Problemas estratégicos de la guerra de guerrillas

Mao Tse-tung
PROBLEMAS ESTRATEGICOS
DE LA GUERRA DE GUERRILLAS
CONTRA EL JAPON 

Del
Obras Escogidas de Mao Tse-tung
EDICIONES EN LENGUAS EXTRANJERAS
PEKIN 1976
Primera edición 1968
(3a impresión 1976)
Tomo II, págs. 75-112. 


Transcrito © para el Internet por Rafael Masada, Masada97@aol.com
Las indicaciones del HTML por David Romagnolo, djr@cruzio.com (Mayo de 1998)



      PROBLEMAS ESTRATEGICOS DE LA GUERRA DE GUERRILLAS
        CONTRA EL JAPON (Mayo de 1938 )

      75

        CAPITULO I
        ¿Por que planteamos la cuestión de la estrategia de la
          guerra de guerrillas?

       
      75

        CAPITULO II
        El principio básico de la guerra es conservar las fuerzas
          propias y destruir las del enemigo

       
      77

        CAPITULO III
        Seis problemas estratégicos específicos de la guerra de
          guerrillas contra el Japón

       
      78

        CAPITULO IV
        Iniciativa, flexibilidad y planificación en la realización de
          operaciones ofensivas dentro de la guerra defensiva,
          operaciones de decisión rápida dentro de la guerra
          prolongada y operaciones en líneas exteriores dentro de
          la guerra en líneas interiores 
        
       
       
       
      79

        CAPITULO V
        Coordinación con la guerra regular

      88

        CAPITULO VI
        Creación de bases de apoyo

      90

          1. Tipos de bases de apoyo
          2. Zunas guerrilleras y bases de apoyo
          3. Condiciones para la creación de bases de apoyo
          4. Consolidación y expansión de las bases de apoyo
          5. Tipos de cerco recíproco entre el enemigo y nosotros
      92
      94
      96
      99
      100

        CAPITULO VII
        Defensiva y ofensiva estratégicas en la guerra de
          guerrillas

       
      101

          1. Defensiva estratégica en la guerra de guerrillas
          2. Ofensiva estratégica en la guerra de guerrillas
      101
      104

        CAPITULO VIII
        Transformación de la guerra de guerrillas en guerra de
          movimientos

       
      106

        CAPITULO IX
        Relaciones de mando

      109

      NOTAS 111





  pág. 75



  PROBLEMAS ESTRATEGICOS DE LA GUERRA
    DE GUERRILLAS CONTRA EL JAPON[*]
  Mayo de 1938 


  CAPITULO I
  ¿POR QUE PLANTEAMOS LA CUESTION DE LA
  ESTRATEGIA DE LA GUERRA DE GUERRILLAS? 
      En la Guerra de Resistencia contra el Japón, la guerra regular es lo 
  principal y la guerra de guerrillas lo auxiliar. Este punto ya lo hemos 
  resuelto correctamente. Así, parecería que sólo existen problemas tácticos en 
  la guerra de guerrillas; ¿por qué entonces planteamos la cuestión de la 
  estrategia? 
      Si China fuera un país pequeño donde el papel de la guerra de guerrillas 
  no fuese sino actuar en coordinación directa y a corta distancia con las 
  operaciones de las tropas regulares en sus campañas, es evidente que 
  únicamente existirían problemas tácticos y no problemas estratégicos. Por otra 
  parte, si China fuera un país tan poderoso como la Unión Soviética, de modo 
  que cualquier invasor pudiera ser expulsado rápidamente, o, aun demorándose 
  cierto tiempo su expulsión, aquel no pudiera ocupar extensas zonas, entonces 
  la guerra de guerrillas también desempeñaría simplemente un papel de apoyo en 
  las campañas, y claro está, sólo habría problemas tácticos y no problemas 
  estratégicos. 


      * En los primeros días de la Guerra de Resistencia contra el Japón, mucha 
  gente, tanto dentro como fuera del Partido, menospreciaba el importante papel 
  estratégico de la guerra de guerrillas y depositaba sus esperanzas sólo en la 
  guerra regular, especialmente en las operaciones de las tropas del Kuomintang. 
  EL camarada Mao Tse-tung refutó ese punto de vista; además, escribió este 
  artículo, señalando el camino correcto para el desarrollo de la guerra de 
  guerrillas contra el Japón. Como resultado de ello, el VIII Ejército y el 
  Nuevo 4.ƒ Cuerpo de Ejército, que contaban [cont. en pág. 76. -- DJR] 
  solamente con algo más de cuarenta mil hombres al comienzo de la Guerra de 
  Resistencia en 1937, crecieron hasta formar un gran ejército de un millón de 
  hombres cuando el Japón se rindió en 1905, establecieron muchas bases de apoyo 
  revolucionarias, desempeñaron un gran papel en la Guerra de Resistencia, y así 
  impidieron que Chiang Kai-shek se atreviera en ese período a capitular ante el 
  Japón y a lanzar una guerra civil en escala nacional. En 1946, cuando ésta fue 
  iniciada por Chiang Kai-shek, el Ejército Popular de Liberación, integrado por 
  el VIII Ejército y el Nuevo 4.ƒ Cuerpo de Ejército, era ya lo bastante fuerte 
  para hacer frente a sus ataques. 
  pág. 76
  La cuestión de la estrategia de la guerra de guerrillas surge en las 
  siguientes circunstancias: China no es un país pequeño ni equiparable a la 
  Unión Soviética, sino un país grande pero débil. Este país, grande y débil, se 
  ve atacado por otro pequeño y fuerte; sin embargo, el país grande y débil se 
  encuentra en una época de progreso. He aquí el origen de todo el problema. Es 
  en estas circunstancias que el enemigo ha podido ocupar vastas zonas y que la 
  guerra ha adquirido un carácter prolongado. El enemigo ocupa extensas zonas de 
  este inmenso país, pero el Japón es un país pequeño, no posee tropas 
  suficientes y deja muchos claros dentro de las zonas ocupadas, y por eso, 
  nuestra guerra de guerrillas contra el Japón consiste, principalmente, no en 
  operaciones en líneas interiores para coordinarse con las campañas de las 
  tropas regulares, sino en operaciones independientes en líneas exteriores. 
  Además, debido al progreso de China, es decir, a la existencia de un Fuerte 
  ejército y amplias masas populares dirigidos por el Partido Comunista, la 
  guerra de guerrillas contra el Japón no es una guerra en pequeña sino en gran 
  escala. De ahí nace toda una serie de problemas, tales como la defensiva 
  estratégica y la ofensiva estratégica. El carácter prolongado de la guerra y 
  su consiguiente encarnizamiento han hecho imperativo que la guerra de 
  guerrillas realice muchas tareas inusitadas. De ahí surgen los problemas de 
  las bases de apoyo, de la transformación de la guerra de guerrillas en guerra 
  de movimientos, etc. Por todas estas razones la guerra de guerrillas de China 
  contra el Japón rebasa los límites de la táctica para llamar a las puertas de 
  la estrategia, pidiendo que se la examine desde el punto de vista estratégico. 
  El hecho que merece particular atención es que una guerra de guerrillas tan 
  extensa y prolongada como ésta constituye un fenómeno enteramente nuevo en 
  toda la historia de las guerras, que no puede separarse de la época en que 
  vivimos -- las décadas del 30 y 40 del siglo XX -- ni de la existencia del 
  Partido Comunista y el Ejército Rojo. Aquí radica el quid de la cuestión. Es 
  probable que nuestro enemigo aún acaricie 
  pág. 77
  el sueño dorado de una conquista como la de la dinastía Sung por la dinastía 
  Yuan y la de la dinastía Ming por la dinastía Ching[1], la de América del 
  Norte y la India por Inglaterra, la de América Central y del Sur por los 
  países latinos, etc. Pero, tal sueño no tiene ya valor práctico en la China de 
  hoy, pues se dan ciertos factores que no concurrieron en aquellos 
  acontecimientos históricos, siendo uno de ellos el fenómeno totalmente nuevo 
  de la guerra de guerrillas. Si nuestro enemigo no tiene esto en cuenta, habrá 
  de pagarlo caro. 
      Estos son los motivos por los cuales la guerra de guerrillas contra el 
  Japón, aunque desempeña un papel auxiliar en el conjunto de la Guerra de 
  Resistencia, debe ser examinada desde el punto de vista estratégico. 
      Entonces, ¿por qué no aplicar a la guerra de guerrillas los principios 
  estratégicos generales de la Guerra de Resistencia? 
      La cuestión de la estrategia de la guerra de guerrillas contra el Japón 
  está, por cierto, estrechamente ligada a la cuestión de la estrategia de la 
  Guerra de Resistencia en su conjunto, y ambas tienen mucho en común. Sin 
  embargo, la guerra de guerrillas difiere de la guerra regular y tiene sus 
  propias particularidades; de ahí que la cuestión de la estrategia de la guerra 
  de guerrillas presente numerosos elementos peculiares. No se pueden aplicar, 
  sin modificaciones, los principios estratégicos generales de la Guerra de 
  Resistencia a la guerra de guerrillas, que posee características propias. 


  CAPITULO II
  EL PRINCIPIO BASICO DE LA GUERRA ES CONSERVAR
  LAS FUERZAS PROPIAS Y DESTRUIR LAS DEL ENEMIGO 
      Antes de hablar concretamente de la estrategia de la guerra de guerrillas, 
  es necesario decir unas palabras respecto al problema fundamental de la 
  guerra. 
      Todos los principios orientadores de las operaciones militares provienen 
  de un solo principio básico: esforzarse al máximo por conservar las fuerzas 
  propias y destruir las del enemigo. En una guerra revolucionaria, este 
  principio está directamente ligado al principio político fundamental. Por 
  ejemplo, el principio político fundamental de la Guerra de Resistencia de 
  China contra el Japón, es decir, su objetivo 
  pág. 78
  político, es expulsar al imperialismo japonés y establecer una nueva China, 
  independiente, libre y feliz. Aplicado en el terreno militar, este principio 
  significa el empleo de fuerzas armadas para defender nuestra patria y expulsar 
  a los invasores japoneses. Para lograr este objetivo, las tropas deben hacer, 
  en sus operaciones, todo lo posible tanto por conservar sus propias fuerzas 
  como por destruir las del enemigo. ¿Cómo explicar entonces el estímulo al 
  espíritu heroico de sacrificio en la guerra? Toda guerra impone un precio, a 
  veces sumamente elevado. ¿No se contradice esto con el principio de "conservar 
  las fuerzas propias"? En rigor no hay contradicción alguna; para decirlo con 
  mayor exactitud, los dos aspectos son contrarios que se condicionan entre sí. 
  Porque el sacrificio es necesario no sólo para destruir las fuerzas del 
  enemigo, sino también para conservar las propias; la "no conservación" parcial 
  y temporal (sacrificio o pago del precio) es indispensable para la 
  conservación permanente del todo. De este principio básico se desprende la 
  serie de principios que guían todas las operaciones militares, desde los de 
  tiro (ponerse a cubierto y emplear al máximo la potencia de fuego; lo primero 
  para conservarse, y lo último para aniquilar al enemigo) hasta los 
  estratégicos: todos ellos están impregnados del espíritu de ese principio 
  básico. Todos los principios relativos a la técnica militar, a la táctica, a 
  las campañas y a la estrategia, están orientados a asegurar la realización de 
  este principio básico. El principio de conservar las fuerzas propias y 
  destruir las del enemigo es la base de todos los principios militares. 


  CAPITULO III
  SEIS PROBLEMAS ESTRATEGICOS ESPECIFICOS DE LA
  GUERRA DE GUERRILLAS CONTRA EL JAPON 
      Veamos ahora qué orientaciones o principios debemos adoptar en las 
  operaciones militares de la guerra de guerrillas contra el Japón, para 
  alcanzar el objetivo de conservar nuestras fuerzas y destruir las del enemigo. 
  Como en la Guerra de Resistencia (y también en todas las demás guerras 
  revolucionarias) las guerrillas generalmente surgen de la nada y se 
  transforman de fuerza pequeña en grande, no sólo deben conservar sus fuerzas 
  sino también desarrollarlas. En consecuencia, el problema es: ¿qué 
  orientaciones o principios debemos adoptar 
  pág. 79
  para alcanzar el objetivo de conservar y desarrollar nuestras fuerzas y 
  destruir las del enemigo? 
      En general, las orientaciones cardinales son las siguientes: 
        1) Iniciativa, flexibilidad y planificación en la realización de 
    operaciones ofensivas dentro de la guerra defensiva, operaciones de decisión 
    rápida dentro de la guerra prolongada y operaciones en líneas exteriores 
    dentro de la guerra en líneas interiores; 
        2) Coordinación con la guerra regular; 
        3) Creación de bases de apoyo; 
        4) Defensiva y ofensiva estratégicas; 
        5) Transformación de la guerra de guerrillas en guerra de movimientos, y 

        6) Correctas relaciones de mando. 
  Estos seis puntos constituyen todo el programa estratégico de la guerra de 
  guerrillas contra el Japón y son los medios necesarios para la conservación y 
  desarrollo de nuestras fuerzas, el aniquilamiento y expulsión del enemigo, la 
  coordinación con la guerra regular y el logro de la victoria final. 


