El socialismo y la guerra

V. I. Lenin
EL SOCIALISMO Y LA GUERRA 




 I N D I C E 

      EL SOCIALISMO Y LA GUERRA

       
      (LA ACTITUD DEL P. O. S. D. R. ANTE LA GUERRA)
      1

       
      PROLOGO A LA PRIMERA EDICION
        (PUBLICADA EN EL EXTRANJERO)

      3

       
      PROLOGO A LA SEGUNDA EDICION
      5

       
      CAPITULO I   LOS PRINCIPIOS DEL SOCIALISMO Y LA GUERRA
        DE 1914-1915

      7

       
        La actitud de los socialistas ante la guerra
        Tipos históricos te guerras modernas
        Diferencia entre guerra ofensiva y guerra defensiva
        La guerra actual es una guerra imperialista
        La guerra entre los más grandes esclavistas por el mantenimiento y
          fortalecimiento de la esclavitud
        "La guerra es la prolongación de la política por otros medios" (a saber:
          por la violencia)
        El ejemplo de Bélgica
        ¿Por qué combate Rusia?
        ¿Que es el socialchovinismo?
        El manifiesto de Basilea
        Las falsas referencias a Marx y a Engels
        La bancarrota de la II Internacional
        El socialchovinismo es el oportunismo más acabado
        La unidad con los oportunistas es la alianza de los obreros con "su"
          burguesía nacional y la escisión de la clase obrera revolucionaria
          internacional
        El "kautskismo"
        La consigna de los marxistas es la consigna de la socialdemocracia
          revolucionaria
        El ejemplo de la fraternización en las trincheras
        Importancia de la organización ilegal
        Sobre la derrota del "propio" gobierno en la guerra imperialista
        Sobre el pacifismo y la consigna de la paz
        Sobre el derecho de las naciones a la autodeterminación
      7
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      27
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      29
      30

       
      CAPITULO II   LAS CLASES Y LOS PARTIDOS EN RUSIA
      32

       
        La burguesía y la guerra
        La clase obrera y la guerra
        La fracción obrera socialdemócrata de Rusia en la Duma del Estado y la
          guerra
      32
      34
       
      36

       
      CAPITULO III   LA RECONSTRUCCION DE LA INTERNACIONAL
      41

       
        El método de los socialchovinistas y del "centro"
        La situación en la oposición
        El Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia y la III Internacional
      41
      43
      48

       
      CAPITULO IV   HISTORIA DE LA ESCISION Y SITUACION
        ACTUAL DE LA SOCIALDEMOCRACIA EN RUSIA

      51

       
        Los "economistas" y la vieja Iskra (1894-1903)
        El menchevismo y el bolchevismo (1903-1908)
        El marxismo y el liquidacionismo (1908-1914)
        Marxismo y socialchovinismo (1914-1915)
        La situación actual en la socialdemocracia rusa
        Las tareas de nuestro Partido
      52
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      54
      56
      57
      60

      NOTAS





  


   

  EL SOCIALISMO Y LA GUERRA
    (LA ACTITUD DEL P.O.S.D.R. ANTE LA GUERRA)[1] 

   
   
   
   
  Escrito en julio-agosto de 1915.
  Publicado en forma de libro en otoño
  de 1915 por la Redacción del pe-
  riódico Sotsial-Demokrat.  Ginebra.

   

   [blanca]
  


   

  PROLOGO A LA PRIMERA EDICION 
  (PUBLICADA EN EL EXTRANJERO) 



      La guerra dura ya un año. Nuestro Partido fijó su actitud ante ella, en su 
  comienzo mismo, en el manifiesto del Comité Central, redactado en setiembre de 
  1914 y publicado (después de ser distribuido a los miembros del Comité Central 
  y a los representantes responsables de nuestro Partido en Rusia, y de recibir 
  su conformidad) el 1 de noviembre de 1914 en el núm. 33 de Sotsial-Demokrat, 
  órgano del Comité Central de nuestro Partido*. Más tarde, en el número 40 (29 
  de marzo de 1915), aparecieron las resoluciones de la Conferencia de Berna**, 
  que of recen una exposición más precisa de nuestros principios y de nuestra 
  táctica. 
      En el momento actual, el estado de ánimo revolucionario de las masas crece 
  evidentemente en Rusia. Sintomas del mismo fenómeno se observan por doquier en 
  otros países, pese a que las aspiraciones revolucionarias del proletariado se 
  ven ahogadas por la mayoráa de los partidos socialdemócratas 


      * Véase "La guerra y la socialdemocracia de Rusia", Obras Completas de V. 
  I. Lenin, t. XXI. (N. de la Red.) 
      ** Véase "La Conferencia de las secciones del P.O.S.D.R. en el 
  extranjero", Obras Completas de V. I. Lenin, t. XXI. (N. de la Red.) 
  
  oficiales, que se han puesto del lado de sus gobiernos y de su burguesía. En 
  virtud de tal estado de cosas, es muy necesaria la publicación de un folleto 
  que haga un balance de la táctica socialdemócrata respecto de la guerra. 
  Reeditamos integramente los documentos del Partido antes citados, 
  acompañándolos de breves explicaciones en las que tratamos de tomar en cuenta 
  los principales argumentos que, en favor de la táctica burguesa y la táctica 
  proletaria, han sido expuestos en las publicaciones y en las reuniones del 
  Partido. 





   
   

  


   

  PROLOGO A LA SEGUNDA EDICION 



      El presente folleto fue escrito en el verano de 1915, en la vispera de la 
  Conferencia de Zimmerwald. Apareció también en alemán y francés, y ha sido 
  reimpreso en noruego en su totalidad en el órgano de la Juventud 
  Socialdemócrata Noruega. La edición alemana del folleto fue introducida 
  clandestinamente en Alemania -- en Berlín, Leipzig, Bremen y otras ciudades 
  --, y difundida ilegalmente por los partidarios de la izquierda de Zimmerwald 
  y por el grupo de Karl Liebknecht. La edición francesa, impresa 
  clandestinamente en París, fue difundida allí por los zimmenvaldianos 
  franceses. De la edición rusa llegaron al país muy contados ejemplares, y en 
  Moscú fue copiada a mano por los obreros. 
      Ahora reimprimimos íntegramente este folleto, a título de documento. El 
  lector debe recordar siempre que fue escrito en agosto de 1915. Hay que 
  recordarlo sobre todo en los pasajes en que se habla de Rusia: Rusia era 
  todavía la Rusia zarista, la Rusia de los Románov. . . 

  Editado en forma de libro
  en 1918. 





   
   

   [blanca]
  


   

  CAPITULO I
  LOS PRINCIPIOS DEL SQCIALISMO Y LA
  GUERRA DE 1914-1915

  La actitud de los socialistas ante la guerra 
      Los socialistas han condenado siempre las guerras entre los pueblos como 
  algo bárbaro y feroz. Pero nuestra actitud ante la guerra es distinta, por 
  principio, de la que asumen los pacifistas burgueses (partidarios y 
  propagandistas de la paz) y los anarquistas. Nos distinguimos de los primeros 
  en que comprendemos el lazo inevitable que une las guerras con la lucha de 
  clases en el interior del país, y en que comprendemos que no se puede suprimir 
  las guerras sin suprimir antes las clases y sin instaurar el socialismo; 
  también en que reconocemos plenamente la legitimidad, el carácter progresista 
  y la ne cesidad de las guerras civiles, es decir, de las guerras de la clase 
  oprimida contra la clase opresora, de los esclavos contra los esclavistas, de 
  los campesinos siervos contra los terratenientes y de los obreros asalariados 
  contra la burguesía. Nosotros, los marxistas, diferimos tanto de los 
  pacifistas como de los anarquistas en que reconocemos la necesidad de estudiar 

  
  históricamente (desde el punto de vista del materialismo dialéctico de Marx) 
  cada guerra en particular. La historia ha conocido muchas guerras que, pese a 
  los horrores, las ferocidades, las calamidades y los sufrimientos que toda 
  guerra acarrea inevitablemente, fueron progresistas, es decir, útiles para el 
  progreso de la humanidad, contribuyendo a destruir instituciones 
  particularmente nocivas y reaccionarias (como, por ejemplo, la autocracia o la 
  servidumbre), y las formas más bárbaras del despotismo en Europa (la turca y 
  la rusa). Por esta razón, hay que examinar las peculiaridades históricas de la 
  guerra actual. 


  Tipos históricos de guerras modernas 
      La Gran Revolucion Francesa inauguro una nueva época en la historia de la 
  humanidad. Desde entonces hasta la Comuna de Paris, es decir, desde 1789 a 
  1871, las guerras de liberación nacional, de carácter progresista burgués, 
  constituían uno de los tipos de guerra. Dicho en otros términos: el contenido 
  principal y la significación histórica de estas guerras eran el derrocamiento 
  del absolutismo y del régimen feudal, su quebrantamiento y la supresión del 
  yugo nacional extranjero. Eran, por ello, guerras progresistas, y todos los 
  demócratas honrados y revolucionarios, asé como todos los socialistas, 
  simpatizaban siempre, en esas guerras con el triunfo del país (es decir, de la 
  burguesía) que contribuía a derrumbar o a minar los pilares más peligrosos del 
  régimen feudal, del absolutismo y de la opresión ejercida sobre otros pueblos. 
  Así, por ejemplo, en las guerras revolucionarias de Francia hubo un elemento 
  de saqueo y de conquista de tierras ajenas por los franceses, sin embargo, 
  ello no cambia en nada la significación 
  
  histórica fundamental de esas guerras, que demolían y que brantaban el régimen 
  feudal y el absolutismo de toda la vieja Europa, de la Europa feudal. Durante 
  la guerra franco-prusiana, Alemania expolió a Francia, pero ello no altera la 
  significación histórica fundamental de esta guerra, que liberó a decenas de 
  millones de alemanes del desmembramiento feudal y de la opresión de dos 
  despotas: el zar ruso y Napoleón III. 


  Diferencia entre guerra ofensiva y guerra defensiva 
      La época de 1789 a 1871 ha dejado huellas profundas y recuerdos 
  revolucionarios. Antes de que fueran destruidos el régimen feudal, el 
  absolutismo y el yugo nacional extranjero, no cabía hablar siquiera del 
  desarrollo de la lucha proletaria por el socialismo. Cuando los socialistas 
  hablaban del carácter legítimo de la guerra "defensiva", refiriéndose a las 
  guerras de esa época, siempre tenían en cuenta precisamente esos fines, que se 
  reducían a la revolución contra el régimen medieval y la servidumbre. Los 
  socialistas entendieron siempre por guerra "defensiva" una guerra "justa " en 
  este sentido (expresión empleada en cierta ocasión por W. Liebknecht). Sólo en 
  ese sentido, los socialistas admitían y siguen admitiendo el carácter 
  legítimo, progresista y justo de la "defensa de la patria" o de una guerra 
  "defensiva". Si, por ejemplo, mañana Marruecos declarase la guerra a Francia, 
  la India a Inglaterra, Persia o China a Rusia, etcétera, esas guerras serían 
  guerras "justas", "defensivas", independientemente de quien atacara primero, y 
  todo socialista simpatizaría con la victoria de los Estados oprimidos, 
  dependientes, menoscabados en sus derechos, sobre las "grandes" potencias 
  opresoras, esclavistas y expoliadoras. 
  
      Pero imaginese que un propietario de cien esclavos hace la guerra a otro 
  que posee doscientos por llegar a una distribución más "equitativa" de los 
  esclavos. Es evidente que emplear en este caso el concepto de guerra 
  "defensiva" o de "defensa de la patria" sería falsificar la historia y, en la 
  práctica, equivaldría pura y simplemente a un engano de la gente sencilla, de 
  los pequeños burgueses y de los ignorantes por hábiles esclavistas. Pues bien, 
  precisamente así engaña hoy la burguesía imperialista a los pueblos, 
  valiéndose de la ideologia "nacional" y de la idea de defensa de la patria, en 
  la guerra actual que los esclavistas libran entre si para consolidar y 
  reforzar la esclavitud. 


  La guerra actual es una guerra imperialista 
      Casi todo el mundo reconoce que la guerra actual es una guerra 
  imperialista, pero en la mayor parte de los casos se tergiversa esta idea, ya 
  sea aplicándola a una de las partes o bien dando a entender que, pese a todo, 
  esta guerra podría tener un carácter burgués progresista, de liberación 
  nacional. El imperialismo es la fase superior del desarrollo del capitalismo, 
  fase a la que sólo ha llegado en el siglo XX. El capitalismo comenzó a 
  sentirse limitado dentro del marco de los viejos Estados nacionales, sin la 
  formación de los cuales no habría podido derrocar al feudalismo. El 
  capitalismo ha llevado la concentración a tal punto, que ramas enteras de la 
  industria se encuentran en manos de asociaciones patronales, trusts, 
  corporaciones de capitalistas multimillonarios, y casi todo el globo terrestre 
  esta repartido entre estos "potentados del capital", bien en forma de colonias 
  o bien envolviendo a los países extranjeros en las tupidas redes de la 
  explotación fi- 
  
  nanciera. La libertad de comercio y la libre competencia han sido sustituidas 
  por la tendencia al monopolio, a la conquista de tierras para realizar en 
  ellas inversiones de capital y lle varse sus materias primas, etc. De 
  liberador de naciones, como lo fue en su lucha contra el feudalismo, el 
  capitalismo se ha convertido, en su fase imperialista, en el más grande 
  opresor de naciones. El capitalismo, progresista en otros tiempos, se ha 
  vuelto reaccionario; ha desarrollado las fuerzas productivas a tal extremo, 
  que a la humanidad no le queda otro camino que pasar al socialismo, o bien 
  sufrir durante años, e incluso durante decenios, la lucha armada de las 
  "grandes" potencias por el mantenimiento artificial del capitalismo mediante 
  las colonias, los monopolios, los privilegios y todo género de la opresión 
  nacional. 


