Anonim@
Hace unos años, surgió entre bombos y platillos y con toda la parafernalia posible la Comisión para la Reforma del Estado (COPRE), llevando como estandarte la descentralización. En aquel entonces todos vieron en la descentralización la panacea a todos los males que adolecía la democracia. Uno de estos casos lo representan los Municipios, los hijos menores de papá Estado. Estos vástagos heredaron de su progenitor todas las penurias y podredumbres que éste posee.
Al igual que el gobierno central apostado en Miraflores, las diversas alcaldías del país poseen sus cargos homólogos: los alcaldes emulan al presidente, los concejales a los diputados y el contralor asume su mismo papel.
Sin embargo, lo que puede verse como la descentralización del poder y la participación ciudadana, resulta la distribución de la corrupción entre los "grupúsculos" que otrora se encontraban acechando como zamuros en busca de migajas.
El transcurrir cotidiano en una Alcaldía y en una Cámara Municipal es poco alentador. En los entes ejecutivos municipales, el alcalde paga municiones, a veces a ellos mismos, tras un testaferro, por supuesto. Compran periodistas para aparecer en los medios. Asfaltan tres huecos "con una inversión de 20 millones".
Si se trata de las Cámaras Municipales, los concejales en lugar de legislar como es debido, se reúnen en "comisiones" para "estudiar con mucho cuidado" los problemas del municipio. Esto sin contar los viáticos de estas comisiones y las aspiraciones que algunos puedan tener de ser alcaldes, tras lo cual se esforzarán en desacreditar a la "máxima autoridad municipal" olvidando su verdadero función.
Cuando hablamos de la Contraloría el caso es patético. Este funcionario, encargado de regular los gastos, que no tiene nadie que controle sus gastos, y desaprueba todo aquel pago en el que no se le dé ningún tributo por su "arduo trabajo".
Los contratos son rechazados una y otra vez paralizando lo poco que pueden obtener las comunidades de estos gobiernos descentralizados. Esto por supuesto hasta no lograr una jugosa tajada de lo que pase por sus manos.
Mientras tanto, las comunidades no son más que piezas dentro del juego: deben prometer y comprometerse a votar por la reelección si quieren en sus barrios cloacas, asfaltados, hospitales o escuelas. Claro, existen las larvas de corruptos escondidos tras "dirigentes vecinales" que forman parte de las nóminas fantasmas de los gobiernos municipales, si es que no son candidatos a concejales.
Cuando analizamos todo esto nos preguntamos si la descentralización ha servido para algo que no sea desangrar aún más a nuestro país.
Los Salas Romer "pioneros de la descentralización" como ellos mismos se hacen llamar, además de haberse convertido en una dinastía igual a las de los Celli en el estado Carabobo, gastaron más del 60% del presupuesto de 1997 en gastos corrientes (con una abultada partida en publicidad) quedando menos del 40% para la inversión. Decimos "gastaron" porque es obvio que el niño sigue guiado por su padre a manera de continuismo feudal. En fin, la descentralización no es más que basura neoliberal, impuesta por los caprichos del FMI a pasos agigantados.
Además de la descentralización tenemos la venta a extranjeros de las empresas básicas del Estado, a Petkoff diciendo que es inmoral la educación superior gratuita... vamos a ver con qué nos van a salir ahora...