Panfletos (Extractos del poemario inédito)

Raúl E. Figueira V
5 de Mayo de 2000

I

Un nuevo siglo se acerca.
Opto por desconfiar de tanto
O P T I M I S M O S A L V A J E
que crece
a merced de muchos corazones contemporáneos.

El celo multiplicado por edades indica,
la fuerza de las circunstancias,
trocando en improperios
las esperanzas generacionales "de buena fe",
siempre a buen resguardo de la realidad.

Efímero como las circunvoluciones de la abeja,
un rostro se tiende en el orgullo de una cama,
desbocando el firmamento en un mar de cielo raso
iluminado por el sol de una lamparilla.

Inducidos hasta el cansancio
al oficio cruel de quien olvida,
soñar se ofrece como la única vía de escape a tanto orificio de hielo y pan
de cerveza y sal,
de ojo y colirio.

Malhumorado,
no tengo las señas de un nuevo orgullo para esta tierra
poblada de nostalgias que se levanta
y es mujer para los que pagan la tarifa del vicio,
admirando la aurora secular con apreciaciones esperanzadas.

Hoy es igual que ayer.
Lo indica el pulso en la muñeca;
brazos que alguna vez se tendieron para alzar la alabanza de un cuerpo, hoy son el reflejo de una caricia desusada y firme.

El paso de la felicidad a la gula,
se contempla como reloj ante la cavidad toráxica que suena y resopla
soñando, sus gemidos respondones de fin de acto,
de fin de vida,
de fin de minuto,
de fin de hora,
de fin de día,
de fin de año, siglo, milenio,
de fin de texto viejo por inicio de texto nuevo,
para alzar,
someramente,
el juego de la fuerza contra el espejo de la indiferencia.

Abandonando el cuerpo amatorio que se abandona a su vez al gentil regazo de un lecho.
Miro por la ventana del cuarto.

Y veo:
Con la usura cruel del tabernero,
La tierna ternera de cuartos traseros desollados.

Rembrandt nos ilustró el rostro oculto de una redención
en el cuerpo de una res desollada;
el cadáver de esta criatura recuerda DE INMEDIATO,
la seña de un hombre crucificado,
mas bien los despojos de un hombre,
cuyo nacimiento,
se dice,
inició una era que hoy acaba en dosmil años y no menos baños de sangre.
La tierra ya ha devorado hasta los gusanos de ese cuerpo pintado por Rembrandt,
pero su imagen,
como la del crucificado,
sigue devorándonos
porque somos carne de su imagen
en imagen y semejanza
de una piel que se deslustra en los siglos de oprobio y condenación de esos otros,
nuestros semejantes
que se des-asemejan para armarse
y manipular,
y gerenciar su mercado de guerras,
y sentirse ganadores por una gran venta.
Sumisiones conseguidas a punta de ballestas,
Lanzas, granadas, minas antipersonas, fusiles, pistolas, ametralladoras, radares táctico-estratégicos, sonares, cascos con miras telescópicas, absolones, rudimiones, abrasivos, corrosivos Y, átomos clandestinos en la punta de un cohete solar.

