Problematizar la ¿pedagogía? Libertaria

Anais
<undebate@latinmail.com>

Recientemente, en el pasado encuentro libertario, discutimos gratamente sobre la pedagogía, de ahí, de la experiencia anterior y posterior surge esta reflexión.

La necesidad de "problematizar"

Como paradigma, la pedagogía libertaria de las interpretaciones mecanicistas que tanto mal hicieron ya a teorías utópicas, como la de Marx, revolucionándose a si misma constante e infinitamente. Si la pedagogía libertaria es un discurso contra el poder que debe traducirse en una práctica educativa idem que desenmascare las relaciones de poder no debe, por tanto, quedarse estática y convertirse en un discurso de poder del anarquismo porque eso sería una contradicción hasta etimológica.

Si bien es cierto que la pedagogía libertaria de Díaz, Ferrer o Freire entre otr@s es hermosa y bien fundamentada, exige de nosotr@s la reflexión constante. Así concebía Freire su modelo educativo (la educación problematizadora) como un "esfuerzo permanente, a través del cual los hombres se van percibiendo criticamente como estando siendo en el mundo con el que se hallan"1. En pro de la libertad este debe ser un axioma metaeducativo, o sea, una idea fundamental para educarnos sobre educación.

Tres ideas problematizadoras

De acuerdo con lo planteado me propongo aportar tres puntos para nutrir ese esfuerzo.

1.- Hay que cuidarse de las interpretaciones mecanicistas:

Ya mencionada anteriormente estas interpretaciones trasladan mecanicamente la teoría olvidando el tiempo y el espacio, preocupándose más por la purteza teórica que por los requerimientos y posibilidades de la realidad. Parodiando el extremo de estas interpretaciones un amigo me dijo una vez que cuando Mao Tse-Tung dijo que para hacer la revolución había que conocer a fondo la historia de China, miles de revolucionarios latinoamericanos se dedicaron a estudiar la historia de ese país. En el anarquismo latinoamericano hay mucha tela que cortar al respecto, pero regresando al tema de este artículo éstas ideas desfasadas, ahistóricas y aculturizantes tienen, en primera instancia, dos consecuencias probables:

a.- Que resulte tan abstracta que parezca imposible aplicarla fuera del contexto original.

b.- Que la educación sea acorde con ese desfase y por lo tanto, sea incapaz de generar cambios reales o que incluso llegue a generar choques trágicos.

2.- Debemos diferenciar la educación libertaria de la educación popular.

Este punto tomado de Lanz, Denis y Villafaña 2 es muy útil para precisar y corregir la práctica educativa en base a la diferenciación de tres acepciones de educación popular según las cuales:

a.- Educación popular sería la que se le da a los sectores de menos recursos, lo que incluye educación del adulto, alfabetización, oficios y manualidades, moral y cívica, etc...

b.- Educación popular es "el otro espacio" diferente al oficial o a la escolarización formal. Se caracteriza por el sello populista que mitifica y sacraliza "lo popular" y posee un énfasis localista o de quedarse en los enfoques micros, donde se desconoce las instancias del poder estatal y la influencia de la ideología dominante en el hecho educativo y en todas las expresiones de la vida cotidiana.

c.- Educación popular son los cursos, talleres, asesorías que los partidos e intelectuales de izquierda dictan a los sectores populares bajo la óptica de generar conciencia, elevar el nivel cultural, hacer proselitismo, etc.

En estas tres perspectivas de la educación popular está presente la visión tradicional del educador y su inserción en la división social del trabajo como intelectual.

La Hologogía como superación de la Pedagogía

Esta tercera y última idea es la que critica a la "pedagogía" misma y al caracteriza como una categoría de la modernidad. Según M. Barrera 3 el proceso educativo moderno concibe al hombre como producto de "etapas" determinadas por la transitoriedad y, según el, por esta visión se prefiera hablar de pedagogía asociada a niños y andragogía asociada a adultos, lo que conduce a un trabajo fragmentado que olvida que la vida es una continuidad y, por eso, habla de hologogía como "una nueva praxis de la educación que no la parcela en momentos particulares" sino que gestiona la labor educativa desde una visión que aprehenda lo humano en una perspectiva histórica con presente, pasado y futuro, con criterios epigenéticos y de trascendencia. Es, por supuesto, un enfoque holístico de la educación.

Un objetivo sin fin

El objetivo constante es el de recalcar la importancia de problematizarnos cotidianamente, anarquizar nuestro pensamiento, discursos y prácticas. La educación asumida como un proceso sin fin debe nutrirse de dudas y cuestionamientos, derrumbes, y claro está, de construcciones que abran surcos en el aquí y el ahora, donde nuestro espíritu crítico eche la habichuelas mágicas de la creatividad que nos llevaran a U-topos.