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La reestructuración de LyFC, en manos de una transnacional.


Una consultora internacional, impulsora activa del proceso de globalización mediante su participación en el proceso de privatización de los servicios públicos (luz y gas principalmente), se encarga desde 1995 de elaborar el "proyecto de reestructuración y modernización de LyFC", proyecto que se pretende hacer pasar como única vía para reestructurar la empresa. Dicho proyecto, que es estratégico para el sector eléctrico mexicano porque representa una oportunidad para plantear el fortalecimiento de LyFC, parece contar con el aval (por carencia de un proyecto propio) del SME.

Dada la trascendencia del proyecto, que debe buscar como objetivo la sustentabilidad económica y financiera de la empresa, al tiempo que mantiene tarifas justas y un mejor servicio para los consumidores, se esperaría que también fuera congruente con otras políticas generales, como el plan nacional de energía; tomando además en consideración criterios fundamentales tan diversos que van desde la preservación ambiental hasta el respeto a los criterios de justicia laboral. Sin embargo la realidad es muy otra.

La administración de LyFC ha adjudicado a la transnacional FENOSA alrededor de 18 millones de dólares americanos, solo por servicios y dietas, mediante asignación directa (sin licitación) y en una serie de contratos consecutivos a partir de 1995, tomando como justificación un acuerdo de cooperación técnica con la empresa gallega establecida en Madrid, España, (todavía Unión Eléctrica-FENOSA S.A. por aquellos días). Tal acuerdo fue firmado en 1990 en la Cd. de México por Jorge Gutiérrez Vera, como subdirector de la LyFC (CLFC entonces) y Honorato López Isla como director de la segunda, bajo los auspicios dela visita que el rey de España realizara entonces a nuestro país. Dicho acuerdo tiene una duración indefinida, y ofrecía como justificación para la colaboración que "La evolución de CLFC presenta una problemática semejante a la experimentada por Unión Eléctrica-FENOSA, que en los últimos años ha desarrollado un ambicioso plan de modernización y de incorporación de nuevas tecnologías de gestión.

Renacer ¿de nuestras cenizas?

Resulta extraño que se mencionara aquella ocasión una similitud evolutiva entre ambas empresas, dado que España estaba en los albores de la privatización de su industria eléctrica y FENOSA recién terminaba el proceso de fusión que había llevado a Unión Eléctrica y Fuerzas Eléctricas del Noroeste a despedir en conjunto a más de la tercera parte del personal resultante de la fusión (proyecto que recibió por cierto el nombre de "Fénix"). FENOSA es hoy un grupo empresarial con intereses en negocios eléctricos y no eléctricos (en México se les conoce también por sus inversiones en aeropuertos), que integra alrededor de 30 empresas en "los cinco continentes". La actividad internacional del Grupo comenzó con lo que se denominaría más adelante Unión FENOSA ACEX (Acción Exterior), empresa con la que en 1988 FENOSA "exportó" su modelo organizacional, contratada para participar en el "Proyecto de Mejora de la Gestión" de la empresa eléctrica estatal uruguaya Usinas y Transmisiones Eléctricas (UTE).

El convenio CLyF-FENOSA de 1990 establecía que el esquema de desarrollo de la cooperación se daría, entre otras cosas, mediante "contratos específicos en áreas de desarrollo de sistemas de información y gestión y aplicaciones tecnológicas, en general, en los casos en que cualquiera de las dos empresas hayan desarrollado herramientas de conocida solvencia". Por supuesto que se hablaba concretamente de comprar los sistemas de gestión que FENOSA había desarrollado para sí misma, como base de su propia "reorganización". LyFC no tuvo jamás planes para desarrollar un plan de modernización propio, ni siquiera a nivel informático. Por lo que desde el primer contrato de "consultoría" de FENOSA, firmado en diciembre de 1995, con el objeto de "llevar a cavo la fase I del proyecto de Modernización Empresarial de LyFC en lo que se refiere a sus áreas de distribución y comercialización", lo que en realidad se hizo fue promover en LyFC la adopción del modelo español. Veamos:

La denominada Fase I consistía, según el propio contrato, en el "Análisis de la situación actual, definición de los objetivos a mediano plazo de la entidad, diseño de la estrategia de cambio empresarial y elaboración de los planes de modernización de las áreas de distribución y comercialización." Esto invocando una "propuesta de colaboración profesional para LyFC" elaborada por FENOSA en 1996, en la además se contemplaba una segunda etapa de colaboración para analizar el programa de reestructuración, y la asistencia técnica en el diseño de un sistema de información económica.