Nuestros semejantes, que se des-asemejan para armarse,
perciben en el olor del dinero (pasaje oscuro por donde desembocan los anhelos)
marejadas de olvido, deslustrándose
y creyendo que la vida de otros no es la misma vida que ellos tienen adentro,
afuera,
en todos los ámbitos de la existencia,
porque ellos no contemplaron el mundo desde afuera
(BRILLANTE ESFERA AZUL DE ÚNICA FORMA, INDISOLUBLE, permeable a la oscura lejanía que la ENVUELVE para que sea la mortaja o EL ÁMBITO DE UNA CADENCIA VITAL transformada en CARBONO PENSANTE)
Nuestros semejantes que se des-asemejan para armarse
Nunca vieron desde adentro del mar,
(HORIZONTE LEJANO Y CURVO, esférica cuenca que asemeja AL ÚLTIMO BASTIÓN DE UN UNIVERSO, poblado por diminutas estelas-estrellas vivientes llamadas plancton),
y son por ello, lejanos,
profanadas tumbas para nuestra presencia ulterior,
ultrajada morada de quien se nos des-asemeja.
Almeja y caracol de agua.
Precipicio de luz y olvido.
Sopor de viento y aurora.
Muestra atomizada de cuadro impresionista
para revelarse ausente
Hasta de sí mismo.
Nuestros des-semejantes, que se asemejan para AMARSE,
QUE NO ARMARSE
SINO AMARSE simple y llano,
perciben en el olor del dinero,
marejadas de recuerdos, iluminándose
y creyendo que la vida de otros ES la misma vida que ellos tienen adentro,
afuera,
Y DEMÁS ESTÁ DECIR
en todos los ámbitos de la existencia;
porque ellos no contemplaron el mundo desde afuera
NI DESDE DENTRO DEL MAR
Sino en ellos, ellas
Y con ellas, ellos
De mar y planeta.
De tierra y cielo.

Para quien sólo se des-asemeja para armarse,
hay apenas un pequeño orificio en un hondo agujero
que ni plomero ni Fontana (LUCIO)
imaginaron jamás.

Esos,
que volteando sobre su hombro nos miran ufanos en sus glorias,
no conocen la dicha eterna de saberlos,
al igual que nosotros,
Vengados por una convicción en la vida
Que pasa y no se estanca
Sino que fluye desde nuestros cuerpos
Hacia otras instancias
Estancias
Distancias,
Todas ellas
PASAJERAS.

NUESTROS SEMEJANTES QUE SE DES-ASEMEJAN PARA ARMARSE
NO SON AVES,
NI SOLES,
Más bien cadenas,
Grillos con grifos de cañerías,
Corazones de plumero y plomada,
Peregrinos callejeros
De una calle que es casa, que es río, que es campo, que es desierto y plaza,
sangre de obispo impenitente,
inoportuno,
Inoperante.
Surge,
La imagen turbia de un espectro,
acaso hombre y clama:
-¡La justicia es un valor no una condición! -
Los hombres que miran su pequeñez no se arman más que por miedo.
Por una vida indigna,
Por un sentirse robados.
Nos han enseñado que la justicia se imparte cuando en verdad se parte.
De parte y parte un todo que todo o nada han de sernos útiles el día de una noche cualquiera en la esquina que se dobla para dar paso a una nueva calle.
Robada,
la vida robada se roba y nos roba arrebatándose a sí misma lo que nos pertenece y por ello la propiedad se aplaca y se apoltrona en la ira silente de una estrategia silenciada y brumosa.
Esposa,
la agonía del desamparo,
Robado,
se roba que te roba en la robusta economía de mercado marcado y se marca que se marca la querida con su amante y amarte,
en el vacío intolerable que hable quien hable, para perder un sable en la sabia vejuca que masca y se rasca con resaca la casaca del polvo que cae de la telaraña y se araña
La cara
cuando ve con dolor el estupro de un escorbuto que escruto en el escroto por roto y por tonto del demencial asunto comercial que tiene,
la paradoja que arroja la aguja en el cuerpo del cardenal que tira la soga junto al verdugo verdulero que explota a la otra que no es su mujer y mira la pira, en la que arden los ardides y permite el convite a los fieles que insisten,
vivenciarse en la castidad.

Soy uno en la mirada del espectro
Dos al mirarle
Tres cuando le veo mirarme a la vez que nos veo a él mirándome a mí y yo mirándolo a él
Cuatro al incorporar a la figura silente que yace en la cama cercana dentro de la escena
Cinco en el momento de re-tirarme
de y por, la ventana,
bajando a calle cielo de edificio abandonado a estrecho callejón contiguo
para deslizar en los canales de desagüe
la forma forzada de un fantasma.