  La guerra entre los más grandes esclavistas 
  por el mantenimiento y fortalecimiento 
  de la esclavitud 
      A fin de mostrar con claridad la significación del imperialismo, citamos a 
  continuación datos precisos sobre el reparto del mundo entre las llamadas 
  "grandes" potencias (es decir, las que han tenido éxito en el gran saqueo): 
  [ver pág. sig.] 
      Este cuadro nos permite ver cómo los pueblos que de 1789 a 1871 lucharon, 
  en la mayoría de los casos al frente de los otros, por la libertad, se han 
  convertido en nuestra época, después de 1876 y gracias a un capitalismo 
  altamente desarrollado y "pasado de maduro", en los opresores y explotadores 
  de la mayoría de la población y de las naciones del globo. Entre 1876 y 1914, 
  seis "grandes" potencias se apoderaron de 25 millones de kilometros cuadrados, 
  ¡es decir, una superficie dos 
  
  Reparto del mundo entre las " grandes" potencias esclavistas 


        "Grandes"
        potencias
        Colonias
        Metrópolis
        Total

        1876
        1914
        1914


        Kms.2
        (en mill-
        ones)

        Habi-
        tantes
        (en mill-
        ones)
        Kms.2
        (en mill-
        ones)

        Habi-
        tantes
        (en mill-
        ones)
        Kms.2
        (en mill-
        ones)

        Habi-
        tantes
        (en mill-
        ones)
        Kms.2
        (en mill-
        ones)

        Habi-
        tantes
        (en mill-
        ones)

        Inglaterra .  .   .
        Rusia .   .   .   .
        Francia   .   .   .
        Almania  .   .   .
        Japón .  .   .   .
        Estados Unidos  .
        22,5
        17,0
         0,9
         ---
         ---
         ---
        251,9
         15,9
          6,0
         ---
         ---
         ---
        33,5
        17,4
        10,6
         2,9
         0,3
         0,3
        393,5
         33,2
         55,5
         12,3
         19,2
          9,7
         0,3
         5,4
         0,5
         0,5
         0,4
         9,4
         46,5
        136,2
         39,6
         64,9
         53,0
         97,0
        33,8
        22,8
        11,1
         3,4
         0,7
         9,7
        440,0
        169,4
         95,1
         77,2
         72,2
        106,7




        Todos de las seis
          "grandes" po-
          tencias

         
        40,4 
         
        273,8 
         
        65,0 
         
        523,4 
         
         16,5 
         
        437,2

         
        81,5

         
        960,6




        Colonias que no
          pertenecen a
          las   grandes
          potencias (sino
          a Belgica, Ho-
          landa y otros
          Estados . . . )
         
        Tres pases "se-
          micolonias"
          (Turquia, Chi-
          na y Persia)

         
         
         
         
         9,9
         
         
         
         

         
         
         
         
        45,3
         
         
         
         

         
         
         
         
         
         
         
         
         
         
                          
         
         
         
         
         
         9,9
         
         
         
         
         14,5 

         
         
         
         
         
        45,3
         
         
         
         
          361,2   

        T o t a l . . .
        105,9
        1.367,1  




        Demás Estados y pa&oicuteses   .   .   .   .   .   .   .   .   .   .   . 
          .   .
         28,0
         289,9 

        Todo el globo (excepto las regiones polares)  .   .   .   .   .   .   .  
         .   .
        133,9
        1.657,0  




  
  veces y media más grande que la de toda Europa! Seis potencias subyugan a una 
  población de más de quinientos millones (523) de habitantes en las colonias. 
  Por cada cuatro habitantes de las "grandes" potencias hay cinco habitantes de 
  "sus" colonias. Y todo el mundo sabe que las colonias han sido con quistadas a 
  sangre y fuego, que sus pobladores son tratados barbaramente y explotados de 
  mil maneras (mediante la exportación de capitales, concesiones, etc., el 
  engaño en la venta de mercancías, el sometimiento a las "autoridades" de la 
  nación "dominante", etc., y con otras cosas por el estilo). La burguesía 
  anglo-francesa engaña a los pueblos al decir que hace la guerra en aras de la 
  libertad de los pueblos y de Bélgica, cuando en realidad la hace para 
  conservar los inmensos territorios coloniales de los que se ha apoderado. Los 
  imperialistas alemanes evacuarian de inmediato Bélgica y otros países si los 
  ingleses y franceses se repartiesen "amistosamente" con ellos sus colonias. Lo 
  peculiar de la situación actual consiste en que la suerte de las colonias se 
  decide con la guerra que se libra en el continente. Desde el punto de vista de 
  la justicia burguesa y de la libertad nacional (o del derecho de las naciones 
  a la existencia), Alemania tendría sin duda alguna razón contra Inglaterra y 
  Francia, ya que ha sido "defraudada" en el reparto de las colonias, y sus 
  enemigos oprimen a muchísimas más naciones que ella; en cuanto a su aliada, 
  Austria, los eslavos por ella oprimidos gozan sin duda de más libertad que en 
  la Rusia zarista, verdadera "carcel de pueblos". Pero la propia Alemania no 
  lucha por liberar a los pueblos, sino por sojuzgarlos. Y no corresponde a los 
  socialistas ayudar a un bandido más joven y más vigoroso (Alemania) a 
  desvalijar a otros bandidos más viejos y más cebados. Lo que deben hacer los 
  socialistas es aprovechar la guerra que 
  
  se hacen los bandidos para derrocar a todos ellos. Para esto, es preciso ante 
  todo que los socialistas digan al pueblo la verdad, a saber, que esta guerra 
  es, en un triple sentido, una guerra entre esclavistas para reforzar la 
  esclavitud. En primer lugar, es una guerra que tiende a consolidar la 
  esclavitud de las colonias mediante un reparto mas "equitativo" y una 
  explotación ulterior mas "coordinada" de las mismas; en segundo lugar, es una 
  guerra que persigue el reforzamiento del yugo que pesa sobre las naciones 
  extrañas en el seno mismo de las "grandes" potencias, pues tanto Austria como 
  Rusia (y esta mucho mas y mucho peor que aquélla) sólo se mantienen gracias a 
  ese yugo que refuerzan con la guerra; en tercer lugar, es una guerra con 
  vistas a intensificar y prolongar la esclavitud asalariada, pues el 
  proletariado está dividido y aplastado, mientras que los capitalistas salen 
  ganando, enriqueciéndose con la guerra, avivando los prejuicios nacionales e 
  intensificando la reacción, que ha levantado la cabeza en todos los países, 
  aun en los más libres y republicanos. 


  "La guerra es la prolongación de la política
  por otros medios"
   (a saber: por la violencia)[2] 
      Esta famosa sentencia pertenece a Clausewitz, uno de los más profundos 
  escritores sobre temas militares. Los marxistas siempre han considerado esta 
  tesis, con toda razón, como la base teórica de las ideas sobre la 
  significación de cada guerra en particular. Justamente desde este punto de 
  vista examinaron siempre Marx y Engels las diferentes guerras. 
      Apliquese esta tesis a la guerra actual. Se verá que durante decenios, 
  casi desde hace medio siglo, los gobiernos y las clases 
  
  dominantes de Inglaterra, Francia, Alemania, Italia, Austria y Rusia 
  practicaron una política de saqueo de las colonias, de opresión de otras 
  naciones y de aplastamiento del movimiento obrero. Y esta política 
  precisamente, y sólo ésta, es la que se prolonga en la guerra actual. En 
  especial, tanto en Austria como en Rusia, la politica de tiempos de paz, al 
  igual que la de tiempos de guerra, ha consistido en esclavizar a las naciones 
  y no en liberarlas. Por el contrario, en China, en Persia, en la India y otros 
  países dependientes vemos en los últimos decenios la política del despertar de 
  decenas y centenas de millones de hombres a la vida nacional, una política que 
  tiende a liberarlos del yugo de las "grandes" potencias reaccionarias. Sobre 
  este terreno histórico concreto, una guerra puede tener también hoy un 
  carácter progresista burgués, puede ser una guerra de liberación nacional. 
      Basta considerar la guerra actual como una prolongación de la política de 
  las "grandes" potencias y de las clases fundamentales de las mismas para ver 
  de inmediato el carácter antihistórico, la falsedad y la hipocresía de la 
  opinión según la cual puede justificarse, en la guerra actual, la idea de la 
  "defensa de la patria". 


  El ejemplo de Bélgica 
      Los socialchovinistas de la Triple (hoy Cuádruple) Entente (en Rusia, 
  Plejánov y Cía.) gustan sobre todo de invocar el ejemplo de Bélgica. Pero este 
  ejemplo se vuelve contra ellos. Los imperialistas alemanes han violado 
  desvergonzadamente la neutralidad de Bélgica, como han hecho siempre y por 
  doquier los Estados beligerantes que, cuando les conviene, pisotean todos los 
  tratados y todas las obligaciones. Admitamos que 
  
  todos los Estados que tienen interés en respetar los tratados internacionales 
  hubieran declarado la guerra a Alemania para exigir que este país evacuase a 
  Bélgica y le pagara una indemnización. En este caso, la simpatía de los 
  socialistas estaría, como es natural, del lado de los enemigos de Alemania. 
  Ahora bien, la cuestión estriba precisamente en que la "Triple (y Cuádruple) 
  Entente" no hace la guerra por Bélgica. Esto lo sabe muy bien todo el mundo, y 
  solo los hipócritas lo disimulan. Inglaterra saquea las colonias de Alemania y 
  Turquía; Rusia hace lo propio con Galitzia y Turquía; Francia procura 
  conseguir la Alsacia-Lorena e incluso la orilla izquierda del Rin; con Italia 
  se ha firmado un tratado para repartir el botín (Albania y el Asia menor), y 
  con Bulgaria y Rumania se regatea también por el reparto del botín. En la 
  guerra que hoy libran los gobiernos actuales ¡no se puede ayudar a Bélgica más 
  que ayudando a estrangular a Austria o a Turquía, etc.! ¿¿A qué viene aquí la 
  "defensa de la patria"?? Justamente en esto reside el carácter peculiar de la 
  guerra imperialista, guerra entre gobiernos burgueses reaccionarios, que se 
  han sobrevivido históricamente, destinada a sojuzgar a otras naciones. Quien 
  justifica la participación en esta guerra, contribuye a perpetuar la opresión 
  imperialista de las naciones. Quien preconiza la explotación de las 
  dificultades actuales de los gobiernos para luchar en favor de la revolución 
  social, defiende la libertad real de todas las naciones sin excepción, que 
  sólo puede ser alcanzada con el socialismo. 


  ¿Por qué combate Rusia? 
      En Rusia, el imperialismo capitalista de novísimo tipo se ha revelado 
  plenamente en la política del zarismo con respecto 
  
  a Persia, Manchuria y Mongolia; pero lo que predomina, en general, en Rusia, 
  es el imperialismo militar y feudal. En ninguna parte del mundo está tan 
  oprimida la mayoría de la po blación como en Rusia: los gran rusos sólo 
  constituyen el 43% de la población, es decir, menos de la mitad, y el resto de 
  los habitantes, por no ser rusos, carecen de derechos. De los 170 millones de 
  habitantes que tiene Rusia, cerca de 100 millones están oprimidos y carecen de 
  derechos. El zarismo hace la guerra para apoderarse de Galitzia y estrangular 
  definitivamente la libertad de los ucranianos, para apoderarse de Armenia, de 
  Constantinopla, etc. El zarismo ve en la guerra un medio para distraer la 
  atención del descontento que aumenta en el interior del país y aplastar el 
  movimiento revolucionario que va en ascenso. Hoy por cada dos gran rusos hay 
  en Rusia de dos a tres "alógenos" privados de derechos. El zarismo pretende, 
  por medio de la guerra, aumentar el número de naciones oprimidas, intensificar 
  su opresión y, de este modo, minar la lucha por la libertad que libran los 
  gran rusos mismos. La posibilidad de oprimir y desvalijar a otros pueblos 
  agrava el estancamiento económico, pues en vez de desarrollarse las fuerzas 
  productivas, se busca la fuente de los ingresos en la explotación semifeudal 
  de los pueblos "alógenos". Por tanto, por parte de Rusia, esta guerra tiene un 
  carácter sumamente reaccionario y opuesto a toda libertad. 


  ¿Que es el socialchovinismo? 
      El socialchovinismo es la sustentación de la idea de "defensa de la 
  patria" en la guerra actual. De esta posición derivan, como consecuencia, la 
  renuncia a la lucha de clases, la votación de los créditos de guerra, etc. Los 
  socialchovinistas aplican, 
  
  de hecho, una política antiproletaria, burguesa, pues lo que propugnan en 
  realidad no es la "defensa de la patria" en el sentido de la lucha contra el 
  yugo extranjero, sino el "derecho" de tales o cuales "grandes" potencias a 
  saquear las colonias y oprimir a otros pueblos. Los socialchovinistas repiten 
  el engaño burgués de que la guerra se hace en defensa de la libertad y de la 
  existencia de las naciones, con lo cual se ponen del lado de la burguesía 
  contra el proletariado. Entre los socialchovinistas figuran tanto los que 
  justifican y exaltan a los gobiernos y a la burguesía de uno de los grupos de 
  potencias beligerantes como los que, a semejanza de Kautsky, reconocen a los 
  socialistas de todas las potencias beligerantes el mismo derecho a "defender 
  la patria". El socialchovinismo, que defiende de hecho los privilegios, las 
  ventajas, el saqueo y la violencia de "su" burguesía imperialista (o de toda 
  burguesía en general), constituye una traición absoluta a todas las ideas 
  socialistas y a la resolución del Congreso Socialista Internacional de 
  Basilea. 