  CAPITULO IV
  INICIATIVA, FLEXIBILIDAD Y PLANIFICACION EN LA
  REALIZACION DE OPERACIONES OFENSIVAS DENTRO
  DE LA GUERRA DEFENSIVA, OPERACIONES DE DECISION
  RAPIDA DENTRO DE LA GUERRA PROLONGADA Y
  OPERACIONES EN LINEAS EXTERIORES DENTRO
  DE LA GUERRA EN LINEAS INTERIORES 
      Este tema puede ser tratado en cuatro puntos: 1) relación entre la guerra 
  defensiva y las operaciones ofensivas, entre la guerra prolongada y las 
  operaciones de decisión rápida, y entre la guerra en líneas interiores y las 
  operaciones en líneas exteriores; 2) iniciativa en todas las operaciones; 3) 
  flexibilidad en el empleo de las fuerzas, y 4) planificación en todas las 
  operaciones. 
      Comencemos por el primer punto. 
      Considerando la Guerra de Resistencia en su conjunto, el hecho de que el 
  Japón sea un país fuerte y esté a la ofensiva, y nosotros, un 
  pág. 80
  país débil y a la defensiva, determina que estratégicamente la nuestra sea una 
  guerra defensiva y prolongada. En lo referente a las líneas en que se realizan 
  las acciones, el enemigo opera en líneas exteriores, y nosotros, en líneas 
  interiores. Este es un aspecto de la situación. Pero hay otro que es 
  justamente el reverso. Las tropas enemigas, aunque fuertes (desde el punto de 
  vista de ciertas cualidades y condiciones de su armamento y sus efectivos), 
  numéricamente son débiles, mientras las nuestras, aunque débiles (igualmente, 
  sólo desde el punto de vista de ciertas cualidades y condiciones de su 
  armamento y sus efectivos), son numéricamente muy fuertes. Además, hay que 
  tener en cuenta que el enemigo es una nación extranjera que invade nuestro 
  país, en tanto que nosotros resistimos a su invasión en nuestro propio suelo. 
  Todo esto determina la siguiente orientación estratégica: es posible y 
  necesario realizar campañas y combates ofensivos dentro de la guerra 
  estratégicamente defensiva, sostener campañas y combates de decisión rápida 
  dentro de la guerra estratégicamente prolongada, y conducir campañas y 
  combates en líneas exteriores dentro de la guerra en líneas estratégicamente 
  interiores. Esta es la orientación estratégica que debe aplicarse en toda la 
  Guerra de Resistencia. Y es valedera tanto para la guerra regular como para la 
  de guerrillas. La única diferencia en lo que concierne a la guerra de 
  guerrillas consiste en el grado y la forma de su aplicación. En la guerra de 
  guerrillas, la ofensiva toma generalmente la forma de ataques por sorpresa. En 
  la guerra regular, si bien deben y pueden utilizarse también estos ataques, el 
  grado de sorpresa es menor. En la guerra de guerrillas se exige, en una medida 
  muy grande, la decisión rápida de las operaciones, y los cercos que imponemos 
  al enemigo durante las campañas y combates en líneas exteriores son muy 
  pequeños. Todo esto distingue a la guerra de guerrillas de la guerra regular. 
  Así se ve que, en sus operaciones, las guerrillas deben concentrar la mayor 
  cantidad posible de fuerzas, actuar secreta y velozmente, atacar al enemigo 
  por sorpresa y decidir rápidamente los combates; deben evitar por todos los 
  medios la defensa pasiva, la prolongación de los combates y la dispersión de 
  sus fuerzas en el momento de emprender una acción. Por supuesto, la guerra de 
  guerrillas recurre no sólo a la defensiva estratégica sino también a la 
  defensiva táctica. Esta última comprende, entre otras cosas, las operaciones 
  de contención y la vigilancia durante los combates, la disposición de fuerzas 
  para la resistencia en desfiladeros, lugares de difícil acceso, ríos o aldeas, 
  con el fin de desgastar y agotar al enemigo, y las acciones para cubrir la 
  pág. 81
  retirada. Pero el principio fundamental de la guerra de guerrillas debe ser la 
  ofensiva; ésta es, por su carácter, más ofensiva que la guerra regular. 
  Además, esa ofensiva debe tomar la forma de ataques por sorpresa; en la guerra 
  de guerrillas es aún menos permisible que en la guerra regular exponernos 
  haciendo ostentación de nuestras fuerzas. Aunque en algunas ocasiones las 
  acciones guerrilleras pueden prolongarse varios días, como en el caso de un 
  asalto a una pequeña fuerza enemiga aislada y privada de todo auxilio, en 
  general, más deben decidirse los combates con rapidez en la guerra de 
  guerrillas que en la guerra regular, a causa de que el enemigo es fuerte y 
  nosotros, débiles. Dado su carácter disperso, la guerra de guerrillas se 
  extiende por todas partes. Además, muchas de sus tareas, tales como el 
  hostigamiento, la contención, el sabotaje y el trabajo de masas exigen la 
  dispersión de las fuerzas; pero una unidad o cuerpo guerrillero debe 
  concentrar sus fuerzas principales cuando lleva a cabo la tarea de aniquilar 
  al enemigo, y en especial cuando trata de romper una ofensiva enemiga. 
  "Concentrar una gran fuerza para golpear a una fuerza enemiga pequeña" sigue 
  siendo uno de los principios para las operaciones en el campo de batalla de la 
  guerra de guerrillas. 
      Así queda claro también que, considerando la Guerra de Resistencia contra 
  el Japón en su conjunto, no podremos alcanzar los objetivos de nuestra 
  defensiva estratégica ni vencer definitivamente al imperialismo japonés sino 
  después de numerosas campañas y combates ofensivos, tanto en la guerra regular 
  como en la de guerrillas, esto es, después de haber acumulado muchas victorias 
  en acciones ofensivas. Solamente después de numerosas campañas y combates de 
  decisión rápida, es decir, una vez que hayamos acumulado muchas victorias por 
  medio de la decisión rápida en campañas y combates ofensivos, podremos lograr 
  los objetivos estratégicos de una guerra prolongada: por una parte, ganar 
  tiempo para aumentar nuestra capacidad de resistencia, y por la otra, acelerar 
  y a la vez aguardar los cambios en la situación internacional y el 
  derrumbamiento interno del enemigo, a fin de lanzar una contraofensiva 
  estratégica y expulsar de China a los invasores japoneses. Hay que concentrar 
  fuerzas superiores en cada acción y operar en líneas exteriores en toda 
  campaña o combate, ya sea en la fase de defensiva estratégica o en la de 
  contraofensiva estratégica, para cercar y destruir las fuerzas enemigas: 
  cercar una parte de ellas si no podemos cercarlas todas, destruir una parte de 
  las fuerzas cercadas si no podemos destruir su totalidad, e infligir un 
  elevado número de bajas a las fuerzas cercadas si no podemos hacerles 
  pág. 82
  un número grande de prisioneros. Sólo después de muchas de estas batallas de 
  aniquilamiento podremos hacer que la situación cambie a nuestro favor, 
  desbaratar definitivamente el cerco estratégico del enemigo, es decir, su plan 
  de operaciones en líneas exteriores y, finalmente, en coordinación con las 
  fuerzas internacionales y la lucha revolucionaria del pueblo japonés, cercar a 
  los imperialistas japoneses y asustarles el golpe de gracia. Estos resultados 
  se alcanzarán principalmente por medio de la guerra regular, en tanto que la 
  guerra de guerrillas desempeñará sólo un papel secundario. Pero es común a las 
  dos la acumulación de muchas pequeñas victorias para hacer de ellas una gran 
  victoria. Precisamente en esto reside el gran papel estratégico de la guerra 
  de guerrillas en la Guerra de Resistencia. 
      Analicemos ahora el problema de la iniciativa, la flexibilidad y la 
  planificación en la guerra de guerrillas. 
      ¿En que consiste la iniciativa en la guerra de guerrillas? En toda guerra, 
  las partes beligerantes se disputan la iniciativa en un campo de batalla, en 
  un teatro de operaciones, en una zona de guerra e incluso en el conjunto de la 
  guerra, ya que la iniciativa significa la libertad de acción para un ejército. 
  Todo ejército que, perdida su iniciativa, se ve forzado a la pasividad, deja 
  de ser libre y corre el peligro de ser derrotado o exterminado. Como es 
  natural, ganar la iniciativa es más difícil en la defensiva estratégica y en 
  las operaciones en líneas interiores que en las operaciones ofensivas en 
  líneas exteriores. No obstante, el imperialismo japonés adolece de dos 
  debilidades básicas: no tiene tropas suficientes y combate en suelo 
  extranjero. Más aún, la subestimación de la fuerza de China y las 
  contradicciones internas entre los militaristas japoneses han conducido al 
  mando japonés a cometer muchos errores, tales como el aumento paulatino de sus 
  fuerzas, la ausencia de coordinación estratégica, la Falta de una dirección 
  principal de ataque en ciertas ocasiones, haber dejado escapar el momento 
  propicio para algunas operaciones y no haber aniquilado las tropas cercadas. 
  Todo esto puede ser considerado como la tercera debilidad del imperialismo 
  japonés. Así, a pesar de la ventaja de estar a la ofensiva y de operar en 
  líneas exteriores, los militaristas japoneses están perdiendo gradualmente la 
  iniciativa, por su insuficiencia de tropas (el Japón es un país pequeño, de 
  limitada población y recursos insuficientes, de tipo imperialista feudal, 
  etc.), porque combaten en suelo extranjero (su guerra es imperialista y 
  bárbara, y otros factores) y por su torpeza en el mando. En la actualidad, el 
  Japón todavía no quiere ni puede concluir la guerra, y su ofen- 
  pág. 83
  siva estratégica aún no ha terminado; pero la tendencia general demuestra que 
  su ofensiva no puede pasar de ciertos límites, lo cual es consecuencia 
  inevitable de sus tres debilidades. El Japón no puede seguir devorando 
  indefinidamente a China. Llegará el día en que se encuentre en una posición 
  totalmente pasiva, cuyos signos ya empiezan a verse. China, a su vez, se 
  encontraba en una posición bastante pasiva al inicio de la guerra, pero, 
  habiendo adquirido experiencia, comienza ahora a adoptar una nueva 
  orientación, la guerra de movimientos, es decir, operaciones ofensivas, de 
  decisión rápida y en líneas exteriores en campañas y combates, lo cual, junto 
  con la orientación de desarrollar en todas partes la guerra de guerrillas, 
  está ayudándola a ganar la iniciativa día a día. 
      La cuestión de la iniciativa es aún más vital para la guerra de 
  guerrillas. Pues las guerrillas, en su mayoría, combaten en circunstancias muy 
  difíciles: operan sin retaguardia, se enfrentan con sus débiles fuerzas a las 
  poderosas fuerzas del enemigo, carecen de experiencia (cuando se trata de 
  guerrillas recién organizadas), están aisladas unas de otras, etc. No 
  obstante, en la guerra de guerrillas puede obtenerse la iniciativa, siendo la 
  condición esencial explotar las tres debilidades del enemigo antes 
  mencionadas. Sacando partido de la insuficiencia en efectivos de las fuerzas 
  enemigas (desde el punto de vista de la guerra en su conjunto), las guerrillas 
  pueden arrebatar y utilizar audazmente vastas zonas como terreno de 
  operaciones. Aprovechando que el enemigo es un invasor extranjero y lleva a 
  cabo una política de extrema barbarie, las guerrillas pueden actuar con 
  audacia para granjearse el apoyo de millones y millones de hombres. Explotando 
  la torpeza del mando enemigo, las guerrillas pueden dar libre curso a su 
  ingenio. También las fuerzas regulares deben aprovechar todas estas 
  debilidades del enemigo como ventajas para vencerlo, pero son las guerrillas 
  las que han de prestar particular atención a este respecto. A su vez, las 
  debilidades de las propias guerrillas pueden ser superadas de modo gradual en 
  el curso de la lucha. Más aún, en ocasiones constituyen precisamente la 
  condición para conquistar la iniciativa; por ejemplo, justamente porque las 
  guerrillas son pequeñas, les es fácil operar tras las líneas enemigas 
  apareciendo y desapareciendo en forma misteriosa, sin que el enemigo pueda 
  hacer nada contra ellas. Una libertad de acción tan amplia jamás pueden 
  tenerla los ejércitos regulares masivos. 
      Cuando el enemigo realiza un ataque convergente desde varias direcciones, 
  para una unidad guerrillera es difícil mantener la iniciativa 
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  y fácil perderla. En tal caso, si hace una apreciación incorrecta de la 
  situación y adopta disposiciones erróneas, caerá fácilmente en una posición 
  pasiva y, por lo tanto, no podrá desbaratar el ataque convergente del enemigo. 
  Esto puede ocurrir también cuando el enemigo se encuentra a la defensiva y 
  nosotros a la ofensiva. Por consiguiente, la iniciativa es producto de una 
  correcta apreciación de la situación (tanto la del enemigo como la nuestra) y 
  de acertadas disposiciones militares y políticas. Una apreciación pesimista, 
  disconforme con las condiciones objetivas, y las consiguientes decisiones de 
  carácter pasivo, nos privarán sin duda de la iniciativa y nos lanzarán a la 
  pasividad. Del mismo modo, una apreciación demasiado optimista, disconforme 
  con las condiciones objetivas, y las consiguientes decisiones arriesgadas 
  (injustificadamente arriesgadas), nos privarán de la iniciativa y al Final nos 
  conducirán al mismo camino que la apreciación pesimista. La iniciativa no es 
  atributo innato de un genio, sino algo que un jefe inteligente alcanza 
  mediante un estudio exento de prejuicios y una apreciación correcta de las 
  condiciones objetivas y gracias a acertadas disposiciones militares y 
  políticas. De ello se desprende que la iniciativa no es algo ya hecho, sino 
  que requiere un esfuerzo consciente. 
      Cuando, a consecuencia de una apreciación y disposiciones erróneas o de 
  una presión irresistible del enemigo, una guerrilla se ve reducida a una 
  posición pasiva, su tarea consiste en esforzarse por salir de ella. La forma 
  de conseguirlo depende de las circunstancias. En muchos casos es necesario 
  "marcharse". Saber marcharse es uno de los rasgos característicos de la 
  guerrilla. Marcharse es el medio principal, pero no el único, de escapar a la 
  pasividad y reconquistar la iniciativa. El momento en que el enemigo ejerce la 
  máxima presión y en que nosotros afrontamos las mayores dificultades, es con 
  frecuencia el mismo momento en que las cosas comienzan a volverse contra el 
  enemigo y a favor nuestro. A menudo, una situación favorable reaparece y la 
  iniciativa se recupera como resultado de los esfuerzos para "sostenerse un 
  poco más". 
      Pasemos ahora a la flexibilidad. 
      La flexibilidad es la expresión concreta de la iniciativa. El empleo 
  flexible de las fuerzas es aún más indispensable en la guerra de guerrillas 
  que en la guerra regular. 
      Es necesario que los mandos de la guerra de guerrillas comprendan que el 
  empleo flexible de sus fuerzas es el medio más importante de hacer que la 
  situación cambie a nuestro favor y de conseguir la iniciativa. El carácter 
  particular de la guerra de guerrillas exige que las 
  pág. 85
  fuerzas se empleen en forma flexible, con arreglo a la tarea asignada y a 
  condiciones tales como la situación del enemigo, el terreno y la población 
  local. Las principales formas de utilización de las fuerzas son la dispersión, 
  la concentración y el desplazamiento. Al emplear sus fuerzas, un jefe 
  guerrillero ha de actuar del mismo modo que el pescador maneja su red: debe 
  saber echarla y también recogerla. Al echar su red, el pescador tiene que 
  averiguar bien la profundidad del agua, la velocidad de la corriente y si hay 
  o no obstáculos. De igual manera, al dispersar sus unidades, el jefe 
  guerrillero debe tener cuidado de no sufrir pérdidas por ignorancia de la 
  situación y las acciones equivocadas que de ello se derivan. Así como el 
  pescador, para recoger la red, debe sostener con firmeza la cuerda, así el 
  jefe guerrillero ha de mantener el enlace y la comunicación con todas sus 
  tropas y tener a su disposición una parte suficiente de sus fuerzas 
  principales. Así como en la pesca es necesario el frecuente cambio de lugar, 
  también para la guerrilla es necesario desplazarse frecuentemente. La 
  dispersión, la concentración y el desplazamiento son las tres formas de empleo 
  flexible de las fuerzas en la guerra de guerrillas. 
      En general, la dispersión de fuerzas en la guerra de guerrillas o, como 
  suele decirse, "la división del todo en partes", se aplica principalmente en 
  los siguientes casos: 1) cuando nos proponernos amenazar al enemigo en un 
  frente amplio porque este se encuentra a la defensiva y por el momento nos es 
  imposible combatir con fuerzas concentradas; 2) cuando, en los lugares donde 
  las fuerzas del enemigo son débiles, nos disponernos a hostigarlo y a realizar 
  actividades de sabotaje por todas partes; 3) cuando no podemos desbaratar el 
  ataque convergente del enemigo y tratamos de librarnos de él haciéndonos menos 
  localizabais; 4) cuando nos vemos obligados a ello por las condiciones del 
  terreno o las dificultades del avituallamiento, y 5) cuando hacemos trabajo de 
  masas en una vasta zona. Pero al dispersaron para la acción, cualesquiera que 
  fueren las circunstancias, debemos prestar atención a lo siguiente: 1) no hay 
  que realizar una dispersión de fuerzas absolutamente pareja, sino mantener una 
  parte bastante considerable en una zona conveniente para maniobrar, lo que nos 
  permitirá estar en condiciones de afrontar cualquier eventualidad y emplearla 
  en cumplir la principal de las tareas asignadas a las fuerzas dispersadas; 2) 
  hay que asignar a cada una de las unidades dispersas una misión definida e 
  indicarle con precisión la zona de operaciones, el plazo para la acción, el 
  lugar de reunión, los medios de enlace, etc. 
  pág. 86
      La concentración de fuerzas o, como suele decirse, "la integración de las 
  partes en un todo", es el método aplicado generalmente para liquidar al 
  enemigo cuando desata una ofensiva y, a veces, para destruir algunas de sus 
  fuerzas estacionadas cuando se encuentra a la defensiva. La concentración de 
  fuerzas no significa concentrarlas en términos absolutos, sino reunir las 
  fuerzas principales para emplearlas en una dirección importante, mientras se 
  mantiene o se envía parte de las fuerzas en otras direcciones a fin de 
  contener al enemigo, hostigarlo, realizar actividades de sabotaje o hacer 
  trabajo de masas. 
      Si bien la dispersión o concentración flexible de fuerzas de acuerdo con 
  las circunstancias es el método principal en la guerra de guerrillas, también 
  debemos saber desplazar (trasladar) nuestras fuerzas con flexibilidad. Al 
  sentirse seriamente amenazado por las guerrillas, el enemigo no tardará en 
  enviar tropas para atacarlas o aplastarlas. Por lo tanto, las guerrillas deben 
  examinar la situación: si es conveniente, combatir allí donde están; si no, 
  desplazarse en el momento oportuno y hacerlo rápidamente. A veces, con el 
  objeto de aplastar a las fuerzas enemigas por separado, las guerrillas, 
  después de destruir en un lugar a una de esas fuerzas, deben desplazarse de 
  inmediato a otro para destruir a una nueva fuerza enemiga. En otras ocasiones, 
  cuando la situación en un sitio resulta desfavorable para el combate, las 
  guerrillas tienen que romper en seguida el contacto con el enemigo y pasar a 
  trabar combate en otra parte. Si las fuerzas enemigas constituyen una amenaza 
  particularmente seria, las guerrillas no deben permanecer por largo tiempo en 
  un mismo lugar, sino desplazarse con la rapidez del torrente y del viento. En 
  general, el desplazamiento debe hacerse en secreto y velozmente. A fin de 
  engañar al enemigo, tenderle un lazo o confundirlo, deben emplearse 
  constantemente estratagemas tales como amagar en el Este pero atacar por el 
  Oeste, aparecer ya en el Sur ya en el Norte, tan pronto atacar como alejarse y 
  operar de noche. 
      La flexibilidad en la dispersión, en la concentración y en el 
  desplazamiento es la manifestación concreta de la iniciativa en la guerra de 
  guerrillas, mientras que la rutina y la rigidez conducen inevitablemente a la 
  pasividad y causan pérdidas innecesarias. Sin embargo, el mérito de un mando 
  inteligente no reside en comprender la importancia del empleo flexible de sus 
  fuerzas, sino en saber dispersarlas, concentrarlas y desplazarlas a tiempo y 
  conforme a las circunstancias concretas. La capacidad de percibir los cambios 
  y escoger el momento oportuno para la acción no es fácil de adquirir; sólo 
  pueden adquirirla quienes realizan un estudio exento de prejuicios e 
  investigan y refle- 
  pág. 87
  xionan con diligencia. A fin de que la flexibilidad no se traduzca en acciones 
  impulsivas, es necesario el examen cuidadoso de las circunstancias. 
      Pasemos por último a la planificación. 
      Sin planificación es imposible obtener victorias en la guerra de 
  guerrillas. Actuar al azar significa jugar a la guerra de guerrillas o ser 
  profano en la materia. Es siempre menester elaborar de antemano un plan lo más 
  minucioso posible, tanto para las operaciones de una zona guerrillera en su 
  conjunto como para las de una unidad o cuerpo guerrillero. Esta es la labor 
  preparatoria para toda acción. El conocimiento de la situación, la 
  determinación de las tareas, la disposición de las fuerzas, la instrucción 
  militar y la educación política, el avituallamiento, el mantenimiento del 
  equipo, la conquista del apoyo popular, etc., forman parte del trabajo de los 
  jefes guerrilleros, quienes deben considerar todo ello cuidadosamente, 
  realizarlo a conciencia y verificar su ejecución. Sin esto, resulta imposible 
  toda iniciativa, flexibilidad y ofensiva. Es cierto que las condiciones de la 
  guerra de guerrillas no permiten un grado tan elevado de planificación como 
  las de la guerra regular, y sería un error intentar elaborar un plan sumamente 
  minucioso en la guerra de guerrillas. Sin embargo, es necesario planificar en 
  la forma más minuciosa que permitan las condiciones objetivas, pues debemos 
  comprender que luchar contra el enemigo no es ningún juego. 
      Los puntos antes mencionados sirven para explicar el primero de los 
  principios estratégicos de la guerra de guerrillas: iniciativa, flexibilidad y 
  planificación en la realización de operaciones ofensivas dentro de la guerra 
  defensiva, operaciones de decisión rápida dentro de la guerra prolongada y 
  operaciones en líneas exteriores dentro de la guerra en líneas interiores. 
  Este es el problema clave en relación a los principios estratégicos de la 
  guerra de guerrillas. Si se resuelve, la victoria de la guerra de guerrillas, 
  por lo que respecta a su dirección militar, estará en gran medida garantizada. 

