Marxismo y revisionismo
V. I. Lenin
MARXISMO Y REVISIONISMO
MARXISMO Y REVISIONISMO
Es bien conocido el aforismo que dice que si los axiomas geométricos
afectasen los intereses de la gente, seguramente habría quien los refutase.
Las teorías de las ciencias naturales, que han chocado con los viejos
prejuicios de la teología, provocaron y siguen provocando hasta hoy la
oposición más enconada. Nada tiene de extraño, pues, que la doctrina de Marx,
que sirve en forma directa a la educación y organización de la clase de
vanguardia de la sociedad moderna, que señala las tareas de esa clase y
demuestra la sustitución inevitable -- en virtud del desarrollo económico --
del régimen actual por un nuevo orden, haya debido luchar por conquistar cada
uno de sus pasos.
Inútil es decirlo, esto aplicado a la ciencia y la filosofía burguesas,
oficialmente enseñadas por profesores oficiales para embrutecer a las nuevas
generaciones de las clases poseedoras y "adiestrarlas" contra los enemigos
exteriores e interiores. Esta ciencia no quiere oir hablar de marxismo y lo
proclama refutado y aniquilado; Marx es atacado con igual celo por los jóvenes
doctos que hacen carrera refutando el socialismo, como por los decrépitos
ancianos que conservan
la tradición de toda suerte de anticuados "sistemas". Los avances del marxismo
y la difusión y el afianzamiento de las ideas marxistas entre la clase obrera
provocan inevitablemente la reiteración y agudización de esos ataques
burgueses contra el marxismo, que sale más fuerte, más templado y vitalizado
de cada uno de sus "aniquilamientos" por la ciencia oficial.
Pero, aun entre las doctrinas vinculadas a la lucha de la clase obrera y
difundidas de modo predominante entre el proletariado, el marxismo de ningún
modo consolidó su posición de golpe, ni mucho menos. Durante el primer medio
siglo de su existencia (desde la década del 40 del siglo XIX) luchó contra
teorías que le eran profundamente hostiles. En la primera mitad de la década
del 40, Marx y Engels ajustaron cuentas con los jóvenes hegelianos radicales,
cuyo punto de vista era el del idealismo filosófico. A fines de esa década, en
el campo de las doctrinas económicas pasó a primer plano la lucha contra el
proudhonismo. Esta lucha terminó en la década del so con la críiica de los
partidos y doctrinas que habían surgido en el turbulento año 1848. En la
década del 60, al expulsar al baliuninismo[223] de la Internacional, la lucha
se desplazó del campo de la teoría general a un campo más cercano al
movimiento obrero propiamente dicho. A comienzos de la década del 70, se
destacó en Alemania, por breve tiempo, el proudhonista Mühlberger; a fines de
ese período, el positivista Dühring. Pero la influencia de uno y otro sobre el
proletariado era ya insignificante. El marxismo había alcanzado un
indiscutible triunfo sobre todas las otras ideologías del movimiento obrero.
En lo fundamental, este triunfo culminó en la década del 90 del siglo
pasado. Hasta en los países latinos, donde se habían mantenido las tradiciones
del proudhonismo por
más tiempo, los partidos obreros estructuraron sus programas y su táctica
sobre bases marxistas. Al reanudarse en forma de congresos internacionales
periódicos, la organización internacional del movimiento obrero, se colocó, en
lo esencial, inmediatamente y casi sin lucha, en el terreno del marxismo. Pero
cuando el marxismo hubo desplazado a todas las doctrinas más o menos
integrales que le eran hostiles, las tendencias que en ellas se albergaban
comenzaron a buscar otros caminos. Las formas y las causas de la lucha
cambiaron, pero la lucha continuó. Y el marxismo comenzó su segundo medio
siglo de existencia (década del 90 del siglo pasado) enfrentando una corriente
hostil en el mismo marxismo.
