La guerra de guerrillas

V. I. Lenin
LA GUERRA DE GUERRILLAS




  


   

  LA GUERRA DE GUERRILLAS 



      La cuestión de la acción guerrillera es de sumo interés para nuestro 
  Partido y para las masas obreras. Ya nos hemos referido de paso a ella más de 
  una vez, y ahora, tal como lo habíamos prometido, nos proponemos ofrecer una 
  exposición más completa de nuestras ideas al respecto. 


  I 
      Comencemos por el principio. ¿Cuáles son las exigencias fundamentales que 
  todo marxista debe presentar para el análisis de la cuestión de las formas de 
  lucha? En primer lugar, el marxismo se distingue de todas las formas 
  primitivas del socialismo pues no liga el movimiento a una sola forma 
  determinada de lucha. El marxismo admite las formas más diversas de lucha; 
  además, no las "inventa", sino que generaliza, organiza y hace conscientes las 
  formas de lucha de las clases revolucionarias que aparecen por sí mismas en el 
  curso del movimiento. El marxismo, totalmente hostil a todas las fórmulas 
  abstractas, a todas las recetas doctrinas, 
  
  exige que se preste mucha atención a la lucha de masas en curso que, con el 
  desarrollo del movimiento, el crecimiento de la conciencia de las masas y la 
  agudización de las crisis económicas y políticas, engendra constantemente 
  nuevos y cada vez más diversos métodos de defensa y ataque. Por esto, el 
  marxismo no rechaza categóricamente ninguna forma de lucha El marxismo no se 
  limita, en ningún caso, a las formas de lucha posibles y existentes sólo en un 
  momento dado, admitiendo la aparición inevitable de formas de lucha nuevas, 
  desconocidas de los militantes de un período dado, al cambiar la coyuntura 
  social. El marxismo, en este sentido, aprende, si puede decirse así, de la 
  práctica de las masas, lejos de pretender enseñar a las masas formas de lucha 
  inventadas por "sistematizadores" de gabinete. Sabemos -- decía, por ejemplo, 
  Kautsky, al examinar las formas de la revolución social -- que la próxima 
  crisis nos traerá nuevas formas de lucha que no podemos prever ahora. 
      En segundo lugar, el marxismo exige que la cuestión de las formas de lucha 
  sea enfocada históricamente. Plantear esta cuestión fuera de la situación 
  histórica concreta significa no comprender el abecé del materialismo 
  dialéctico. En los diversos momentos de la evolución económica, según las 
  diferentes condiciones políticas, cultural-nacionales, costumbrales, etc., 
  aparecen en primer plano distintas formas de lucha, y se convierten en las 
  formas de lucha principales; y, en relación con esto, se modifican a su vez 
  las formas de lucha secundarias, accesorias. Querer responder sí o no a 
  propósito de un determinado procedimiento de lucha, sin examinar en detalle la 
  situación concreta de un movimiento dado, la fase dada de su desenvolvimiento, 
  significa abandonar completarnente la posición del marxismo. 
  
      Estos son los dos principios teóricos fundamentales que deben guiarnos. La 
  historia del marxismo en Europa Occidental nos suministra innumerables 
  ejemplos que confirman lo dicho. La socialdemocracia europea considera, en el 
  momento actual, el parlamentarismo y el movimiento sindical como las 
  principales formas de lucha; en el pasado reconocía la insurrección y está 
  plenamente dispuesta a reconocerla en el porvenir si la situación cambia, pese 
  a la opinión de los liberales burgueses, como los kadetes[141] y los 
  bezzaglavtsi [142] rusos. La socialdemocracia negaba la huelga general en la 
  década del 70 como panacea social, como medio para derribar de golpe a la 
  burguesía por la vía no política, pero admite plenamente la huelga política de 
  masa (sobre todo, después de la experiencia rusa de 1905) como uno de los 
  procedimientos de lucha, indispensable en ciertas condiciones. La 
  socialdemocracia, que admitía la lucha de barricadas en la década del 40 del 
  siglo XIX, y la rechazaba, basándose en datos concretos, a fines del siglo 
  XIX, se ha declarado plenamente dispuesta a revisar esta última opinión y a 
  reconocer la conveniencia de la lucha de barricadas después de la experiencia 
  de Moscú, que ha iniciado según las palabras de Kautsky, una nueva táctica de 
  las barricadas. 


