Matraca

Tomado de la revista La Lletra A, marzo/abril 1998.

Siempre dando vueltas sobre lo mismo. Y es que las cosas siguen igual. Hablamos de tejer redes de resistencia, de coordinar colectivos y esfuerzos, de que somos cuatro gatos contra un enemigo poderoso, etc. Siempre lo mismo.

Pero, ¿cuál es la realidad?. En general, y salvo excepciones, cada uno con los «suyos», cada capillita a su rollo, a ver quien es «mejor», más enrrollado, más puro, quien está en posesión de la «verdad». Muchos colectivos y organizaciones ocupando un espacio ideológico similar, colectivos que no tienen por que ser incompatibles, y una realidad concreta: a veces parece que la gente más cercana ideológicamente es la que está más lejos. Será que las peleas de familia son las más duras, que hay mucho odio y resentimiento personal, y/o que en el fondo hay much@s que no quieren compartir con otra gente el mismo espacio ideológico.

Parece que mientras se habla de unidad de acción, de unificar esfuerzos, de implicar a gente en colectivos y campañas, al mismo tiempo cada uno se preocupa de «sus» intereses, de colgarse «medallas», de ser la única alternativa «válida». Demasiada gente todavía convirtiendo la ideología en una cuestión de fe.

Por suerte, siempre hay gente en los colectivos y organizaciones que, al margen o a pesar de ellas, es capaz de trabajar en común, de crear unidad de acción en la práctica cotidiana, de romper barreras de siglas y grupos. Y mientras tanto, a seguir esperando que la autocrítica no sea una entelequia y pase a ser una actividad cotidiana a extender y desarrollar de forma más amplia. ¿Seremos capaces de crear aquel «mundo donde quepan muchos mundos»?