El ex-marxista ortodoxo Bernstein dio su nombre a esta corriente al
proclamar con gran alharaca y con grandilocuentes expresiones las enmiendas de
Marx, la revisión de Marx, el revisionismo. Aun en Rusia, donde -- debido al
atraso económico y a la preponderancia de la población campesina oprimida por
los vestigios de la servidumbre -- el socialismo no marxista se ha mantenido
durante mucho tiempo, hoy se convierte sencillamente en revisionismo ante
nuestros propios ojos. Y lo mismo en el problema agrario (programa de
municipalización de toda la tierra) que en las cuestiones programáticas y
tácticas de índole general, nuestros socialpopulistas fueron sustituyendo cada
vez más con "enmiendas" a Marx los restos agonizantes y caducos del viejo
sistema, coherente a su modo y profundamente hostil al marxismo.
El socialismo premarxista ha sido derrotado. Continúa luchando ya no en su
propio terreno, sino en el del marxismo, como revisionismo. Examinemos, pues,
cuál es el contenido ideológico del revisionismo.
En el campo de la filosofía, el revisionismo iba a remolque de la
"ciencia" académica burguesa. Los profesores "retor naban a Kant", y el
revisionismo se arrastraba tras los neokantianos[224]; los profesores repetían
las vulgaridades que los curas habían pronunciado mil veces contra el
materialismo filosófico, y los revisionistas, sonriendo complacidos,
murmuraban (repitiendo palabra por palabra el último manual) que el
materialismo había sido "refutado" desde hacía mucho tiempo. Los profesores
trataban a Hegel como a "perro muerto", y mientras ellos mismos predicaban el
idealismo, solo que mil veces más mezquino y superficial que el hegeliano,
encogiéndose desdeñosamente de hombros ante la dialéctica, los revisionistas
se hundían tras ellos en el pantano del envilecimiento filosófico de la
ciencia, sustituyendo la "sutil" (y revolucionaria) dialéctica por la "simple"
(y pacífica) "evolución". Los profesores ganaban su sueldo oficial ajustando
sus idealistas y "críticos" sistemas a la dominante "filosofía" medieval (es
decir, a la teología), y los revisionistas se acercaban a ellos, esforzándose
por hacer de la religión un "asunto privado", no en relación al Estado
moderno, sino en relación al partido de la clase de vanguardia.
No se necesita decir el verdadero significado de clase de semejantes
"enmiendas" a Marx: es bien evidente. Sólo señalaremos que Plejánov fue el
único marxista en la social democracia internacional que criticó desde el
punto de vista del materialismo dialéctico consecuente aquellas increíbles
necedades acumuladas por los revisionistas. Es tanto más necesario subrayar
esto con fuerza, por cuanto en nuestro tiempo se hacen tentativas
profundamente erróneas, destina-
das a presentar el viejo y reaccionario fárrago filosófico bajo pretexto de
crítica del oportunismo táctico de Plejánov.[*]
Pasando a la economía política, es necesario señalar, ante todo, que en
esta esfera las "enmiendas" de los revisionistas eran muchísimo más
multifacéticas y minuciosas; se trataba de sugestionar al público con "nuevos
datos sobre el desarrollo económico". Se decía que la concentración y
desplazamiento de la pequeña producción por la gran producción no se opera de
ningún modo en la agricultura y con extrema lentitud en el comercio y la
industria. Se decía que las crisis se han vuelto ahora más raras y débiles, y
que los cártels y trusts probablemente harían capaz al capital de eliminarlas
por completo. Se decía que la "teoría de la bancarrota" hacia la cual marcha
el capitalismo es inconsistente debido a que las contradicciones de clase
tienden a suavizarse y atenuarse. Y, por último, se decía que no estaría mal
corregir también la teoría del valor de Marx de acuerdo con Bohm-Bawerk[225].
La lucha contra los revisionistas en torno de estas cuestiones sirvió para
reavivar de manera fecunda el pensamiento teórico del socialismo
internacional, tal como había ocurriclo veinte años antes con la polémica de
Engels contra Dühring. Los argumentos de los revisionistas fueron analizados
con hechos y cifras en la mano. Se demostró que embellecían sistemáticamente
la pequeña producción actual. Datos irrefutables prueban la superioridad
técnica y comercial de la
* Ver el libro Ensayos sobre la filosofia del marxismo, de Bogdánov,
Bazárov y otros. No es oportuno analizar aquí este libro y, por el momento, me
limito a manifestar que en un futuro próximo demostraré en una serie de
artículos, o en un folleto especial, que todo lo que en él se dice sobre los
revisionistas neokantianos guarda también relación, en sustancia, con estos
"nuevos" revisionistas neohumistas y neoberkelianos. (Véase V. I. Lenin, Obras
Completas, t. XIV. -- Ed.)