  II 
      Establecidos los principios generales del marxismo, pasemos a la 
  revolución rusa. Recordemos el desarrollo histórico de las formas de lucha que 
  ha hecho aparecer. Primero, las huelgas económicas de los obreros (1896-1900), 
  después, las manifestaciones políticas de obreros y estudiantes (1901-1902), 
  las revueltas campesinas (1902), el principio de las huelgas 
  
  políticas de masas combinadas de diversos modos con las manifestaciones 
  (Rostov 1902, las huelgas del verano de 1903, el 9 de enero de 1905), la 
  huelga política en toda Rusia con casos locales de combates de barricadas 
  (octubre de 1905), la lucha masiva de barricadas y la insurrección armada 
  (diciembre de 1905), la lucha parlamentaria pacífica (abril-junio de 1906), 
  los alzamientos militares parciales (junio de 1905-julio de 1906), las 
  sublevaciones parciales de campesinos (otoño de 1905-otoño de 1906). 
      Tal es el estado de cosas en el otoño de 1906, desde el punto de vista de 
  las formas de lucha en general. La forma de lucha con que la autocracia 
  "contesta" es el pogromo de las centurias negras, comenzando por el de 
  Kishiniov en la primavera de 1903, y terminando por el de Siedlce en el otoño 
  de 1906. Durante todo este período la organización de pogromos por las 
  centurias negras y las matanzas de judíos, estudiantes, revolucionarios, 
  obreros conscientes han ido constantemente en aumento y se han ido 
  perfeccionando, uniéndose la violencia de la chusma sobornada a la violencia 
  de las tropas centurionegristas, llegando hasta utilizar la artillería en 
  aldeas y ciudades, en combinación con expediciones punitivas, trenes de 
  represión, etc. 
      Tal es el fondo esencial del cuadro. Sobre este fondo se dibuja -- 
  evidentemente como algo particular, secundario, accesorio -- el fenómeno a 
  cuyo estudio y apreciación está consagrado el presente artículo. ¿En qué 
  consiste este fenómeno? ¿Cuáles son sus formas? y ¿cuáles sus causas? ¿Cuándo 
  surgió y hasta dónde se ha extendido? ¿Cuál su significación en la marcha 
  general de la revolución? ¿Cuáles son sus relaciones con la lucha de la clase 
  obrera, organizada y dirigida por la socialdemocracia? Estas son las 
  cuestiones 
  
  que debemos abordar ahora, después de haber bosquejado el fondo general del 
  cuadro. 
      El fenómeno que nos interesa es la lucha armada. Sostienen esta lucha 
  individuos aislados y pequeños grupos. Unos pertenecen a las organizaciones 
  revolucionarias otros (la mayoría, en cierta parte de Rusia) no pertenecen a 
  ninguna organización revolucionaria. La lucha armada persigue dos fines 
  diferentes, que es preciso distinguir rigurosamente : en primer lugar, esta 
  lucha se propone la ejecución de personas aisladas, de los jefes y subalternos 
  de la policía y del ejército; en segundo lugar, la confiscación de fondos 
  pertenecientes tanto al gobierno como a particulares. Parte de las sumas 
  confiscadas va al partido, parte está consagrada especialmente al armamento y 
  a la preparación de la insurrección, parte a la manutención de los que 
  sostienen la lucha que caracterizamos. Las grandes expropiaciones (la del 
  Cáucaso, de más de 200.000 rublos; la de Moscú, de 875.000 rubios) estaban 
  destinadas precisamente a los partidos revolucionarios ante todo; las pequeñas 
  expropiaciones sirven en primer lugar, e incluso a veces enteramente, al 
  sostenimiento de los "expropiadores". Esta forma de lucha ha tomado un amplio 
  desarrollo y extensión, indudablemente, tan sólo en 1906, es decir, después de 
  la insurrección de diciembre. La agudización de la crisis política hasta 
  llegar a la lucha armada y, sobre todo, la agravación de la miseria, del 
  hambre y del paro en las aldeas y en las ciudades han desempeñado un 
  importante papel entre las causas que han originado la lucha de que tratamos. 
  El mundo de los vagabundos, el "lumpenproletariat" y los grupos anarquistas 
  han adoptado esta forma de lucha como la forma principal y hasta exclusiva de 
  lucha social. Como forma de lucha empleada en "respuesta" por la autocracia, 
  hay que considerar: el estado de gue- 
  
  rra, la movilización de nuevas tropas, los pogromos de las centurias negras 
  (Siedlce) y los consejos de guerra. 