La "modernización cosmética"

Ambos puntos concretaron en sendos contratos y otros más que derivaron en el compromiso de FENOSA para "desarrollar" otros dos sistemas de información además del Sistema de Información Económica (SIE) y del Sistema de Gestión Comercial (SGC): el Sistema de Gestión de Abastecimientos (SGA) y el Sistema de Administración de Recursos Humanos (SARH). Es decir que mediante una proceso truculento, e invocando la asignación de los contratos a un proveedor único por razones de confidencialidad (para evitar inquietud y reacciones sindicales se dijo oficialmente), se procedió a contratar los sistemas de información de FENOSA, que además requirieron una inversión enorme en equipo (casi otro tanto a lo pagado a FENOSA) más una importante cuenta por mantenimiento que se pretende asignar permanentemente a algún asociado de esa misma empresa. ¿En esto consistió la reestructuración y modernización de LyFC? ¿Será con programas informáticos como LyFC logre rebasar el proceso de asfixia al que ha estado sometido por años?

Esto deja ver una terrible falta de visión estratégica, además de una serie de anomalías que tienen su punto culminante cuando la consultora se encargó también de la promoción de sus sistemas informáticos alegando cínicamente que serán el soporte de la nueva forma de operar de la empresa. Una empresa que jamás analizaron y por tanto desconocen. Lo paradójico es que aún la administración de LyFC, según consta en las minutas de Comité de Dirección y Operación del proyecto, reconoce desde 1998 que aunque "los sistemas en desarrollo están diseñados para operar bajo distintos grados de descentralización, es posible atenuar el impacto de su implantación sobre la materia de trabajo, más no sobre la definición de labores"; justificando con ello la necesidad de un proceso adicional llamado de regionalización, orientado a fraccionar LyFC en "unidades comerciales".

Este desbarajuste se deriva de que las entidades encargadas de coordinar el papel asignado a la consultora violaron el sentido del proceso de negociación, definido siempre por el SME como un instrumento de participación bilateral, de abajo hacia arriba. Así, la tarea original de la consultora, inminentemente técnica en todo caso, derivó en una intromisión insultante, que compromete la viabilidad de LyFC y por ello afecta al Sector Eléctrico Nacional.

Me pegan... y sin embargo no me muevo

Pero ese no es el peor peligro. Una y otra vez, a lo largo de su existencia, el SME ha estado sometido a agresiones que comprometieron incluso su existencia, y sin embargo ha salido avante. La férrea defensa de la industria eléctrica de los últimos dos años es el ejemplo más reciente. Sin embargo, de manera paradójica, el SME enfrenta hoy al interior un inmovilismo peligroso, claramente ejemplificado en la pasada elección y en la aprobación, sin discusión, de la nueva estructura.

El peligro radica en que los miedos colectivos y las conveniencias sectarias, cancelen la posibilidad de un proyecto propio. Una reelección así, sin oposición, parece por inercia y, por tanto, sin más alcance que salvar lo inmediato dando continuismo a una fórmula probada. El SME puede caer en una frágil y falsa uniformidad de intereses que pretenda suplantar la unidad interna y el concenso en la lucha. Una reelección en esas condiciones puede generar conformismo y desconcierto, debilitando aún más que las propias agresiones externas.

El SME debe rectificar el camino. No es posible aceptar que el proyecto de reestructuración y modernización de LyFC, elaborado por FENOSA y planteado unilateralmente por la empresa, represente la única opción para LyFC en el contexto de la reestructuración del Sector Eléctrico. Dicho proyecto es producto de las decisiones erróneas de una pequeña élite incrustada en LyFC. Decisiones que fueron tomadas apresuradamente, una vez que la administración enfrentó su propia incapacidad para elaborar una propuesta propia -ocupada como estaba en desmantelar la empresa-. Decisiones que hoy, cuando el fracaso es evidente, se refrendan cínicamente pretendiendo imponer a toda costa el proyecto de FENOSA, aprovechando es espacio que deja la ausencia de una propuesta del SME.

Aunado a esto, se corre el peligro de pervertir el espacio de discusión interna. No habiendo oposición política, sí existe entre los trabajadores una fuerte inconformidad con el proyecto, dado que los problemas de fondo persisten: auto-invasión de materia de trabajo y contratismo, pérdida de funciones a manos de empleados de confianza (y por honorarios), pésimas condiciones de trabajo, carencia de recursos, etc. Sin embargo se pretende acallar la disidencia al proyecto de la patronal anteponiendo el interés, perfectamente legítimo por supuesto, de la lucha contra la privatización. No es posible etiquetar de traición a la lucha antiprivatizadora cualquier desacuerdo con el proyecto de reestructuración de FENOSA, una lucha que en todo caso complementa a la que el SME ha librado los últimos dos años. Urge pues lanzar el proyecto del SME. Uno que sea acorde con el compromiso que adquirió nuestro sindicato cuando la nacionalización de la industria eléctrica, y que ratificó reiteradamente durante la lucha contra la privatización.