      Aunque son muchas las cosas de las que se ha hablado hasta aquí, todas 
  ellas giran en torno a la ofensiva en campañas y combates. La iniciativa puede 
  alcanzarse de modo determinante sólo después de la victoria en una ofensiva. 
  Toda operación ofensiva debe organizarse por nuestra propia iniciativa, y no 
  porque nos veamos obligados a emprenderla. El empleo flexible de las fuerzas 
  gira en torno al esfuerzo por tomar la ofensiva, y del mismo modo, la 
  planificación es necesaria principalmente para asegurar el éxito de la 
  ofensiva. La defensa 
  pág. 88
  táctica carece de todo sentido si no apoya, directa o indirectamente, una 
  ofensiva. La decisión rápida se refiere a la duración de una ofensiva, y las 
  líneas exteriores, a su radio. La ofensiva es el único medio de destruir las 
  fuerzas enemigas y el medio principal de conservar las fuerzas propias; la 
  defensa y la retirada puras y simples sólo desempeñan un papel temporal y 
  parcial en la conservación de las fuerzas propias, y son totalmente inútiles 
  para destruir las fuerzas enemigas. 
      El principio arriba señalado se aplica igual, en lo fundamental, tanto en 
  la guerra regular como en la guerra de guerrillas, sólo con una diferencia de 
  grado en su forma de realizarse. Pero en la guerra de guerrillas es importante 
  y necesario tener en cuenta esta diferencia. Es precisamente esa diferencia la 
  que hace que los métodos de combate de la guerra de guerrillas se distingan de 
  los de la guerra regular. Si se confunden esas dos formas diferentes en que se 
  manifiesta el principio, será imposible conducir la guerra de guerrillas a la 
  victoria. 


