No atacar en las cuatro direcciones

Mao Tsetung


  NO ATACAR EN LAS CUATRO DIRECCIONES[*]
  6 de junio de 1950 



      Luego de la II Sesión Plenaria del VII Comité Central, culminó con la 
  victoria nacional la revolución de nueva democracia dirigida por nuestro 
  Partido y se fundó la República Popular China. Esta es una gran victoria sin 
  precedentes en la historia de China, otra gran victoria de significación 
  mundial después de la Revolución de Octubre. El camarada Stalin y muchos otros 
  camaradas extranjeros estiman que la victoria de la revolución china es 
  extraordinariamente grandiosa. En cambio muchos de nuestros camaradas, 
  sumergidos como han estado en la lucha no alcanzan a percibir que es así. De 
  ahí la necesidad de hacer, entre los militantes del Partido y las masas, una 
  amplia propaganda sobre el enorme significado que tiene la victoria de la 
  revolución china. 
      Habiendo conquistado esta gran victoria, aún tenemos enfrente luchas muy 
  complejas y una multitud de dificultades. 
      Hemos cumplido la reforma agraria en regiones del Norte que abarcan a unos 
  160 millones de habitantes, gran éxito que debemos reafirmar. Obtuvimos la 
  victoria de la Guerra de Liberación sustentándonos principalmente en estos 160 
  millones de habitantes. Fue el triunfo de la reforma agraria el que nos 
  permitió conquistar la victoria de la lucha por derrocar a Chiang Kai-shek. En 
  el otoño de este año, empezaremos la reforma agraria en extensas regiones 
  donde viven unos 310 millones de habitantes para echar abajo a la clase 
  terrateniente en su totalidad. Los enemigos que enfrentamos en la reforma 
  agraria son bastante fuertes y numerosos. A nosotros se nos oponen, primero, 
  los 