gran producción sobre la pequeña, no sólo en la industria, sino también en la
agricultura. Pero la producción de mercancías está mucho menos desarrollada en
la agricultura y, por lo general, los estadísticos y economistas actuales no
saben destacar las ramas especiales y, a veces, incluso las operaciones de la
agricultura que expresan de qué manera la agricultura es progresivamente
arrastrada al proceso de intercambio de la economía mundial. La pequeña
producción se sostiene sobre las ruinas de la economía natural debido al
constante empeoramiento de la alimentación, el hambre crónica, la prolongación
de la jornada de trabajo, el deterioro de la calidad y atención del ganado; en
una palabra, debido a aquellos mismos métodos con que se sostuvo también la
producción artesanal contra la manufactura capitalista. En la sociedad
capitalista, cada avance de la ciencia y la técnica socava, inevitable e
inexorablemente, los cimientos de la pequeña producción. Y la tarea de la
economía política socialista consiste en investigar este proceso en todas sus
formas, no pocas veces complejas e intrincadas, y demostrar al pequeño
productor la imposibilidad de sostenerse en el capitalismo, la situación
desesperada de las explotaciones campesinas en el régimen capitalista y la
necesidad de que el campesino adopte el punto de vista del proletariado. Ante
la cuestión que nos ocupa, los revisionistas cometieron el pecado, en el
aspecto científico, de generalizar superficialmente algunos hechos tomados de
manera unilateral, al margen de su conexión con el sistema del capitalismo en
su conjunto; y en el aspecto político, cometieron el pecado de que,
inevitablemente, quisieran o no, invitaron o empujaron a los campesinos a
tomar la actitud del propietario (es decir, la actitud de la burguesía), en
vez de instarlos a adoptar el punto de vista del proletariado revolucionario.
El revisionismo salió aún peor parado en lo que se refiere a la teoría de
las crisis y a la teoría de la bancarrota. Sólo personas muy poco perspicaces
y durante muy poco tiempo podían pensar en modificar los fundamentos de la
doctrina de Marx bajo la influencia de algunos años de animación y prosperidad
industrial. Muy pronto la realidad se encargó de enseñar a los revisionistas
que las crisis no eran cosa del pasado: la prosperidad fue seguida por la
crisis. Cambiaron las formas, la sucesión, el cuadro de las distintas crisis
pero éstas seguían siendo parte integrante, inevitable, del régimen
capitalista. Mientras unifican la producción, los cártels y trusts,
simultáneamente, y en forma visible para todos, agravan la anarquía de la
producción, la inseguridad de la vida del proletariado y la opresión del
capital, agudizando así las contradicciones de clase en grado sin precedentes.
Los modernos, gigantescos trusts ponen en evidencia, de modo bien palpable y
en inmensas proporciones, que el capitalismo marcha hacia la bancarrota, tanto
en el sentido de las crisis políticas y económicas aisladas como en el del
hundimiento completo de todo el régimen. La reciente crisis financiera en
Norteamérica y el horroroso crecimiento de la desocupación en toda Europa, sin
hablar de la próxima crisis industrial, de la que asoman no pocos síntomas,
han hecho que las rccientes "teorías" de los revisionistas fueran olvidadas
por todos, incluidos al parecer muchos de ellos mismos. Las que no deben
olvidarse son las enseñanzas que esta inestabilidad de los intelectuales ha
brindado a la clase obrera.
Con respecto a la teoría del valor, sólo es necesario decir que, aparte de
alusiones y suspiros muy vagos, al estilo de Bohm-Bawerk, los revisionistas no
aportaron absolutamente nada ni dejaron, por tanto, ninguna huella en el
desarrollo del pensamiento científico.
En la esfera política, el revisionismo intentó revisar realmente los
fundamentos del marxismo, o sea, la teoría de la lucha de clases. La libertad
política, la democracia, el su frngio universal -- nos decían los
revisionistas -- destruyen el terreno para la lucha de clases y desmienten la
vieja tesis del Manifiesto Comunista de que los obreros no tienen patria.