  El manifiesto de Basilea 
      El manifiesto sobre la guerra, aprobado por unanimidad en Basilea en 1912, 
  tenía en cuenta precisamente la guerra entre Inglaterra y Alemania, con sus 
  aliados actuales, que estallo en 1914. El manifiesto declara abiertamente que 
  ningún interés popular puede justificar una guerra semejante, que se libra en 
  áras de los "beneficios de los capitalistas y por conveniencias dinásticas", 
  sobre la base de la política imperialista, expoliadora, de las grandes 
  potencias. El manifiesto declara en forma expresa que la guerra es peligrosa 
  "para los gobiernos" (para todos sin excepción), hace notar que sienten el 
  temor a la "revolución proletaria" y señala con toda precisión el ejemplo 
  
  de la Comuna de 1871 y el de octubre-diciembre de 1905, es decir, el ejemplo 
  de la revolución y de la guerra civil. Así, pues, el manifiesto de Basilea 
  establecía, justamente para la guerra actual, la táctica de la lucha 
  revolucionaria de los trabajadores contra sus gobiernos en escala 
  internacional, la táctica de la revolución proletaria. El manifiesto de 
  Basilea repite las palabras de la resolución de Stuttgart de que en caso de 
  estallar la guerra, los socialistas deben aprovechar la "crisis económica y 
  política" creada por ella para "precipitar el hundimiento del capitalismo", es 
  decir, aprovechar en beneficio de la revolución socialista las dificultades 
  que la guerra causa a los gobiernos, así como la indignación de las masas. 
      La política de los socialchovinistas, que justifican la guerra desde el 
  punto de vista burgués sobre los movimientos de liberación, que admiten la 
  "defensa de la patria", que votan en favor de los créditos de guerra y 
  participan en los ministerios, etcétera, es una traición abierta al 
  socialismo, que sólo puede explicarse, como veremos más adelante, por el 
  triunfo del oportunismo y de la política obrera nacional-liberal en el seno de 
  la mayoría de los partidos europeos. 


  Las falsas referencias a Marx y a Engels 
      Los socialchovinistas rusos (con Plejánov a la cabeza) se remiten a la 
  táctica de Marx con respecto a la guerra de 1870; los alemanes (por el estilo 
  de Lensch, David y Cía.) invocan la declaración de Engels en 1891, sobre el 
  deber de los socialistas alemanes de defender la patria en caso de guerra 
  contra Rusia y Francia coaligadas; finalmente, los socialchovinistas del tipo 
  de Kautsky, deseosos de transigir con el chovinismo internacional y de 
  legitimarlo, se remiten al hecho de que Marx y 
  
  Engels, aun condenando como condenaban la guerra, se pusieron constantemente, 
  desde 1854-1855 hasta 1870-1871 y en 1876-1877, de parte de tal o cual Estado 
  beligerante, una vez que la guerra, pese a todo, había estallado. 
      Todas estas referencias constituyen una indignante desna turalización de 
  las ideas de Marx y Engels para complacer a la burguesía y a los oportunistas, 
  de la misma manera que los escritos de los anarquistas Guillaume y Cía. 
  tergiversan las ideas de Marx y Engels para justificar el anarquismo. La 
  guerra de 1870-1871 fue, por parte de Alemania, una guerra históricamente 
  progresista hasta la derrota de Napoleón III, pues él, de acuerdo con el zar, 
  había oprimido a Alemania durante largos años, manteniendo en ella el 
  fraccionamiento feudal. Pero en cuanto la guerra se trasformó en un saqueo de 
  Francia (con la anexión de Alsacia-Lorena), Marx y Engels condenaron 
  resueltamente a los alemanes. E incluso al comienzo mismo de la guerra, Marx y 
  Engels aprobaron la negativa de Bebel y Liebknecht a votar los créditos y 
  aconsejaron a los socialdemócratas no mezclarse con la burguesía, sino 
  defender los intereses independientes, de clase, del proletariado. Extender 
  esta apreciación sobre una guerra progresista burguesa y de liberación 
  nacional a la guerra imperialista actual, es mofarse de la verdad. Lo mismo 
  puede decirse -- y con mayor razón -- de la guerra de 1854-1855 y de todas las 
  guerras del siglo XIX, cuando no existían ni el imperialismo actual, ni las 
  condiciones objetivas ya maduras para el socialismo, ni partidos socialistas 
  de masas en todos los países beligerantes es decir, en una época en que no se 
  daban precisamente las condiciones en que se basaba el manifiesto de Basilea 
  para trazar la tactica de la "revolucion proletaria" en relación con la guerra 
  entre las grandes potencias. 
  
      Quienes invocan hoy la actitud de Marx ante las guerras de la época de la 
  burguesía progresista y olvidan las palabras de Marx, de que "los obreros no 
  tienen patria" -- palabras que se refieren precisamente a la época de la 
  burguesía reaccionaria y caduca, a la época de la revolución socialista --, 
  tergiversan desvergonzadamente a Marx y sustituyen el punto de vista 
  socialista por un punto de vista burgués. 


  La bancarrota de la II Internacional 
      Los socialistas del mundo entero declararon solemnemente en 1912, en 
  Basilea, que consideraban la guerra europea que se avecinaba como una empresa 
  "criminal" y archirreaccionaria de todos los gobiernos, que debía precipitar 
  el hundimiento del capitalismo engendrando inevitablemente la revolución 
  contra él. Llegó la guerra y estalló la crisis. En vez de aplicar una táctica 
  revolucionaria, la mayoría de los partidos social-demócratas aplicó una 
  táctica reaccionaria, poniéndose del lado de sus gobiernos y de su burguesía. 
  Esta traición al socialismo marca la bancarrota de la II Internacional 
  (1889-1914), y nosotros debemos tener una clara idea de qué es lo que ha 
  provocado esta bancarrota, qué ha engendrado el socialchovinismo y qué le ha 
  dado fuerza. 


  El socialchovinismo es el oportunismo
  más acabado 
      Durante toda la época de la II Internacional se libró en todas partes una 
  lucha en el seno de los partidos socialdemócratas entre el ala revolucionaria 
  y el ala oportunista. En 
  
  varios países (Inglaterra, Italia, Holanda y Bulgaria) se llegó, con este 
  motivo, a la escisión. Ningún marxista dudaba de que el oportunismo expresa la 
  política burguesa en el movimiento obrero, los intereses de la pequeña 
  burguesía y de la alianza de una ínfima porción de obreros aburguesados con 
  "su" burguesía, contra los intereses de las masas proletarias, oprimidas. 
      Las condiciones objetivas de fines del siglo XIX reforzaron especialmente 
  el oportunismo, trasformando la utilización de la legalidad burguesa en 
  servilismo ante ella, creando una pequeña capa burocrática y aristocrática de 
  la clase obrera e incorporando a las filas de los partidos socialdemócratas a 
  muchos "compañeros de ruta" pequeñoburgueses. 
      La guerra aceleró este desarrollo, convirtiendo el oportunismo en 
  socialchovinismo, y la alianza secreta de los oportunistas con la burguesía en 
  una alianza abierta. Además, las autoridades militares han declarado en todas 
  partes el estado de guerra y amordazado a las masas obreras, cuyos viejos 
  jefes se han pasado, casi en su totalidad, al campo de la burguesía. 
      La base económica del oportunismo y del socialchovinismo es la misma: los 
  intereses de una capa ínfima de obreros privilegiados y de la pequeña 
  burguesía, que defienden su situación excepcional y su "derecho" a recibir 
  unas migajas de los beneficios que obtiene "su" burguesía nacional del saqueo 
  de otras naciones, de las ventajas que le da su situación de gran potencia, 
  etc. 
      El contenido ideológico y político del oportunismo y del socialchovinismo 
  es el mismo: la colaboración de las clases en vez de la lucha entre ellas, la 
  renuncia a los medios revolucionarios de lucha y la ayuda a "su" gobierno en 
  su difícil situación, en lugar de aprovechar sus dificultades en favor de la 
  
  revolución. Si consideramos todos los países europeos en su conjunto, sin 
  detenernos en personalidades aisladas (aunque se trate de las más 
  prestigiosas), veremos que precisamente la corriente oportunista ha sido el 
  principal sostén del socialchovinismo, y que del campo revolucionario se alza, 
  casi en todas partes, una protesta más o menos consecuente contra esa 
  corriente. Y si examinamos, por ejemplo, la manera cómo se agruparon las 
  diversas corrientes en el Congreso Socialista Internacional de Stuttgart, en 
  1907, veremos que el marxismo internacional se pronunció contra el 
  imperialismo, mientras que el oportunismo internacional se manifestó ya 
  entonces en su favor. 


  La unidad con los oportunistas es la alianza de
  los obreros con "su" burguesía nacional y la
  escisión de la clase obrera revolucionaria
  internacional 
      En el pasado, antes de la guerra, el oportunismo fue considerado a menudo 
  como un componente legítimo, aunque "divisionista" y "extremista", del Partido 
  Socialdemócrata. La guerra ha demostrado que esto ya no será posible en el 
  futuro. El oportunismo "ha llegado a su plena madurez" y desempeñado hasta el 
  fin su papel de emisario de la burguesía en el movimiento obrero. La unidad 
  con los oportunistas se ha vuelto pura hipocresía, de la que vemos un ejemplo 
  en el Partido Socialdemócrata Alemán. En todas las grandes ocasiones (como por 
  ejemplo en la votación del 4 de agosto), los oportunistas presentan su 
  ultimátum y logran imponerlo gracias a sus múltiples vínculos con la 
  burguesía, al hecho de tener 
  
  la mayoría en las direcciones de los sindicatos, etc. Hoy, la unidad con los 
  oportunistas significa de hecho la subordinación de la clase obrera a "su" 
  burguesía nacional y la alianza con ella para oprimir a otras naciones y 
  luchar por los privile gios de toda gran potencia, lo cual representa la 
  escisión del proletariado revolucionario de todos los países. 
      Por dura que sea, en algunos casos, la lucha contra los oportunistas, que 
  dominan en muchas organizaciones, y sean cuales fueren en los distintos países 
  las peculiaridades que adopte el proceso de depuración de los partidos obreros 
  para desembarazarse de los oportunistas, este proceso es inevitable y fecundo. 
  El socialismo reformista agoniza; el socialismo que renace "será 
  revolucionario, intransigente e insurreccional", según la acertada expresión 
  del socialista francés Paul Golay 


  El "kautskismo" 
      Kautsky, la más alta autoridad de la II Internacional, es el ejemplo más 
  típico y claro de cómo el reconocimiento verbal del marxismo ha llevado en la 
  práctica a trasformarlo en "struvismo" o en "brentanismo"[3]. Plejánov nos of 
  rece otro ejemplo de ello. Mediante sofismas evidentes, se extirpa del 
  marxismo su espíritu vivo y revolucionario, y se admite en él todo, excepto 
  los medios revolucionarios de lucha y la propaganda y preparación de los 
  mismos, así como la educación de las masas en ese sentido. Despreciando todo 
  principio, Kautsky "concilia" la idea fundamental del socialchovinismo, la 
  aceptación de la defensa de la pa¿ria en la guerra actual, con concesiones 
  diplomáticas y ostensibles a la izquierda, tales como la abstención en la 
  votación de los créditos de guerra, la actitud verbal 
  
  en favor de la oposición, etc. Kautsky, que en 1909 escribió todo un libro 
  sobre la inminencia de una época de revoluciones y sobre las relaciones entre 
  la guerra y la revolución ¡ Kautsky, que en 1912 firmó el manifiesto de 
  Basilea sobre la utilización revolucionaria de la guerra que se avecinaba, 
  ahora justifica y exalta el socialchovinismo por todos los medios y, como 
  Plejánov, se une a la burguesía para ridiculizar toda idea de revolución, toda 
  iniciativa en el sentido de una lucha revolucionaria directa. 
      La clase obrera no puede cumplir su misión revolucionaria universal sin 
  librar una guerra implacable contra esa actitud de renegados, contra esa falta 
  de principios, contra esa actitud servil hacia el oportunismo y contra ese 
  increíble envilecimiento teórico del marxismo. El kautskismo no es fruto del 
  azar, sino el producto social de las contradicciones de la II Internacional, 
  de la combinación de la fidelidad verbal al marxismo con la sumisión, de 
  hecho, al oportunismo. 
      Esta falsedad esencial del "kautskismo" se manifiesta de distintas formas 
  en diferentes países. En Holanda, Roland Holst, a la vez que rechaza la idea 
  de la defensa de la patria, aboga por la unidad con el partido de los 
  oportunistas. En Rusia, Trotski, que también rechaza esa idea, defiende asimis 
  mo la unidad con el grupo oportunista y chovinista de Nasha Zariá. En Rumania, 
  Rakovski declara la guerra al oportunismo por considerarlo culpable de la 
  bancarrota de la II Internacional, pero al mismo tiempo está dispuesto a 
  admitir la legitimidad de la idea de la defensa de la patria. Todas estas no 
  son más que manifestaciones del mal que los marxistas holandeses (Gorter y 
  Pannekoek) han llamado el "radicalismo pasivo" y que se reduce a la 
  suplantación del marxismo revolucionario por un eclecticismo en teoría, y por 
  el servilismo o la impotencia ante el oportunismo en la práctica. 
  