  III 
      El juicio habitual sobre la lucha que estamos describiendo, se reduce a lo 
  siguiente: esto es anarquismo, blanquismo, el antiguo terrorismo, actos de 
  individuos aislados de las masas que desmoralizan a los obreros, que apartan 
  de ellos a los amplios círculos de la población, desorganizan el movimiento y 
  perjudican a la revolución. En los hechos comunicados todos los días por los 
  periódicos se encuentran, sin dificultad, ejemplos para confirmar este juicio. 

      Pero ¿son convincentes estos ejemplos? Para comprobarlo tomemos el hogar 
  en que esta forma de lucha está más desarrollada: la región de Letonia. He 
  aquí en qué términos se lamenta Nóvoie Vremia [143] (del 9 y del 12 de 
  septiembre), de la actividad de la socialdemocracia letona. El Partido Obrero 
  Socialdemócrata Letón (sección del POSDR) publica regularmente 30.000 
  ejemplares de su periódico; en las columnas de anuncios de éste se publican 
  listas de confidentes cuya supresión constituye un deber para cada hombre 
  honrado; los que ayudan a la policía son declarados "enemigos de la 
  revolución" y deben ser ejecutados, y, además, confiscados sus bienes; se 
  llama a la población a no dar dinero para el Partido Socialdemócrata más que 
  contra recibo sellado; en la última rendición de cuentas del Partido figuran, 
  entre los 48.000 rublos de ingreso del año, 5.600 rublos de la sección de 
  Libava para la compra de armas, procurados mediante expropiaciones. Como es 
  natural, Nóvoie Vremia 
  
  lanza rayos y centellas contra esta "legislación revolucionaria", contra este 
  "gobierno de terror". 
      Nadie se atreverá a calificar de anarquismo, de blanquismo, de terrorismo, 
  estas acciones de los socialdemócratas letones. Pero, ¿por qué? Porque en este 
  caso es evidente la relación de la nueva forma de lucha con la insurrección 
  que estalló en diciembre y que madura de nuevo. En lo que concierne a toda 
  Rusia, esta relación no es tan perceptible, pero existe. La extensión de la 
  lucha de "guerrillas", precisamente después de diciembre, su relación con la 
  agravación de la crisis no sólo económica, sino también política, son 
  innegables. El viejo terrorismo ruso era obra del intelectual conspirador; 
  ahora, la lucha de guerrillas la mantiene, por regla general, el obrero 
  combatiente o simplemente el obrero sin trabajo. Blanquismo y anarquismo se 
  les ocurren fácilmente a gentes que gustan de los clichés, pero en la 
  atmósfera de insurrección, que de un modo tan evidente existe en la región de 
  Letonia, es indudable que estas etiquetas aprendidas de memoria no tienen 
  ningún valor. 
      El ejemplo de los letones demuestra perfectamente que el método, tan común 
  entre nosotros, de analizar la guerra de guerrillas al margen de las 
  condiciones de una insurrección, es incorrecto, anticientífico y 
  antihistórico. Hay que tener en cuenta esta atmósfera insurreccional, 
  reflexionar sobre las particularidades del período transitorio entre los 
  grandes actos de la insurrección, comprender qué formas de lucha surgen 
  necesariamente como consecuencia de ello y no salir del paso con un surtido de 
  palabras aprendidas de memoria, que son empleadas lo mismo por los kadetes y 
  por la gente de Nóvoie Vremia : ¡anarquismo, pillaje, rufianismo! 
      Las operaciones de guerrillas, se dice, desorganizan nuestro trabajo. 
  Apliquemos este razonamiento a la situación 
  
