Reforma Penitenciaria
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24 mil 500 reclusos en 87 cárceles de los que sólo 35%
son sentenciados
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Población en los penales aumentapeligrosamente 10% cada año
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El incremento de la poblacíon
penal en 10% por ciento anual aparece como la principal variable en el
drama penitenciario del Perú, luego de año y medio de la
reforma carcelaria llevada a cabo por el gobierno.
A pesar de que en los últimos
años se han construido más cárceles, casi todas de
máxima seguridad, también se constata -fruto de la sobrepoblación
penal- un mayor hacinamiento en las cárceles, todo ello no obstante
las medidas de despenalización penitenciaria puestas en marcha como
la aceleración de procesos, los beneficios del 2 por 1, y el traslado
de las audiencias a la prisión.
87 carceles
Las cifras hablan por sí
solas. Hay 87 cárceles para 24,500 internos en todo el país,
de los cuales el 65% -de acuerdo a los cálculos de la Defensoría
del Pueblo- estarían en situación de procesados y el 35%
sentenciados. Sin embargo, otras dos instituciones relacionadas al tema
no se ponen de acuerdo en las cifras: un informe de marzo, elaborado por
el Instituto Nacional Penitenciario (INPE) hablan de un 68% de detenidos
procesados mientras que el Poder Judicial sitúa este dato en 45%.
¿Qué pasó
con la reforma penitenciaria? Para el ex ministro de Justicia, Carlos
Blancas, en cuya gestión se inició hace 11 años la
primera reforma frente ante el alto grado de corrupción en los penales,
la despenalización, uno de los objetivos del cambio propuesto, no
ha dado resultados porque "es un ir y venir de presos que se liberan a
través de beneficios penitenciarios pero regresan por reincidencia".
Blancas señala que
una verdadera reforma penitenciaria requiere de inversión para mejorar
la infraestructura y capacitar al personal civil especializado así
como de una adecuada remuneración para los agentes penitenciarios
y así evitar la corrupción. También considera importante
la clasificación de los presos en diferentes tipos de penales.
La eterna reforma
En cambio, Wilfredo Pedraza,
director del Programa de Asuntos Penales y Penitenciarios de la Defensoría
del Pueblo, sostiene que prácticamente nunca hubo reforma penitenciaria
en los últimos 20 años.
"Lo que se está haciendo
es una especie de reorganización del INPE y creo que más
es administrativa. No existe ni se ha hecho en los últimos 20 años
una reforma penitenciaria sustantiva, en asuntos de régimen interno
y en enfoque de lo que sería el tratamiento del interno", señala.
Según su opinión,
las últimas reformas han sido administrativas del INPE como institución
"y entiendo que la actual reforma está por cesar y los resultados
todavía no se ven".
Considera que el INPE ha
estado en proceso de reorganización permanente desde 1987 y esta
vez ha sido la quinta vez.
Es un error, añade,
creer que los problemas de las cárceles se resuelven cambiando las
estructuras de la institución o cambiándolas de nombre, cuando
el problema va mucho más allá: factores sociales, económicos
y hasta políticos.
Se está exagerando
al persistir en la reforma administrativa cuando la carcelaria propiamente
no existe", agrega Pedraza.
¿Más presos?
Los especialistas consideran
que no hay capacidad en las cárceles para albergar más presos
como consecuencia de la nueva política que implementará el
Ejecutivo.
"Un mayor número de
presos significará hacinamiento y congestión de los penales
porque la infraestructura es inconveniente. Ya existe un déficit:
existen 24 mil presos y la capacidad de los penales es para 15 mil. Otra
cosa sería si la capacidad fuera para 50 mil", dice Blancas.
La respuesta de Wilfredo
Pedraza fue rotunda. No existe capacidad, puesto que el 60% de los penales
sufre un hacinamiento exacerbado, siendo la máxima expresión
la prisión de Lurigancho, que hasta hace un mes tenía 7 mil
internos pese a que fue construido para 1,700.
Hace poco fueron trasladados
mil reos al recientemente inaugurado penal de Cañete. "Se está
despoblando parcialmente, pero sigue sobrepoblado en casi 300 por ciento,
dice.
No existe un penal, salvo
raras excepciones, que tengan mayor capacidad de albergue, ni siquiera
los nuevos, excepto Challapalca, que tiene un pabellón disponible,
pero es muy complejo por su ubicación.
Precisa que los demás,
o están de acuerdo a su capacidad o todos están exacerbados.
Hay penales, como el de Yanamilla (Juliaca), que tiene buena capacidad
y no hay mucho hacinamiento. Pero el de Pucallpa, que es el mejor del país,
tiene cubierta su capacidad, no hay hacinamiento y todavía podría
recibir un número mínimo de internos. En cambio, penales
más importantes, como Castro Castro y Chorrillos, en Lima, Yanamayo,
en Puno, que tienen alto hacinamiento.
Penales de alta seguridad
En la última década
se han construido establecimientos penales, especialmente para presos de
alta seguridad, como los de Challapalca, Picsi (Chiclayo) Yanamilla (Ayacucho).
Todos han sido concebidos para sistema de máxima seguridad, con
la excepcion de penal de Cañete, que es de mediana seguridad, según
la evaluación del Programa de Asuntos Penales de la Defensoría
del Pueblo.
Se diría que el gobierno
se ha preocupado especialmente en renovar la infraestructura carcelaria
con ese matiz, para terrorismo y ahora para delincuencia común.