  La consigna de los marxistas es la consigna
  de la socialdemocracia revolucionaria 
      Es indudable que la guerra ha creado la más grave de las crisis y 
  acentuado increíblemente las calamidades de las masas. El carácter 
  reaccionario de esta guerra, las mentiras desvergonzadas de la burguesía de 
  todos los países, que disimula sus objetivos de rapiña con una ideología 
  "nacional", suscitan ineludiblemente, en la situación revolucionaria objetiva 
  que se ha creado, un espíritu revolucionario entre las masas. Nuestro deber es 
  ayudar a que las masas adquieran conciencia de ese espíritu, profundizarlo y 
  darle forma. Esta tarea sólo la expresa certeramente la consigna de la 
  trasformación de la guerra imperialista en guerra civil, y toda lucha 
  consecuente de clase durante la guerra, toda táctica de "acciones de masas", 
  aplicada en serio, conduce de modo inevitable a dicha trasformación. No 
  podemos saber si un fuerte movimiento revolucionario estallará con motivo de 
  la primera o de la segunda guerra imperialista de las grandes potencias, o si 
  estallará en el curso de esta guerra o después de ella, pero de todos modos 
  nuestro deber ineludible es trabajar de un modo sistemático y firme en esa 
  dirección. 
      El manifiesto de Basilea se refiere directamente al ejemplo de la Comuna 
  de París, es decir, a la trasformación de una guerra entre gobiernos en guerra 
  civil. Hace medio siglo el proletariado era demasiado débil; las condiciones 
  objetivas del socialismo no estaban aún maduras; entre los movimientos 
  revolucionarios de todos los países beligerantes no podía haber coordinación 
  ni cooperación; el entusiasmo de una parte de los obreros de París por la 
  "ideología nacional" (la tradición de 1792) fue manifestación de su debilidad 
  pequeñoburguesa, como señaló Marx en su oportunidad, y fue una de las causas 
  del fracaso de la Comuna. Medio siglo después de ésta han 
  
  desaparecido las condiciones que debilitaban entonces a la revolución, y hoy 
  sería imperdonable en un socialista admitir la renuncia a actuar precisamente 
  en el espíritu de los comuneros de París. 


  El ejemplo de la fraternización en las trincheras 
      Los periódicos burgueses de todos los países beligerantes han citado 
  ejemplos de fraternización entre los soldados de las naciones en guerra, 
  incluso en las trincheras mismas. Y los decretos draconianos dictados por las 
  autoridades militares (de Alemania y de Inglaterra) contra dicha 
  fraternización demuestran que los gobiernos y la burguesía le conceden una 
  gran importancia. Si pudieron producirse casos de fraternización, pese al 
  dominio total del oportunismo en la dirección de los partidos socialdemócratas 
  de la Europa occidental y pese al apoyo que el socialchovinismo recibe de toda 
  la prensa socialdemócrata y de todas las autoridades de la II Internacional, 
  ello viene a demostrar hasta qué punto sería posible acortar la duración de la 
  guerra criminal, reaccionaria y esclavista que se hace en la actualidad y 
  organizar el movimiento revolucionario internacional, si se realizara un 
  trabajo sistemático en este sentido, aunque sólo fuera por los socialistas de 
  izquierda de los países beligerantes. 


  Importancia de la organización ilegal 
      Los anarquistas más notables de todo el mundo se han deshonrado en esta 
  guerra no menos que los oportunistas por su socialchovinismo (en el espíritu 
  de Plejánov o de Kautsky). 
  
  Uno de los resultados útiles de esta contienda será, indudablemente, acabar, a 
  la vez, con el oportunismo y el anarquismo. 
      Sin renunciar en ningún caso, y cualesquiera sean las circunstancias, a 
  aprovechar la menor posibilidad legal para organizar las masas y propagar el 
  socialismo, los partidos socialdemócratas deben romper con toda actitud servil 
  ante la legalidad. "Disparad vosotros primero, señores burgueses"[4], escribía 
  Engels, aludiendo precisamente a la guerra civil y a nuestra necesidad de 
  violar la legalidad burguesa después que la burguesía la haya violado. La 
  crisis ha demostrado que la burguesía la viola en todos los países, incluso en 
  los más libres, y que no se puede llevar a las masas a la revolución sin crear 
  una organización clandestina que propague, discuta, aprecie y prepare los 
  medios revolucionarios de lucha. Así, en Alemania, todo lo que se hace de 
  honesto por los socialistas, se hace contra el vil oportunismo y el hipócrita 
  "kautskismo", y se hace precisamente en la clandestinidad. En Inglaterra 
  envían a presidio a los que distribuyen llamamientos impresos invitando al 
  pueblo a no presentarse a filas. 
      Considerar que el repudio de los métodos ilegales de propaganda y la mofa 
  de ellos en la prensa legal es compatible con la pertenencia al partido 
  socialdemócrata, es traicionar al socialismo. 


  Sobre la derrota del "propio" gobierno
  en la guerra imperialista 
      Tanto los partidarios de la victoria de su propio gobierno en la guerra 
  actual, como los defensores de la consigna de "ni victoria ni derrota", 
  adoptan igualmente el punto de vista del socialchovinismo. En una guerra 
  reaccionaria, la clase revo- 
  
  lucionaria no puede dejar de desear la derrota de su gobierno; no puede dejar 
  de ver que existe una relación entre los reveses militares de este gobierno y 
  las facilidades que éstos crean para su derrocamiento. Sólo el burgués que 
  piense que la guerra iniciada por los gobiernos terminará indefectiblemente 
  como una guerra entre gobiernos, y que además así lo desea, encuentra 
  "ridícula" o "absurda" la idea de que los socialistas de todas las naciones 
  beligerantes expresen el deseo de que todos "sus" gobiernos sean derrotados. 
  Por el contrario, justamente esa posición respondería al pensamiento más 
  íntimo de todo obrero conciente y se situaría en el marco de nuestra actividad 
  encaminada a la trasformación de la guerra imperialista en guerra civil. 
      Es indudable que la importante labor de agitación contra la guerra, 
  efectuada por una parte de los socialistas ingleses, alemanes y rusos, 
  "debilitó la potencia militar" de sus respectivos gobiernos, pero tal 
  agitación fue un mérito de los socialistas. Estos deben explicar a las masas 
  que para ellas no hay salvación fuera del derrocamiento revolucionario de 
  "sus" gobiernos y que las dificultades con que tropiezan estos gobiernos en la 
  guerra actual deben ser aprovechadas con ese fin. 


  Sobre el pacifismo y la concigna de la paz 
      El estado de ánimo de las masas en favor de la paz expresa con frecuencia 
  un comienzo de protesta, de indignación y de toma de conciencia del carácter 
  reaccionario de la guerra. Aprovechar ese estado de ánimo es un deber de todos 
  los socialdemócratas. Ellos participarán con el mayor entusiasmo en todo 
  movimiento y en toda manifestación en ese sentido, pero no enganarán al pueblo 
  dejándole creer que sin un movi- 
  
  miento revolucionario se puede alcanzar una paz sin anexiones, sin opresión de 
  las naciones y sin saqueos, una paz sin gérmenes de nuevas guerras entre los 
  gobiernos de hoy y las clases dominantes en la actualidad. Semejante engaño 
  sólo haría el juego a la diplomacia secreta de los gobiernos beligerantes y a 
  sus planes contrarrevolucionarios. Quien desee una paz firme y democrática, 
  debe pronunciarse en favor de la guerra civil contra los gobiernos y la 
  burguesía. 


  Sobre el derecho de las naciones
  a la autodeterminación 
      El medio empleado con más amplitud en la guerra actual por la burguesía 
  para engañar al pueblo es el de ocultar los fines de rapiña con la ideología 
  de la "liberación nacional". Los ingleses prometen la libertad a Bélgica, los 
  alemanes, a Polonia, etc. Pero en realidad, como ya hemos visto, se trata de 
  una guerra entre los opresores de la mayoría de las naciones del mundo para 
  afianzar y extender su opresión. 
      Los socialistas no pueden alcanzar su elevado objetivo sin luchar contra 
  toda opresión de las naciones. Por ello deben exigir absolutamente que los 
  partidos socialdemócratas de los países opresores (sobre todo de las llamadas 
  "grandes" potencias) reconozcan y defiendan el derecho de las naciones 
  oprimidas a la autodeterminación, y justamente en el sentido político de esta 
  palabra, es decir, el derecho a la separación política. El socialista de una 
  gran potencia o de una nación poseedora de colonias, que no defiende este 
  derecho, es un chovinista. 
      La defensa de este derecho no solamente no estimula la formación de 
  pequeños Estados, sino que, por el contrario, 
  
  conduce a que se constituyan, del modo más libre, más deciclido y por lo tanto 
  más amplio y universal, grandes Estados o federaciones de Estados que son más 
  ventajosos para las masas y más adecuados para el desarrollo económico. 
      A su vez, los socialistas de las naciones oprimidas deben luchar 
  absolutamente por la unidad plena (incluida la unidad orgánica) de los obreros 
  de las naciones oprimidas y opresoras. La idea de una separación jurídica 
  entre una y otra nación (la llamada "autonomía cultural nacional" propugnada 
  por Bauer y Renner) es una idea reaccionaria. 
      El imperialismo es la época de la opresión creciente de las naciones del 
  mundo entero por un puñado de "grandes" potencias, razón por la cual la lucha 
  por la revolución socialista internacional contra el imperialismo es imposible 
  sin el reconocimiento del derecho de las naciones a la autodeterminación. "Un 
  pueblo que oprime a otros pueblos no puede ser libre" (Marx y Engels). Un 
  proletariado que acepte que su nación ejerza la menor violencia sobre otras 
  naciones no puede ser socialista. 





   
   

  


  CAPITULO II
  LAS CLASES Y LOS PARTIDOS EN RUSIA

  La burguesía y la guerra 
      Hay un aspecto en el que el gobierno ruso no ha quedado a la zaga de sus 
  cofrades europeos: como ellos, ha sabido engañar a "su" pueblo en una escala 
  grandiosa. También en Rusia se ha puesto en juego un inmenso y monstruoso 
  aparato de falsedades y argucias para inocular el chovinismo a las masas, para 
  dar la impresión de que el gobierno zarista libra una guerra "justa", que 
  defiende desinteresadamente a sus "hermanos eslavos", etc. 
      La clase de los terratenientes y las capas superiores de la burguesía 
  comercial e industrial apoyan enérgicamente la política belicista del gobierno 
  del zar. Esperan, con toda razón, inmensos beneficios materiales y privilegios 
  del reparto de la herencia turca y austríaca. En toda una serie de sus 
  congresos han saboreado ya por anticipado los beneficios que afluirían a sus 
  bolsillos si triunfase el ejército zarista. Además, los reaccionarios 
  comprenden muy bien que si hay algo que todavía puede aplazar la caída de la 
  monarquía de los Románov y de- 
  
  tener una nueva revolución en Rusia es una guerra exterior victoriosa para el 
  zar. 
      Amplias capas de la burguesía urbana "media", de la intelectualidad 
  burguesa, de las profesiones liberales, etc., estaban también contaminadas -- 
  por lo menos al principio de la guerra -- por el chovinismo. El partido de la 
  burguesía liberal de Rusia -- los kadetes -- apoyó íntegra e 
  incondicionalmente al gobierno zarista. En materia de política exterior, hace 
  ya tiempo que los kadetes son un partido gubernamental. El paneslavismo, 
  mediante el cual la diplomacia zarista realizó más de una vez sus grandiosos 
  fraudes políticos, se ha convertido en la ideología oficial de los kadetes. El 
  liberalismo ruso ha degenerado en nacional -liberalismo. Rivaliza en 
  "patriotismo" con las centurias negras, vota siempre de buen grado por el 
  militarismo, la hegemonía naval, etc. En el campo del liberalismo ruso se 
  observa, aproximadamente, el mismo fenómeno que en Alemania en la década del 
  70, cuando el liberalismo "librepensador" se desintegró y dio nacimiento al 
  partido nacional-liberal. La burguesía liberal rusa ha emprendido 
  definitivamente el camino de la contrarrevolución. El punto de vista del 
  P.O.S.D.R. en esta cuestión se ha confirmado en su plenitud. La realidad echó 
  por tierra la idea de nuestros oportunistas, según la cual el liberalismo ruso 
  es aún la fuerza motriz de la revolución en Rusia. 
      La camarilla gobernante ha logrado también, con ayuda de la prensa 
  burguesa, del clero, etc., provocar un estado de ánimo chovinista entre los 
  campesinos. Pero a medida que los soldados vayan volviendo del campo de 
  batalla, el estado de ánimo en el campo cambiará, indudablemente, y no a favor 
  de la monarquía zarista. Los partidos democrático-burgueses que tienen puntos 
  de contacto con los campesinos tampoco han 
  
  resistido la ola de chovinismo. El partido de los trudoviques se negó en la 
  Duma del Estado a votar por los créditos de guerra. Pero por boca de su jefe 
  Kerenski dio a conocer una declaración "patriótica" que hace perfectamente el 
  juego a la monarquía. Toda la prensa legal de los "populistas" ha seguido, en 
  general, los pasos de los liberales. Incluso el ala izquierda de la democracia 
  burguesa, el llamado partido socialista-revolucionario, afiliado al Buró 
  Socialista Internacional, ha seguido esta corriente. El señor Rubánovich, 
  representante de este partido en el B.S.I., se manifiesta abiertamente como un 
  socialchovinista. La mitad de los delegados de este partido en la conferencia 
  de los socialistas de la "Entente", celebrada en Londres, votó una resolución 
  chovinista (la otra mitad se abstuvo). En la prensa ilegal de los 
  socialistas-revolucionarios (en el periódico Nóvosti [5] y otros) predominan 
  los chovinistas. Los revolucionarios "salidos de un medio burgués", es decir, 
  los revolucionarios burgueses que no están ligados a la clase obrera, han 
  sufrido un terrible descalabro en esta guerra. La triste suerte de Kropotkin, 
  Búrtziev y Rubanóvich es suma mentesignificativa. 


