ABC No Rio, un esquater en proceso legal

Miguel Romero

Después de una noche llena de Coronas y tequilas, habíamos amanecido, no con un ratón sino con un canguro. Omar "Antimotín" soñaba con tomarse un hervido de mondongo, mientras yo creyéndome más asertivo aspiraba una "chicken soup with rice", antes de conocer el esquater del que tanto me había hablado el guaro-caraqueño que me acompañaba. Cuando de repente nos sorprendemos de ver escrito, en español, un cartel de un restaurante que anunciaba "Mondongo" y "Sopa de arroz con pollo" -un sueño hecho realidad- exclamó antimotín, puesto que nos encontrábamos en medio de Nueva York, y aunque sin saberlo, en el barrio dominicano.

Ya habíamos comido, y preguntamos en un pseudo inglés dónde quedaba Rivington Street, la respuesta la obtuvimos también en español. A dos cuadras se podía ver una multitud con los pelos de punta y la pinta que caracterizan a los Punk de cualquier parte del mundo: "¡Llegamos, camarada!" Exclamó Omar, con notable entusiasmo.

5 dólares nos costó la entrada a cada uno, ese sábado había concierto como de costumbre, y nosotros con una dificultad comunicacional en medio de tanta "elegancia". Por suerte no tardamos en encontrarnos a un peruano con acento chicano, llamado David, con quien pudimos cruzar algunas palabras.

Como todos los verdaderos esquaters, ABC NO RIO tiene un taller de serigrafía, una biblioteca de publicaciones independientes, allí se encuentran fanzines de todas partes del mundo, y ordenados alfabéticamente por países, entre los cuales encontré algunos de Venezuela. Además, en la parte de abajo existe una sala de conciertos y un patio decorado con murales y grafitis. Me sorprendí cuando leí un letrerito que colgaba de un carrito de supermercados, el cual decía "Food not bombs" (comida, no bombas). El motivo de mi impresión fue que yo sabía de que se trataba porque hacía varios años me enteré, a través del periódico anarquista "Amor y Rabia", que un colectivo de vegetarianos distribuían comida de modo gratuito cada cierto tiempo, por lo que pregunté que si esos eran ellos, pero me respondieron que ese sistema de trabajo no era idea original de ellos, puesto que se propagó por todos los Estados Unidos desde hacía bastante tiempo.

Quien nos señaló dónde encontrar la Fanzinoteca, fue un colombiano que tiene contacto a través de la red con Droopy de "Apatía no", igualmente me preguntó por kelvin y por Lito. Una vez leída la carta de presentación, intercambiamos varias ideas, pero yo deseaba tomarme una cerveza de a litro que vendían en el "Grocery" (abasto) de la esquina. Yo me vacilé el concierto de una de las tantas bandas que tocaron ese día, cuyos nombres no recuerdo, mientras Omar hacía relaciones públicas.

No llegué a ver ningún lugar acondicionado para dormir dentro de ABC, por lo que pregunté varias cosas a las cuales obtuve sus respectivas respuestas: ABC se encuentra en trámites para convertirse en un local comercial perfectamente legal, donde poder realizar las actividades que allí acostumbran a realizar sin ningún impedimento, entiéndase los conciertos y el taller donde estampan parches, franelas y pancartas. Su nombre no tiene ninguna connotación política ni mucho menos, más bien es algo extraído de la cotidianidad, puesto que antiguamente antes de ser un edificio "OKUPADO" tenía un nombre bastante largo, al cual se le cayeron algunas letras, y la que quedaron en pie fueron: ABC NO RIO.

En realidad, nosotros aquí no tenemos mucho que envidiarles, el CRA tiene una biblioteca tan interesante como la de ABC. Aunque sea una vez al mes, tenemos en Petare una feria, respetando las diferencias, donde también tocan bandas de modo independiente y sin empresarios que busquen enriquecerse del trabajo de los demás. Lo que nos falta por conseguir aquí, es sembrar la actitud y el interés por los procesos de cambio que intentamos gestar, con el sucio de las uñas.