  CAPITULO V
  COORDINACION CON LA GUERRA REGULAR 
      El segundo problema estratégico de la guerra de guerrillas es su 
  coordinación con la guerra regular. Se trata de aclarar la relación entre la 
  guerra de guerrillas y la guerra regular en el plano operacional, partiendo de 
  la naturaleza de las acciones guerrilleras concretas. Comprender tal relación 
  es muy importante para derrotar de manera efectiva al enemigo. 
      Existen tres tipos de coordinación entre la guerra de guerrillas y la 
  guerra regular: coordinación en la estrategia, en las campañas y en los 
  combates. 
      El papel que desempeña en la retaguardia enemiga la guerra de guerrillas 
  en su conjunto -- debilitamiento del enemigo, contención de sus fuerzas y 
  obstrucción de su transporte --, el estímulo moral que da a las fuerzas 
  regulares y al pueblo de todo el país, etc., constituyen la coordinación 
  estratégica de la guerra de guerrillas con la guerra regular. Tomemos como 
  ejemplo la guerra de guerrillas en las tres provincias del Nordeste. Antes del 
  estallido de la Guerra de Resistencia de amplitud nacional, no existía, 
  naturalmente, el problema de la coordinación, pero desde que comenzó la 
  Resistencia, la 
  pág. 89
  significación de dicha coordinación se ha hecho obvia. Cada soldado enemigo 
  que matan las guerrillas del Nordeste, cada bala que hacen gastar al enemigo, 
  cada soldado que le impiden enviar al Sur de la Gran Muralla, puede 
  considerarse como una contribución a la Guerra de Resistencia en su conjunto. 
  También es claro que esas guerrillas producen un efecto desmoralizador en todo 
  el ejército y el país enemigo, y un efecto alentador en todo nuestro ejército 
  y nuestro pueblo. Más claro aún es el papel que desempeña la guerra de 
  guerrillas en la coordinación estratégica a lo largo de los ferrocarriles 
  Peiping-Suiyuán, Peiping-Jankou, Tientsín-Pukou, Tatung-Puchou, 
  Chengting-Taiyuán y Shanghai-Jangchou. Las guerrillas no sólo actúan en 
  coordinación con las fuerzas regulares en la defensiva estratégica de este 
  momento, cuando el enemigo se encuentra a la ofensiva estratégica; no sólo 
  actuarán en coordinación con las fuerzas regulares, estorbando las operaciones 
  del enemigo, cuando éste haya concluido su ofensiva estratégica y pasado a la 
  consolidación del territorio ocupado, sino que se coordinarán también con las 
  fuerzas regulares cuando éstas lancen la contraofensiva estratégica, para 
  expulsar a las fuerzas enemigas y recuperar todo el territorio perdido. El 
  gran papel de la guerra de guerrillas en la coordinación estratégica no debe 
  ser ignorado. Deben comprenderlo con nitidez los mandos de las guerrillas así 
  como los de las fuerzas regulares. 
      Además, la guerra de guerrillas cumple otro papel: coordinarse con la 
  guerra regular en las campañas. Por ejemplo, en la campaña de Sinkou, al Norte 
  de Taiyuán, las guerrillas desempeñaron un notable papel de apoyo, tanto al 
  Sur como al Norte de Yenmenkuan, al destruir el ferrocarril Tatung-Puchou y 
  las carreteras que pasan por Pingsingkuan y Yangfangkou. Tomemos otro ejemplo: 
  después de la ocupación de Fenglingtu por el enemigo, la guerra de guerrillas 
  (realizada principalmente por fuerzas regulares) que se había extendido por 
  toda la provincia de Shansí, desempeñó un papel aún más importante al actuar 
  en coordinación con las campañas defensivas a lo largo de las orillas oeste y 
  sur del río Amarillo, en las provincias de Shensí y Jonán, respectivamente. 
  Otro ejemplo: cuando el enemigo atacaba el Sur de la provincia de Shantung, la 
  guerra de guerrillas en las cinco provincias del Norte de China hizo una 
  considerable contribución al actuar en coordinación con las campañas de 
  nuestro ejército en esa parte de Shantung. Para realizar esta tarea, los 
  dirigentes de cada base de apoyo guerrillera situada detrás de las líneas 
  enemigas, o los mandos de los cuerpos guerrilleros destacados allí temporal- 
  pág. 90
  mente, deben disponer bien sus fuerzas y, mediante diversos métodos adecuados 
  al momento y lugar, actuar enérgicamente contra los puntos más vitales y 
  vulnerables del enemigo, a fin de debilitarlo, contener sus fuerzas, 
  obstaculizar su transporte, alentar a nuestras tropas que llevan a cabo 
  campañas en las líneas interiores, y cumplir así con su deber de coordinarse 
  en las campañas. Si cada zona guerrillera o cada guerrilla actúa sola, sin 
  prestar atención a coordinarse con las fuerzas regulares en las campañas, 
  disminuirá la significación de su papel en la coordinación estratégica, aunque 
  seguirá desempeñando cierto papel de apoyo en la estrategia general. Todos los 
  mandos de la guerra de guerrillas deben prestar seria atención a este punto. A 
  fin de poder coordinarse con las fuerzas regulares en las campañas, es 
  completamente necesario que todas las unidades y cuerpos guerrilleros de 
  alguna importancia posean equipos de radiocomunicación. 
      Finalmente, la coordinación con las fuerzas regulares en los combates, o 
  sea, en sus operaciones en el campo de batalla, es tarea de todas las 
  guerrillas que actúan en las inmediaciones de un campo de batalla en líneas 
  interiores. Esto, por supuesto, se aplica sólo a las guerrillas que operan 
  cerca de las fuerzas regulares o a las unidades regulares encargadas 
  temporalmente de misiones guerrilleras. En dichos casos, las guerrillas deben 
  cumplir, de acuerdo con las instrucciones del mando de las fuerzas regulares, 
  las tareas que se les asignen, tareas que, por lo general, consisten en 
  contener una parte de las fuerzas del enemigo, obstaculizar su transporte, 
  efectuar reconocimientos, servir de guía a las fuerzas regulares, etc. Aun en 
  el caso de que no reciban instrucciones del mando de las fuerzas regulares, 
  las guerrillas deben realizar dichas tareas por su propia iniciativa. Es 
  absolutamente inadmisible permanecer indiferentes, no moverse ni combatir o 
  moverse sin combatir. 


  CAPITULO VI
  CREACION DE BASES DE APOYO 
      El tercer problema estratégico de la guerra de guerrillas contra el Japón 
  es la creación de bases de apoyo; su necesidad e importancia se infieren del 
  carácter prolongado y encarnizado de la guerra. Pues el territorio perdido no 
  podrá ser recuperado hasta que se lance una 
  pág. 91
  contraofensiva estratégica en escala nacional; para entonces, el frente 
  enemigo habrá penetrado profundamente en la zona central del país y la habrá 
  cortado en dos, de Norte a Sur, y una parte o incluso más de la mitad de 
  nuestro territorio habrá caído en manos del enemigo y se habrá convertido en 
  su retaguardia. Tendremos que extender la guerra de guerrillas en toda esa 
  vasta zona ocupada por el enemigo, convertir en frente su retaguardia y 
  obligarlo a combatir sin cesar en todo el territorio que ocupe. Mientras no 
  iniciemos nuestra contraofensiva estratégica ni logremos recuperar el 
  territorio perdido, será necesario persistir en la guerra de guerrillas en la 
  retaguardia enemiga, ciertamente por un tiempo bastante largo, aunque no 
  podemos precisar por cuánto; de ahí que la guerra sea prolongada. A su vez, 
  para asegurar sus intereses en el territorio ocupado, el enemigo 
  indudablemente intensificará día a día su lucha contra la guerra de guerrillas 
  y, especialmente después de que haya cesado su ofensiva estratégica, se 
  lanzará a una implacable represión de las guerrillas. Así, tanto por el 
  carácter prolongado de la guerra como por su encarnizamiento, sin bases de 
  apoyo no podrá sostenerse la guerra de guerrillas detrás de las líneas 
  enemigas. 
      ¿Qué son, entonces, las bases de apoyo de la guerra de guerrillas? Son las 
  bases estratégicas en que se apoyan las fuerzas guerrilleras para cumplir sus 
  tareas estratégicas y lograr el objetivo tanto de conservar y desarrollar sus 
  fuerzas como de aniquilar y expulsar al enemigo. Sin tales bases estratégicas, 
  no habrá nada en que apoyarse para ejecutar las tareas estratégicas y alcanzar 
  el objetivo de la guerra. Operar sin retaguardia es de por sí una 
  característica de la guerra de guerrillas detrás de las líneas enemigas, pues 
  las fuerzas guerrilleras están separadas de la retaguardia general del país. 
  Pero, sin bases de apoyo, la guerra de guerrillas no podrá durar mucho ni 
  desarrollarse; estas bases constituyen precisamente su retaguardia. 
      La historia registra muchas guerras campesinas hechas a la manera de los 
  "insurrectos errantes", pero ninguna de ellas tuvo éxito. En la época actual 
  de comunicaciones y técnica avanzadas, sería aún más infundado pensar que se 
  puede lograr la victoria luchando a la manera de los "insurrectos errantes". 
  No obstante, aún hoy existe entre los campesinos arruinados la mentalidad de 
  "insurrectos errantes", cuyo reflejo en la conciencia de los mandos de la 
  guerra de guerrillas viene a ser la idea de negar la necesidad de las bases de 
  apoyo o subestimar su importancia. Por lo tanto, liberar de dicha mentalidad 
  la conciencia de los mandos de la guerra de guerrillas constituye el requisito 
  previo 
  pág. 92
  para determinar la política de creación de bases de apoyo. El problema de si 
  hay que tener o no bases de apoyo, de si es preciso darles importancia o no, 
  en otras palabras, la lucha entre la idea de establecer bases de apoyo y la 
  mentalidad de "insurrectos errantes", puede surgir en toda guerra de 
  guerrillas, y hasta cierto punto, la que sostenemos contra el Japón no 
  constituye una excepción. Por consiguiente, la lucha ideológica contra La 
  mentalidad de "insurrectos errantes" es un proceso indispensable. Sólo cuando 
  esta mentalidad haya sido totalmente desarraigada y se haya formulado y puesto 
  en práctica la política de establecer bases de apoyo, se presentarán 
  condiciones favorables para mantener una guerra de guerrillas por largo 
  tiempo. 
      Aclarada la necesidad e importancia de las bases de apoyo, pasemos ahora a 
  los problemas que es preciso comprender y resolver al establecer esas bases. 
  Estos problemas son: tipos de bases de apoyo, zonas guerrilleras y bases de 
  apoyo, condiciones para la creación de bases de apoyo, consolidación y 
  expansión de las bases de apoyo, y tipos de cerco recíproco entre el enemigo y 
  nosotros. 


  1. TIPOS DE BASES DE APOYO 
      Las bases de apoyo de la guerra de guerrillas contra el Japón son en 
  general de tres tipos: las de montaña, las de llanura y las de zonas 
  fluviales, lacustres y de estuarios. 
      Es de todos conocida la ventaja de establecer bases de apoyo en las zonas 
  montañosas. A este tipo pertenecen las bases de apoyo que se han establecido, 
  se establecen o se establecerán en las montañas Changpai[2], Wutai[3], 
  Taijang[4], Taishan[5], Yenshan[6] y Maoshan[7]. Estas bases de apoyo son los 
  lugares más idóneos para mantener la guerra de guerrillas contra el Japón por 
  largo tiempo y constituyen importantes baluartes para la Guerra de 
  Resistencia. Debemos desarrollar la guerra de guerrillas en todas las zonas 
  montañosas detrás de las líneas enemigas y crear allí bases de apoyo. 
      Las llanuras, por supuesto, son menos apropiadas que las montañas, pero de 
  ningún modo se excluye la posibilidad de desarrollar allí la guerra de 
  guerrillas o establecer algún tipo de bases de apoyo. EL amplio desarrollo que 
  ha logrado la guerra de guerrillas en las llanuras de Jopei y del Norte y 
  Noroeste de Shantung, demuestra que ésta puede desarrollarse en las llanuras. 
  Si bien aún no existen pruebas de que sea posible establecer allí bases de 
  apoyo duraderas, se ha 
  pág. 93
  evidenciado que es factible el establecimiento de bases de apoyo temporales, y 
  debe considerarse también realizable la creación de bases de apoyo para 
  unidades pequeñas o con carácter estacional. Pues, por una parte, el enemigo 
  no tiene suficientes tropas a su disposición y sigue una inaudita política de 
  barbarie, y por la otra, China posee un vasto territorio y una numerosa 
  población que lucha contra el Japón; esto proporciona las condiciones 
  objetivas para desarrollar la guerra de guerrillas y establecer bases de apoyo 
  temporales en las llanuras. Si, además, nuestro mando es competente, por 
  supuesto debe ser posible establecer allí bases de apoyo duraderas, aunque no 
  fijas, para unidades guerrilleras pequeñas[8]. En términos generales, cuando 
  el enemigo cese su ofensiva estratégica y entre en la etapa de consolidación 
  de las zonas que haya ocupado, no cabe duda de que lanzará implacables ataques 
  contra todas las bases de apoyo de la guerra de guerrillas, y las de llanura, 
  como es natural, serán las primeras en sufrir el peso de esos ataques. Para 
  entonces, los grandes cuerpos guerrilleros que operen en las llanuras no 
  podrán continuar luchando allí por mucho tiempo y, según lo exijan las 
  circunstancias, deberán trasladarse gradualmente a las zonas montañosas; por 
  ejemplo, de las llanuras de Jopei a las montañas Wutai y Taijang, o de las 
  llanuras de Shantung a la montaña Taishan y al Este de la península de 
  Shantung. Pero las condiciones de nuestra guerra nacional no excluyen la 
  posibilidad de que un gran número de unidades guerrilleras pequeñas se 
  mantengan dispersas en diversos distritos de las vastas llanuras y adopten la 
  táctica de operaciones móviles, es decir, el método de trasladar sus bases de 
  apoyo de un lugar a otro. Es absolutamente posible realizar una guerra de 
  guerrillas estacional, aprovechando la "cortina verde" de la vegetación alta 
  en verano y los ríos congelados en invierno. Como el enemigo no está ahora en 
  condiciones de ocuparse de las llanuras ni podrá hacerlo suficientemente en el 
  futuro, es del todo necesario que determinemos, para el presente, la 
  orientación de amplio desarrollo de la guerra de guerrillas y de creación de 
  bases de apoyo temporales allí, y para el futuro, la de persistir en una 
  guerra de guerrillas con pequeñas unidades o, al menos, en una guerra de 
  guerrillas de carácter estacional, y establecer bases de apoyo no fijas. 
      Hablando objetivamente, la posibilidad de desarrollar la guerra de 
  guerrillas y establecer bases de apoyo en las zonas fluviales, lacustres y de 
  estuarios, si bien es menor que en las zonas montañosas, es mayor que en las 
  llanuras. Las innumerables y dramáticas batallas libradas 
  pág. 94
  por "piratas" y "bandidos de los ríos" a lo largo de nuestra historia y la 
  guerra de guerrillas sostenida durante varios años en la zona del lago Jungju 
  en el período del Ejército Rojo, demuestran que es posible desarrollar la 
  guerra de guerrillas y establecer bases de apoyo en las zonas fluviales, 
  lacustres y de estuarios. No obstante, los partidos y grupos políticos y las 
  masas que resisten al Japón han prestado hasta ahora poca atención a esta 
  posibilidad. Es indudable que debemos prestarle atención y comenzar a trabajar 
  en este sentido, si bien todavía no se han dado las condiciones subjetivas. 
  Como un aspecto del desarrollo de la guerra de guerrillas a escala nacional, 
  debemos organizar eficazmente este tipo de guerra en la zona del lago Jungtse 
  al Norte del río Yangtsé, en la zona del lago Taiju al Sur del mismo río, y en 
  todas las zonas fluviales, lacustres y de estuarios del territorio ocupado por 
  el enemigo a lo largo de los ríos y las costas, y crear bases de apoyo 
  duraderas en dichas zonas y sus cercanías. Pasar por alto este aspecto 
  equivale a proporcionar al enemigo facilidades de transporte por agua, y 
  constituye un vacío en nuestro plan estratégico para la Guerra de Resistencia. 
  Este vacío debe ser llenado a tiempo. 