  La clase obrera y la guerra 
      El proletariado es la única clase en Rusia a la que no se ha logrado 
  inocular el virus del chovinismo. Algunos excesos cometidos al comienzo de la 
  guerra no afectaron sino a las capas más atrasadas de la clase obrera. La 
  participación de los obreros en los escandalosos actos de Moscú contra los 
  alemanes ha sido muy exagerada. En general, la clase obrera en Rusia se ha 
  mostrado inmune al chovinismo. 
  
      Esto se explica por la situación revolucionaria existente en el país y por 
  las condiciones generales de vida del proletariado ruso. 
      Los años de 1912 a 1914 marcaron el comienzo de un nuevo y grandioso auge 
  revolucionario en Rusia. Nuevamente fuimos testigos de un vasto movimiento 
  huelguístico, sin precedentes en el mundo. Según los cálculos más modestos, 
  las huelgas revolucionarias de masas abarcaron en 1913 a un millón y medio de 
  participantes, para pasar en 1914 los dos millones y aproximarse al nivel de 
  1905. En vísperas de la guerra, en Petersburgo los acontecimientos llevaron ya 
  a los primeros combates de barricadas. 
      El Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, partido ilegal, ha cumplido su 
  deber ante la Internacional. La bandera del internacionalismo no tembló en sus 
  manos. Nuestro Partido ha roto orgánicamente, desde hace ya tiempo, con los 
  grupos y elementos oportunistas. Los grilletes del oportunismo y del 
  "legalismo a toda costa" no ataron de pies y manos a nuestro Partido. Y esta 
  circunstancia le permitió cumplir su deber re volucionario, de la misma manera 
  que la escisión con el partido oportunista de Bissolati ayudó también a los 
  camaradas italianos. 
      La situación general de nuestro país es hostil al florecimiento del 
  oportunismo "socialista" entre las masas obreras. En Rusia vemos toda una 
  serie de matices del oportunismo y del reformismo entre los intelectuales, en 
  la pequeña burguesía, etc. Pero ello sólo cuenta con una ínfima minoría de 
  partidarios en las capas obreras políticamente activas. El sector de obreros y 
  empleados privilegiados es muy débil en nuestro país. El fetichismo de la 
  legalidad no ha podido surgir entre nosotros. Los liquidadores (el partido de 
  los oportunistas, dirigido por Axelrod, Potrésov, Cherevanin, Máslov y otros) 
  no contaban 
  
  con ningún apoyo serio, antes de la guerra, entre las masas obreras. A la IV 
  Duma del Estado fueron elegidos seis diputados obteros, todos adversarios del 
  liquidacionismo. La tirada de la prensa obrera legal de Petrogrado y Moscú, 
  así como las colectas de fondos para ella, demostraron irrefutablemente que 
  las cuatro quintas partes de los obreros concientes están contra el 
  oportunismo y la corriente liquidacionista. 
      Al comenzar la guerra, el gobierno zarista detuvo y deportó a miles y 
  miles de obreros avanzados, miembros de nuestro P.O.S.D.R. ilegal. Este hecho, 
  unido a la declaración del estado de guerra en el país y a la clausura de 
  nuestros periódicos etc., logró frenar nuestro mivimiento. Sin embargo, la 
  actividad revolucionaria clandestina de nuestro Partido continúa a pesar de 
  todo. En Petrogrado, el Comité de nuestro Partido publica un periódico ilegal, 
  Proletarski Golosfi.[6] 
      Los artículos del órgano central Sotsial-Demokrat, que se edita en el 
  extranjero, se reimprimen en Petrogrado y se envían a las provincias. Se 
  publican proclamas ilegales que se difunden incluso en los cuarteles. Fuera de 
  la ciudad, en lugares apartados, se celebran reuniones obreras clandestinas. 
  Ultimamente, estallaron en Petrogrado grandes huelgas de obreros metalúrgicos. 
  Con este motivo, nuestro Comité de Petrogrado lanzó varios manifiestos 
  dirigidos a los obreros. 


  La fracción obrera socialdemócrata de Rusia en la Duma del Estado y la guerra 
      En 1913 se produjo una escisión entre los diputados social-demócratas de 
  la Duma del Estado. De un lado quedaron siete partidarios del oportunismo, 
  dirigidos por Chjeídze, que habían sido elegidos por siete provincias no 
  proletarias, donde 
  
  el número de obreros era de 214.000. De otro lado quedaron seis diputados, 
  todos ellos de la curia obrera, elegidos en los centros más industriales de 
  Rusia, que contaban en total con 1.008.000 obreros. 
      La cuestión principal de divergencia era esta: táctica del marxismo 
  revolucionario o táctica del reformismo oportunista. En la práctica, la 
  divergencia se manifestaba, sobre todo, en la actividad extra parlamentaria en 
  el seno de las masas. Esta actividad debía desplegarse en Rusia 
  clandestinamente, si los que la llevaban a cabo querían mantenerse en un plano 
  revolucionario. La fracción de Chjeídze siguió siendo la aliada más fiel de 
  los liquidadores, que rechazaban el trabajo clandestino, y los defendía en 
  todas las charlas con los obreros, en todas las reuniones. De ahí la escisión. 
  Los seis diputados formaron la fracción O.S.D.R. Un año de trabajo demostró de 
  modo irrefutable que con ella precisamente estaba la inmensa mayoría de los 
  obreros rusos. 
      Al comenzar la guerra, la divergencia alcanzó gran relieve. La fracción de 
  Chjeídze se limitó al terreno estrictamente parlamentario. No votó en favor de 
  los créditos, porque si hubiera procedido de otro modo habría suscitado una 
  tempestad de indignación contra ella entre los obreros. (Hemos visto que en 
  Rusia ni siquiera los trudoviques, pequeñoburgueses, han votado en pro de los 
  créditos.) Pero tampoco alzó su protesta contra el socialchovinismo. 
      De otro modo procedió la fracción O.S.D.R., que expresaba la línea 
  política de nuestro Partido. Llevó la protesta contra la guerra a lo más 
  profundo de la clase obrera y extendió la propaganda contra el imperialismo a 
  las amplias masas de proletarios rusos. 
      Y los obreros acogieron con gran simpatía a esta fracción, lo que asustó 
  al gobierno y le obligó, violando flagrantemente 
  
  sus propias leyes, a detener a nuestros camaradas diputados y condenarlos a 
  deportación perpetua a Siberia. Ya en su primer comunicado oficial sobre la 
  detención de nuestros camara das, el gobierno zarista escribía: 
      "Algunos miembros de las sociedades socialdemócratas, que se han planteado 
  como fin de su actividad quebrantar la potencia militar de Rusia realizando 
  una agitación contra la guerra, por medio de proclamas clandestinas y de una 
  propaganda oral, han adoptado a este respecto una posición muy especial." 
      Al famoso llamamiento de Vandetvelde pidiendo que se suspendiera 
  "temporalmente" la lucha contra el zarismo -- ahora se sabe por las 
  declaraciones del emisario del zar en Bélgica, príncipe Kudashiev, que 
  Vandervelde no redactó él solo dicho llamamiento, sino en colaboración con el 
  mencionado enviado zatista --, sólo nuestro Partido dio una tespuesta 
  negativa, pot boca de su Comité Central. El centro dirigente de los 
  liquidadores se mostró de acuerdo con Vandervelde y declató oficialmente en la 
  ptensa que "con su actividad no se opondría a la guerra ". 
      El gobierno zarista acusó, ante todo, a nuestros camatadas diputados de 
  haber difundido entre los obreros esta respuesta negativa a Vandervelde. 
      Durante el ptoceso, el procutador zarista, señor Nenarókomov, puso de 
  ejemplo a nuestros camatadas los socialistas alemanes y franceses. "Los 
  socialdemócratas alemanes -- dijo -- han votado los créditos de guerra y se 
  han mostrado amigos del gobierno. Así procedieron los socialdemócratas 
  alemanes, mientras que los tristes caballeros de la socialdemocracia rusa no 
  han actuado así [. . .]. Los socialistas de Bélgica y Francia, como un solo 
  hombre, olvidaron sus discordias con otras clases, sus querellas de partidos, 
  y se colocaron sin vacilación bajo la bandera." Sin embargo, los miembros de 
  
  la fracción obtera socialdemócrata de Rusia, que se subordinaron a las 
  directivas del Comité Central del Partido, no obraron de ese modo. . . 
      En el proceso se desplegó el imponente cuadro del amplio trabajo ilegal de 
  agitación contra la guerra, realizado por nuestro Partido entre las masas 
  proletarias. Como es natural, el tribunal zarista no logró, ni con mucho, 
  "descubrir" toda la actividad de nuestros camaradas en este dominio. Pero lo 
  que se reveló demostró cuánto se había hecho en el breve lapso de unos meses. 
      Durante el juicio se dio lectura a los manifiestos clandestinos de 
  nuestros grupos y comités contra la guerra y en favor de una táctica 
  internacionalista. Los obreros concientes de toda Rusia estaban en relación 
  con los miembros de la fracción obrera socialdemócrata de Rusia, que se 
  esforzaba, en la medida de sus posibilidades, por ayudarlos a enjuiciar la 
  guerra desde el punto de vista del marxismo. 
      El camarada Muránov, diputado de los obreros de la provincia de Járkov, 
  declaró ante el tribunal: 
      "Comprendiendo que el pueblo no me había enviado a la Duma del Estado para 
  apoltronarme en mi escaño, iba a las localidades para conocer el estado de 
  ánimo de la clase obrera." Muránov reconoció también en el juicio que había 
  asumido las funciones de agitador ilegal de nuestro Partido y organizado un 
  comité obrero en los Urales, en la fábrica de Verjneisetsk, y en otros 
  lugares. El proceso demostró que, desde el comienzo de la guerra, los miembros 
  de la fracción O.S.D.R. había recorrido, con fines de propaganda, casi toda 
  Rusia, que Muránov, Petrovski, Badáiev y otros habían organizado numerosas 
  asambleas obreras en las cuales se adoptaron resoluciones contra la guetra, 
  etc. 
  
      El gobierno zarista amenazó a los acusados con la pena de muerte. Esto 
  hizo que no todos se mostraran en el curso mismo del proceso tan valientes 
  como el camarada Muránov. Trataron de dificultar a los procuradores 2aristas 
  su condena. De ello se aprovechan hoy, indignamente, los socialchovinistas 
  rusos para velar el fondo de la cuestión, a saber: ¿cuál es el parlamentarismo 
  que necesita la clase obrera? 
      Aceptan el parlamentarismo Sudekum y Heine, Sembat y Vaillant, Bissolati y 
  Mussolini, Chjeídze y Plejánov. También lo aceptan nuestros camaradas de la 
  fracción obrera socialdemócrata de Rusia, así como los camaradas búlgaros e 
  italianos que han roto con los chovinistas Pero hay parlamentarismo y 
  parlamentarismo. Unos utilizan la tribuna parlamentaria para hacer méritos 
  ante sus gobiernos, o, en el mejor de los casos, para lavarse las manos, como 
  la fracción de Chjeídze. Otros utilizan el parlamentarismo para ser 
  revolucionarios hasta el fin, para cumplir su deber como socialistas e 
  internacionalistas, incluso en las circunstancias más difíciles. La actividad 
  parlamentaria de los unos conduce a los sillones ministeriales; la de los 
  otros conduce a la cárcel, a la deportación, al presidio. Los unos sirven a la 
  burguesía; los otros, al proletariado. Los unos son socialimperialistas, los 
  otros marxistas revolucionarios. 





   
   

  


  CAPITULO III
  LA RECONSTRUCCION DE LA INTERNACIONAL 



      ¿Cómo reconstruir la Internacional? Antes digamos algunas palabras sobre 
  cómo no debe ser reconstruida. 