  creada después de diciembre de 1905, a la época de los pogromos de las 
  centurias negras y de la ley marcial. ¿Qué es lo que desorganiza más el 
  movimiento en dicha época: la falta de resistencia o bien la lucha organizada 
  de los guerrilleros? Comparad la Rusia Central con sus confines del Oeste, con 
  Polonia y la región de Letonia. La lucha de guerrillas ha adquirido 
  indudablemente mucha más difusión y desarrollo en esos confines occidentales. 
  Y es no menos innegable que el movimiento revolucionario en general y el 
  movimiento socialdemócrata en particular, están más desorgenizados en la Rusia 
  Central que en las regiones del Oeste. Evidentemente, ni siquiera se nos 
  ocurre la idea de deducir que si los movimientos socialdemócratas polaco y 
  letón están menos desorganizados es gracias a la guerra de guerrillas. No. La 
  única conclusión que se desprende de ello es que no puede imputarse a la 
  guerra de guerrillas el estado de desorganización del movimiento obrero 
  socialdemócrata en la Rusia de 1906. 
      Se invocan frecuentemente las particularidades de las condiciones 
  nacionales, lo cual revela manifiestamente la debilidad de la argumentación 
  corriente. Si se trata de las condiciones nacionales, es que no se trata de 
  anarquismo, de blanquismo, de terrorismo -- pecados comunes a toda Rusia e 
  incluso específicamente rusos --, sino de algo diferente. ¡Analizad este algo 
  diferente de un modo concreto, señores! Veréis entonces que la opresión o el 
  antagonismo nacionales no explican nada, pues siempre han existido en los 
  confines occidentales, mientras que la lucha de guerrillas ha sido engendrada 
  solamente por el período histórico actual. Hay muchos sitios en que existen la 
  opresión y el antagonismo nacionales, pero no la lucha de guerrillas, que se 
  desarrolla a veces sin que se dé la opresión nacional. Un análisis 
  
  concreto de la cuestión muestra que no es del yugo nacional de lo que se 
  trata, sino de las condiciones de la insurrección. La lucha de guerrillas es 
  una forma inevitable de lucha en un momento en que el movimiento de masas ha 
  llegado ya realmente a la insurrección y en que se producen intervalos más o 
  menos considerables entre "grandes batallas" de la guerra civil. 
      No son las acciones de guerrillas las que desorganizan el movimiento, sino 
  la debilidad del Partido, que no sabe tomar en sus manos tales acciones. Por 
  eso, entre nosotros, los rusos, los anatemas lanzados habitualmente contra las 
  acciones de guerrillas, coinciden con acciones de guerrillas clandestinas, 
  accidentales, no organizadas, que realmente desorganizan al Partido. Incapaces 
  de comprender cuáles son las condiciones históricas que engendran esta lucha, 
  somos igualmente incapaces de contrarrestar sus aspectos perjudiciales. La 
  lucha no por eso deja de continuarse, pues la provocan potentes factores 
  económicos y políticos. No tenemos fuerza para suprimir estos factorcs ni esta 
  lucha. Nuestras quejas contra la lucha de guerrillas son quejas contra la 
  debilidad de nuestro Partido en materia de insurrección. 
      Lo que hemos dicho de la desorganización se aplica también a la 
  desmoralización. No es la guerra de guerrillas lo que desmoraliza, sino el 
  carácter inorganizado, desordenado, sin partido de las acciones de guerrillas. 
  De esta evidentísima desmoralización no nos salvaremos ni un ápice condenando 
  o maldiciendo las acciones de guerrillas; pues estas condenaciones y 
  maldiciones son absolutamente impotentes para detener un fenómeno provocado 
  por causas económicas y políticas profundas. Se nos objetará que si somos 
  incapaces de detener un fenómeno anormal y desmoralizador, esto no 
  