  2. ZONAS GUERRILLERAS Y BASES DE APOYO 
      En una guerra de guerrillas que se sostiene detrás de las líneas enemigas, 
  hay diferencia entre zonas guerrilleras y bases de apoyo. Las zonas cuyos 
  alrededores están ocupados por el enemigo, pero cuyas partes interiores no lo 
  están o han sido recuperadas, como ciertos distritos de la zona de las 
  montañas Wutai (es decir, la Región Fronteriza de Shansí-Chajar-Jopei) y 
  algunos sectores de las zonas de las montañas Taijang y Taishan, ya son de por 
  sí bases de apoyo; valiéndose de estas bases, las unidades guerrilleras pueden 
  desarrollar con toda facilidad la guerra de guerrillas. Pero la situación es 
  distinta en otros sectores próximos a esas bases, como por ejemplo, en los 
  sectores oriental y septentrional de la zona de las montañas Wutai, es decir, 
  en ciertos sectores del Oeste de Jopei y del Sur de Chajar, y en muchos 
  lugares situados al Este de la ciudad de Paoting y al Oeste de la ciudad de 
  Tsangchou, donde las unidades guerrilleras en la etapa inicial de la guerra de 
  guerrillas no pudieron ocupar todo el territorio y tuvieron que limitarse a 
  realizar frecuentes asaltos. Se trata de zonas que las guerrillas conservan 
  solamente mientras permanecen allí y que vuelven 
  pág. 95
  a las manos del régimen títere una vez se han marchado, y que por consiguiente 
  no son aún bases de apoyo de la guerra de guerrillas, sino únicamente lo que 
  se llama zonas guerrilleras. Estas zonas guerrilleras se transformarán en 
  bases de apoyo cuando hayan pasado por el proceso necesario de la guerra de 
  guerrillas, es decir, cuando en ellas se haya aniquilado o derrotado a una 
  gran cantidad de fuerzas enemigas y destruido el régimen títere, cuando se 
  haya puesto en juego el entusiasmo de las masas, establecido las 
  organizaciones populares antijaponesas, desarrollado las fuerzas armadas del 
  pueblo e implantado el Poder antijapones. Por expansión de las bases de apoyo 
  se entiende la incorporación de estas bases nuevas a las ya creadas. 
      En algunos lugares, toda la zona de operaciones guerrilleras ha sido desde 
  el comienzo una zona guerrillera. Puede servir de ejemplo el Este de Jopei. El 
  régimen títere tiene allí una larga existencia, y desde el principio toda la 
  zona de operaciones ha sido una zona guerrillera para las fuerzas armadas del 
  pueblo surgidas de las insurrecciones locales y para los destacamentos 
  guerrilleros enviados desde las montañas Wutai. Al comienzo de sus 
  actividades, ellos sólo podían elegir en esa zona algunos sitios favorables 
  para convertirlos en retaguardia temporal, o sea, bases de apoyo temporales. 
  Solamente cuando las fuerzas enemigas en estos lugares hayan sido aniquiladas 
  y el trabajo de movilización de las masas esté en pleno desarrollo, terminará 
  la situación característica de la zona guerrillera y el territorio se 
  convertirá en una base de apoyo relativamente estable. 
      De esto se desprende que la transformación de una zona guerrillera en base 
  de apoyo es un arduo proceso de creación y su logro depende de la medida en 
  que sea aniquilado el enemigo y movilizadas las masas populares. 
      Muchas regiones seguirán siendo zonas guerrilleras durante largo tiempo. 
  En ellas, por mucho que se esfuerce el enemigo en mantener su control, no 
  logrará establecer un régimen títere estable, mientras que nosotros, por mucho 
  que desarrollemos la guerra de guerrillas, no podremos alcanzar el objetivo de 
  establecer el Poder antijaponés. Ejemplos de este tipo pueden encontrarse en 
  aquellas regiones próximas a las líneas férreas y grandes ciudades y en 
  ciertas zonas de llanura, ocupadas por el enemigo. 
      En cuanto a las grandes ciudades, las estaciones ferroviarias y ciertas 
  zonas de llanura que el enemigo controla con fuerzas importantes, la guerra de 
  guerrillas sólo puede extenderse hasta sus alrede- 
  pág. 96
  dores y no al interior de dichos lugares, donde el régimen títere es 
  relativamente estable. Este es otro tipo de situación. 
      Los errores en nuestra dirección o la fuerte presión del enemigo pueden 
  conducir a un proceso inverso, esto es, una base de apoyo puede convertirse en 
  zona guerrillera y una zona guerrillera en región bajo ocupación enemiga 
  relativamente estable. Tales cambios son posibles y los mandos de la guerra de 
  guerrillas deben mantener una vigilancia especial al respecto. 
      Así, como resultado de la guerra de guerrillas y de la lucha entre el 
  enemigo y nosotros, los territorios ocupados por el enemigo se dividirán en 
  tres tipos: primero, bases de apoyo antijaponesas mantenidas por nuestras 
  unidades guerrilleras y nuestros órganos de Poder; segundo, zonas que se 
  encuentran en manos del imperialismo japonés y del régimen títere, y tercero, 
  zonas intermedias que ambos bandos se disputan, es decir, zonas guerrilleras. 
  Los mandos de la guerra de guerrillas tienen el deber de ampliar al máximo los 
  territorios del primero y tercer tipos y reducir al mínimo los territorios del 
  segundo. Esta es la tarea estratégica de la guerra de guerrillas. 


  3. CONDICIONES PARA LA CREACION DE BASES DE APOYO 
      Las condiciones fundamentales para establecer una base de apoyo son: 
  contar con fuerzas armadas antijaponesas, emplearlas para infligir derrotas al 
  enemigo y, con ayuda de ellas, movilizar a las masas populares. Así, el 
  establecimiento de bases de apoyo es, antes que nada, el problema de organizar 
  fuerzas armadas. Quienes dirigen la guerra de guerrillas deben dedicar todas 
  sus energías a formar una o más unidades guerrilleras y, en el transcurso de 
  la lucha, convertirlas gradualmente en cuerpos guerrilleros e incluso en 
  unidades y agrupaciones regulares. Organizar fuerzas armadas es la clave para 
  la creación de bases de apoyo. Sin fuerzas armadas o con fuerzas armadas muy 
  débiles, nada puede hacerse. Esta es la primera condición. 
      La segunda condición indispensable para establecer una base de apoyo 
  consiste en infligir derrotas al enemigo empleando las fuerzas armadas y con 
  el apoyo de las masas populares. Ninguno de los lugares controlados por el 
  Japón es base de apoyo de las guerrillas sino del enemigo, y evidentemente las 
  bases del enemigo no podrán ser transformadas en bases de apoyo guerrilleras a 
  menos que éste sea derrotado. Aun los lugares controlados por las guerrillas 
  caerán en manos 
  pág. 97
  del enemigo, si no aplastamos sus ataques, si no lo derrotamos, y en tal caso 
  tampoco será posible establecer bases de apoyo. 
      La tercera condición indispensable para establecer una base de apoyo 
  consiste en dedicar todos nuestros esfuerzos, incluidos los de las fuerzas 
  armadas, a movilizar las masas en la lucha contra el Japón. En el curso de 
  esta lucha debemos armar al pueblo, es decir, organizar cuerpos de autodefensa 
  y guerrillas. En el curso de esta lucha hay que crear organizaciones de masas, 
  reunir a los obreros, campesinos, jóvenes, mujeres, niños, comerciantes y 
  profesionales, a medida que crezcan su grado de conciencia política y su 
  entusiasmo combativo, en las diversas organizaciones necesarias para la lucha 
  contra el Japón, y ampliar éstas en forma gradual. Sin organización, la fuerza 
  de las masas populares no puede hacerse sentir en la lucha contra el Japón. En 
  el curso de esta lucha, debemos liquidar a los colaboracionistas declarados y 
  encubiertos, tarea que sólo podremos cumplir apoyándonos en la fuerza de las 
  masas populares. En esta lucha, es de particular importancia movilizar a las 
  masas populares para establecer o consolidar el Poder local antijaponés. Allí 
  donde los antiguos órganos chinos de Poder no han sido destruidos por el 
  enemigo, debemos reorganizarlos y fortalecerlos apoyándonos en las amplias 
  masas; allí donde han sido destruidos por el enemigo, debemos reconstruirlos 
  con el esfuerzo de las amplias masas. Estos órganos de Poder deben poner en 
  práctica la política de frente único nacional antijaponés y unir a todas las 
  Fuerzas populares para la lucha contra nuestro único enemigo: el imperialismo 
  japonés y sus lacayos, los colaboracionistas y reaccionarios. 
      Toda base de apoyo de la guerra de guerrillas sólo puede ser realmente 
  establecida después que se hayan cumplido en forma gradual las tres 
  condiciones fundamentales, es decir, después de crear fuerzas armadas 
  antijaponesas, infligir derrotas al enemigo y movilizar a las masas populares. 

      Es necesario hablar, además, de las condiciones geográficas y económicas. 
  En lo que atañe a las condiciones geográficas, ya hemos señalado tres 
  categorías distintas en la sección "Tipos de bases de apoyo"; aquí solamente 
  trataremos del requisito principal: la zona debe ser extensa. En 
  circunstancias en que el enemigo nos cerca por los cuatro lados, o por tres de 
  ellos, las zonas montañosas, desde luego, ofrecen las mejores condiciones para 
  establecer bases de apoyo duraderas; pero lo principal es que haya espacio 
  suficiente que permita maniobrar a las guerrillas, esto es, que la zona sea 
  extensa. En pre- 
  pág. 98
  sencia de esta condición, es decir, de una zona amplia, la guerra de 
  guerrillas se puede desarrollar y sostener incluso en las llanuras, para no 
  hablar de las zonas fluviales, lacustres y de estuarios. Debido a la 
  inmensidad del territorio chino y a la insuficiencia de tropas del enemigo, la 
  guerra de guerrillas en China ya cuenta, en general, con esta condición. Esta 
  es una condición importante e incluso de primera importancia en lo que 
  respecta a la posibilidad de sostener una guerra de guerrillas. En países 
  pequeños, como Bélgica, que carecen de dicha condición, tal posibilidad es muy 
  pequeña o no existe. Pero en China, esa condición no es algo por alcanzar, ni 
  un problema por resolver; está allí objetivamente, esperando sólo ser 
  explotada. 
      En cuanto a las condiciones económicas, considerándolas como tales, sucede 
  igual que con las geográficas. Porque no estamos discutiendo el problema del 
  establecimiento de bases de apoyo en un desierto, donde no hay enemigo alguno, 
  sino su establecimiento detrás de las líneas enemigas. Adondequiera que llegue 
  el enemigo, ya viven desde hace tiempo habitantes chinos y hay una base 
  económica de subsistencia, de modo que no surge la cuestión de elegir 
  condiciones económicas para establecer una base de apoyo. En todos aquellos 
  lugares donde hay habitantes chinos y fuerzas enemigas, cualesquiera que sean 
  las condiciones económicas, debemos esforzarnos al máximo por desarrollar la 
  guerra de guerrillas y establecer bases de apoyo permanentes o temporales. Sin 
  embargo, consideradas desde el punto de vista político, las condiciones 
  económicas presentan un problema, la política económica, que es vital para el 
  establecimiento de las bases de apoyo. La política económica a seguir en las 
  bases de apoyo guerrilleras debe basarse en los principios de frente único 
  nacional antijaponés, es decir, la distribución racional de las cargas y la 
  protección del comercio. Los órganos locales de Poder y las guerrillas nunca 
  deben violar estos principios; de lo contrario, se verán afectados el 
  establecimiento de las bases de apoyo y el mantenimiento de la guerra de 
  guerrillas. La distribución racional de las cargas significa que "quien tenga 
  dinero, que contribuya con dinero", mientras los campesinos deben, dentro de 
  ciertos límites, proporcionar cereales a las guerrillas. La protección del 
  comercio exige que éstas observen rigurosamente la disciplina y no se incauten 
  arbitrariamente de ningún establecimiento comercial, salvo de aquellos que 
  sean propiedad de colaboracionistas comprobados. Es un asunto difícil, pero 
  debemos aplicar esta que es ya una política decidida. 
  pág. 99