  El método de los socialchovinistas y del "centro" 
      ¡Oh, los socialchovinistas de todos los países son grandes 
  "internacionalistas"! Desde que estalló la guerra están abrumados de 
  preocupación por la Internacional. Por un lado, afirman que los rumores acerca 
  de la bancarrota de la Internacional son "exagerados". Pues en realidad no ha 
  pasado nada extraordinario. Escuchen a Kautsky: la Internacional es, 
  simplemente, "un instrumento de tiempos de paz", y es natural que, en tiempos 
  de guerra, no haya estado a la altura de las circunstancias. Por otro lado, 
  los socialchovinistas de todos los países han encontrado un medio muy sencillo 
  -- y lo que es más importante, un medio internacional -- para salir de la 
  situación creada. Ese medio no es complicado: basta esperar el final de la 
  guerra. Y mientras llega su fin, los so cialistas de todos los países deben 
  defender su "patria" y apoyar a "sus" gobiernos. Una vez acabada la guerra, se 
  "am- 
  
  nistiarán" unos a otros, reconocerán que todos tenían razón, que en tiempos de 
  paz vivimos como hermanos, pero que en tiempos de guerra -- y sobre la base 
  concreta de tal o cual resolución -- exhortamos a los obreros alemanes a 
  exterminar a sus hermanos franceses y viceversa. 
      En este punto están igualmente de acuerdo: Kautsky, Plejánov, Víctor Adler 
  y Heine. Víctor Adler escribe: "Cuando hayamos pasado estos tiempos difíciles, 
  nuestro primer deber será no reprocharnos mutuamente cada menudencia." Kautsky 
  afirma: "Hasta ahora, en ninguna parte se alzaron voces de socialistas serios 
  que puedan hacernos temer" por la suerte de la Internacional. Plejánov dice: 
  "Es desagradable estrechar la mano (de los socialdemócratas alemanes), tinta 
  en sangre de inocentes asesinados." Pero de inmediato propone una "amnistía": 
  "Será muy conveniente en este caso -- escribe -- someter el corazón a la 
  cabeza. En nombre de su gran causa, la Internacional deberá tomar en cuenta 
  incluso las lamentaciones tardías." En Sozialistische Monatshefte, Heine 
  califica de "viril y orgullosa" la conducta de Vandervelde, y la pone de 
  ejemplo a los izquierdistas alemanes. 
      En una palabra, cuando la guerra haya terminado, habrá que nombrar una 
  comisión formada por Kautsky y Plejánov, Vandervelde y Adler, y en un abrir y 
  cerrar de ojos redactarán una resolución "unánime" en un espíritu de amnistía 
  mutua. La controversia se esfumará felizmente. En vez de ayudar a los obreros 
  a comprender lo que ha pasado, se los engañará con una aparente "unidad" en el 
  papel. La unión de los socialchovinistas y de los hipócritas de todos los 
  países será bautizada con el nombre de reconstrucción de la Internacional. 
      No hay por qué ocultarlo: el peligro de semejante "reconstrucción" es muy 
  grande. Los socialchovinistas de todos los 
  
  países están igualmente interesados en ella. Ninguno quiere que las propias 
  masas obreras de sus países se orienten en esta cuestión: socialismo o 
  nacionalismo. Todos se hallan interesados por igual en disimular mutuamente 
  sus pecados. Ninguno de ellos puede proponer otra cosa que no sea la que 
  propone Kautsky, el virtuoso de la hipocresía "internacionalista". 
      Sin embargo, este peligro no se comprende de la manera debida. En el curso 
  de un año de guerra hemos presenciado varias tentativas de restablecimiento de 
  las relaciones internacionales. No hablemos de las conferencias de Londres y 
  de Viena a las que asistieron determinados chovinistas con el propósito de 
  ayudar a los Estados Mayores Generales y a la burguesía de "sus" patrias. Nos 
  referimos a las conferencias de Lugano y de Copenhague, a la Conferencia 
  Internacional de Mujeres y a la Conferencia Internacional de la Juventud[7]. 
  Estas reuniones estuvieron animadas por los mejores deseos, pero no vieron en 
  absoluto el peligro señalado. No trazaron la línea de combate de los 
  internacionalistas. No mostraron al proletariado el peligro al que lo exponía 
  el método socialchovinista de "reconstrucción" de la Internacional. En el 
  mejor de los casos, se limitaron a repetir las viejas resoluciones, sin 
  indicar a los obreros que, si no luchan contra los socialchovinistas, la causa 
  del socialismo es una causa desesperada. En el mejor de los casos, no hicieron 
  más que marcar el paso sin moverse del sitio. 


  La situación en la oposición 
      No cabe la menor duda de que la situación en la oposición socialdemócrata 
  alemana reviste el mayor interés para todos 
  
  los internacionalistas. La socialdemocracia alemana oficial, que era el 
  partido más fuerte, el partido dirigente, en el seno de la II Internacional, 
  asestó el golpe más sensible a la organización internacional de los obreros. 
  Pero también en la socialdemocracia alemana resultó más poderosa la oposición. 
  Es el primero de los grandes partidos europeos en el que alzaron su vigorosa 
  voz de protesta los camaradas que permanecen fieles a la bandera del 
  socialismo. Hemos leído con alegría las revistas Lichtstrahlen y Die 
  Internationale. Y con mayor alegría aún nos hemos enterado de la difusión en 
  Alemania de llamamientos revolucionarios ilegales, como por ejemplo el 
  titulado "El enemigo principal está dentro del propio país". Esto demuestra 
  que el espíritu del socialismo vive entre los obreros alemanes, que en 
  Alemania hay todavía hombres capaces de defender el marxismo revolucionario. 
      En el seno de la socialdemocracia alemana se ha perfilado con el mayor 
  relieve la escisión del socialismo contemporáneo. Aquí vemos con toda nitidez 
  tres tendencias: los oportunistas chovinistas, que en ninguna parte han 
  llegado a tal degradación y apostasía como en Alemania; el "centro" 
  kautskista, que demostró una incapacidad absoluta para desempeñar otro papel 
  que no sea el de lacayo de los oportunistas, y la izquierda, que representa a 
  los únicos socialdemócratas de Alemania. 
      Como es natural, lo que más nos interesa es la situación en la izquierda 
  alemana. En ella vemos a nuestros camaradas que son la esperanza de todos los 
  elementos internacionalistas. 
      ¿Cuál es, pues, esta situación? 
      La revista Die Internationale tenía toda la razón al afirmar que en la 
  izquierda alemana todo se halla todavía en un proceso de fermentación, que 
  deben producirse aún grandes reagrupamientos y que en el seno de ella hay 
  elementos más decididos y menos decididos. 
  
      Nosotros, los internacionalistas rusos, no pretendemos, de ninguna manera, 
  inmiscuirnos en los asuntos internos de nuestros camaradas de la izquierda 
  alemana. Comprendemos que sólo ellos son verdaderamente competentes para 
  definir sus métodos de lucha contra los oportunistas, de acuerdo con las 
  condiciones de lugar y tiempo. Sólo estimamos que tenemos el derecho y el 
  deber de expresar con franqueza nuestra opinión sobre la situación. 
      Estamos convencidos de que el autor del artículo editorial de la revista 
  Die Internationale tenía toda la razón al afirmar que el "centro" kautskista 
  causa más daño al marxismo que el socialchovinismo descarado. Quienes velan 
  ahora las divergencias y predican a los obreros, bajo una apariencia de 
  marxismo, lo mismo que predica el kautskismo, adormecen a los obreros y son 
  más nocivos que los Sudekum y los Heine, los cuales plantean el problema de 
  frente y obligan a los obreros a analizarlo. 
      La fronda contra las "instancias superiores", que Kautsky y Haase se 
  permiten en los últimos tiempos, no debe engañar a nadie. Las divergencias 
  entre ellos y los Scheidemann no son divergencias de principio. Los unos 
  consideran que Hindenburg y Mackensen han vencido ya y que ahora pueden 
  permitirse el lujo de protestar contra las anexiones. Los otros estiman que 
  Hindenburg y Mackensen no han vencido aún, y que por lo tanto hay que 
  "mantenerse firmes hasta el fin". 
      El kautskismo sólo lucha en apariencia contra las "instancias superiores", 
  precisamente con el propósito de esfumar, después de la guerra, a los ojos de 
  los obreros, la discusión sobre una base de principios y escamotear el asunto 
  con una amplia resolución -- la mil y tantas -- redactada en un estilo 
  vagamente izquierdista, en lo que son verdaderos maestros los diplomáticos de 
  la II Internacional. 
  
      Es perfectamente comprensible que, en su difícil lucha con tra las 
  "instancias superiores", la oposición alemana deba aprovechar también esta 
  fronda sin principios del kautskismo. Ahora bien, para todo internacionalista, 
  la piedra de toque debe seguir siendo la actitud negativa hacia el 
  neokautskismo. Sólo es verdadero internacionalista quien combate el kauts 
  kismo y comprende que el "centro" sigue siendo, desde el punto de vista de los 
  principios, incluso después del aparente viraje de sus jefes, el aliado de los 
  chovinistas y de los oportunistas. 
      Nuestra actitud hacia los elementos vacilantes de la Internacional tiene, 
  en general, una inmensa importancia. Estos elementos -- en su mayoría 
  socialistas de matiz pacifista -- existen tanto en los países neutrales como 
  en algunos países beligerantes (por ejemplo, en Inglaterra, el Partido 
  Laborista Independiente). Estos elementos pueden ser nuestros compañeros de 
  ruta. Es indispensable un acercamiento a ellos, contra los socialchovinistas. 
  Pero no hay que olvidar que son únicamente compañeros de ruta y que en lo 
  principal, en lo esencial, cuando se trate de reconstruir la Internacional, no 
  estarán con nosotros, sino contra nosotros, y seguirán a Kautsky, Scheidemann, 
  Vandervelde y Sembat. En las conferencias internacionales no podemos limitar 
  nuestro programa a lo que es aceptable para estos elementos, pues de otro modo 
  nosotros mismos seríamos prisioneros de esos pacifistas vacilantes. Así 
  sucedió, por ejemplo, en la Conferencia Internacional de Mujeres, celebrada en 
  Berna. En ella, la delegación alemana, que sostenia el punto de vista de la 
  camarada Clara Zetkin, desempeñó de hecho el papel de "centro". La conferencia 
  de mujeres sólo dijo lo que era aceptable para las delegadas del partido 
  oportunista holandés de Troelstra y para las del I.L.P. (Partido Laborista 
  Independiente)[8]. Este 
  
  último -- no lo olvidemos -- votó a favor de la resolución de Vandervelde en 
  la conferencia de chovinistas de la "Entente", que tuvo lugar en Londres. 
  Respetamos altamente al I.L.P. por su valiente lucha contra el gobierno inglés 
  durante la guerra. Pero sabemos que este partido no se ha situado ni se sitúa 
  hoy en el terreno del marxismo. Y consideramos que la tarea principal de la 
  oposición socialdemócrata es, en el momento actual, alzar la bandera del 
  marxismo revolucionario, decir a los obreros con firmeza y precisión qué 
  pensamos acerca de las guerras imperialistas y lanzar la consigna de acciones 
  revolucionarias de masas, o sea, la consigna de la trasformación de la época 
  de las guerras imperialistas en el comienzo de una época de guerras civiles. 
      A pesar de todo, en muchos países hay elementos socialde mócratas 
  revolucionarios. Los hay en Alemania, en Rusia, en Escandinavia (la influyente 
  tendencia que representa el ca marada Hoglund), en los Balcanes (el partido de 
  los "tesnia kí" búlgaros), en Italia, en Inglaterra (una parte del Partido 
  Socialista Británico), en Francia (el propio Vaillant reconoció en L'Humanité 
  que había recibido cartas de protesta de los internacionalistas, pero no 
  publicó íntegramente ninguna de ellas), en Holanda (los tribunistas[9]), etc. 
  Y la tarea del día consiste en unir a estos elementos marxistas -- por poco 
  numerosos que sean al principio --, en recordar en su nombre las hoy olvidadas 
  palabras del verdadero socialismo y exhortar a los obreros de todos los países 
  a que rompan con los chovinistas y se agrupen bajo la vieja bandera del 
  marxismo. 
      Las conferencias en torno a los llamados programas de "acción" se 
  limitaban hasta ahora a proclamar más o menos integramente un programa de 
  pacifismo a secas. El marxismo no es pacifismo. Es indispensable luchar por el 
  cese más rápido de la guerra. Pero la reivindicación de la "paz" sólo adquiere 

  
  un sentido proletario cuando se llama a la lucha revolucionaria. Sin una serie 
  de revoluciones, la pretendida paz democrática no es más que una utopía 
  pequeñoburguesa. El único programa verdadero de acción sería un programa 
  marxista que dé a las masas una respuesta completa y clara sobre lo que ha 
  pasado, que explique qué es el imperialismo y cómo se debe luchar contra él, 
  que declare abiertamente que el oportunismo ha llevado la II Internacional a 
  la bancarrota y que llame abiertamente a fundar una Internacional marxista sin 
  los oportunistas y contra ellos. Sólo un programa así, que demuestre que 
  tenemos fe en nosotros mismos y en el marxismo, y que declaramos al 
  oportunismo una guerra a vida o muerte, podrá asegurarnos, tarde o temprano, 
  la simpatía de las masas proletarias de verdad. 


  El Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia
  y la III Internacional 
      El P.O.S.D.R. se separó, hace ya tiempo, de sus oportunistas. Ahora los 
  oportunistas rusos se han vuelto, además, chovinistas. Esto no hace más que 
  reafirmarnos en la opinión de que la escisión con ellos era necesaria por el 
  bien del socialismo. Estamos convencidos de que las divergencias actuales 
  entre los socialdemócratas y los socialchovinistas no son menores, en modo 
  alguno, que las que existían entre socialistas y anarquistas al separarse los 
  socialdemócratas de los segundos. El oportunista Monitor tiene razón cuando 
  dice, en preussische Jahrbücher *, que la unidad actual es ventajosa para los 
  oportunistas y para la burguesía, ya que obliga a los elementos 


      * Anuario Prusiano -- N. del T. 
  
  de izquierda a someterse a los chovinistas e impide que los obreros vean claro 
  en las disputas y creen su propio partido realmente obrero y verdaderamente 
  socialista. Tenemos la profunda convicción de que, en el estado actual de 
  cosas, la escisión con los oportunistas y los chovinistas es el primer deber 
  de un revolucionario, de la misma manera que la escisión con los amarillos, 
  los antisemitas, los sindicatos obreros liberales, etc., era necesaria para 
  educar con mayor rapidez a los obreros atrasados y atraerlos a las filas del 
  partido socialdemócrata. 
      A nuestro juicio, la III Internacional debiera fundarse precisamente sobre 
  esta base revolucionaria. Para nuestro Partido no existe el problema de si es 
  oportuno o no romper con los socialchovinistas. Este problema ya lo ha 
  resuelto de manera irrevocable. Para él sólo existe ahora la cuestión de 
  realizar esa ruptura en un futuro inmediato, a escala internacional. 
      Se comprende muy bien que para crear una organización marxista 
  internacional es indispensable que en los distintos países exista la 
  disposición a crear partidos marxistas independientes. Alemania, país del 
  movimiento obrero más antiguo y poderoso, tiene una importancia decisiva. El 
  futuro inmediato dirá si ya han madurado las condiciones para crear la nueva 
  Internacional marxista. Si es así, nuestro Partido ingresará con alegría en 
  esa III Internacional, depurada del oportunismo y del chovinismo. Si no es 
  así, ello querrá decir que esa depuración exige todavía una evolución más o 
  menos larga. Y entonces nuestro Partido formará la oposición extrema en el 
  seno de la antigua Internacional, hasta que se cree en los diferentes países 
  la base para una asociación internacional obrera que se sitúe en el terreno 
  del marxismo revolucionario. 
  