Enfrento al ser de oscuro y
Buey y águila y toro y halcón vienen hasta mis fatigas a espantarle.

De vuelta a mi cuerpo-cuarto-cuerpo-piel-
Y
a mis ojos,
recurren las imágenes del margen angosto de la calle vacía,
recobrando la fuerza de una pantalla de cine.
Leo en los subtítulos la traducción simultánea:
"Rembrandt nos ilustró el rostro oculto de una redención en el cuerpo de una res
desollada";

Uno y otro,
la res y el redentor
mueren un poco para revivirnos,
nos dicen,
mientras Rembrandt se goza con su creación
y los mercaderes de la res-dención nos intentan aplacar,
porque aquello del libre albedrío es peligroso, pero necesario,
sin el pecado no se puede mantener una estructura de poder,
el hombre lobo del hombre dominio dominado domesticado
amaestrado,
justifica como control sobre otro,
la aplicación del castigo a toda transgresión
-¡Pero hijo! La justicia es el orden
-tu justicia no lo es, apenas sirve para justi-ficar tu empleo.
El policía,
El Militar,
El Cura,
El industrial,
El Hacendado,
El terrateniente,
El Pastor (de rebaños humanos),
El Juez,
El verdugo,
El Carcelero,
El Administrador,
Ostentan una sed de justicia que es a-justicia-miento
Y mienten porque Administran la fuerza de un castigo,
un temor,
una ansiedad rapaces que se ensayan como escándalo terrorista.
Cuando se les ve de lejos adviertes
Una silente sonrisa
Que se fuga para divertirse
Justi-ficación de su existencia.

-¡Pero hijo! La justicia es el orden
Sin policía, Militar, Cura, industrial, Hacendado, terrateniente, Pastor (de rebaños humanos), Juez, verdugo, Carcelero y Administrador,
No existiría el orden que conocemos
Pillaje, hurto y violación,
Marea de muertos y
Desolaciones
Serían tu
Día A Día
-Castigo hay -respondo
porque existe algo que muchos anhelan y pocos tienen
-¡comunista! - me grita.
-y el policía cuida ese algo por un sueldo que no es ni la migaja más ínfima de lo que proteje
-¡Ácrata! - me escupe.
-y el Militar custodia algo más grande por una tajada algo mayor
-¡Apátrida! - alzando el puño
-y el Cura resguarda algo superlativo a cambio de imponer su res-dención
-¡Ateo!,-blande uno tras otro como puñetazos sus aspas de molino de viento
-y el industrial acapara algo de ese algo que muchos anhelan mientras otros,
mucho menores en número,
defienden
-¡apóstata! - sin dejar de golpear
-y el Hacendado se cree dueño de una tierra y sus gentes como si tierra y gentes fueran creados por él
-¡hereje! - acudiendo en su ayuda un policía
-¡y blasfemo!,
- y el terrateniente, ultraja la tierra que trabaja teniéndola como doncella
El Pastor (de rebaños humanos),
El Juez,
El verdugo,
El Carcelero,
El Administrador,

Hoy,
como otro día cualquiera, golpean fijos sobre el ideal de libertad.
Mis esperanzas se revuelven en la gula cruel de quienes atrapan con su vida,
la partícula de poder que ayer me pertenecía.
El hombre de la calle permanece ausente,
luego de endilgarle sus derechos a otro.

La mujer que deambula por la calle
tiene el privilegio de no sentirse poseedora de nada que esté al alcance de esos
degenerados que deambulan entre oficinas gigantescas
acompasando sus vidas entre obras de arte que "decoran" sus soledades,
sus presencias,
sus dudas,
si es que acaso tienen alguna.