  es razón para que el Partido adopte procedimientos de lucha anormales y 
  desmoralizadores. Pero tal objeción sería puramente liberal-burguesa y no 
  marxista, pues un marxista no puede considerar en general anormales y 
  desmoralizadoras la guerra civil o la guerra de guerrillas, como una de sus 
  formas. Un marxista se basa en la lucha de clases y no en la paz social. En 
  ciertos períodos de crisis económicas y políticas agudas, la lucha de clases, 
  al desenvolverse, se transforma en guerra civil abierta, es decir, en lucha 
  armada entre dos partes del pueblo. En tales períodos, el marxista está 
  obligado a tomar posición por la guerra civil. Toda condenación moral de ésta 
  es completamente inadmisible desde el punto de vista del marxismo. 
      En una época de guerra civil, el ideal del Partido del proletariado es un 
  partido de combate. Esto es absolutamente incontrovertible. Estamos 
  completamente dispuestos a conceder que, desde el punto de vista de la guerra 
  civil se puede demostrar, y se demuestra, la inconveniencia de unas u otras 
  formas de guerra civil en uno u otro momento. Admitimos plenamente la crítica 
  de las diversas formas de guerra civil desde el punto de vista de la 
  conveniencia militar y estamos incondicionalmente de acuerdo en que, en esta 
  cuestión, el voto decisivo corresponde a los militantes activos 
  socialdemócratas de cada localidad. Pero, en nombre de los principios del 
  marxismo, exigimos absolutamente que nadie intente sustraerse al análisis de 
  las condiciones de la guerra civil con frases triviales y rutinarias sobre el 
  anarquismo, el blanquismo y el terrorismo; que no se haga de los 
  procedimientos insensatos empleadGs en la guerra de guerrillas en un cierto 
  momento por cierta organización del Partido Socialista Polaco, un espantajo en 
  la cuestión de la participación de la socialdemocracia en la guerra de 
  guerrillas en general. 
  
      El argumento de que la guerra de guerrillas desorganiza el movimiento debe 
  ser apreciado de manera crítica. Toda forma nueva de lucha, que trae aparejada 
  consigo nuevos peligros y nuevos sacrificios, "desorganiza", 
  indefectiblemente, las organizaciones no preparadas para esta nueva forma de 
  lucha. Nuestros antiguos círculos de propagandistas se desorganizaron al 
  recurrir a los métodos de agitación. Nuestros comités se desorganizaron al 
  recurrir a las demostraciones. En toda guerra, cualquier operación lleva un 
  cierto desorden a las filas de los combatientes. De esto no puede deducirse 
  que no hay que combatir. De esto es preciso deducir que hay que aprender a 
  combatir. Y nada más. 
      Cuando veo a socialdemócratas que declaran arrogante y presuntuosamente: 
  nosotros no somos anarquistas, ni ladrones, ni bandidos; estamos por encima de 
  todo eso, rechazamos la guerra de guerrillas, me pregunto: ¿comprenden esas 
  gentes lo que dicen? En todo el país se libran encuentros armados y choques 
  entre el gobierno centurionegrista y la población. Es un fenómeno 
  absolutamente inevitable en la fase actual de desarrollo de la revolución. 
  Espontáneamente, sin organización -- y, precisamente por eso, en formas a 
  menudo poco afortunadas y malas --, la población reacciona también mediante 
  colisiones y ataques armados. Estoy de acuerdo en que, a causa de la debilidad 
  o de la falta de preparación de nuestra organización, podemos renunciar, en 
  una localidad y en un momento dado, a colocar esta lucha espontánea bajo la 
  dirección del Partido. Estoy de acuerdo en que esta cuestión debe ser resuelta 
  por los militantes locales activos, en que no es cosa fácil reajustar el 
  trabajo de organizaciones débiles y no preparadas. Pero cuando veo que un 
  teórico o que un publicista de la socialdemocracia, no lamenta esta falta de 
  preparación, sino que repite con or- 
  
