(Lo que sigue es otro de los insuperables textos en los que O. Bayer viene
reconstruyendo la historia apasionante del anarquismo argentino, donde no
solo se hace la cronica de lo ocurrido, sino que tambien se rescata la
vigencia de la accion libertaria y se denuncia la barbarie de sus
perseguidores de siempre. Todo ello se expresa en este articulo,
recordando el asesinato del anarquista Joaquin Penina a manos de los
mismos que estan masacrando al pueblo argentino desde hace 180 a~nos. Para
quien no lo recuerde, la pagina Web que recoge mucho de lo mejor en la
reciente produccion periodistica de Bayer esta en
. NM.) 

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                 EL CULTO POR LOS ASESINOS
                                            (Osvaldo Bayer)

   El culto de la Argentina oficial por los asesinos de rango es una
constante. Al general Lavalle asesino de Dorrego - un martir de la
incipiente democracia - se lo premio dandole su nombre a una de las
principales calles centricas y un monumento justo frente al Palacio de la
Justicia (un simbolo de esta Argentina magico-realista) mientras que a la
victima se la mando a los extramuros de Palermo de aquellos tiempos
dandole su nombre a un callejon de tierra. El general fusilador paso a ser
un personaje romantico para la literatura, hablandose de su tristeza y la
mala suerte de su destino. Sospechosamente muy poco tiempo despues de los
fusilamientos de junio de 1956 bajo Aramburu recomenzo el culto por el
fusilador de Dorrego. Hasta se hizo una balada con acompa~namiento de
guitarra que cantaba al "romantico" y triste fusilador. 

   Al general Aramburu, por ejemplo, se le ha erigido un monumento y todos
los aniversarios de su asesinato concurren representantes oficiales del
gobierno de turno a hacer el consabido minuto de silencio (en vez de
gritar la verdad de los asesinos de junio) y calles importantes llevan su
nombre en varias ciudades. En vez del nombre de las victimas, para que nos
sirva de advertencia en el futuro, premiamos a los victimarios. 

   Pero, tal vez, la actitud mas perversa de ponerse de rodillas ante los
tiranos fue la decision de bautizar con el nombre del militar Jose Felix
Uriburu al puente que cruza el Riachuelo. El fascista uniformado que
aprovecho las armas para derrocar al presidente constitucional Hipolito
Yrigoyen, quebrando asi el orden constitucional nacido en 1916 tiene ahi
su monumento. El despota barato y brutal ordeno fusilamientos, carcel y
fue el que oficializo la tortura con la picana electrica de Lugones hijo,
padre legitimo de los Patti y Bussi actuales. 

   Para verguenza de todos nosotros, los miles que atraviesan dia tras dia
el Riachuelo tienen que sufrir la ignominia de leer el nombre de quien
ejercio la fuerza bruta contra la dignidad y la libertad. En mis manos
tengo un folleto, amarillento ya, desde cuya tapa me mira un muchacho
sonriente, con cara de campesino espa~nol, Joaquin Penina, el primer
fusilado "por la barbarie uriburista", como esta en la tapa de este
cuadernillo editado por el Comite Pro Presos y Deportados de Rosario, en
julio de 1932. 

   ?Quien era Joaquin Penina? Un alba~nil de 26 a~nos, que vendia libros
despues del trabajo. Libros libertarios. Pero dejemos hablar al folleto:
"Penina tenia alma de apostol. Fue un profundo rebelde. Vivio de cerca la
injusticia social, amo el alma proletaria mas que la suya propia. Como
quien se libra de un pesado lastre, desposeyo su espiritu de todo egoismo.
La solidaridad fue en el un hecho profundo y vivido. En cada violencia
ajena templaba su caracter. Asi se hizo rebelde. Su rebeldia sin ruidos,
sin gestos vacios, pero de gran firmeza, se asento en el dolor de muchos
a~nos tristes y dentro de su cerebro inquieto solo vivio un deseo
continuo: sembrar ideas. La dictadura lo sorprendio sembrando, para
abrirle surcos de fuego en su carne y en su alma. Frente a la boca de sus
pistolas, su rostro, sonriente siempre, enamorado de la vida a pesar de
todas las injusticias, no pudo traducir rencor sino lastima hacia los
criminales de la patria". 

