencia a los embates colonizadores del neo-Imperio y garantía para consumidores domésticos e inversionistas chicos, medianos y grandes, de estabilidad en el desarrollo y no la situación de conflicto permanente y zozobra que se denomina eufemísticamente como "COMPETENCIA", a la que increíblemente se le han atribuido toda clase de virtudes en contra del elemental sentido común.

Hay otra opción que también se puede contemplar: se trata de establecer empresas integradas verticalmente, con todas las partes correspondientes desde la generación hasta el consumo, pertenecientes todas al mismo dueño: el pueblo de México, interconectadas entre sí, atendiendo en su totalidad a diferentes regiones geográficas, con patrimonios y posibilidades de expansión y financiamiento propios, de manera similar al sistema de Baja California. Una de estas regiones, ampliada para darle cobertura de generación, sería LFC que atendería el centro de la República y el área metropolitana de la Ciudad de México.

Las regiones propuestas serían como divisiones del gran sistema inerconectado y su administración y planeación se determinaría en oficinas centrales, con la intervención de los dirigentes divisionales.

De manera parecida funcionaría el sindicato único, democrático, como el perfilado en la opción anterior, al que pertenecerían las divisiones resultantes, a la manera en que funciona actualmente el SME.

El Contrato Colectivo de Trabajo, como en la opción anterior, deberá ser único y con lo mejor de ambos contratos colectivos.

Esta solución deberá de contemplar los mismos objetivos de anti-colonialismo y nacionalismo para que de todas maneras la electricidad sea fuente de calidad de vida y desarrollo de la Nación Mexicana y no de enriquecimiento desmedido de unos cuantos y de control de nuestro país.

Como se ve, no hay ninguna prisa para reestructurar la Industria Eléctrica ni porqué considerar que no hay salida y que fatalmente debemos de caer en la privatización; si alguna decisión se quiere tomar al respecto, se deben de efectuar primero estudios serios, contemplando éstas y otras alternativas posibles y sobre todo se deben de efectuar con la intervención de todos los actores involucrados tomando en cuenta sus intereses y necesidades y tomando en cuenta principalmente AL PUEBLO DE MÉXICO, SU SOBERANÍA Y SU INDEPENDENCIA.