El Profesor de Etica

Pedro Pablo

Nadie duda cabe que uno de los grandes problemas de nuestra sociedad es el de una adecuada distinción acerca de lo que es bueno para mi sin dejar por ello de serlo para los otros, es decir, el problema ético. También es sabido que este tipo de problemas constituye uno de los más difíciles de la ya de por sí agobiante disciplina de estudio que es la filosofía, tan disminuida en nuestro medio y por ello, quizás, es que también andamos tan perdidos. Nos quejamos a diario que la ética es una de nuestras fallas, pero nada hacemos. A nuestros muchachos nadie les enseña siquiera los rudimentos de principios morales ya que estos problemas no forman parte de lo que se incluye en los programas de bachillerato. A esto se agrega que vivimos en un mundo complejo, en el que las grandes líneas rectoras de la conducta han perdido la fuerza que otrora tenían, por lo que el hombre común está muchas veces huérfano de insumos para orientar a los jóvenes en estos aspectos.

Y entonces nos encontramos con la gran sorpresa que un individuo, gracias a que tiene la manija del poder se autoproclama maestro de ética, nada menos que de los futuros portadores de las armas de nuestro país. Esto es fin de mundo. ¿Qué puede saber un comandante paracaidista, especialista en pitcheo de rabo ´e cochino, que nunca ha hecho estudios serios de filosofía, de una disciplina tan compleja como la ética? En todo caso tendrá un conjunto de hábitos prácticos que le han permitido alcanzar algún éxito, en algunas actividades. Pero de allí a saber de ética hay tanta distancia como la que hay entre el que logró curarse un dolor de cabeza con algunos remedios caseros que le dio la abuela y un neurocirujano. ¿O es que el comandante también se va a autonombrar profesor de neurocirugía, de mecánica cuántica y matemáticas avanzadas porque es el presidente y comandante en jefe? Porque advierto que saber de ética es bastante más complicado que saber de neurocirugía o mecánica cuántica. Claro que todos tenemos una idea de lo que es bueno, como tenemos una idea de cómo son las cosas y donde está la cabeza. Pero conocer el cerebro es una esforzada especialidad de una difícil carrera como es la de medicina, y conocer la naturaleza íntima de las cosas se adquiere estudiando durante muchos años mecánica cuántica que es una especialidad de la física, y la adecuada idea de las alternativas de lo bueno se adquiere estudiando muchos años ética, que es una rama de los extenuantes estudios de filosofía, algo que el presidente no hizo.

Que el presidente sea profesor de ética es lo menos ético que pueda pensarse porque es una falta de respeto a quienes con grandes sacrificios se dedican a esta tarea, que por su extremada dificultad no son muchos, pero los hay. Pero no sólo por esto, sino que si se nombró él mismo, significa que para él lo bueno es lo que hace el que tiene el poder, con lo que estaría avalando el genocidio hitleriano, el bombardeo de Kosovo, el asesinato de la víctima por el delincuente que tiene la pistola, el robo de los países poderosos de las riquezas de los países en desarrollo, ya que bueno es lo que hace el que tiene poder para hacerlo. Si no se nombró él mismo sino que lo hizo un jala mecate, significa que el mayor de los bienes es la adulación y que el Sr. Presidente es incapaz de darse cuenta de que hay cosas que Superman, un neurocirujano o un filósofo pueden hacer, pero él no. Creerse Superman es sencillamente delirante y dejar que la enseñanza de la ética, y la presidencia, estén en manos de un delirante es peligroso. Si el Sr. Comandante piensa que lo que a él le parece bueno se identifica con lo bueno y debe ser el fundamento de la conducta de todos los militares, muestra una aterrorizante ignorancia equivalente a la de los caraqueños del siglo XVIII que creían que el Ávila era la montaña más alta del mundo, porque era lo único que habían visto.

A esto debemos sumarle que la trayectoria del comandante (igual que la de sus colegas que ahora forman la oposición legitimadora) no ha sido nada ejemplar que se diga ¿Enseñará que es bueno jurar en falso, como hizo él cuando juró defender las instituciones y se levantó en un golpe? ¿Enseñará que es bueno mentir, como cuando dijo que resolvería el problema de los niños de la calle y lo único que hizo fue cambiarles el nombre, pero siguen igualito oliendo pega y durmiendo bajo los puentes? ¿Enseñará que el fundamento de la vida social es que uno nunca traiciona sino que siempre lo traicionan a uno? ¿Enseñará que matar es bueno si se trata en propio beneficio, como hizo en su golpe? ¿Enseñará que violar los pactos, como la constitución recién firmada, es bueno si nos beneficia en las próximas elecciones? ¿Enseñará que si uno es presidente es bueno no dar cuento de los varios millones de dólares que se han perdido del Fondo de Estabilización Monetaria por el aumento de los precios del petróleo? ¿Enseñará que es bueno pegarle a la mujer?

En resumen, si algo señala que una de nuestras fallas es la ética, es precisamente que el presidente, este presidente, se autonombre profesor de ética y nadie diga nada. Cosas veredes Sancho, que non crederes, decía el Quijote y si algo muestra el ridículo en que podemos caer es esta medida de nuestra fuerza armada de aceptar a este presidente como su profesor de ética. ¿Será que si sube Fermín a la presidencia lo nombrarán profesor de armamento atómico? ¿Arias Cárdenas se proclamará catedrático de zoología, en vistas a su camaleónica trayectoria? Realmente creo que Caldera hubiera sido mejor profesor de supervivencia que Chávez de ética. En fin, que con estas instituciones castrenses, que nos cuestan tantos millones, no es extraño que seamos el hazmerreir de todo el mundo. Y pensar que entre ellos se debate nuestro futuro y de ellos saldrá el futuro presidente. Que Dios agarre a los bolivarianos de Venezuela confesados mientras los anarquistas debemos prepararnos para días de mucho trabajo, porque los anarquistas si hemos hecho de la ética uno de los pilares de nuestra posición. Seguro que los muchachos de la Academia Militar aprenderían mucho más de lo bueno para el hombre con un maestro anarquista que de la ética de un paracaidista.