La universidad ante la disyuntiva: o se transforma autonomamente o la privatizan

Rafa

Ante la falta de criterios y pensamientos propios, cada vez que algún personaje "importante" pronuncia una consigna de corte neoliberal, el coro de quienes pretenden surfear sobre la cresta de la posmodernidad económica, no se hace esperar. Así ha sucedido desde que el ex-guerillero, ex-socialista y ex-ucevista Teodoro Petkoff pronunció la memorable frase de que "La gratuidad absoluta de la educación superior es inmoral". Con esto, el Ministro pretende legitimar su discurso basado en la supuesta cifra de que el 70% de los estudiantes universitarios provienen de liceos privados, en donde dizque pagaron hasta 300.000 Bolívares mensuales para salir de bachilleres, para conseguir la imposición del cobro de matrículas para ingresar en las Universidades públicas. La avalancha de comentarios a posteriori, desde pichones del Iesa hasta los tardíos Chicago-boys de Fedecámaras, apuntan a que, como lo sugiere Teodoro, privaticen la "improductiva" universidad como si estuviesen hablando de sus propias bodegas de baratijas.

Pero el asunto, para quienes venimos resistiendo a la imposición del recetario del FMI, debe ir mucho más allá del rechazo mecánico del cobro de matrícula, actitud tanto simplista como miope. Si aceptamos como cierta la fulana cifra del 70%, estamos ante una confesión de uno de los personeros puntales del actual gobierno, de la total imposibilidad de su sistema de enseñanza en asegurar una educación de calidad a los ciudadanos de menores recursos. La configuración de la actual sociedad, excluye sistematicamente a sectores mayoritarios de la población de las escuelas, liceos y universidades, al obligarla, y dentro de las peores condiciones posibles, a una incorporación temprana al mercado de trabajo. La proliferación de continuos colegios y liceos de estudios "parasistema", de dudosas capacidades pedagógicas -y seguro con un buen posicionamiento dentro del señalado porcentaje-, es consecuencia directa del desmejoramiento crítico y continuado, de las tempranas instituciones educativas del Estado. Este cuadro se presenta en un contexto en el que la capacitación intelectual, cultural y tecnológica ha cedido terreno al paternalismo estatal, el rebusque, la corrupción y la participación en los partidos del status como forma de superación individualista frente a la crisis.

El cobro de la matrícula no resuelve de ninguna manera uno de los problemas fundamentales de la universidad: la calidad y cantidad de lo que se enseña. Como ejemplos de esto, se encuentran los numerosos Institutos Universitarios de Tecnología diseminados en el país que se han especializado en la práctica, en graduar buhoneros, terminaleros y vendedores de perros calientes.

Ricos y pobres siempre han habido en las universidades públicas. Que ahora la proporción de sifrinos sea abrumadora, pretende colocarle la guinda con el cobro, al hecho de que estas instituciones de hace tiempo sean excluyentes de por sí. Exámenes de admisión aplicados a estudiantes con profundas diferencias cualitativas en sus experiencias de aprendizaje, costos crecientes de manutención de un individuo "no productivo" economicamente, libros de texto y materiales inaccesibles, un mercado de trabajo profesional incierto, es decir, que se han ido privatizando sin seguir los consejos de los organismos multilaterales.

La aplicación de un cobro directo por estudiante vendría a acentuar esta situación. En primer lugar, la implantación de estudios socioeconómicos para determinar la cantidad a cancelar por alumno es de una complejización tremenda. El pago inicial, surtiría un efecto inflacionario en todos los servicios solicitados por el estudiante: notas certificadas, retiro o inscripción de materias, etc, y un claro ejemplo son los altos aranceles que se vienen cobrando en la USB. El cobro legitimaría una progresiva eliminación de los beneficios estudiantiles (comedor, transporte o medio pasaje estudiantil) siendo coherentes con la lógica de que muchos poseen bienes de fortuna. Si hoy muchos cupos son cedidos como pago de favores políticos o económicos, ¿quién puede asegurar que con la cesión de becas no pasará lo mismo? La planificación de un presupuesto contando con determinados ingresos por cobro de matrículas, hará que el número de becados sea inamovible y de cantidad ínfima con respecto a los que puedan pagar.

Los cambios necesarios

Estamos totalmente de acuerdo en que los ricos paguen su educación y no le quiten la oportunidad a los de menos recursos. Pero la búsqueda de un mecanismo para que contribuyan con la formación de las clases desposeídas debe apuntar a otra dirección. Las críticas sobre la excesiva burocratización e inoperancia del gremio universitario no están erradas del todo. La universidad se ha convertido en un reflejo fiel de la monstruosidad del Estado. Si esta coyuntura permite que la universidad autónomamente se aglutine, se revise a si misma, emprenda los cambios necesarios, renueve sus vínculos con la comunidad y recupere su papel transformador de la sociedad, el Ministro nos habrá hecho un favor. Pero en lo inmediato, nos enfrentamos con algunos obstáculos que tenemos que solventar:

- Los intentos gubernamentales de allanar la autonomía universitaria, del que uno de los últimos es la imposición de una "Comisión Interventora", que desde fuera, intenta reestructurar su funcionamiento.

- El reiterado uso de los puestos de gestión por parte de los partidos políticos como cotas de poder para sus transacciones, en especial, por parte de la estructura partidaria (o lo que queda) de la izquierda tradicional.

- En relación con lo anterior, a la burda conformación de los gremios universitarios en consonancia con las líneas de acción de los partidos, en especial, del sindicato de profesores (Fapuv), contrario a los verdaderos intereses de sus "representados".

- La malversación, despilfarro y poca transparencia de los recursos, cuya consecuencia directa es el mal mantenimiento de las edificaciones y pero dotación de bibliotecas, equipos y materiales para la acción académica.

- La poca legitimidad de los gremios estudiantiles y el escepticismo ante el asociacionismo para emprender los cambios en materias de pensum, relación alumno-profesor y alumno-sociedad y las dinámicas de aprendizaje.

- La nula incidencia de la matriz universitaria en el diseño integral de la educación y en las decisiones sobre los diversos aspectos de la sociedad.

El camino no se vislumbra claro, pero nos encontramos ante unas perspectivas que nos exigen, en primer lugar a la comunidad universitaria y en segundo a la colectividad, cerrar las filas para mejorar la enseñanza que recibimos e impartimos, y el derecho y la oportunidad de que todas las personas, y en especial a las de las clases más vulnerables, tengan acceso al ciclo completo educativo. Convicción que hay que defender a pesar de las opiniones clasistas de personas como Arturo Uslar Pietri, que en días pasados declaró a la prensa de que la masificación de la educación había sido un error, y que pasa necesariamente por una transformación global y radical de la sociedad.