  4. CONSOLIDACION Y EXPANSION DE LAS BASES DE APOYO 
      A fin de encerrar al enemigo invasor en un número reducido de puntos de 
  apoyo, es decir, en las grandes ciudades y a lo largo de las principales 
  líneas de comunicación, debemos hacer todo lo posible para extender, desde 
  nuestras bases de apoyo, la guerra de guerrillas en todas las direcciones y 
  ejercer presión sobre todos los puntos de apoyo del enemigo, amenazando así su 
  existencia, sacudiendo su moral y ampliando al mismo tiempo las bases de apoyo 
  guerrilleras. Esto es completamente indispensable. Para ello es necesario 
  combatir el conservatismo en la guerra de guerrillas. El conservatismo, sea 
  que nazca del deseo de una vida tranquila y cómoda o de la sobreestimación de 
  la fuerza del enemigo, sólo puede ocasionar pérdidas a la Guerra de 
  Resistencia y perjudicar la guerra de guerrillas y las propias bases de apoyo. 
  Por otra parte, no debemos olvidar la consolidación de las bases de apoyo; la 
  tarea principal en este aspecto es movilizar y organizar a las masas y 
  adiestrar a las unidades guerrilleras y a las fuerzas armadas locales. 
  Semejante consolidación es necesaria para el mantenimiento de una guerra 
  prolongada y también para la ulterior expansión de las bases de apoyo, pues 
  sin consolidación no es posible una expansión vigorosa. Si en la guerra de 
  guerrillas nos ocupamos únicamente de la expansión y olvidamos la 
  consolidación, no podremos resistir los ataques del enemigo, y como resultado, 
  no sólo perderemos el territorio recuperado durante la expansión, sino que 
  correrá peligro la existencia misma de las bases de apoyo. El principio 
  correcto es expansión con consolidación, lo que constituye un buen método que 
  nos permite avanzar en la ofensiva y defendernos en la retirada. Ya que se 
  trata de una guerra prolongada, ante cada unidad guerrillera se presenta 
  constantemente el problema de la consolidación y expansión de las bases de 
  apoyo. La solución concreta de este problema depende de las circunstancias. En 
  un período dado, puede hacerse hincapié en la expansión, es decir, en la 
  ampliación de las zonas guerrilleras y el engrosamiento de las guerrillas. En 
  otro, puede hacerse hincapié en la consolidación, es decir, en organizar a las 
  masas y adiestrar a las unidades armadas. Ya que la expansión y la 
  consolidación son de diferente naturaleza, serán por consiguiente distintas 
  las disposiciones militares así como las tareas correspondientes. Este 
  problema sólo se puede resolver con éxito dándoles prioridad alternativamente 
  según el momento y las circunstancias. 
  pág. 100


  5. TIPOS DE CERCO RECIPROCO ENTRE EL ENEMIGO Y NOSOTROS 
      Tomando la Guerra de Resistencia en su conjunto, no cabe duda de que nos 
  encontramos cercados estratégicamente por el enemigo, por cuanto éste se halla 
  a la ofensiva estratégica y opera en líneas exteriores, mientras que nosotros 
  estamos a la defensiva estratégica y operamos en líneas interiores. Este es el 
  primer tipo de cerco que nos impone el enemigo. Debido a que, con relación a 
  las fuerzas enemigas que desde líneas exteriores avanzan sobre nosotros en 
  varias columnas, aplicamos el principio de operaciones ofensivas en líneas 
  exteriores en campañas y combates empleando fuerzas numéricamente superiores, 
  podemos cercar cada una de estas columnas. Este es el primer tipo de cerco que 
  imponemos al enemigo. Luego, si se consideran por separado las bases de apoyo 
  guerrilleras en la retaguardia enemiga, cada una de ellas está rodeada por el 
  enemigo, ya sea por todos lados, como la zona de las montañas Wutai, ya sea 
  por tres lados, como la región del Noroeste de Shansí. Este es el segundo tipo 
  de cerco que nos impone el enemigo. Sin embargo, si consideramos las diversas 
  bases de la guerra de guerrillas en su vinculación mutua y cada una en su 
  relación con los frentes de las fuerzas regulares, vemos que, por nuestra 
  parte, rodeamos a una gran cantidad de fuerzas enemigas. En la provincia de 
  Shansí, por ejemplo, hemos rodeado el ferrocarril Tatung-Puchou por tres lados 
  (Este, Oeste y extremo sur) y la ciudad de Taiyuán por todos lados. En las 
  provincias de Jopei y Shantung también se pueden encontrar muchos ejemplos 
  similares. Este es el segundo tipo de cerco que imponemos al enemigo. De esta 
  manera, existen dos tipos de cerco recíproco entre nosotros y el enemigo, más 
  o menos como en una partida de weichi [9]. Las campañas y combates entre ambos 
  bandos se asemejan a la toma de piezas, y el establecimiento de puntos de 
  apoyo por parte del enemigo y de bases de apoyo guerrilleras por la nuestra, a 
  las jugadas para dominar espacios en el tablero. Es en el problema de "dominar 
  espacios" donde se revela el gran papel estratégico de las bases de apoyo 
  guerrilleras en la retaguardia del enemigo. Si se considera este problema 
  desde el punto de vista de la Guerra de Resistencia, esto significa que las 
  autoridades militares de la nación, así como los mandos de la guerra de 
  guerrillas de todas las zonas, deben poner en el orden del día el desarrollo 
  de la guerra de guerrillas detrás de las líneas enemigas y el establecimiento 
  de bases de apoyo donde sea posible, y llevar esto a la práctica como una 
  tarea estratégica. Si en el plano internacional logramos crear un 
  pág. 101
  frente antijaponés en la región del Pacífico, con China como una unidad 
  estratégica y con la Unión Soviética y otros países que puedan incorporarse a 
  él como otras tantas unidades estratégicas, tendremos entonces sobre el 
  enemigo la ventaja de un tipo más de cerco: se creará en la región del 
  Pacífico una línea exterior desde la cual podremos cercar y aniquilar al Japón 
  fascista. Desde luego, esto carece de sentido práctico por el momento, pero 
  tal perspectiva no es imposible. 


  CAPITULO VII 
  DEFENSIVA Y OFENSIVA ESTRATEGICAS 
  EN LA GUERRA DE GUERRILLAS 
      El cuarto problema estratégico de la guerra de guerrillas concierne a la 
  defensiva y ofensiva estratégicas. Este es el problema de cómo aplicar 
  concretamente en la guerra de guerrillas contra el Japón, tanto en la 
  defensiva como en la ofensiva, el principio de operaciones ofensivas que hemos 
  expuesto al analizar el primer problema. Dentro de la defensiva estratégica y 
  la ofensiva estratégica (o, dicho más exactamente, la contraofensiva 
  estratégica) de amplitud nacional, se producen en cada base de apoyo de la 
  guerra de guerrillas y en sus alrededores, defensiva y ofensiva estratégicas 
  en pequeña escala. Con la primera, nos referimos a la situación estratégica 
  que se crea cuando el enemigo se encuentra a la ofensiva y nosotros a la 
  defensiva, y a nuestra estrategia para ese período. Con la segunda, nos 
  referimos a la situación estratégica que surge cuando el enemigo se encuentra 
  a la defensiva y nosotros a la ofensiva, y a nuestra estrategia para ese 
  período. 


  1. DEFENSIVA ESTRATEGICA EN LA GUERRA DE GUERRILLAS 
      Cuando la guerra de guerrillas, ya iniciada, haya alcanzado cierto 
  desarrollo, el enemigo atacará inevitablemente las bases de apoyo de la guerra 
  de guerrillas, especialmente en el período en que haya puesto fin a su 
  ofensiva estratégica general contra nuestro país y adopte la política de 
  consolidación del territorio ocupado. Los mandos de la guerra de guerrillas 
  deben comprender la inevitabilidad de dichos 
  pág. 102
  ataques porque, de lo contrario, estarán totalmente desprevenidos y, frente a 
  los serios ataques del enemigo, caerán en el pánico y el desconcierto, y sus 
  fuerzas serán derrotadas. 
      Para liquidar las guerrillas y sus bases de apoyo, el enemigo recurre con 
  frecuencia a ataques convergentes. Por ejemplo, hubo cuatro o cinco 
  "expediciones punitivas" dirigidas contra la zona de las montañas Wutai, y en 
  cada una de ellas, el enemigo efectuó un avance planificado en tres, cuatro y 
  hasta seis o siete rutas simultáneamente. Cuanto más se extienda la guerra de 
  guerrillas, cuanto más importante sea la posición de sus bases de apoyo y más 
  grave su amenaza para las bases estratégicas y líneas de comunicación vitales 
  del enemigo, tanto más encarnizados serán los ataques de éste contra las 
  guerrillas y sus bases de apoyo. Por eso, si el enemigo ataca a las guerrillas 
  más intensamente en determinada zona, esto demuestra que allí la guerra de 
  guerrillas ha logrado mayores éxitos y que actúa más eficazmente en 
  coordinación con las operaciones regulares. 
      Cuando el enemigo lanza un ataque convergente en varias columnas, el 
  principio de la guerra de guerrillas consiste en aplastarlo mediante el 
  contraataque. Tal ataque puede ser fácilmente aplastado si cada una de las 
  columnas del enemigo en marcha se compone de una sola unidad, grande o 
  pequeña, carece de fuerzas de apoyo y no puede dejar guarniciones ni construir 
  blocaos y carreteras a lo largo de su ruta de ataque. En tal caso, el enemigo 
  se encuentra a la ofensiva y opera en líneas exteriores, en tanto que nosotros 
  estamos a la defensiva y operamos en líneas interiores. En cuanto a la 
  disposición de nuestras fuerzas, debemos emplear una pequeña parte para 
  contener a varias columnas del enemigo y enfrentar la parte principal a una 
  sola columna, adoptando la táctica de lanzar ataques por sorpresa (sobre todo, 
  en forma de emboscadas) en campañas o combates y de golpear al enemigo cuando 
  se encuentre en movimiento. Atacado repetidas veces por sorpresa, el enemigo, 
  aunque fuerte, resultará debilitado y a menudo se retirará a mitad de camino; 
  las guerrillas podrán, entonces, volver a atacarlo por sorpresa mientras lo 
  persiguen y así lograrán debilitarlo aún más. Antes de detener su ataque o 
  iniciar su retirada, el enemigo ocupa siempre capitales de distrito y poblados 
  en nuestras bases de apoyo. En ese caso, debemos sitiar esos lugares, cortando 
  su abastecimiento de víveres y sus vías de comunicación; luego, cuando el 
  enemigo no pueda mantenerse más y comience a retroceder, aprovecharemos la 
  oportunidad para perseguirlo y atacarlo. Una vez deshecha una columna enemiga, 
  debemos trasladar 
  pág. 103
  nuestras fuerzas para deshacer otra, y aplastando, una por una, a las fuerzas 
  enemigas, desbarataremos su ataque convergente. 
      Una gran base de apoyo, como la zona de las montañas Wutai, constituye una 
  "zona militar", que a su vez se divide en cuatro, cinco o más "subzonas 
  militares", cada una con fuerzas armadas propias que operan 
  independientemente. Empleando los métodos de operaciones mencionados más 
  arriba, con frecuencia estas fuerzas destrozan simultánea o sucesivamente los 
  ataques enemigos. 
      En nuestro plan de operaciones para rechazar un ataque convergente 
  generalmente disponemos nuestras fuerzas principales en líneas interiores. 
  Pero en caso de contar con fuerzas suficientes, debemos emplear nuestras 
  fuerzas auxiliares (guerrillas distritales o territoriales o incluso unidades 
  destacadas de las fuerzas principales) en líneas exteriores, para destruir las 
  vías de comunicación del enemigo y contener sus refuerzos. Si el enemigo 
  permanece largo tiempo en nuestra base de apoyo, podemos invertir el método, 
  es decir, dejar una parte de nuestras fuerzas en la base de apoyo para 
  aislarlo y hostigarlo, y emplear las fuerzas principales para atacar la zona 
  de donde ha venido y actuar allí enérgicamente, a fin de inducirlo a retirarse 
  y atacar a nuestras fuerzas principales. Esta es la táctica de salvar al reino 
  de Chao sitiando al reino de Wei"[10]. 
      En el curso de las operaciones contra un ataque convergente, los cuerpos 
  de autodefensa antijaponeses de la población local y todas las organizaciones 
  de masas deben movilizarse para participar en la lucha y ayudar por todos los 
  medios a nuestras tropas en las acciones contra el enemigo. Para combatir al 
  enemigo, son importantes dos cosas: decretar el estado de sitio local y, en la 
  medida de lo posible, "fortalecer las obras defensivas y limpiar los campos". 
  La primera tiene por fin reprimir a los colaboracionistas e impedir que el 
  enemigo obtenga informaciones, y la segunda, apoyar las operaciones 
  (fortaleciendo las obras defensivas) e impedir que el enemigo obtenga 
  alimentos (limpiando los campos). "Limpiar los campos" significa aquí recoger 
  la cosecha cuanto antes, apenas los cultivos están maduros. 
      Al retirarse, el enemigo a menudo incendia las casas en las ciudades que 
  ha ocupado y las aldeas situadas en su camino de retirada, con el fin de 
  devastar las bases de apoyo de la guerra de guerrillas; pero al hacerlo, se 
  priva de alojamiento y provisiones para su próxima ofensiva, y el daño se 
  vuelve contra él mismo. Este es un ejemplo concreto que demuestra cómo una y 
  la misma cosa tiene dos aspectos contradictorios. 
  pág. 104
      Los mandos de la guerra de guerrillas no deben pensar en abandonar su base 
  de apoyo para desplazarse a otra, sin haber efectuado repetidos contraataques 
  para rechazar el serio ataque convergente del enemigo y sin haber llegado a la 
  convicción de que es imposible desbaratarlo. En tales circunstancias hay que 
  guardarse del pesimismo. En las zonas montañosas, mientras los dirigentes no 
  cometan errores de principio, es posible, en general, deshacer los ataques 
  convergentes del enemigo y retener las bases de apoyo. Solamente en las 
  llanuras, al verse ante un fuerte ataque convergente, los dirigentes 
  guerrilleros deben considerar, a la luz de las circunstancias concretas, la 
  siguiente medida: dejar en la localidad numerosas unidades pequeñas para que 
  actúen en orden disperso, y trasladar temporalmente los grandes cuerpos 
  guerrilleros a una zona montañosa, de modo que éstos puedan volver y continuar 
  sus actividades en las llanuras en cuanto se alejen las fuerzas principales 
  del enemigo. 
      Debido a la contradicción entre la vastedad del territorio chino y la 
  insuficiencia de fuerzas del enemigo, éste, en general, no puede adoptar la 
  táctica de blocaos que utilizó el Kuomintang en los días de la guerra civil. 
  Sin embargo, debemos tener en cuenta la posibilidad de que, en cierta medida, 
  adopte esa táctica contra aquellas bases de apoyo guerrilleras que constituyen 
  una seria amenaza para sus posiciones vitales; debemos prepararnos para 
  mantener, incluso en tales circunstancias, la guerra de guerrillas en esas 
  zonas. Si pudimos mantener la guerra de guerrillas aun en las condiciones de 
  la guerra civil, no cabe la menor duda de que podemos llevarla adelante, 
  todavía con mayor éxito, en esta guerra nacional. Pues, aunque el enemigo, en 
  lo que respecta al poderío militar relativo, pueda lanzar contra algunas de 
  nuestras bases de apoyo, fuerzas de aplastante superioridad no sólo en calidad 
  sino también en cantidad, continuará sin solución la contradicción nacional 
  entre el enemigo y nosotros, y subsistirán las inevitables debilidades del 
  mando enemigo. Nuestras victorias se basan en el trabajo concienzudo entre las 
  masas populares y en los métodos flexibles de combate. 


