El desierto afectivo

Casilda Rodrigañez

La destrucción del modo de vida basado en la ayuda mutua corrompe la sexualidad y crea el desierto afectivo.

Dos cosas prueban de forma irrefutable que nuestro orden sentimental, a pesar de Cupido, de San Valentín, etc, etc., es un desierto afectivo:

1) La angustia existencial que forma nuestro esqueleto psíquico, y que nos acompaña durante nuestras vidas a niveles más o menos profundos, y que por eso aflora cuando las cosas nos van mal (las famosas "depresiones"). Esto se debe a lo siguiente: la sociedad no reconoce ni acepta a las criaturas humanas como seres productores de deseos; y eso significa que, desde que nacemos, nuestra existencia esta cuestionada por la sociedad. Aunque no nos lo digan, aunque no lo sepamos, nuestro inconsciente sí sabe que la negación de nuestros deseos es la negación de nuestra vida. Esto no es "civilización", esto es un cuestionamiento de nuestra existencia que produce la angustia y el miedo que larvan en nuestro interior y que salen a la superficie según las circunstancias.

2) La insaciabilidad en el afán de poseer, es otra "prueba". Insaciabilidad que ha ido variando sus manifestaciones a lo largo de la historia del Patriarcado.

Esta claro que la pareja, o el espejismo de la pareja, es el oasis, real o virtual; el mal menor. Como lo es para el niño del orfanato que una familia bien constituida lo adopte.

No se puede restablecer el tejido social sin restablecer la sexualidad, eso que hoy se ha convertido en un comercio, un trueque individualista y egoísta; en una sexualidad deformada, tecnificada y limitada por una disciplina que reprime y canaliza las descargas energéticas hacia estereotipos que ahora se fijan y se expanden con la tecnología audiovisual; un orden sexual falocrático que directamente aniquila el vínculo de la sexualidad con el apoyo mutuo y lo sustituye por la posesión, la prepotencia y la competencia.

No sirve reivindicar el "amor libre" sin más. Porque hoy por hoy las relaciones sexuales son relaciones de Poder, tanto en el sentido de la dominación de un sexo sobre el otro -y por ello sólo hay sexualidad falocéntrica-, como en el sentido de que "amar" es apropiarse, poseer y acaparar al/a otr@. Reivindicar el "amor libre" tal cual es como reivindicar la economía libre en el mundo capitalista.

Convertir las relaciones sexuales en relaciones de Poder es algo muy simple y ha sido sumamente eficaz para ordenar todas las relaciones sociales y asegurar su reproducción con las generaciones de hombres y de mujeres.

De la armonía entre los sexos y entre las generaciones se pasa a la guerra y a las relaciones patológicas que conocemos en la sociedad actual: y en el centro de todo ello, el hecho crucial de la devastación del cuerpo de la mujer.