   Joaquin Penina fue acusado de imprimir volantes contra Uriburu y de
repartirlo. Lo que no hicieron los radicales que dejaron caer su gobierno
ante un general que llego a la Rosada con una decena de cadetes militares,
lo hizo un obrero libertario. Militares y policias asaltaron la humilde
habitacion del alba~nil, lo arrastraron a la comisaria y a la noche lo
fusilaron. Los autores del crimen tan vil fueron el teniente coronel
Rodolfo Lebrero, el mayor Carlos Ricchieri (otro militar del mismo
apellido, el general Ovidio Ricchieri seria uno de los mas feroces
representantes del sistema de desaparicion de personas a partir de 1976);
el capitan Luis Sarmiento y los policias Felix de la Fuente, Marcelino
Calambe y Angel Benavidez. Los militares y policias que allanaron la pieza
del obrero Penina se llevaron como botin 600 pesos, que este habia
ahorrado para pagar el pasaje de sus padres desde Espa~na. La misma
practica aberrante de los "muchachos" de Videla y Massera. 

   El jefe del peloton de fusilamientos fue el subteniente Jorge
Rodriguez, quien dos a~nos despues del crimen denunciara - como Scilingo
sesenta a~nos mas tarde - los detalles del crimen y mostrara su
arrepentimiento publico haciendo la denuncia que recogieron los diarios.
Se~nalo el subteniente que a el le toco el fusilamiento por estar de
oficial de guardia en la noche del 10 de setiembre de 1930. Se le aproximo
el capitan Sarmiento para decirle que debia ejecutar "a un individuo". Al
pedirle aclaracion de quien se trataba respondio "es un anarquista que fue
sorprendido mientras imprimia panfletos incitando al pueblo y a la tropa
contra las autoridades que rigen el pais". 

   El detenido fue llevado en un camion celular hasta las barrancas del
Saladillo. El peloton estaba integrado por el subteniente Rodriguez y tres
soldados, no con armas reglamentarias, sino con pistolas Colt. El
subteniente Rodriguez describio asi los ultimos momento de Penina: "Fue
bajado del camion y sintio el ruido de las cargas de las pistolas.
Entonces yo, que lo tenia a un paso, lo vi abrir los ojos en mirada de
asombro y rapidamente comprender. Dio un medio paso atras y le vi morderse
el labio inferior como si prefiriera sentir el dolor de su carne mas no el
temor. Yo iba detras. Desde que lo habia visto bajar, en mi frente y en
mis ojos sentia que se habia posado un velo de extra~neza y de irrealidad.
No quise prolongar la valiente agonia de ese hombre. Ordene: !Apunten!
Entonces el reo giro la cabeza hacia la izquierda y mirando con odio al
grupo que presenciaba, grito: "-!Viva la Anarquia! -su voz era templada,
yo no vi temor. 

   "!Fuego! -ordene, sin ver ya nada. Tres tiros". 

   Despues de describir como le dio en la cabeza el mismo con el tiro de
gracia, agrego el subteniente: "Todos nos acercamos hasta donde estaba el
cadaver y alguien dijo: 'Fue un valiente hasta el ultimo momento'. Vestia
pobremente: zapatos de ca~na; pantalon, no se si de fantasia o marron
oscuro. Un saco tambien oscuro. Era rubio y de peque~na estatura.
Representaba unos 25 o 26 a~nos. De sus bolsillos se sacaron dos o tres
galletas marineras muy duras y en parte comidas, y un giro de cinco
pesetas para un hermano de Barcelona. El giro no llego a mis manos ni se
tampoco quien se lo llevo". 

   Zaherido, humillado, robado, fusilado. Somos todos asesinos. Los
argentinos somos derechos y humanos. Votamos en forma directa y secreta
por Bussi y Patti. Despues nos indignamos contra el estudiante Ahumada que
pateo a su profesora. Cuando no es mas que un aprendiz de Patti y Bussi y
la sociedad que le damos nosotros. 

   Un grupo de amigos pedira al Concejo Deliberante que cambie el nombre
del tirano asesino por el de su primera victima: el obrero Joaquin Penina
en el puente que une la capital con Valentin Alsina. Seria un principio
para poder mirarnos en el espejo. 


    Source: geocities.com/capitolhill/senate/6972

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