  gullosa suficiencia y entusiasmo narcisista las frases aprendidas en su 
  primera juventud sobre el anarquismo, el blanquismo y el terrorismo, me causa 
  una gran pena el ver rebajar así la doctrina más revolucionaria del mundo. 
      Se dice que la guerra de guerrillas aproxima al proletariado consciente a 
  la categoría de los vagabundos borrachines y degradados. Es cierto. Pero de 
  esto sólo se desprende que el partido del proletariado no puede nunca 
  considerar la guerra de guerrillas como el único, ni siquiera como el 
  principal procedimiento de lucha; que este procedimiento debe estar 
  subordinado a los otros, debe ser proporcionado a los procedimientos 
  esenciales de lucha, ennoblecido por la influencia educadora y organizadora 
  del socialismo. Sin esta última condición, todos, absolutamente todos los 
  procedimientos de lucha, en la sociedad burguesa, aproximan al proletariado a 
  las diversas capas no proletarias, situadas por encima o por debajo de él, y, 
  abandonados al curso espontáneo de los acontecimientos, se desgastan, se 
  pervierten, se prostituyen. Las huelgas, abandonadas al censo espontáneo de 
  los acontecimientos, degeneran en Alliances, en acuerdos entre obreros y 
  patronos contra los consumidores. El parlamento degenera en un burdel, donde 
  una banda de politicastros burgueses comercia al por mayor y al por menor con 
  la "libertad popular", el "liberalismo", la "democracia", el republicanismo, 
  el anticlericalismo, el socialismo y demás mercancías de fácil colocación. La 
  prensa se transforma en alcahueta barata, en instrumento de corrupción de las 
  masas, de adulación grosera de los bajos instintos de la muchedumbre, etc., 
  etc. La socialdemocracia no conoce procedimientos de lucha universales que 
  separen al proletariado con una muralla china de las capas situadas un poco 
  más arriba o un poco más abajo de él. La socialdemocracia emplea, en di- 
  
  versas épocas, diversos procedimientos, rodeando siempre su aplicación de 
  condiciones ideológicas y de organización rigurosamente determinadas[*]. 


  IV 
      Las formas de lucha de la revolución rusa, comparadas con las revoluciones 
  burguesas de Europa, se distinguen por su extraordinaria variedad. Kautsky lo 
  había previsto en parte cuando decía en 1902 que la futura revolución (tal vez 
  con excepción de Rusia, añadía) sería no tanto una lucha del pueblo contra el 
  gobierno, como una lucha entre dos partes del pueblo. En Rusia vemos que esta 
  segunda lucha toma indudablemente un desarrollo más extenso que en las 
  revoluciones burguesas de Occidente. Los enemigos de 


      * Se acusa frecuentemente a los socialdemócratas bolcheviques de asumir 
  una actitud irreflexiva y parcial frente a las acciones de guerrillas. Por 
  esto no será superfluo recoldar que en el proyecto de resolución sobre las 
  acciones de guerrillas (Nƒ 2 de Partinie Izvestia [144] e informe de Lenin 
  acerca del Congreso[145]) el sector de bolcheviques que las defiende ha puesto 
  las condiciones siguientes para su aprobación: no son toleradas en absoluto 
  las "expropiacioncs" de bienes privados; las "expropiacioncs" de bienes del 
  Estado no son recomendadas; sólo son toleradas a condición de que se hagan 
  bajo el control del Partido y de que los recursos sean destinados a las 
  necesidades de la insurrección. Las acciones de guerrillas que revisten la 
  forma de actos terroristas son recomendadas contra los opresores 
  gubernamentales y los elementos activos de las "centurias negras", pero con 
  las condiciones siguientes: 1) tener en cuenta el estado de ánimo de las 
  grandes masas; 2) tomar en consideración las condiciones del movimiento obrero 
  local; 3) preocuparse de no gastar inútilmente las fuerzas del proletariado. 
  La diferencia práctica entre este proyecto y la resolución adoptada en el 
  Congreso de Unificación[146] consiste, exclusivamente, en que las 
  "expropiaciones" de bienes del Estado no han sido admitidas. 
  