Ya se tiene un diagnóstico
de clasificación de penales- entre buenos malos y regulares- a través
de la evaluación de 38 penales visitados el año pasado por
dicho programa con apoyo del gobierno de Canadá.
Ya se conocen los primeros
resultados. En términos generales, la situación carcelaria
no ha variado mucho, la población penal se está incrementando
sistemáticamente. Tenemos aproximadamente 24 mil 500 internos. Cada
año hay un incremento del 10%.
Pedraza precisa que este
incremento de reos se debe a que las últimas medidas legislativas
están orientadas a restringir beneficios orientados a levantar las
penas.
"El efecto natural de este
tipo de medidas es, obviamente, que los presos vinculados a delitos de
terrorismo, tráfico de drogas, secuestros, robos agravados, violaciones,
que son los delitos que mayor incidencia, tendrán un mayor período
en las cárceles. Es un resultado inevitable. Quizás se acreciente
mucho más como resultado de la política criminal que el gobierno
implementará", añade.
El diagnóstico también
encuentra problemas de alimentación, de salud y demanda de todas
las necesidades. Los penales donde hay hacinamiento presentan graves problemas
de alimentación; en los medianos, como el de Chorrillos, o pequeños,
este problema es menor.
En Lurigancho, el presupuesto
para alimentación, pese a que se ha elevado de S/.1.50 a S/ 1.80,
sigue siendo un gran problema porque sólo permite una alimentación
al día. En Chorrillos, además de desayuno y almuerzo se sirve
una cena muy ligera, a lo cual también contribuye la organización
del penal.
También hay presos
enfermos de tuberculosis, los mismos que son atendidos dentro del programa
de TCB del Estado. Aparte, hay necesidades de instrumentos quirúrgicos
y medicamentos para otros males, en su mayoría estomacales.
Además, hay 110 internos
con problemas psiquiátricos y el Hospital Larco Herrera sólo
ha dado cobertura para 10 de ellos.
INPE - Poder Judicial
Enemigos íntimos
La falta de comunicación
entre el Poder Judicial y el INPE explica la diferencia del porcentaje
de procesados y sentenciados presentadas por ambas instituciones, según
Wilfredo Pedraza.
Al parecer no sólo
es problema de comunicación. En los pasillos del Poder Judicial
se dice que algunas veces los directores o responsables del INPE han impedido
sistemáticamente a los magistrados y comisionados el ingreso a sus
órganos jurisdiccionales.
Creo que existe un margen
de error del 10% en las cifras presentadas por el INPE, siendo una de las
razones la tardía comunicación de una sentencia, dice Pedraza.
"Se supone que el Poder Judicial
en cuanto emite una condena debe comunicarla al INPE para que registre
en la ficha del interno su condición jurídica. Ese registro
tiene un retraso histórico y, por esa razón, habiendo internos
que teniendo condiciones de sentenciados aparecen en las fichas como procesados.
Esa ficha va emitiéndose de manera incorrecta", añadió.
Para él, el 65% está
en condición de procesados y 45% sentenciados. El ministro de Justicia,
Alfredo Quispe Correa, tomando como base las estadísticas de INPE,
dijo que el 70% de la poblacíon penal era procesada, porcentaje
que corresponde a 17,487 de un total de 24,694 internos. En cambio, para
el Poder Judicial dicha cifra se reduce 40%.
Consideró, sin embargo,
que aún cuando la cifra hubiese disminuido en 5 o 10 puntos, el
problema más grande sigue siendo el de los presos sin condena, "lo
cual demuestra que los avances de la reforma procesal no han tenido en
este aspecto los resultados importantes".
Consideró que hay
dos factores que explican el alto número de procesados. Por un lado,
siguen siendo procesadas aquellas personas que tienen recursos de nulidad
pendiente en la Corte Suprema (puede durar seis meses o un año)
y por el juzgamiento establecido para el tráfico de drogas, que
está retrasando sensiblemente el procedimiento para este tipo de
procesados que representan el 20% de la población penal.
De otro lado, las salas que
juzgan a reos en cárcel reportan carga cero, es decir no tienen
a quien condenar
Entre los avances logrados
con la reforma, dijo que debe reconocerse que los plazos de juzgamiento
se han reducido por el sistema que se ha adoptado en el Poder Judicial.
El juzgamiento de presos
en los penales ha abreviado en forma importante los procesos. En 1990,
casi el 60% de las audiencias se frustraban por una tardía diligencia
judicial. Los reos eran llevados con retraso al Palacio de Justicia para
su juzgamiento.
En cambio, agregó,
hay otros problemas, como la Sala de Narcotráfico y la de bandas,
que generan grandes concentraciones de procesos y enormes prejuicios a
los procesados.
El Poder Judicial tiene otra
versión. Según trascendidos, el presidente de la Corte Superior,
Marcos Ibazeta, evaluó hace poco que en los penales de Lima el 70%
de presos se encuentra en calidad de inculpados como una constante. Consideró
que la diferencia de cifras se debe al deficiente manejo de la información
y estadísticas por parte de INPE.
Sus estadísticas indican
que cada juez penal de reos en cárcel está recibiendo un
promedio de 20 nuevos procesos y en cada proceso hay dos o tres detenidos,
lo cual multiplicado por 20 procesos mensuales de cada juez nos lleva a
2,400 nuevos procesos por año. El promedio de reos por proceso los
lleva a calcular más o menos 7,200 nuevos internos por año,
sólo en Lima.
Entre agosto de 1996 y julio
de 1997, de los 5,827 expedientes con reos en los cuatro penales de Lima,
se resolvieron 4,474 y quedaron como pendientes 1,353.
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