  2. OFENSIVA ESTRATEGICA EN LA GUERRA DE GUERRILLAS 
      Después de que hemos desbaratado una ofensiva enemiga y antes de que 
  comience otra nueva, viene un período en que el enemigo se encuentra a la 
  defensiva estratégica y nosotros a la ofensiva estratégica. 
  pág. 105
      En ese período, nuestro principio de operaciones no consiste en atacar a 
  las fuerzas enemigas que están atrincheradas en posiciones defensivas y que no 
  tenemos seguridad de derrotar, sino en destruir o expulsar sistemáticamente de 
  determinadas zonas a las pequeñas unidades japonesas y fuerzas títeres que 
  nuestras guerrillas son capaces de enfrentar, en extender nuestras zonas, 
  movilizar a las masas para la lucha contra el Japón, reforzar y adiestrar 
  nuestras tropas y organizar nuevas guerrillas. Si el enemigo continúa a la 
  defensiva después de que estas tareas se hayan cumplido en cierta medida, 
  podremos ampliar aún más las zonas que hayamos ocupado recientemente, atacar 
  las ciudades y las líneas de comunicación débilmente guarnecidas por el 
  enemigo, y ocuparlas tanto tiempo como las circunstancias lo permitan. Todas 
  estas son tareas de la ofensiva estratégica, cuyo propósito es aprovechar el 
  período en que el enemigo se encuentra a la defensiva, para desarrollar en 
  forma eficaz nuestras fuerzas armadas y la fuerza de las masas populares, así 
  como reducir efectivamente las fuerzas del enemigo y prepararnos para aplastar 
  de modo planificado y enérgico su nueva ofensiva. 
      Es indispensable el descanso y el adiestramiento de nuestras tropas, y el 
  mejor momento para ello es aquel en que el enemigo se encuentra a la 
  defensiva. No se trata de dedicarnos exclusivamente al descanso y 
  adiestramiento sin ocuparnos de ninguna otra cosa, sino de procurar tiempo 
  para ello mientras ampliamos nuestras zonas, destruimos pequeñas unidades 
  enemigas y movilizamos a las masas. Este es también, por lo general, el 
  momento para resolver el difícil problema de la obtención de provisiones, 
  mantas, vestuario, etc. 
      Este es asimismo el momento para destruir en gran escala las líneas de 
  comunicación del enemigo, obstruir su transporte y prestar ayuda directa a 
  nuestras fuerzas regulares en sus campañas. 
      Entonces reina gran júbilo en las bases de apoyo, zonas y unidades 
  guerrilleras, y las regiones devastadas por el enemigo se rehabilitan 
  gradualmente y reviven. Las masas populares en los territorios ocupados por el 
  enemigo también se llenan de contento, y el prestigio de las guerrillas se 
  extiende por todas partes. En el campo del enemigo y sus lacayos, los 
  colaboracionistas, crece el pánico y se agrava la desintegración y, al mismo 
  tiempo, aumenta su odio hacia las guerrillas y las bases de apoyo y se 
  intensifican los preparativos para hacer frente a la guerra de guerrillas. Por 
  lo tanto, durante la ofensiva estratégica, los mandos de la guerra de 
  guerrillas no deben sentirse tan alborozados 
  pág. 106
  como para subestimar al enemigo y olvidarse de fortalecer la unidad en sus 
  propias filas y de consolidar las bases de apoyo y las unidades guerrilleras. 
  En estos momentos deben saber escrutar cada movimiento del enemigo para 
  descubrir los signos de una nueva ofensiva, a fin de que, una vez que ésta se 
  desate, puedan poner fin oportunamente a su propia ofensiva estratégica, pasar 
  a la defensiva estratégica y deshacer, en el curso de ésta, la ofensiva 
  enemiga. 


  CAPITULO VIII
  TRANSFORMACION DE LA GUERRA DE GUERRILLAS
  EN GUERRA DE MOVIMIENTOS 
      El quinto problema estratégico de la guerra de guerrillas contra el Japón 
  es su transformación en guerra de movimientos, proceso que es necesario y 
  posible debido igualmente al carácter prolongado y encarnizado de la guerra. 
  Tal transformación sería innecesaria si China pudiese derrotar rápidamente a 
  los invasores japoneses y recobrar pronto el territorio perdido, y si, en 
  consecuencia, la guerra no fuese ni prolongada ni encarnizada. Pero como, por 
  el contrario, la guerra es prolongada y encarnizada, la guerra de guerrillas 
  no podrá adaptarse a una guerra como ésta a menos que se transforme en una 
  guerra de movimientos. Dada la larga duración y el encarnizamiento de la 
  guerra, las guerrillas podrán adquirir el temple necesario y convertirse 
  gradualmente en fuerzas regulares, y, como consecuencia, sus formas de combate 
  se aproximarán poco a poco a las de las tropas regulares y la guerra de 
  guerrillas se transformará así en guerra de movimientos. Los mandos de la 
  guerra de guerrillas deben comprender claramente la necesidad y posibilidad de 
  esta transformación; sólo de esta manera podrán persistir en la orientación de 
  transformar la guerra de guerrillas en guerra de movimientos y llevarla a cabo 
  en forma planificada. 
      En muchos lugares, como en las montañas Wutai, la actual guerra de 
  guerrillas debe su crecimiento a los poderosos destacamentos enviados allí por 
  las tropas regulares. Las operaciones en esos lugares, aunque por lo general 
  de carácter guerrillero, contienen elementos de guerra de movimientos desde su 
  mismo comienzo. Estos elementos 
  pág. 107
  aumentarán gradualmente a medida que se prolongue la guerra. En esto reside la 
  ventaja de la actual guerra de guerrillas contra el Japón, ventaja que permite 
  no sólo su rápida expansión, sino también su rápido desarrollo hacia un nivel 
  superior; por lo tanto, la presente guerra de guerrillas se hace en 
  condiciones mucho más favorables que las que ha conocido la guerra de 
  guerrillas en las tres provincias del Nordeste. 
      Para transformar las unidades guerrilleras que hacen la guerra de 
  guerrillas en fuerzas regulares que realicen una guerra de movimientos, se 
  requieren dos condiciones: el aumento del número y la elevación de la calidad. 
  Además de movilizar directamente al pueblo para que se incorpore a las fuerzas 
  armadas, el aumento del número puede alcanzarse fusionando unidades pequeñas, 
  en tanto que la elevación de la calidad depende del temple de los combatientes 
  y del mejoramiento de su armamento en el curso de la guerra. 
      Al fusionar pequeñas unidades debemos guardarnos, por una parte, del 
  localismo, que toma en cuenta exclusivamente los intereses locales e impide la 
  centralización y, por la otra, de la concepción puramente militar, que deja de 
  lado los intereses locales. 
      El localismo existe en las guerrillas y gobiernos locales. Los partidarios 
  de esta tendencia suelen preocuparse sólo de los intereses locales y olvidan 
  los generales, o prefieren actuar por su cuenta y no se adaptan a la acción en 
  grandes unidades. Los dirigentes de las principales unidades guerrilleras o de 
  los cuerpos guerrilleros deben tener presente esto y adoptar el método de 
  fusión gradual y parcial, dejando a las autoridades locales un número de 
  fuerzas que les permitan seguir extendiendo su guerra de guerrillas; deben 
  hacer que las unidades locales participen en operaciones conjuntas y efectuar 
  luego la fusión sin romper su propia estructura orgánica ni desplazar a sus 
  cuadros, de modo que las unidades pequeñas puedan fundirse en las grandes. 
      En oposición al localismo, la concepción puramente militar es el punto de 
  vista erróneo sostenido dentro de las fuerzas principales por aquellos que 
  sólo tratan de aumentar sus propias tropas, sin preocuparse de ayudar a las 
  fuerzas armadas locales. Esta gente no comprende que la transformación de la 
  guerra de guerrillas en guerra de movimientos no significa el abandono de la 
  primera, sino la formación gradual, en el curso del amplio desarrollo de la 
  guerra de guerrillas, de una fuerza principal capaz de realizar la guerra de 
  pág. 108
  movimientos, fuerza en torno a la cual deberán existir, como antes, numerosas 
  unidades guerrilleras que realicen amplias operaciones de guerrillas. Estas 
  numerosas unidades guerrilleras constituyen las poderosas alas de la fuerza 
  principal y sirven de reserva inagotable para su continuo crecimiento. Por lo 
  tanto, si algún mando de la fuerza principal, guiado por la concepción 
  puramente militar, llega a cometer el error de descuidar los intereses de la 
  población y del gobierno locales, debe corregirlo para que así el 
  engrosamiento de esa fuerza y el crecimiento de las fuerzas armadas locales 
  reciban, uno y otro, la atención que les corresponde. 
      Para elevar la calidad de las guerrillas es preciso elevar su nivel 
  político y organizativo, así como mejorar su equipo, su técnica militar y su 
  táctica y reforzar su disciplina, de modo que gradualmente se formen según el 
  modelo de las tropas regulares y se libren de sus hábitos guerrilleros. 
  Políticamente, hay que hacer comprender a los mandos y combatientes la 
  necesidad de elevar las guerrillas al nivel de las fuerzas regulares, 
  estimularlos a que se esfuercen por alcanzar esa meta, y garantizar su logro 
  por medio del trabajo político. En el terreno de la organización, es necesario 
  cumplir progresivamente todas las exigencias de una agrupación regular en los 
  siguientes aspectos: organismos militares y políticos, personal militar y 
  político, métodos de trabajo militar y político, y sistema regular de 
  aprovisionamiento, de servicios médicos, etc. En materia de equipo, es preciso 
  obtener un armamento más variado y mejor y aumentar el suministro de los 
  aparatos de comunicación indispensables. En cuanto a la técnica militar y la 
  táctica, es necesario elevar las unidades guerrilleras al nivel que exige una 
  agrupación regular. En lo que atañe a la disciplina, hay que elevar su nivel 
  hasta tal punto que se observen normas uniformes y que todas las órdenes sean 
  estrictamente ejecutadas, y hay que eliminar todo relajamiento e indisciplina. 
  El cumplimiento de estas tareas exige un esfuerzo prolongado, y no se puede 
  alcanzar de la noche a la mañana; pero ésta es la dirección en que debemos 
  avanzar. Solamente así puede formarse una agrupación regular en cada base de 
  apoyo de la guerra de guerrillas, solamente así puede surgir la guerra de 
  movimientos, que permitirá golpear con más eficacia al enemigo. Es 
  relativamente fácil conseguir esta meta en lugares donde existen destacamentos 
  o cuadros enviados por las fuerzas regulares. Por consiguiente, todas las 
  fuerzas regulares tienen el deber de ayudar a las guerrillas a convertirse en 
  unidades regulares. 
  pág. 109