  nuestra revolución son poco numerosos entre el pueblo, pero se organizan más y 
  más a medida que la lucha se agudiza y reciben apoyo de las capas 
  reaccionarias de la burguesía. Es, pues, completamente natural e inevitable 
  que en una época semejante, en una época de huelgas políticas en escala 
  nacional, la insurrección no puede adoptar la antigua forma de actos aislados, 
  limitados a un lapso de tiempo muy breve y a una zona muy reducida. Es 
  completamente natural e inevitable que la insurrección tome formas más 
  elevadas y complejas de una guerra civil prolongada y que abarca a todo el 
  país, es decir, de una lucha armada entre dos partes del pueblo. Semejante 
  guerra no puede concebirse más que como una serie de pocas grandes batallas, 
  separadas unas de otras por intervalos relativamente considerables y una gran 
  cantidad de pequeños encuentros librados durante estos intervalos. Si esto es 
  así -- y lo es sin duda --, la socialdemocracia debe sin falta plantearse la 
  tarea de constituir organizaciones que sean lo más aptas posibles para dirigir 
  a las masas en estas grandes batallas y, en lo posible, en estos pequeños 
  encuentros. La socialdemocracia debe proponerse, en la época en que la lucha 
  de clases se agudiza hasta llegar a la guerra civil, no solamente tomar parte 
  en esta guerra civil, sino también desempeñar la función dirigente en ella. La 
  socialdemocracia debe educar y preparar a sus organizaciones para que 
  realmente sean capaces de actuar como una parte beligerante, no dejando pasar 
  ninguna ocasión de asestar un golpe a las fuerzas del adversario. 
      Esta es -- no es posible negarlo -- una tarea difícil, que no se puede 
  resolver de golpe. Lo mismo que todo el pueblo se reeduca y se instruye en la 
  lucha en el curso de la guerra civil, nuestras organizaciones deben ser 
  educadas, deben ser 
  
  reorganizadas sobre la base de lo que enseña la experiencia, a fin de estar a 
  la altura de su misión. 
      No tenemos la menor pretensión de imponer a los militantes activos una 
  forma de lucha cualquiera inventada por nosotros, ni siquiera resolver, desde 
  nuestro gabinete, la cuestión del papel que una u otra forma de guerra de 
  guerrillas puede desempeñar en el curso general de la guerra civil en Rusia. 
  Lejos de nosotros la idea de ver en la apreciación concreta hecha de una u 
  otra acción de guerrillas una cuestión de tendencia en la socialdemocracia. 
  Pero consideramos que constituye para nosotros un deber contribuir en la 
  medida de nuestras fuerzas a la justa apreciación teórica de las formas nuevas 
  de lucha que la vida hace aparecer; que debemos combatir sin cuartel la rutina 
  y los prejuicios que impiden a los obreros conscientes plantear como conviene 
  esta nueva y difícil cuestión y abordar como es debido su solución. 










      From Marx to Mao
      (English)
      Desde Marx
      hasta Mao
      Textos
      de Lenin
      Apuntos sobre
      el texto abajo







  


  NOTAS 



    [141] Kadetes ("Los demócratas constitucionalistas"): principal partido 
  burgués de Rusia; partido de la burguesía monárquica liberal, se constituyó en 
  octubre de 1905. Su lider fue P. Miliukov. Encubriéndose con falsas 
  apariencias de democratismo, se llamaron a sí mismo el partido de la "libertad 
  del pueblo", se esforzaban por atraer a su lado a los campeshlos. Aspiraban a 
  conservar el zarismo como una monarquía constitucional. Más tarde, el partido 
  constitucional demócrata se convirtió en un partido burgués del imperialismo. 
  Después de la victoria de la Revolución Socialista de Octubre, los kadetes 
  organizaron complots y sublevaciones contrarrevolucionarias para derrocar la 
  República Soviética.    [] 
    [142] Bezzaglavtsi : organizadores y colaboradores de la revista Bez 
  Zaglavia ("Sin Titulo"), editada en Petersburgo en 1906 por S. N. Prokopóvich, 
  E. D. Kuskova, V. I. Bogucharski y otros. Los Bezzglavtsi se declaraban 
  abiertamente partidarios del revisionismo, apoyaban a los mencheviques y 
  liberales, y actuaban contra la política independiente del proletariado. Lenin 
  llamó a los Bezzaglavtsi kadetes tipo menchevique, o sea, mencheviques tipo 
  kadete.    [] 
    [143] Nóvoie Vremia ("Tiempos Nuevos"): diario que se publicó en Petersburgo 
  desde 1868 hasta 1917. Primero fue liberal moderado, y desde 1876, se 
  trasformó en vocero de los circulos reaccionarios de la nobleza y la 
  burocracia, luchó no solamente contra el movimiento revolucionario, sino 
  también contra el de la burguesía liberal. A partir de 1905 se convirtió en 
  órgano de los centurionegristas. Lenin lo llamaba "modelo de periódico venal". 
  Después de la Revolución Democrático burguesa de Febrero apoyó sin reservas la 
  politica contrarrevolucionaria del gobierno provisional burgués y desató una 
  furiosa campaña contra los bolcheviques. Fue clausurado el 8 de noviembre de 
  1917 por el Comité Militar Revolucionario adjunto al Soviet de Petrogrado.    
  [] 
    [144] Partinie Izvestia ("Noticias del Partido"): periódico clandestino del 
  CC Unificado del POSDR, se publicó en Petersburgo en visperas del IV Congreso 
  (de Unificación) del Partido. Sólo aparecieron dos números: el 20 de febrero y 
  el 2 de abril de 1906. La redacción estaba integrada por los redactores del 
  periódico bolchevique (Proletari ) y por igual número de redactores de la 
  nueva Iskra menchevique. Representaban a los bolcheviques Lenin, Lunacharski y 
  otros. 
  