      * Parte del discurso que pronunció el camarada Mao Tsetung en la III 
  Sesión Plenaria del VII Comité Central del Partido Comunista de China. Aquí, 
  el autor dio una explicación de su informe presentado por escrito bajo el 
  título de "Luchemos por un mejoramiento fundamental de la situación financiera 
  y económica del país", y dilucidó las concepciones estratégicas y tácticas 
  contenidas en dicho informe. 
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  imperialistas; segundo, los reaccionarios de Taiwán y del Tíbet; tercero, las 
  fuerzas remanentes del Kuomintang, los agentes secretos y los bandoleros; 
  cuarto, la clase terrateniente, y quinto, las fuerzas reaccionarias que anidan 
  en las escuelas de misiones establecidas en China por los imperialistas y en 
  los círculos religiosos, así como en las instituciones culturales y 
  educacionales del Kuomintang, que hemos tomado a nuestro cargo. Todos ellos 
  son nuestros enemigos. Hemos de luchar contra ellos y realizar la reforma 
  agraria en regiones mucho más extensas que antes. Se trata de una lucha muy 
  enconada, una lucha jamás conocida en la historia. 
      Al propio tiempo, la victoria de la revolución ha conducido a cambios en 
  la economía. Estos, aunque necesarios, suponen por el momento una carga muy 
  pesada para nosotros. Como consecuencia de estos cambios y de los destrozos 
  que ha causado la guerra a la industria y el comercio, muchas personas se 
  muestran descontentas con nosotros. últimamente se han tornado muy tensas 
  nuestras relaciones con la burguesía nacional, que vive en constante zozobra y 
  rumiando su resentimiento. Los intelectuales y obreros desocupados se sienten 
  insatisfechos con nosotros, así como una parte de los pequeños artesanos. Y 
  también se quejan los campesinos en la mayor parte de las zonas rurales, 
  porque, además de que aún no se ha ejecutado allí la reforma agraria, el 
  Estado les cobra grano en calidad de impuesto. 
      ¿Cuál es nuestra orientación general en la actualidad? Liquidar las 
  fuerzas remanentes del Kuomintang, los agentes secretos y los bandoleros, 
  derrocar a la clase terrateniente, liberar Taiwán y el Tíbet y llevar hasta 
  sus últimas consecuencias la lucha contra el imperialismo. A fin de aislar y 
  golpear a los enemigos que hoy tenemos enfrente, es necesario lograr que todos 
  los que dentro del pueblo están descontentos con nosotros pasen a apoyarnos. 
  Evidentemente hay, por el momento, dificultades para el cumplimiento de esta 
  tarea, pero debemos procurar zanjarlas por todos los medios. 
      Tenemos que efectuar reajustes racionales de la industria y el comercio, 
  poniendo a funcionar las fábricas paradas, a fin de emprender la solución del 
  problema de la desocupación; además, destinaremos 2.000 millones de jin de 
  cereales para el sustento de los obreros desocupados. Todo ello nos permitirá 
  conseguir su apoyo. La reducción de los arriendos y los intereses, el combate 
  contra los bandoleros y los tiranos locales y la reforma agraria nos 
  granjearán el apoyo de las grandes masas campesinas. También debemos ayudar a 
  los pequeños artesanos a encontrar una salida que les asegure la subsistencia. 
  En 
  pág. 32
  cuanto a la burguesía nacional, en vez de mantener unas relaciones demasiado 
  tirantes con ella debemos mejorarlas por medio de los reajustes racionales de 
  la industria y el comercio así como de los impuestos. Para los intelectuales, 
  es preciso establecer diversos cursos de adoctrinamiento, escuelas 
  político-militares e institutos de la revolución; debemos ponerlos a nuestro 
  servicio y al mismo tiempo educarlos y remodelarlos. Hay que enseñarles 
  diversas disciplinas tales como la historia del desarrollo de la sociedad y el 
  materialismo histórico. Incluso para con los idealistas tenemos maneras de 
  conseguir que no se nos opongan. Mientras ellos hablan de la creación del 
  hombre por Dios, nosotros hablamos de la evolución del mono al hombre. A 
  aquellos intelectuales de edad avanzada, digamos mayores de setenta años, 
  debemos asegurarles la subsistencia, siempre que apoyen al Partido y al 
  gobierno popular. 
      Todo el Partido debe trabajar concienzuda y prudentemente por alcanzar 
  éxitos en la esfera del frente único. Es necesario unirnos con la pequeña 
  burguesía y la burguesía nacional, colocándolas bajo la dirección de la clase 
  obrera y tomando como base la alianza obrero-campesina. La burguesía nacional 
  desaparecerá en el futuro, pero ahora debemos unirla en torno nuestro en vez 
  de apartarla de nosotros. Debemos, de un lado, mantener la lucha contra la 
  burguesía nacional y, del otro, unirnos con ella. Hay que exponer claramente 
  este principio ante los cuadros y demostrar con los hechos que es correcto y 
  necesario unirnos con la burguesía nacional, los partidos democráticos, las 
  personalidades democráticas y la intelectualidad. Muchos de sus representantes 
  eran antes enemigos nuestros, pero se han desprendido del campo adversario 
  para pasarse a nuestro lado. Con éstos también debemos unirnos, ya que en una 
  u otra medida son unibles. La unidad con ellos favorece al pueblo trabajador. 
  Es necesario que en el presente adoptemos esta táctica. 
      Es muy importante unirnos con las minorías nacionales. En la totalidad del 
  país, éstas tienen aproximadamente una población de treinta millones. Las 
  reformas sociales en las zonas de minorías nacionales constituyen un asunto de 
  gran importancia y debemos tratarlo prudentemente. De ninguna manera debemos 
  actuar allí con precipitación, pues así provocaríamos líos. Si las condiciones 
  no están maduras, no conviene proceder a las reformas. Si sólo hay una 
  condición madura mientras que las demás están en ciernes, tampoco conviene 
  realizar reformas de importancia. Por supuesto, con esto no quiero decir que 
  nos abstengamos de hacer allí toda reforma. Según establece el Pro- 
  pág. 33
  grama Común, en las zonas de minorías nacionales se puede reformar algunas 
  costumbres y prácticas tradicionales. Pero esto debe ser obra de las propias 
  minorías nacionales. Antes de que se tenga el apoyo de las masas y de que se 
  cuente con fuerzas armadas populares y con cuadros de las minorías nacionales, 
  no se debe llevar a cabo ninguna reforma que tenga una envergadura de masas. 
  Es indispensable que ayudemos a las minorías nacionales a formar sus propios 
  cuadros y que nos unamos con las grandes masas que las integran. 
      En una palabra, no debemos atacar en las cuatro direcciones. Si lo 
  hiciéramos, pondríamos en tensión a todo el país, y esto sería muy malo. De 
  ninguna manera debemos crearnos demasiados enemigos, sino hacer ciertas 
  concesiones en una dirección y aflojar allí un poco la tensión para concentrar 
  fuerzas y lanzar ataques en otra. Debemos trabajar bien para que los obreros, 
  campesinos y pequeños artesanos nos apoyen y para que la gran mayoría de la 
  burguesía nacional y de la intelectualidad no se oponga a nosotros. De este 
  modo, quedarán aisladas las fuerzas remanentes del Kuomintang, los agentes 
  secretos y los bandoleros, aislada la clase terrateniente, aislados los 
  reaccionarios de Taiwán y el Tíbet, y aislados también de nuestro pueblo los 
  imperialistas. Esta es nuestra política, ésta, nuestra orientación estratégica 
  y táctica y ésta, en fin, la línea de la presente Sesión Plenaria del Comité 
  Central. 










      From Marx to Mao
      (English)
      Desde Marx
      hasta Mao
      Textos
      de Mao





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