Dakmar
...porque en un mañana cesen las relaciones de conveniencia, de utilización, o de interés, basadas en el miedo y en el egoismo, más que en la afinidad, el conocimiento mutuo, en el amor.
Partiendo de la premisa anarquista de la negación y eliminación de toda forma de poder en las relaciones, sean políticas, económicas o sexuales, l@s anarquistas luchamos por fomentar una nueva visión frente al trato, la convivencia y el sexo, sobre todo este último, por ser la obsesión enfermiza de las religiones judeo-cristianas, el marco idóneo para múltiples manifestaciones de violencia y la causa de muchos prejuicios y tabúes.
Es, sin duda, un camino largo y difícil deslastrarse de los vicios y posturas determinantes de nuestro modelo paradigmático que representa la familia. Una mala relación afectiva nos marca inexorablemente. Deslastrarse de la ausencia de cariño, el poder, la dependencia, la inseguridad, el egoísmo, la violencia, la posesión y otros factores representan no sólo elementos a erradicar, sino obstáculos que atacar.
En la búsqueda del ideal
La visión que proponemos no es exclusiva del anarquismo, es una búsqueda que representa un ideal a alcanzar por tod@s aquell@s que buscan un cambio definitivo frente a las relaciones "humanas" que nos han enseñado, donde el sexismo, el poder y el maltrato parecieran ser las constantes.
Nuestra actuación frente a las relaciones sexuales que establecemos es sólo un reflejo de lo que sentimos en general; entonces ¨Qué hacer? Las mujeres siempre hemos sido las más perjudicadas dado nuestro papel pasivo inculcado en todos los órdenes, pero pensar que somos las únicas víctimas es un error. Y plantearse una lucha sólo desdenuestra perspectiva es una tendencia que debemos erradicar definitivamente.
Mujer y maternidad
Las mujeres somos modeladoras de l@s futur@s hombres y mujeres. Transmisoras de la educación, formamos a nuestr@s hij@s, conformamos su visión del mundo, su capacidad para amar, sus pensamientos. Nuestra responsabilidad se agrava en una sociedad occidental donde se nos adjudica todo el peso de la educación. Pareciera que en vez de sentar las bases de un futuro ser pensante autónomo, asumiéramos crear un reflejo, un depósito de sueños propio, de frustraciones. y a esto hay que añadir la otra cara de la moneda: la mayoría de las madres latinoamericanas son chicas que no han llegado a la adultez, que se enfrentan -en la mayoría de los casos- a una maternidad no deseada, una relación inestable y transitoria, a la carencia de bienestar económico y de seguridad social, así como a la intervención directa de las instituciones del Estado, sobretodo a la iglesia y su código familiar, etc.
Con semejante situación inicial nos enfrentamos. Basta con tomar en cuenta estos elementos -que no son el todo- para plantearse un discurso que vaya más allá de promocionar la libertad sexual como camino de igualdad, placer y realización plena. Si algo conforma una experiencia directa es la educación que hemos recibido y la contradicción que nos causa más de las veces frente a nuestra ideología, desde nuestros actos más simples y compromisos más globales.
Comunicación y anarquía, amor libertario
Antes de proponer el rechazo a la homofobia, la represión, la destrucción de la división de géneros, debemos trabajar por el favorecimiento de un proceso comunicacional abierto y sincero donde podamos discutir y compartir experiencias. Proponemos asumir una vinculación más cercana no sólo en las relaciones personales, también en el colectivo, donde la relación no sólo debe ser horizontal, sino más fraternal y más humana, en la escuela, en la calle, en la casa. Frente al lenguaje y las relaciones impuestas por el patriarcado, frente a un proceso comunicacional mediatizado por la relación de poder, por el egoísmo, las mujeres debemos propiciar creativamente una nueva forma de comunicarnos, rechazando los esquemas sexistas, inhibitorios y patriarcales que dominan nuestras relaciones, y donde los hombres participen activamente, no sólo como compañeros de colectivo, sino como entes afectivos, como individuos que forman parte del mismo proceso. Las relaciones no pueden quedarse en el plano lúdico y libre, pues estaríamos obviando el trasfondo. Es necesario un acercamiento a la historia de cada un@, y replantearla, cambiando esa concepción de conocimiento profundo exclusiva de las parejas tradicionales, donde pareciera una concepción común el esforzarse por comprender, conocer y ayudar sólo a el/la compañer@, obviando el proceso de crecer y/o cambiar cuando termina la relación, estableciendo entonces una relación apreciativa del/la otr@ no sólo como un objeto, sino como uno que pierde valor; lo que causa rabia, decepción, dolor.
En la mayoría de los casos, y es lamentable admitirlo, nos encontramos con que el/la "compañer@ libertari@" establece ulteriores relaciones de pareja con cualquier otr@ de manera superficial y advenediza, como si los seres humanos sólo cumplieran la función de rellenar espacios, cumplir papeles meramente recreativos o servirnos de paliativo, más que continuar con el planteamiento libertario de lo que conforma nuestra visión del amor y las relaciones igualitarias. Sin embargo, nuestra lucha no se limita a denunciar, y más que lamentarnos, proponemos continuar creciendo y evolucionando en búsqueda de lo que verdaderamente creemos y sentimos. En este sentido, la revolución es la sinceridad y la amistad como herramientas de cambio, sobre todo si es el amor, la capacidad de soñar y el esfuerzo por cambiar lo que somos, lo que sentimos por el/la otr@ para emprender el camino junt@s, no dañar ni utilizar a nadie en nuestros procesos y construir nuevas realidades, superando el pasado.
Amor y Anarquía