Demás está decir que muchos cuadros
de pobres pintores
deambulan por sus salas.
Pertenecen al precario buen gusto de una
clase que socializa sus colectivismos entendiéndolo todo a través del cristal del dinero.
"Constante y Sonante" es su lema
los he escuchado
con las voces de vidrio que se quiebra
por no oir quebarse la voz de los desarraigados,
los anormales,
los del lujo irredimible de toda sopa en sobre
de toda víscera de pollo en cacerola
olla
panela.
Sin más ajuar que una vestimenta dominical
o sabatina,
profieren argumentos que sólo develan un signo gráfico o dos.
En el caso de uno
El manido "$", en el caso de uno y otro
"$" y XXX.
Si acaso, podrán comprarse algo de felicidad con lo poco que queda del arrebato
con la minúscula ganancia que deja el gran pillaje.
Transnacionales
Globalización
orgullo de unos pocos que pretenden hacerlo pasar por un Dios
sin freno, sin cadenas, sin medida.
Pero cuando el más humilde alza su voz al viento y exclama un hálito
de ira contra
el sistema de valores impuesto,
cuando exige un socavón de fin de día para la ausencia y el dejarse ser,
alguien,
arriba, con su
ojo triangular en la punta de la pirámide en el billete de un "dollar",
traga fuerte y profiere un grito
ahogando con su bramido posterior,
el amplio espectro de una sonrisa no acabada.



II

Hay hombres como auroras
hitos de amanecer como mujeres
pero ni la tierra ni el cielo los cobija
cuando la muerte ronda sus desoladas vidas.

Un día,
pasto de gusanos
la ley del más apto nos demostrará que no somos más que criaderos
de carbono
abono
una fuga fina como línea hecha del diámetro de un cabello
en la vasta presencia de un universo que engulle con prolijidad
todos los despojos humanos.

Sería tan fácil vivir
tomando sólo lo necesario,
entendiendo que apenas un lujo nuestro resulta de la privación de otro,

pero cada uno se cree con derecho
a tenerlo todo de
todos.

El patrón del empleado,
el dueño del patrón,
el Estado del dueño,
y el globalizador del resto,
porque él a su vez
es requerido por otros tantos como sí mismo
que,
en su ceguera no ven que nos estamos auto-engullendo.

Quisiera poder contar con los dedos de una mano
a quienes han pensado lo mismo
pero no puedo hacerlo,
primero,
porque necesitaría un ábaco gigantesco de falanges intermitentes
y segundo,
porque mi mano fue mutilada
por ladrón.


III

Yo sé que muchas veces te has sentido en el filo del hastío; a punto de lanzarte al abismo de la desesperanza,
claudicas,
y te acostumbras a seguir viviendo
con la cadencia quejumbrosa del prisionero.
Estamos atados
a esas convenciones que nos atan.
La rabia a todos los infortunios encuentra en la sedante T.V. un escape para el embrutecimiento de nuestros tumidos músculos.
La tensión de lo cotidiano se arquea hasta dejarnos inermes.
En un único acto de pasión, surge el amor de daga filibustera cubriendo de cuerpos su piel de acero inoxidable.
Bisturí de busto yerto de hojas plásticas.
Hastío,
decepción.
Veo en tus ojos lo que tus labios esconden.
Me tomas por invasor y "Outsider"
y ambos títulos me apoltronan atómico incuestionable; no hay respuesta a tu sed de ser.
Crearán hoy barreras para ti y de ti depende romperlas o seguir el juego.
al final,
si optas por dejarlo todo igual
a ti es a quien van a pisotear.

De gente común como tú y yo,
están hechas desde las fosas comunes hasta los panteones más suntuosos.
Pero a unas comunes fosas nasales y contra cualquier pañuelo suntuoso, esta vida huele igual de mal.

Las fechorías de los inalcanzables están hechas de su justicia acomodaticia.
Las bribonadas de la gente común están esperando ser devoradas por "justos", como "ellos", los inmarcesibles.
Por entregas nos acorralan.