      En Partinie Izvestia se incluyeron dos articulos de Lenin: "La situación 
  actual en Rusia y la táctica del partido obrero " y "La revolución rusa y las 
  tareas del proletariado ", con la firma Bolchevique. (V. I. Lenin, Obras 
  Completas, t. X.) Después del Congreso, Partinie Izvestia dejó de aparecer.    
  [] 
    [145] Se alude al "Informe sobre el Congreio de Unificación del POSDR" -- 
  Carta a los obreros de Petersburgo. (V. I. Lenin, Obras Completas, t. X.)    
  [] 
    [146] El IV Congreso (de Unificación) del POSDR se realizo en Estocolmo 
  entre el 23 de abril y 8 de mayo de 1906. 
      Asistieron al Congreso 112 delegados con derecho a voto, en representacion 
  de 57 organizaciones locales del POSDR, y 22 delegados con voz pero sin voto. 
  Las organizaciones nacionales también estuvieron representadas: tres delegados 
  por la socialdemocracia de Polonia y Lituania, tres por el Bund, tres por el 
  partido obrero socialdemócrata de Letonia, un delegado del Partido Obrero 
  Socialdemócrata de Ucrania y uno del Partido Obrero de Finlandia. Además, 
  asistió un representante del Partido Obrero Socialdemócrata de Bulgaria. De 
  los delegados, 46 eran bolcheviques y 62 mencheviques. El Congreso analizó los 
  siguientes principales problemas: problema agrario; apreciación de la 
  situación actual y de las tareas de clase del proletariado; la actitud hacia 
  la Duma del Estado; problema organizativo. La discusión de cada problema 
  provocaba áspera lucha entre bolcheviques y mencheviques. Lenin presentó 
  informes e intervino acerca del problema agrario, de la situación en ese 
  momento, de la táctica respecto a la elección en la Duma, la insurrección 
  armada y otros problemas. 
      La superioridad numérica de los mencheviques, aunque mezquina, determinó 
  el carácter de las resoluciones: con respecto a muchos problemas el Congreso 
  tomó resoluciones mencheviques (resoluciones sobre el problema agrario, la 
  actitud hacia la Duma, etc.). En lo que se refiere a los estatutos, el 
  Congreso adoptó la formulación de Lenin para el articulo 1. Se aprobó una 
  resolución sobre la unificación con la socialdemocracia de Polonia y de 
  Lituania y con el Partido Obrero Socialdemócrata de Letonia, que se 
  incorporaron al POSDR como organizaciones territoriales. Asimismo el Congreso 
  prejuzgó la cuestión de Bund de formar parte de POSDR. 
      Integraban el Comité Central, elegido en el Congreso, tres bolcheviques y 
  siete mencheviques. La Redacción del Organo Central estaba compuesta sólo por 
  mencheviques. 
  
      El análisis detallado de la labor del Congreso aparece en el artículo 
  "Informe sobre el Congreso de Unificación del POSDR". (V. I. Lenin, Obras 
  Completes, t. X.) "El momento actual y el Congreso de Unificación del Partido 
  Obrero" y "Prólogo del autor al primer tomo". (J. Stalin, Obras, t. I.)    
  [] 




      From Marx to Mao
      (English)
      Desde Marx
      hasta Mao
      Textos
      de Lenin





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