  CAPITULO IX
  RELACIONES DE MANDO 
      El último problema estratégico de la guerra de guerrillas contra el Japón 
  lo constituyen las relaciones de mando. La correcta solución de este problema 
  es una de las condiciones para desarrollar felizmente la guerra de guerrillas. 

      Como las unidades guerrilleras constituyen una forma inferior de 
  organización armada y se caracterizan por sus operaciones dispersas, los 
  métodos de mando en la guerra de guerrillas no admiten un grado tan elevado de 
  centralización como en la guerra regular. Si tratamos de aplicar los métodos 
  de mando de la guerra regular a la de guerrillas, ésta verá inevitablemente 
  restringida su gran movilidad y perderá su vitalidad. Un alto grado de 
  centralización del mando está en directa contradicción con la gran movilidad 
  de la guerra de guerrillas, en la que no debe ni puede aplicarse un sistema de 
  mando altamente centralizado. 
      Sin embargo, esto no significa que la guerra de guerrillas pueda 
  desarrollarse con éxito sin ningún tipo de mando centralizado. En condiciones 
  en que se desarrollan simultáneamente una amplia guerra regular y una amplia 
  guerra de guerrillas, es indispensable coordinar sus operaciones en forma 
  adecuada; de ahí la necesidad de un mando que coordine las operaciones de una 
  y otra, es decir, un mando estratégico único ejercido por el Estado Mayor 
  General de la nación y los comandantes de las zonas de guerra. En una zona o 
  base de apoyo guerrillera con numerosas guerrillas, hay por lo general uno o 
  más cuerpos guerrilleros (a veces junto con agrupaciones regulares) que 
  constituyen la fuerza principal, una cantidad considerable de otras unidades 
  guerrilleras, grandes y pequeñas, que representan la fuerza auxiliar, y 
  numerosas fuerzas armadas de la población que no abandonan el trabajo de 
  producción; las fuerzas enemigas actúan allí contra las guerrillas, por lo 
  general bajo un comando único y con un plan unificado. Por consiguiente, en 
  tales zonas guerrilleras o bases de apoyo se presenta el problema de 
  establecer un comando único, centralizado. 
      De ahí que el principio de mando en la guerra de guerrillas, opuesto tanto 
  a la centralización como a la descentralización absolutas, exija 
  pág. 110
  un mando centralizado en lo estratégico y descentralizado en las campañas y 
  combates. 
      El mando estratégico centralizado comprende: a escala nacional, la 
  planificación y la dirección de la guerra de guerrillas en su conjunto; en 
  cada zona de guerra, la coordinación de la guerra de guerrillas con la guerra 
  regular, y en cada zona guerrillera o base de apoyo, la dirección única de 
  todas las fuerzas armadas antijaponesas. Aquí, la ausencia de coordinación, 
  unidad y centralización es dañina, y deben hacerse todos los esfuerzos porque 
  existan. Con relación a los asuntos generales, es decir, a las cuestiones de 
  orden estratégico, los niveles inferiores deben informar a los superiores y 
  seguir sus instrucciones para asegurar una acción concertada. Pero la 
  centralización del mando debe detenerse ahí, ya que sería igualmente 
  perjudicial exceder este límite inmiscuyéndose en los asuntos concretos de los 
  niveles inferiores como por ejemplo, en las disposiciones concretas para una 
  campaña o un combate. Porque tales asuntos concretos deben solucionarse a la 
  luz de las condiciones específicas, que cambian según el momento y lugar y de 
  las que no pueden estar al corriente los lejanos mandos superiores. Esto es lo 
  que se entiende por principio de mando descentralizado en las campañas y 
  combates. En general, el mismo principio se aplica también para las 
  operaciones regulares, especialmente cuando los aparatos de comunicación son 
  insuficientes. En una palabra, estamos por una guerra de guerrillas sostenida 
  con independencia e iniciativa dentro de una estrategia unificada. 
      En una base de apoyo guerrillera que constituye una zona militar dividida 
  en subzonas militares, cada una de las cuales comprende varios distritos, 
  divididos a su vez en territorios, las relaciones entre los distintos niveles, 
  desde los comandos de la zona militar y de las subzonas militares hasta los 
  gobiernos de distrito y territorio, son de subordinación consecutiva, y las 
  fuerzas armadas están subordinadas a los diferentes niveles de acuerdo con su 
  carácter. Según el principio enunciado, en las relaciones de mando entre 
  dichos niveles, la orientación general debe ser trazada por los niveles 
  superiores, en tanto que las acciones concretas deben ser ejecutadas, a la luz 
  de las circunstancias específicas, por los niveles inferiores, los cuales 
  tienen derecho a actuar con independencia e iniciativa. Si un nivel superior 
  tiene alguna observación que hacer sobre acciones concretas emprendidas por un 
  nivel inferior, puede y debe expresarla en forma de "instrucciones" pero de 
  ninguna manera como "órdenes" categóricas. Cuanto más extensa la zona, cuanto 
  más compleja la situación y mayor la distancia 
  pág. 111
  entre los niveles superiores y los inferiores, tanto mayor independencia e 
  iniciativa se deberá permitir a estos últimos en sus acciones concretas, y 
  tanto más necesario será hacer que esas acciones concuerden fielmente con las 
  condiciones locales y correspondan a las exigencias de la situación local, de 
  suerte que los niveles inferiores y el personal local puedan desarrollar su 
  capacidad para trabajar independientemente, enfrentar situaciones complicadas 
  y extender con éxito la guerra de guerrillas. Si una unidad o agrupación opera 
  en forma concentrada, las relaciones de mando se rigen por el principio de 
  centralización, pues, en este caso, el comando superior está al tanto de la 
  situación. Pero si esta unidad o agrupación se divide para emprender acciones 
  dispersas, entonces se aplica el principio de centralización en cuestiones 
  generales y descentralización en cuestiones concretas, ya que el comando 
  superior no puede permanecer al corriente de la situación concreta. 
      La ausencia de centralización donde ésta es necesaria, significa que los 
  niveles superiores han faltado a su deber y los inferiores se han excedido en 
  sus atribuciones, lo cual es inadmisible en las relaciones entre los niveles 
  superiores y los inferiores, especialmente en el terreno militar. Si la 
  descentralización no se efectúa donde se debe, ello significa monopolización 
  del poder por los niveles superiores y carencia de iniciativa por parte de los 
  inferiores, lo cual es igualmente inadmisible en las relaciones entre los 
  niveles superiores y los inferiores, especialmente en las relaciones de mando 
  en la guerra de guerrillas. El principio mencionado constituye la única 
  política correcta para solucionar el problema de las relaciones de mando. 










      From Marx
      to Mao
      (English)
      Desde Marx
      hasta Mao
      Textos
      de Mao
      Apuntos sobre
      el texto abajo







  pág. 111


  NOTAS 



    [1] La dinastía Sung reinó en China del año 960 al 1279 y fue derribada por 
  la dinastía Yuan, que se fundó en 1271 en Mongolia. La dinastía Ming gobernó 
  de 1368 a 1644 y fue derrocada por la dinastía Ching, que se fundó en 1636 en 
  su territorio (lo que hoy es aproximadamente las tres provincias del 
  Nordeste).    [pág. 77] 
    [2] Changpai es una cordillera situada en la frontera nordeste de China. 
  Después del Incidente del 18 de Septiembre de 1931, la zona de las montañas 
  Changpai se convirtió en una base de apoyo guerrillera antijaponesa bajo la 
  dirección del Partido Comunista de China.    [pág. 92] 
    [3] Wutai es una cordillera situada en los límites entre Shansí, Jopei y la 
  antigua provincia de Chajar. En octubre de 1937, el VIII Ejército, dirigido 
  por el Partido 
  pág. 112
  Comunista de China, comenzó a establecer la base de apoyo antijaponesa de 
  Shansí-Chajar-Jopei, con la zona de las montañas Wutai como centro.    [pág. 
  92] 
    [4] Taijang es una cordillera situada en los límites entre Shansí, Jopei y 
  Jonán. En noviembre de 1937, el VIII Ejército comenzó a establecer la base de 
  apoyo antijaponesa del Sureste de Shansí, con la zona de las montañas Taijang 
  como centro.    [pág. 92] 
    [5] La montaña Taishan situada en el centro de Shantung, es una de las 
  principales cumbres de la cordillera Taishan-Yishan. En el invierno de 1937, 
  las fuerzas guerrilleras dirigidas por el Partido Comunista de China 
  procedieron a establecer la base de apoyo de la parte central de Shantung, con 
  la zona montañosa de Taishan-Yishan como centro.    [pág. 92] 
    [6] Yenshan es una cordillera situada en los límites entre la provincia de 
  Jopei y la antigua provincia de Yejé. En el verano de 1938, el VIII Ejército 
  empezó a establecer la base de apoyo antijaponesa del Este de Jopei, con la 
  zona montañosa de Yenshan como centro.    [pág. 92] 
    [7] Las montañas Maoshan se hallan en el Sur de Chiangsú. En junio de 1938, 
  el Nuevo 4.ƒ Cuerpo de Ejército, dirigido por el Partido Comunista de China, 
  comenzó a establecer la base de apoyo antijaponesa del Sur de Chiangsú, con la 
  zona de las montañas Maoshan como centro.    [pág. 92] 
    [8] La experiencia obtenida en el curso de la Guerra de Resistencia contra 
  el Japón probó que era posible crear en las llanuras bases de apoyo duraderas 
  y, en muchos sitios, bases estables, gracias a la enorme extensión y numerosa 
  población de esas regiones la justeza de la política del Partido Comunista, la 
  amplia movilización del pueblo, la insuficiencia de tropas del enemigo y otras 
  condiciones. El camarada Mao Tse-tung afirmó esta posibilidad de modo preciso 
  en instrucciones concretas posteriores.    [pág. 93] 
    [9] Antiguo juego chino, en el cual cada uno de los dos adversarios trata de 
  rodear en el tablero las piezas de su contrario. Cuando una pieza o un grupo 
  de piezas de un jugador quedan rodeadas por las de su contrario, se dan por 
  "muertas" (comidas). Pero si se conservan ciertos espacios libres entre las 
  piezas del mismo grupo rodeado, éstas permanecen "vivas"(no comidas).    [pág. 
  100] 
    [10] En el año 353 a.n.e., el reino de Wei puso sitio a Jantan, capital del 
  reino de Chao. El príncipe del reino de Chi ordenó a sus generales Tien Chi y 
  Sun Pin que ayudaran a Chao con sus tropas. Teniendo en cuenta que las fuerzas 
  selectas de Wei habían entrado en Chao, dejando así débilmente guarnecido su 
  propio territorio, el general Sun Pin atacó el reino de Wei. Cuando el 
  ejército de Wei se retiraba para defender su país, las tropas de Chi, 
  aprovechándose de su agotamiento, lo atacaron en Kuiling (al Nordeste del 
  actual distrito de Jetse, provincia de Shantung) y le infligieron una 
  aplastante derrota. De este modo, fue levantado el sitio a la capital de Chao. 
  Desde entonces, toda táctica similar es denominada por los estrategas chinos 
  como "salvar al reino de Chao sitiando al reino de Wei".    [pág. 103] 




      From Marx to Mao
      (English)
      Desde Marx
      hasta Mao
      Textos
      de Mao





    Source: geocities.com/capitolhill/senate/3035

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