      No sabemos ni podemos saber cómo se desarrollarán las cosas en los 
  próximos años sobre el plano internacional. Pero lo que sabemos a ciencia 
  cierta, y estamos firmemente conven cidos de ello, es que nuestro Partido, en 
  nuestro país, entre nuestro proletariado, trabajará sin descanso en esa 
  dirección y, con toda su actividad cotidiana, creará la sección rusa de la 
  Internacional marxista. 
      En Rusia no faltan tampoco socialchovinistas declarados ni grupos del 
  "centro". Esa gente luchará contra la creación de una Internacional marxista. 
  Sabemos que Plejánov está en la misma posición de principio que Südekum al 
  que, desde ahora, ya tiende la mano. Sabemos que el llamado "Comité de 
  Organización", dirigido por Axelrod, predica el kautskismo sobre el terreno 
  ruso. Escudándose en la unidad de la clase obrera, esa gente preconiza la 
  unidad con los oportunistas y, por conducto de ellos, con la burguesía. Pero 
  todo lo que sabemos acerca del movimiento obrero actual en Rusia nos permite 
  abrigar la plena seguridad de que el proletariado conciente de Rusia seguirá 
  estando, como hasta ahora, con nuestro Partido. 





   
   

  


  CAPITULO IV
  HISTORIA DE LA ESCISION Y SITUACION
  ACTUAL DE LA SOCIALDEMOCRACIA
  EN RUSIA 



      La táctica del P.O.S.D.R con respecto a la guerra, que hemos expuesto 
  anteriormente, es el fruto inevitable del desarrollo de la socialdemocracia en 
  Rusia en el curso de treinta años. No se puede comprender bien esta táctica, 
  como tampoco la situación actual de la socialdemocracia en nuestro país, sin 
  reflexionar sobre la historia de nuestro Partido. Por ello, debemos recordar 
  ahora al lector los hechos fundamentales de esa historia. 
      La socialdemocracia surgió, como corriente ideológica, en 1883, cuando el 
  grupo "Emancipación del Trabajo" expuso por primera vez en forma sistemática, 
  en el extranjero, las ideas socialdemócratas aplicadas a Rusia. Hasta el 
  comienzo de la década del 90, la socialdemocracia siguió siendo en Rusia una 
  corriente ideológica, sin nexos con el movimiento obrero de masas. A 
  principios de la década mencionada, el ascenso social, la efervescencia y el 
  movimiento huelguístico de los obreros hicieron de la socialdemocracia una 
  fuerza política 
  
  activa, ligada indisolublemente a la lucha (tanto económica como política) de 
  la clase obrera. Y de esa misma época arranca la escisión de la 
  socialdemocracia en "economistas" e "iskristas". 


  Los "economistas" y la vieja Iskra
  (1894-1903) 
      El "economismo" fue una corriente oportunista en el seno de la 
  socialdemoctacia rusa. Su esencia política se reducía al programa siguiente: 
  "A los obreros, la lucha económica; a los liberales, la lucha política". Su 
  principal apoyo teórico fue el llamado "marxismo legal" o "struvismo", que 
  "admitía" un "marxismo" vaciado por completo de todo espíritu revolucionario y 
  adaptado a las necesidades de la burguesía liberal. Arguyendo el estado 
  atrasado de las masas obreras rusas, y deseosos de "ir con las masas", los 
  "economistas" limitaban las tareas y el alcance del movimiento obrero a la 
  lucha económica y al apoyo político del liberalismo, sin plantearse tareas 
  políticas independientes, ni tarea revolucionaria alguna. 
      La vieja Iskra (1900-1903) luchó victoriosamente contra el "economismo" en 
  nombre de los principios de la socialdemocracia revolucionaria. Toda la flor 
  del proletariado conciente cstaba al lado de Iskra. Años antes de la 
  revolución, la social democracia presentó el programa más consecuente e 
  intransigente. Y la lucha de clases y la acción de las masas en el curso de la 
  revolución de 1905 confirmaron ese programa. Los "economistas" se adaptaban al 
  atraso de las masas. Iskra educaba a la vanguardia obrera capaz de llevar a 
  las masas hacia adelante. Los argumentos actuales de los socialchovinistas 
  (sobre la necesidad de contar con las masas, sobre el 
  
  carácter progresista del imperialismo, sobre las "ilusiones" de los 
  revolucionarios, etc.) fueron ya utilizados todos por los economistas. La 
  Rusia socialdemócrata conoció hace veinte años una revisión oportunista del 
  marxismo en el espíritu del "struvismo". 


  El menchevismo y el bolchevismo
  (1903-1908) 
      La época de la revolución democrático-burguesa provoco en la 
  socialdemocracia una nueva lucha de tendencias que fue una prolongación 
  directa de la anterior. El "economismo" se trasformó en "menchevismo", y la 
  defensa de la táctica revolucionaria de la vieja Iskra dio origen al 
  "bolchevismo". 
      En los turbulentos años de 1905 a 1907, el menchevismo era una corriente 
  oportunista, apoyada por los burgueses liberales, que llevaba las tendencias 
  de la burguesía liberal al movimiento obrero. Adaptar la lucha de la clase 
  obrera al liberalismo: esta y no otra era la esencia del menchevismo. Por el 
  contrario, el bolchevismo planteaba como tarea de los obreros socialdemócratas 
  incorporar 106 campesinos democráticos a la lucha revolucionaria, pese a las 
  vacilaciones y traiciones del liberalismo. Y las masas obreras, como lo 
  reconocieron más de una vez los propios mencheviques, siguieron a los 
  bolcheviques, durante la revolución, en todas las acciones importantes. 
      La revolución de 1905 comprobó, robusteció, profundizó y templó la táctica 
  socialdemócrata intransigentemente revolucionaria en Rusia. La intervención 
  abierta de las clases y de los partidos puso de manifiesto, reiteradas veces, 
  los nexos 
  
  que unían el oportunismo socialdemócrata (el "menchevismo") con el 
  liberalismo. 


  El marxismo y el liquidacionismo
  (1908-1914) 
      La época contrarrevolucionaria puso otra vez a la orden del día, y en 
  forma absolutamente nueva, el problema de la táctica oportunista y la táctica 
  revolucionaria de la socialdemocracia. Del cauce principal del menchevismo 
  salió, pese a las protestas de sus mejores representantes, la corriente 
  liquidacionista, es decir, la renuncia a la lucha por una nueva revolución en 
  Rusia, el abandono de la organización y de la actividad ilegales, las burlas 
  despectivas a propósito de la "clandestinidad", de la consigna de la 
  república, etc. El grupo de publicistas legales de la revista Nasha Zariá 
  (señores Potrésov, Cherevanin, etc.) constituyó un núcleo independiente del 
  viejo partido socialdemócrata, núcleo al que la burguesía liberal rusa, 
  deseosa de apartar a los obreros de la lucha revolucionaria, sostenía, 
  ensalzaba y mimaba de mil maneras. 
      Este grupo de oportunistas fue expulsado del Partido por la Conferencia 
  del P.O.S.D.R. de Enero de 1912, que reconstruyó el partído pese a la feroz 
  resistencia de toda una serie de grupos y grupitos del extranjero. Durante más 
  de dos años (desde comienzos de 1912 hasta mediados de 1914) se desarrolló una 
  lucha tenaz entre los dos partidos socialdemócratas: el Comité Central, 
  elegido en enero de 1912, y el "Comité de Organización", que no reconocía la 
  Conferencia de Enero y qucría reconstruir el Partido de otro modo, manteniendo 
  la unidad con el grupo de Nasha Zariá. Una porfiada lucha se 
  
  entabló entre los dos diarios obreros (Pravda y Luch [10], y sus sucesores) y 
  las dos fracciones socialdemócratas en la IV Duma del Estado (la "fracción 
  obrera socialdemócrata de Rusia" de los pravdistas o marxistas, y la "fracción 
  socialdemócrata" de los liquidadores, con Chjeídze a la cabeza). 
      Defendiendo la fidelidad a los legados revolucionarios del Partido, 
  apoyando el auge del movimiento obrero que se iniciaba en esa época (sobre 
  todo después de la primavera de 1912), combinando la organización legal y la 
  ilegal, la prensa y la agitación, los "pravdistas" unieron en torno suyo a la 
  inmensa mayoria de la clase obrera conciente, mientras que los liquidadores, 
  que actuaban como fuerza politica sólo por medio del grupo de Nasha Zariá, se 
  apoyaban en el pródigo respaldo de los elementos liberales burgueses. 
      Las aportaciones de fondos hechas abiertamente por los grupos obreros a 
  los periódicos de ambos partidos, que eran en aquella época la forma de 
  cotización de los socialdemócratas al Partido, tomando en cuenta las 
  condiciones del país (la única forma legal posible, y que todos podían 
  controlar libremente), confirmaron con claridad que la fuente de la fuerza y 
  de la influencia de los "pravdistas" (marxistas) era proletaria, mientras que 
  la de los liquidadores (y de su "Comité de Organización") era liberal 
  burguesa. Veamos a continuación unos breves datos sobre estas aportaciones, de 
  las que informa en detalle el libro Marxismo y liquidacionismo [11], y, en 
  forma abreviada, el periódico socialdemócrata alemán Leipziger Volkszeitung 
  [12] del 21 de julio de 1914. 
      Número y cantidades de las aportaciones a los diarios socialdemócratas de 
  Petersburgo -- marxistas (pravdistas) y liquidadores -- del 1 de enero al 13 
  de mayo de 1914: 
  

        PRAVDISTAS
        LIQUIDADORES


        Núm. de
        aportaciones
        Total en
        rublos
        Núm. de
        aportaciones
        Total en
        rublos

        De grupos obreros   .   .   .   .   .   .
        De grupos no obreros .   .   .   .   .   .
        2.873
          713
        18.934
         2.650
        671
        453
        5.296
        6.760


      Así, pues, nuestto Partido agrupó en 1914 a las cuatro quintas partes de 
  los obreros concientes de Rusia en torno a la táctica socialdemócrata 
  revolucionaria. Durante todo el año 1913, el número de aportaciones hechas por 
  los grupos obreros fue de 2.181 para los pravdistas y de 661 para los 
  liquidadores. Desde el primero de enero de 1913 al 13 de mayo de 1914 se 
  obtuvieron los totales siguientes: 5.054 aportaciones de grupos obreros para 
  los "pravdistas" (es decir, para nuestro Partido) y 1.332, o sea, el 20,8% 
  para los liquidadores. 


  Marxismo y socialchovinismo
  (1914-1915) 
      La gran guerra europea de 1914-1915 ha permitido a todos los 
  socialdemócratas europeos, entre ellos los rusos, comprobar su táctica en 
  función de una crisis de proporciones mundiales. El carácter reaccionario, 
  expoliador y esclavista de la guerra es infinitamente más evidente del lado 
  del zarismo que del lado de los demás gobiernos. ¡Y sin embargo, el grupo 
  fundamental de los liquidadores (el único que, fuera de nosotros y gracias a 
  sus relaciones con los liberales, ejerce una influencia importante en Rusia) 
  ha virado hacia el socialchovinismo! Como poseía desde hace bastante tiempo el 
  monopolio de la legalidad, este grupo de Nasha Zariá predicó a las masas la 
  "no resistencia a la guerra", hizo votos por la victoria de la 
  
  Triple (hoy Cuádruple) Entente y acusó al imperialismo germano de cometer 
  "pecados supernumerarios", etc. Plejánov, que desde 1903 había dado múltiples 
  pruebas de su extrema incoherencia política y de su paso a las posiciones 
  oportunistas, adoptó en forma aún más tajante esa misma actitud, lo que le 
  valió ser ensalzado por toda la prensa burguesa de Rusia. Plejánov descendió 
  hasta el punto de declarar que la guerra que libraba el zarismo era una guerra 
  justa, ¡¡y en los periódicos gubernamentales de Italia llegó a publicar una 
  entrevista en la que invitaba a este país a entrar en la guerra!! 
      La justeza de nuestra apreciación sobre la corriente liquidacionista y 
  sobre la expulsión del principal grupo de liquidadores de las filas de nuestro 
  Partido, se ha visto, de este modo, plenamente confirmada. El programa real de 
  los liquidadores y el verdadero significado de su orientación no consisten hoy 
  simplemente en el oportunismo en general, sino en la defensa de los 
  privilegios y de las ventajas que la gran potencia concede a los 
  terratenientes y a la burguesía gran rusos. Es la orientación de la política 
  obrera nacional-liberal. Se trata de la alianza de una parte de los pequeños 
  burgueses radicales y de una ínfima fracción de obreros privilegiados con "su" 
  burguesía nacional y contra la masa del proletariado. 