Por un proyecto de los trabajadores

En principio dos son los problemas urgentes que deben resolverse en LyFC si deveras se quiere iniciar un verdadero proceso de refundación de la empresa: Lo primero es la recuperación del orden legal, que ha permitido la proliferación del contratismo a niveles que no se habían visto desde que la industria se nacionalizó. El segundo paso sería la recuperación del carácter bilateral y amplio de las negociaciones. Resuelto esto, es obvio que el proyecto podrá atender las cuestiones realmente urgentes de LyFC, como son la deuda y la falta de generación (no las mejoras cosméticas como la adquisición de programas y equipo de cómputo.) A partir de esto, la reestructuración podrá plantearse sobre bases firmes, y no al revés, como se pretende hacerse. El aval dado a la dirección sindical para "negociar" una nueva estructura no debe servir para firmar acuerdos basados en promesas que la administración no puede cumplir, de nada sirve el chantaje, los trabajadores no nos chupamos el dedo. El saneamiento de LyFC es parte del proyecto nacional y es un plan de largo plazo, que debe quedar bien sustentado desde este momento. Basta de promesas, LyFC debe sanearse administrativa y financieramente: ¡Hoy! ¡Hoy! ¡Hoy!

La alternativa es clara, un fracaso ahora derivaría en un caos que justificaría la privatización de LyFC abriendo con ello la puerta a la privatización del sector eléctrico. Por ello la estrategia de la administración consiste en ofrecer convenios y negociaciones parcializadas, área por área y "en lo oscurito", como única vía para reorganizar la estructura de LyFC ¿Negociando problema por problema, de manera individual, se transformarán procesos que son fundamentales en el accionar de la empresa? Por supuesto que no y todos lo sabemos, pero esta actitud propicia deliberadamente la devaluación de los valores reales del trabajo, como son la experiencia y el conocimiento de la materia de trabajo, fomentando una falsa competencia. Esta estrategia permitirá cuando más acomodar los intereses de algunos grupos, pero nunca mejorarán la eficiencia terminal de los procesos. La administración lo sabe y por ello trivializa y devalúa nuestra fuerza de trabajo, haciéndola aparecer como materia de simples revisiones de convenios departamentales ¿Será que en el fondo esta es una estrategia para imponer de paso los postulados de la "nueva cultura laboral" de monseñor Abascal?

Porque la reestructuración y la modernización de LyFC no comienzan ni terminan con la simple sistematización de procesos, que por otra parte ya existía. Se trata más bien de modificar el contexto organizacional para favorecer los valores propios y reforzar nuestras ventajas estratégicas, modificando (incluso eliminando) aquellos procesos (y por supuesto aquellos códigos de conducta) que impiden mejorar el servicio. Pero ello no solo debe hacerse con criterios eficientistas, como vía para obtener beneficio económico (e incentivar así la inversión privada de paso), sino como un medio para ampliar la infraestructura de modo que permita el desarrollo industrial y mercantil del país, allí sí, mediante las inversiones de particulares.

Inversión privada sí, pero productiva

Y aquí es donde todo se reúne: Por supuesto que la economía nacional requiere de la inversión privada, pero en actividades productivas, no especulando con la compra de infraestructura (recordemos bancos, carreteras, ferrocarriles y más recientemente los ingenios azucareros). La recurrentes crisis económicas de los últimos tiempos nos han enseñado que el papel regulador del estado en materia de infraestructura es vital para salir adelante. La actual ola mundial de privatización de los servicios públicos ha traído una crisis aún mayor en el sector energético, principalmente en la industria eléctrica. Y esto sucede porque la supuesta eficiencia de la iniciativa privada no da para resolver los problemas que plantea proporcionar los servicios públicos, y particularmente la energía eléctrica.

Nuestra tarea

Por nuestra parte, los electricistas tenemos el compromiso de empatar los intereses particulares y colectivos con los de clase, mediando entre la posición de quienes por carecer de propuestas prefieren que todo siga igual (que los hay), y aquellos que desean un "cambio" hacia una nueva cultura laboral, más flexible y tecnificada (que también los hay). El SME debe tomar su lugar ante las distintas propuestas de reforma del sector eléctrico, elaborando lo correspondiente a la reforma de LyFC. Hay antecedentes valiosos que sirven de punto de partida, como el documento técnico elaborado por la comisión del mismo nombre y presentado en 1999 ¿Dónde quedó esa línea de acción, elaborarda a partir de metas simples y perfectamente medibles?

Rescatemos la restructuración y modernización de LyFC levantando si es necesario a aquellos miembros de la propia dirección sindical y de la comisión de trabajo, que parecen no darse cuenta que la lucha contra la privatización empieza en casa. La lucha es de todos, no se vale nadar de muertito hasta las próximas elecciones. Las reiteradas modificaciones a la Ley del Servicio Público de Energía Eléctrica desde 1992 y a su reglamento correspondiente han creado el espacio ideal a la entrada de particulares en el sector. Por ese conducto la Comisión Reguladora de Energía se ha despachado con la cuchara grande otrogando concesiones que violan el espíritu constitucional ¿Y los electricistas? Bien gracias, capoteando el vendaval.

Es hora de una respuesta enérgica de los trabajadores

Por un proyecto de los trabajadores, en beneficio de México.

No más cambios jurídicos en tanto no se defina un plan nacional de energía.

Derogación de las modificaciones que lesionan nuestra materia de trabajo


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