Puesto que en la democracia prevalece "la voluntad de la mayoría", según
ellos, no se debe considerar al Estado como órgano de dominación de clase ni
negarse a establecer alianzas con la burguesía progresista, socialreformista,
contra los reaccionarios.
Es indiscutible que estas objeciones de los revisionistas se reducían a un
sistema bastante armónico de concepciones, a saber: las bien conocidas
concepciones liberalburguesas. Los liberales han dicho siempre que el
parlamentarismo burgués destruye las clases y diferencias de clase, ya que
todos los ciudadanos sin distinción gozan del derecho a votar e intervenir en
los asuntos de Estado. Toda la historia de Europa durante la segunda mitad del
siglo XIX, toda la historia de la revolución rusa a comienzos del siglo XX en
señan de manera patente lo absurdo de tales conceptos. Con las libertades del
capitalismo "democrático", las diferencias económicas, lejos de atenuarse, se
acentúan y agravan. El parlamentarismo no elimina, sino que pone al desnudo el
carácter innato de las repúblicas burguesas más democráticas como órganos de
opresión de clase. Al ayudar a ilustrar y organizar a masas de población
incomparablemente más vas tas que las que antes participaban en forma activa
en los acontecimientos políticos, el parlamentarismo no contribuye a la
eliminacion de las crisis y revoluciones políticas, sino a la agudización de
la guerra civil durante esas revoluciones. Los acontecimientos de París, en la
primavera de 1871, y los
de Rusia, en el invierno de 1905, revelaron con suma claridad que dicha
agudización se produce indefectiblemente. Para aplastar el movimiento
proletario, la burguesía francesa no vaciló ni un segundo en pactar con el
enemigo de toda la nación, con las tropas extranjeras que habían arruinado a
su patria. Quien no comprenda la inevitable dialéctica interna del
parlamentarismo y de la democracia burguesa, que lleva a solucionar la disputa
por la violencia de las masas de un modo todavía más tajante que en tiempos
anteriores, jamás podrá, basándose en ese parlamentarismo, realizar una
propaganda y agitación consecuente y de principio que prepare realmente a las
masas obreras para una participación victoriosa en tales "disputas". La
experiencia de las alianzas, acuerdos, bloques con el liberalismo
socialreformista en la Europa Occidental y con el reformismo liberal (kadetes)
en la revolución rusa, muestra de manera convincente que esos acuerdos, al
unir a los elementos combativos con los elementos menos capaces de luchar, con
los más vacilantes y traidores, sólo embotan la conciencia de las masas, y no
refuerzan, sino que debilitan la importancia real de su lucha. El
millerandismo francés -- la más grande experiencia de aplicación de la táctica
política revisionista en una escala de amplitud realmente nacional -- nos ha
ofrecido una valoración práctica del revisionismo que el proletariado del
mundo entero jamás olvidará.
El complemento natural de las tendencias económicas y políticas del
revisionismo era su actitud hacia la meta final del movimiento socialista. "El
objetivo final no es nada; el movimiento lo es todo": esta expresión
proverbial de Bernstein pone en evidencia la esencia del revisionismo mejor
que muchas largas disertaciones. Determinar su comportamiento caso por caso,
adaptarse a los acontecimientos del
día, a los virajes de las minucias políticas, olvidar los intereses cardinales
del proletariado y los rasgos fundamentales de todo el régimen capitalista, de
toda la evolución del capitalismo, sacrificar esos intereses cardinales en
aras de las ventajas verdaderas o supuestas del momento: ésta es la política
del revisionismo. Y de la esencia misma de esta política se deduce, con toda
evidencia, que puede adoptar formas infinitamente diversas y que cada problema
más o menos "nuevo", cada viraje más o menos inesperado e imprevisto de los
acontecimientos -- aunque sólo altere la línea fundamental del desarrollo en
proporciones mínimas y por el plazo más corto --, provocará siempre, sin
falta, una u otra variedad de revisionismo.
El carácter inevitable del revisionismo está determinado por sus raíces de
clase en la sociedad actual. El revisionismo es un fenómeno internacional.