  La situación actual en la socialdemocracia rusa 
      Como ya hemos dicho, ni los liquidadores, ni toda una serie de grupos del 
  extranjero (Plejánov, Alexinski, Trotski, etc.), ni los llamados 
  socialdemócratas "nacionales" (es decir, no gran rusos) reconocieron nuestra 
  Conferencia de Enero de 1912. Entre las innumerables injurias que nos 
  prodigaron, la que repetían con más frecuencia era la que nos acusaba de 
  
  "usurpación" y de "escisionismo". Nuestra respuesta a ella era citar cifras 
  exactas y susceptibles de ser comprobadas objetivamente, que demostraban que 
  nuestro Partido agrupaba a las cuatro quintas partes de los obreros concientes 
  de Rusia. Y esto no era poco, tomando en cuenta las dificultades del trabajo 
  ilegal en una época de contrarrevolución. 
      Si la "unidad" era posible en Rusia sobre la base de la táctica 
  socialdemócrata, sin excluir al grupo de Nasha Zariá, ¿por qué no la 
  realizaban nuestros numerosos adversarios, al menos entre ellos? Desde enero 
  de 1912 han pasado tres años y medio, y durante este período nuestros 
  adversarios no pudieron crear, pese a todos sus deseos, un partido 
  socialdemócrata dirigido contra nosotros. Este hecho es la mejor defensa de 
  nuestro Partido. 
      Toda la historia de los grupos socialdemócratas que luchan contra nuestro 
  Partido es una historia de desmoronamiento y disgregación. En marzo de 1912, 
  todos sin excepción se "unificaron" para colmarnos de injurias. Pero ya en 
  agosto de ese mismo año, en que se constituyó contra nosotros el llamado 
  "bloque de agosto", comenzó la disgregación entre ellos. Una parte de los 
  grupos se separó, pero no pudieron crear un partido ni un Comité Central. 
  Formaron únicamente un Comité de Organización "para restablecer la unidad". 
  Pero en realidad este C.O. resultó un frágil biombo del grupo liquidacionista 
  en Rusia. Durante todo el período de inmenso auge del movimiento obrero en 
  Rusia y de las huelgas de masas de 1912-1914, el único grupo de todo el bloque 
  de agosto que trabajó entre las masas fue el grupo de Nasha Zariá, cuya fuerza 
  estribaba en sus relaciones con los liberales. Y a principios de 1914, del 
  "bloque de agosto" se retiraron formalmente los socialdemócratas letones (los 
  socialdemócratas polacos no formaban parte de él), mientras que Trotski, uno 
  de los jefes 
  
  del bloque, lo abandonó, aunque no formalmente, y creó una vez más su grupo 
  aparte. En julio de 1914, en la Conferencia de Bruselas, en la que 
  participaron el Comité Ejecutivo del Buró Socialista Internacional, Kautsky y 
  Vandervelde, se creó contra nosotros el llamado "bloque de Bruselas", en el 
  que no entraron los letones y del que se separaron de inmediato los 
  socialdemócratas polacos, la oposición. Después de estallar la guerra, este 
  bloque se desintegró. Nasha Zariá, Plejánov, Alexinski y el jefe de los 
  socialdemócratas del Cáucaso, An[13], se han convertido en socialchovinistas 
  declarados, que hacen votos por que Alemania sea derrotada. El Comité de 
  Organización y el Bund han asumido la defensa de los socialchovinistas y de 
  los principios del socialchovinismo. La fracción de Chjeídze, aunque votó 
  contra los créditos de guerra (en Rusia, incluso los demócratas burgueses, los 
  trudoviques, han votado contra ellos), sigue siendo una fiel aliada de Nasha 
  Zariá. Nuestros furiosos socialchovinistas, Plejánov, Alexinski y Cía., están 
  totalmente satisfechos con la fracción de Chjeídze. En París se ha fundado el 
  periódico Nashe Slovo (antes Golos ), con el concurso, sobre todo, de Mártov y 
  Trotski, que desean conjugar la defensa platónica del internacionalismo con la 
  reivindicación absoluta de la unidad con Nasha Zariá, el Comité de 
  Organización o la fracción de Chjeídze. Después de 250 números, este periódico 
  se ha visto obligado a reconocer su propia desintegración: una parte de su 
  Redacción se inclina hacia nuestro Partido; Mártov permanece fiel al Comité de 
  Organización, que censura públicamente a Nashe Slovo por su "anarquismo" (de 
  la misma manera que los oportunistas en Alemania, David y Cía., Internationale 
  Korrespondenz [14], Legien y Cía., acusan de anarquismo al camarada 
  Liebknecht) Trotski anuncia su ruptura con el Comité de Organización, pero 
  desea marchar junto con la fracción de Chjeídze. Veamos 
  
  ahora el programa y la táctica de la fracción de Chjeídze, expuestos por uno 
  de sus jefes. En el número 5 de 1915 de Sovremienni Mir [15], revista que 
  sigue la orientación de Plejánov y de Alexinski, escribe Chjenkeli: "Decir que 
  la socialdemocracia alemana se hallaba en condiciones de impedir que su país 
  en trara en la guerra y que no lo ha hecho, significaría desear ocultamente 
  que no sólo ella, sino también su patria, lancen su último suspiro en las 
  barricadas, o mirar los objetos que nos rodean a través del telescopio 
  anarquista ."[*] 
      En estas brevas líneas se expresa toda la esencia del socialchovinismo: la 
  justificación por principio de la idea de la "defensa de la patria" en la 
  guerra actual y las burlas -- con permiso de los censores militares -- a costa 
  de la propaganda en favor de la revolución y de su preparación. El problema no 
  consiste en absoluto en saber si la socialdemocracia alemana se hallaba en 
  condiciones de impedir que su país entrara en la guerra, ni tampoco en saber 
  si los revolucionarios pueden garantizar, en general, el triunfo de la 
  revolución. El problema es saber si debemos proceder como socialistas o 
  "agonizar" efectivamente en los brazos de la burguesía imperialista. 


  Las tareas de nuestro Partido 
      La socialdemocracia de Rusia surgió antes de la revolución 
  democrático-burguesa (1905) en nuestro país y se fortaleció en la época de la 
  revolución y de la contrarrevolución. El atraso 


      * S. M., núm. 5, 1915, . Trotski ha declarado recientemente que 
  considera su deber realzar la autoridad de la fracción de Chjeídze en la 
  Internacional. Es indudable que Chjenkeli, por su parte, se dedicará con la 
  misma energia a realzar, en la Internacional la autoridad de Trotski. . . 
  
  de Rusia explica la extraordinaria abundancia de corrientes y matices del 
  oportunismo pequeñoburgués entre nosotros, en tanto que la influencia del 
  marxismo en Europa, así como la solidez de los partidos socialdemócratas 
  legales antes de la guerra, hicieron de nuestros ejemplares liberales casi 
  admiradores de la teoría y de la socialdemocracia "razonables" "europeas" (no 
  revolucionarias), "marxistas" "legales". La clase obrera en Rusia no podía 
  constituir su partido más que en una lucha resuelta, durante treinta años, 
  contra todas las variedades del oportunismo. La experiencia de la guerra 
  mundial, que ha traído la vergonzosa bancarrota del oportunismo europeo y 
  reforzado la alianza de nuestros nacional-liberales con el liquidacionismo 
  socialchovinista, nos reafirma aún más en el convencimiento de que nuestro 
  Partido debe continuar en el futuro la misma vía consecuentemente 
  revolucionaria. 










      From Marx to Mao
      (English)
      Desde Marx
      hasta Mao
      Textos
      de Lenin
      Apuntos sobre
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  NOTES 



    [1] El folleto El socialismo y la guerra fue publicado, en alemán, en 
  septiembre de 1915, y distribuido a los delegsdos a la Conferencia de 
  Zimmerwald de los socialistas; se editó en francés en 1916.    [] 
    [2] Véase Clausewitz, Sobre la guerra, t. I, art. I, cap. I, sec. XXIV.    
  [] 
    [3] El "brentanismo" es una "doctrina liberal burguesa que admito una lucha 
  de 'clase' no revolucionaria del proletariado" (véase V. I. Lenin, La 
  revolución proletaria y el renegado Kautsky, Ediciones en Lenguas Extranjeras, 
  Pekín, 1972, ), que debe su nombre a L. Brentano, economista burgués 
  alemán, partidario del llamado "socialismo de Estado", quien pretendía 
  demostrar que se podía realizar la igualdad social dentro del capitalismo 
  mediante reformas y conciliaciones de intereses de los capitalistas y obreros. 
  Con un vocabulario marxista como rótulo, L. Brentano y sus seguidores trataron 
  de subordinar el movimiento obrero a los intereses de la burguesía.    [pág. 
  24] 
    [4] Véase F. Engels, El socialismo en Alemania (C. Marx y F. Engels, Obras 
  Completas, t. XXII).    [] 
    [5] Nóvosti, diario del partido socialrevolucionario, publicado en París de 
  agosto de 1914 a mayo de 1915.    [] 
    [6] Proletarski Golos (Voz Proletaria ), órgano ilegal del Comieé de 
  Petersburgo del P.O.S.D.R.; se publicó de febrero de 1915 a diciembre de 1916, 
  en total cuatro números. En su primer núnmero se insertó el Manifiesto del 
  Comité Central del P.O.S.D.R. "La guerra y la social democracia de Rusia".    
  [] 
  
    [7] La Conferencia Socialista Internacional de la Juventud sobre la actitud 
  ante la guerra se celebró del 4 al 6 de abril de 1915 en Berna (Suiza). 
  Asistieron representantes de las organizaciones juveniles de o países: Rusia, 
  Noruega, Holanda, Suiza, Bulgaria, Alemania, Polonia, Italia, Dinamarca y 
  Suecia. La Conferencia decidió celebrar cada año el Día Internacional de la 
  Juventud, eligió un Buró Internacional de la Juventud Socialista, y organizó, 
  de acuerdo con la resolución de la Conferencia, la revista 
  Jugend-Intetnationale (La Internacional de la Juventud ), en cuyo trabajo 
  tomaron parte Lenin y K. Liebknecht.    [] 
    [8] El Partido Laborista Independiente (I.L.P. -- Independent Labour Party) 
  fue fundado en 1893. Lo encabezaban James Keir Hardie, R. MacDonald y otros. 
  El Partido Laborista Independiente era de hecho "independiente del socialismo, 
  pero dependiente del liberalismo" (véase V. I. Lenin, Obras Completas, t. 
  XVIII). Durante la Primera Guerra Mundial, el Partido Laborista Independiente 
  publicó al comienzo un manifiesto contra la guerra (el 13 de agosto de 1914). 
  Después, en febrero de 1915, en la Conferencia de los Socialistas de los 
  países de la Entente, celebrada en Londres, los independentistas se adhirieron 
  a la resolución socialchovinista aprobada en la Conferencia. A partir de 
  entonces, los lideres del Partido Laborista Independiente, encubriéndose con 
  frases pacifistas, mantuvieron una posición socialchovinista. En 1919, después 
  de la fundación de la Internacional Comunista, los lideres del Partido 
  Laborista Independiente, bajo la presión de los miembros de la izquierda del 
  Partido, aprobaron una resolución para retirarse de la II Internacional. En 
  1921, los independentistas se adhirieron a la llamada segunda y media 
  internacional, y en 1923 se reintegraron a la II Internacional.    [] 
    [9] Los tribunistas eran miembros de la fracción izquierdista del Partido 
  Obrero Socialdemócrata Holandés, unidos en torno del periódico Tribuna. En 
  1909 fueron expulsados del P.O.S.D.H. y formaron un partido independiente (el 
  Partido Socialdemócrata Holandés). Los tribunistas fueron el ala izquierda del 
  movimiento obrero holandes, pero no un partido revolucionario consecuente. En 
  1918 tomaron parte en el trabajo de fundación del Partido Comunista de 
  Holanda. 
      Tribuna, periodico del ala izquierda del P.O.S.D.H., fundado en 1907 en 
  Amsterdam. Desde 1909 fue órgano del P.O.S.D.H. y desde 1918, órgano del 
  Partido Comunista de Holanda.    [] 
    [10] Luch (El Rayo ), diario legal de los liquidadores mencheviques; se 
  publico en Petersburgo de septiembre de 1912 a julio de 1913 y su 
  
  Sostenimiento "dependia del dinero de amigos ricos burgueses" (Lenin).    
  [] 
    [11] "Marxismo y liquidacionismo. Recopilación de articulos sobre los 
  problemas fundamentales del movimiento obrero contemporaneo. Parte II" 
  publicada en julio de 1914 por la Editorial del Partido Pribói. Esta 
  recopilación comprendia artículos de Lenin contra el liquidacionismo de los 
  cuales "La clase obrera y la prensa obrera" y "Respuesta de los obreros a la 
  formación de la fracción obrera socialdemocrata rusa en la Duma del Estado" 
  contaban con datos detallados acerca de las aportaciones. (Véase V. I. Lenin, 
  Obras Completas, t. XX)    [] 
    [12] Leipziger Volkszeitung. (La Gaceta Popular de Leipzig ), organo de la 
  izquierda socialdemócrata alemana, publicado diariamente desde 1894 hasta 
  1933, en cuya redacción participaron durante muchos años F. Mehring y R. 
  Luxemburg. De 1917 a 1922, el periódico fue órgano de los "independientes" 
  alemanes, y a partir de 1922, órgano de la de recha socialdemócrata.    [pág. 
  55] 
    [13] An: N. N. Zhordania, jefe de los mencheviques del Caucaso.    [] 

    [14] Internationale Korrespondenz, semanario socialchovinista alemán 
  dedicado a los problemas de la política internacional y del movimiento obrero, 
  publicado en Berlín desde 1914 hasta 1917.    [] 
    [15] Sovremienni Mir (Mundo Contemporaneo ), revista mensual literaria, 
  científica y política; se publicó en Petersburgo desde 1906 hasta 1918. 
  Tomaban parte directa en la revista los mencheviques, incluido Plejanov. En el 
  periodo del bloque con el grupo de mencheviques defensores del Partido, 
  encabezado por Plejánov, y a principios de 1914, colaboraron en la revista los 
  bolcheviques. En marzo de 1914 se publicó en Sovremienni Mir el artículo de 
  Lenin "Una nueva destrucción del socialismo". Durante la Primera Guerra 
  Mundial la revista pasó a ser una publicación de los socialchovinistas.    
  [] 




      From Marx to Mao
      (English)
      Desde Marx
      hasta Mao
      Textos
      de Lenin





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