Editorial

La implosión del Retén de Catia, la visita de Bill Clinton, la Cumbre de Presidentes en Margarita, la demolición del Mercado de Buhoneros de la Hoyada son algunas de las pantomimas gubernamentales que han alcanzado mayor repercusión en los últimos meses, y que han pretendido a truenos de bombos y platillos, apartar nuestra atención de los problemas que nos agobian en el dia a dia. Tales eventos de corte sensacional -a los que solo les faltó la almidonada sonrisa del presentador del bodrio televisado de los sábados-, como era de esperar no aportaron sino mucho circo y nada de pan. Los problemas del país han continuado agudizándose y las llamadas reformas de tipo estructural de las que tanto se vanaglorian los profetas del neoliberalismo criollo, han agrandado aún más la brecha entre ricos y pobres.

Lo que ha funcionado muy bien es la domesticación educativa. Muy bien nos han adoctrinado para el papel de meros espectadores: las decisiones -hemos internalizado-, que las tomen otr@s, nosotr@s soportaremos las cargas. Recorremos la vida como cadáveres andantes sin sueños ni aspiraciones, salvo lo materialmente inmediato. Aspiramos las promesas de salvación que otros nos regalarán, entran por la nariz, nos corren por las venas para alojarse en el cerebro, justo como drogas. La lotería, los espejismos de dinero fácil, los estimulantes legales e ilegales, el beisbol. todas alucinaciones necesarias para no despertar los instintos rebeldes de creación individual y colectiva, de transformación liberadora sin carriles que encaucen los sentimientos auténticamente humanos: amor, bienestar para los nuestros y para tod@s, de justicia, de igualdad de acceso a los servicios, de libertad.

El Sistema está podrido. El camino de la toma del poder para desde allí iniciar los cambios colectivos, ha demostrado históricamente que corrompe todas las buenas intenciones. Experimentemos desde lo pequeño, iniciemos el proceso desde lo micro, desde los individuos, y no desde los partidos políticos. Construyamos espacios antagónicos a la decadencia actual, que crezcan y se relacionen entre sí. Usemos para ello las herramientas disponibles y que no mancillen nuestros objetivos. Pero por sobre todo, pensemos y actuemos por nosotr@s mism@s sin delegar ninguna decisión más. La obediencia sumisa ha sido una mala consejera durante todo este tiempo.

Una publicación independiente en nuestro medio que llegue al número 10, es un mérita en un ambiente cultural tan deprimido como el nuestro. Nos hemos planteado en lo sucesivo mejorar y ampliar este boletín que tienes en tus manos y seguir la senda autogestionaria y libertaria que hemos iniciado. Estas páginas se han impreso sin subsidio, publicidad, ni limosnas de nadie: somos orgullosamente independientes. Nuestro apartado de correos espera cualquier comentario, crítica y sugerencia. ­Salud!