Otra vez de flux y corbata

Xavier Méndez

"...El pueblo no estará más aligerado si el palo que le pega lleva el nombre de palo del pueblo." M. Bakunin


Cuando se está comenzando la adolescencia, uno no sabe mucho de socialistas, anarquistas, marxistas, socialrevolucionarios, maoístas, socialdemócratas, etc. Por lo tanto, en los años sesenta, cualquier muchacho con anhelos de justicia social, siguiendo la corriente, ingresaba al Partido Comunista. Allí, su fervor militante disminuía rapidamente: organización y disciplina; llevar chaqueta y corbata para dar el buen ejemplo; prohibido entrar a bares; nada de amoríos con las camaradas; lecturas ideológicas obligatorias... Un año o dos de este tratamiento era suficiente para, espantado, pasarse al MIR, que ofrecía la misma revolución, pero se conversaba en mangas de camisa, se bebía ron, los libros permanecían empolvados y se podía suspirar al ver pasar las caderas de una compañera.

Eran tiempos bonitos, aunque nuestra ignorancia política no nos permitiera ver que auspiciábamos una vulgar tiranía más: la dictadura del proletariado. Y digo que eran tiempos hermosos porque, al menos, había idealismo y el enemigo estaba claramente identificado: el capitalismo internacional, el imperialismo yanqui, los empresarios explotadores, los militares gorilas, el moralismo pequeño-burgués...

En 1970, se acaba todo. La guerrilla ha sido derrotada; los cuadros están desorganizados; los dirigentes están en prisión o en el exterior; las cooperativas campesinas en disolución; los sindicatos patronalizados; la clase trabajadora indiferente. La revolución se ha suicidado.

En los veinticinco años siguientes, la izquierda más popular será el MAS, rama desgajada del carcomido arbol marxista. Enarbolando una bandera más socialdemócrata que socialista, vuelve a ponerse el flux y la corbata (la imagen pública es muy importante) para rebañar escaños parlamentarios y realizar los fracasados experimentos-piloto de Aragua y Sucre, hasta cavar su propia tumba con la participación en el pasado gobierno calderista.

Ahora, sin el menor trabajo de base, prestando oídos sordos al clamor de la mayoría marginada, la supuesta izquierda (PCV, MAS, PPT, MBR-200, independientes) se une para volver a cometer el error de creerse predestinada a marcar el rumbo de la historia. Y para esta ocasión, las élites, las vanguardias del socialismo autoritario, eligen como lider, ni mas ni menos, a un presunto militar "izquierdista".

A finales de siglo, los tiempos ya no son bonitos: no hay ideal de revolución y el enemigo es considerado una especie de mal necesario. Uno se asombra de ver que la izquierda chavista apoya la inversión de capitales multinacionales, la privatización de la salud y educación, los consejos económicos de la banca internacional, el aumento de los impuestos, la cooperación con la DEA-CIA, la recluta y la instrucción pre-militar, el patrioterismo de un estado cívico-militar.

No se si será el síndrome nostálgico del fin del milenio, pero para ser sinceros, me caían más simpáticos los marxistas-leninistas que tomaban cerveza, elogiaban al Che Guevara y no le quitaban el ojo al escote de la compañera. Ahora hay que tener mucho cuidado: los camaradas han vuelto a ponerse el flux y la corbata.