Para ningún socialista que reflexione y tenga un mínimo de conocimientos puede
existir ni la más pequeña duda de que la relación entre ortodoxos y
bernsteinianos en Alemania, entre guesdistas y jauresistas[226] (ahora, en
particular, broussistas) en Francia, entre la Federación Socialdemócrata y el
Partido Laborista Independiente en Inglaterra, entre Brouckere y Vandervelde
en Bélgica, entre integralistas[227] y reformistas en Italia, entre
bolcheviques y mencheviques en Rusia es, en todas partes, en lo sustancial,
una y la misma pese a la inmensa diversidad de las condiciones nacionales y de
los factores históricos en la actual situación de todos esos países. En
realidad, la "división" en el movimiento socialista internacional de nuestra
época se produce ya, ahora, en los diversos países del mundo, esencialmente en
una misma línea, lo cual muestra el formidable paso adelante que se ha dado en
comparación con lo que ocurría hace 30 ó 40 años, cuando en los diversos
países
luchaban tendencias heterogéneas dentro del movimiento socialista
internacional único. Y ese "revisionismo de izquier da" que se perfila hoy en
los países latinos como "sindicalismo revolucionario"[228] se adapta también
al marxismo "enmendándolo": Labriola en Italia, Lagardelle en Francia, apelan
muy a menudo del Marx mal comprendido al Marx bien compreadido.
No podemos detenernos a examinar aquí el contenido ideológico de este
revisionismo, que dista mucho de estar tan desarrollado como el revisionismo
oportunista y que no se ha trasformado en internacional, ni afrontado una sola
batalla práctica importante con el partido socialista de ningún país. Por eso,
nos limitaremos al "revisionismo de derecha" descrito antes.
¿En qué descansa su carácter inevitable en la sociedad capitalista? ¿Por
qué es más profundo que las diferencias de las particularidades nacionales y
el grado de desarrollo del capitalismo? Porque en todo país capitalista
existen siempre, al lado del proletariado, extensas capas de pequeña
burguesía, de pequeños propietarios. El capitalismo ha nacido y sigue
naciendo, constantemente, de la pequeña producción. Una serie de nuevas "capas
medias" son inevitablemente formadas, una y otra vez por el capitalismo
(apéndices de las fábricas, trabajo a domicilio, pequeños talleres diseminados
por todo el país para hacer frente a las exigencias de la gran industria, por
ejemplo de la industria de bicicletas y automóviles, etc.). Esos nuevos
pequeños productores son nuevamente arrojados, de modo no menos infalible, a
las filas del proletariado. Es muy natural que la concepción del mundo
pequeñoburguesa irrumpa una y otra vez en las filas de los grandes partidos
obreros. Es muy natural que así suceda, y así sucederá siempre hasta llegar a
la revolución proletaria,
pues sería un profundo error pensar que es necesario que la mayoría de la
población se proletarice "por completo" para que esa revolución sea posible.
La experiencia que hoy vivimos, a menudo sólo en el campo ideológico, es decir
las discusiones sobre las enmiendas teóricas a Marx; lo que hoy surge en la
práctica sólo en problemas aislados y parciales del movimiento obrero tales
como las diferencias tácticas con los revisionistas y la división que se
produce en base a ellas, todo ello lo experimentará en escala
incomparablemente mayor la clase obrera cuando la revolución proletaria
agudice todos los problemas en litigio, concentre todas las diferencias en los
puntos que tienen la importancia más inmediata para determinar la conducta de
las masas, y en el fragor del combate haga necesario separar los enemigos de
los amigos, echar a los malos aliados para asestar golpes decisivos al
enemigo.
La lucha ideológica, librada a fines del siglo XIX por el marxismo
revolucionario contra el revisionismo no es más que el preludio de los grandes
combates revolucionarios del proletariado que, pese a todas las vacilaciones y
debilidades de los filisteos, avanza hacia el triunfo completo de su causa.
