Por la Autonomía Social

Por el colectivo de Autonomia, redactó: Rubén Trejo

Con este texto iniciamos una serie de entregas sobre la idea y la práctica de la AUTONOMIA, que habrán de mostrar, con pluralidad, análisis y argumentación, la propuesta social y política que deseamos compartir y debatir con todos aquellos que con esperanza y lucha han empezado a construir una nueva nación donde quepan muchos mundos.

Tarea central de la oposición democrática en nuestro país es la elaboración colectiva de una propuesta alternativa de nación, y como parte de esta, comprometerse a ofrecer un proyecto alterno económico - político que en efecto posibilite la construcción de un país justo, plena y radicalmente democrático.

Una propuesta alternativa debe partir, nos parece, de una visión que contemple la necesidad de superar el capitalismo salvaje neoliberal y, al mismo tiempo, de la urgencia por construir una nueva sociedad autogestionaria, organizada sobre el principio de todo para todos. Desde luego que para construir un nueva sociedad, existen una serie de procesos permanentes y complejos; en tal sentido, no pensamos que la conquista de una nueva sociedad sea únicamente la inversión de la imagen del capitalismo neoliberal. La nación alternativa a construir es una sociedad autónoma, autogestionada en el conjunto de sus relaciones sociales, por y para la sociedad civil y los trabajadores.

Entendemos por sociedad autónoma una sociedad consciente que se autoorganiza para autogobernarse. En ella, el control del proceso económico y de los asuntos públicos estaría directamente en manos de la sociedad civil y de los trabajadores. Más aún, una nación autónoma es necesariamente una nación cimentada en la autogestión social integral, es decir, en la autogestión del conjunto completo de relaciones sociales que la constituyen. Una sociedad autónoma no delega en otros su plena capacidad de control directo de los procesos económicos sociales y políticos, ni permite que le sean arrebatadas sus prerrogativas en tal sentido por los capitalistas, los expertos y los profesionales de la política. Por el contrario, es una sociedad que en el proceso auto-organizativo a través de unidades o células sociales autónomas (comités, consejos, asambleas, comunidades, sindicatos, municipios, etc.) dirige y controla directamente, socialmente, la economía y subvierte el poder político.

La democracia económica ( es decir, una economía gestionada por al conjunto social y en función de sus necesidades ), y la democracia política plena y radical, son los componentes esenciales de la AUTONOMÍA como proyecto de nación. Una opción económica real para satisfacer las necesidades de todos, lo podemos comprobar, no pueden serlo ni el estatismo de la economía mixta capitalista ni el estatismo burocrático o tecnoburocrático. En este último, la clase burguesa es sustituida por una nueva clase dominante ( burocrático o intelectual ), por lo que no representa, hoy por hoy, ninguna alternativa para alcanzar el objetivo de una nación democrática y justa. Por el contrario, la autonomía económica se fundamenta en el control directo de la sociedad civil y de los trabajadores del proceso productivo social.

A diferencia del estatismo, en donde el control del proceso económico recae en la burocracia funcionarial y tecnocrática, y del neoliberalismo de la privatización absoluta, en donde la propiedad de las industrias se transfiere casi íntegramente del sector público al privado, escapando de este modo a todo escrutinio y dirección y responsabilidad en función de intereses sociales, la autonomía económica se cimienta en la sociedad civil - sus necesidades, intereses y sujetos, desde luego: los colectivos de trabajadores y ciudadanos que controlan directamente la producción en tanto son ellos quienes en ella participan directamente también.

Así pues, es manifiesto que la autonomía social tiene en la autogestión económica por los trabajadores en particular un fundamento, de igual modo que la autonomía indígena lo tiene en la propiedad colectiva de la tierra y el autogobierno comunitario. De esta manera, la autonomía económica, industrial, y agrícola, se basa en el principio de que los directamente involucrados en el proceso productivo sean quienes gestiones y decidan sobre los beneficios generados con el objetivo presente de ajustarse a las necesidades del conjunto social.

La autonomía económica implica la reformulación subversiva del concepto y el régimen de propiedad: en el nuevo concepto serían en todo caso inadmisibles e ilegítimas tanto la propiedad privada como la estatal de las industrias y medios de producción con carácter social. Sin embargo, no es posible, pensamos, alcanzar el objetivo de construir una sociedad autogestionaria, autónoma, de un solo golpe o salto transformador; ellopodrá dar por resultado tan sólo la imagen especular del sistema que se intenta subvertir.

Consideramos necesario una serie de aproximaciones sucesivas, una cadena Re/evolutiva, de desarrollos desiguales, de avances y retrocesos ante las experiencias erradas. En suma, se trataría de un proceso permanente para conquistar, con imaginación y audacia pero también con voluntad consciente. Desde luego, la condición determinante para ello es la derrota del régimen de partido de estado, que puede contemplarse como el inicio de una lucha prolongada hacia una sociedad íntegramente democrática.