Somos ovejas frente al incuestionable lobo-perro-ovejero.
Hoy sé que tú y yo somos iguales.
Y aunque tú fueses mi verdugo,
o captor,
te digo:

Como van las cosas hoy me toca a mí pero tú no irás muy lejos pronto.
Si "ellos" lo deciden

Si fueses mi enemigo real no nos veríamos las caras.
Tú y yo tenemos un enemigo común,
ese, el más servil de los demonios,
no tiene rostro fijo.
Derribarlo no es fácil, pero por lo menos es mejor que vivir en la inacción, dejando que poco a poco nos destruya.
Hay gente como tú y como yo que lo defenderán hasta con sus propias vidas, y te digo, esos defensores valen igual que nosotros.


IV

Sé que a veces,
en la locura de una sociedad sin límites te sientes ausente,
provocativamente elevas una mirada gentil de pajarillo herido y sueles encontrar,
entre los fragores de un nuevo cielo
la paz que te robó el entusiasmo y liviandad.
Destacarse,
ser importante e impetrar día a día tus facultades ante los jueces de tu trabajo
el jefe,
el ingeniero,
el licenciado,
el capataz,
transgrede tus aspiraciones y transpiras
desafiante,
la agonía de una súplica enteramente atroz.
Hoy sé que eres feliz cuando no estás, a fuerza de fingir,
en la adecuación de una sonrisa que complazca.
Te esfuerzas por sobresalir y haces el seguimiento de tus pasos esperando poder sonreírle a la gula de tus jefes.
LOS OPRESORES SON TAMBIÉN VÍCTIMAS DE UN JUEGO EN EL CUAL TÚ SÓLO ERES UNA PIEZA MÁS EN EL TABLERO.
Desearía poder liberarte,
decirte por dónde puedes salir
pero yo no soy tu Mesías
tú tampoco quien pueda seguirme
pues ese,
ese,
es el juego que "ellos" juegan.
Unos te pagan para que hagas,
otros te cobran por lo hecho,
poco a poco el dinero cambia de manos y tú tienes exactamente lo mismo que al principio:
NADA.

Sería tan fácil agruparse,
colectivizar
sentir que
"SI TE SABES GOBERNAR
NO NECESITAS A NADIE QUE TE GOBIERNE"


V

AL OPRESOR:
Me arrullan tus golpes.
inerme

ya casi puedo ser inmune.
¡Tantos siglos de oprobio!
y tu cadencia hostil parece que se aplaca.
¿o será la costumbre de verte deshilachar cada una de esas costuras que tenías a bien administrar bajo el lema de Ley, Orden, Sociedad?
Un susurro de sangre se arremolina en tus párpados.
Apenas logras contener esa sonrisa turbia de la tradición.
Traduces en cantos de sirena
de ambulancia,
de patrulla
de carro de bomberos
de oficialidad vuelta a casa
y de regreso,
toda prolijidad en el manejo de tus culpas.

Ayer,
rey meridional de tu imperio pequeño,
circundado de muros, fosos y cadenas.

Hoy,
presidente, director, general, cabecilla
de una banda que planea sólo el postín, asentado en la tradición del "más fuerte".

Conozco tu risa de plaga.
Re-conozco tu "autoridad"
tu poder
como el mazo reconoce al hacha y ambas al verdugo.
sé de tu parecido con las huestes de ayer
y hoy,
yo no seré tu seguidor.

Un niño amargo se tiende en una barricada para soñar que es héroe;
Un pájaro se hunde en el precipicio del firmamento para alebrestar a la aurora;
Un patiquín recorre las callejas en busca de un cigarrillo dorado que le haga volar en la ira de los juguetes que olvidó a contratiempo,
en la casaca de los ojos verdes contoneándose con un "clic" de pestañeo orbitando la penumbra lumbar de unas caderas estroboscópicas al final de la calle.
Miro desolado la felicidad momentánea de los amantes en el refugio de un cuarto de hotel deslastrándose de la ira de un firmamento dejado por el rehén de la buhardilla una noche estertórea.