From Marx to Mao
(English)
Desde Marx
hasta Mao
Textos
de Lenin
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NOTAS
[223] El bakuninismo: corriente anarquista cuya denominación tiene origen en
M. A. Bakunin. El bakuninismo formuló la teoría de la "igualación" de las
clsses, consideró que la abolición del derecho de sucesión era punto inicial
de la revolución social y preconizó el abandono de todas las actividades
políticas de la clase obrera. La tesis fundamental del bakuninismo era la
negación de la dictadura del proletariado y de su partido, sostuvo que el
Estado era fuente de todo tipo de desgracias, por lo que debía ser abolido de
todas maneras. Y, finalmente, cayó en la anarquía. El bakuninismo era enemigo
encarnizado del marxismo. Bakunin y sus seguidores efectuaron en la I
Internacional actividades conspirativas escisionistas intentando en vano
usurpar la dirección del movimiento obrero internaeional. En 1872 Bakunin fue
expulsado de la I Internacional.
Marx y Engels condenaron severamente la teoría y la táctica de los
bakuninistas. Lenin calificó esa corriente como "la concepción del
pequeñoburgués que no tiene esperanza de salvarse". (V. I. Lenin, "En memoria
de Herzen", Obras Completas, t. XVIII.) []
[224] Neokantianos: partidarios de la corriente filosófica burguesa surgida
en Alemania en la segunda mitad del siglo XIX. Reproducía las tesis idealistas
más reaccionarias de la filosofía de Kant. Bajo la consigna de "retorno a
Kant", los neokantianos combatían el materialismo dialéctico e histórico,
trataban de conciliar la ciencia con la filosofía idealista de Kant, negaban
la "cosa en sí", rechazaban la admisión de ley objetiva de la sociedad. En la
socialdemocracia alemana, los neokantianos (E. Berns-
tein, C. Schmidt y otros) revisaron la filosofía de Marx, su teoria económica
y sus tesis sobre la lucha de clases y la dictadura del proletariado. En
Rusia, los partidarios del neokantismo fueron los "marxistas legales", los
eseristas y mencheviques. []
[225] Eugen Böhm-Bawerk fue un vulgar economista burgués austríaco, uno de
los representantes de la llamada "eseuela austríaca" en economía política. Se
oponia a la teoría marxista de la plusvalía, afirmaba que la gananeia surge
como diferencia entre la valoración subjetiva de los bienes actuales y la de
los futuros, y no como resultado de la explotación de los obreros por los
capitalistas. Encubriendo las contradicciones del capitalismo, trató de
distraer la atención de la clase obrera de la lucha revolucionaria. [pág.
274]
[226] Jauresistas: partidarios del socialista francés J. Jaures, quien
conjuntamente con A. Millerand, formó en los años 90 del siglo XIX el grupo de
los "socialistas independientes", y eneabezó el ala derecha, reformista, del
movimiento socialista de Francia. Con el pretexto de una supuesta "libertad de
crítica", los jauresistas propugnaban la revisión de las tesis fundamentales
del marxismo y predicaban la colaboración de clase del proletariado con la
burguesía. En 1902 formaron el Partido Socialista Francés, de tendencia
reformista. []
[227] Los integralistas: partidarios de una corriente socialista
pequeñoburguesa en el movimiento obrero de Francia, Italia y Bélgica de fines
del siglo XIX. Ellos se pronunciaban porque el socialismo se apoyase no sólo
en la clase obrera, sino en "todos los que sufrían", sin distinción de clase,
defendían la paz entre las clases y combatían la lucha de clases. Los
representantes principales de los integralistas eran el francés Benoit Malon y
el italiano Enrico Ferri. En la década del 90, sobre una serie de problemas
lucharon los integralistas italianos contra los reformistas que ocupaban
posiciones oportunistas extremas y colaboraban con la burguesía reaccionaria.
[]
[228] Sindicalismo revolucionario: corriente semianarquista pequeñoburgue sa
aparecida en el movimiento obrero de varios países de Europa Occidental a
fines del siglo XIX.
Los sindicalistas negaban la nccesidad de la lucha política de la clase
obrera, el papel dirigente del partido y la dictadura del proletariado.
Consideraban que los sindicatos pueden, organizando la huelga general de los
obreros, derrocar el capitalismo sin revolución y tomar en sus manos la
dirección de la producción. []
From Marx to Mao
(English)
Desde Marx
hasta Mao
Textos
de Lenin
               (
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