Humor y Anarquía

El Apocalipsis según San Lucas

Colectivo Puye y Autogestione

Aproximándose el fin del año 2000, y tal como lo profetizaran Nostradamus y San Malaquías, el Eterno bajó a la Tierra, buscando la comarca más marcada por vilezas e ignominias, a fin de mostrar a través del castigo sobre ese país lo furibunda que es la ira divina para con los pecadores recalcitrantes. Encontró que en aquella nación perdida había un único justo, Noé, y así le habló:

- Noé, dentro de seis meses haré llover cuarenta días y cuarenta noches, hasta que toda Venezuela sea cubierta por las aguas y los impíos sean destruidos. Sólo voy a salvarte a ti, a tu familia, al segundo frente que tienes por los lados de La Cañada y a una pareja de cada especie animal viviente en Venezuela, pues el Espíritu Santo se metió en Greenpeace y me sabotearía el Diluvio si no ando con cuidado. Te ordeno construir un arca tamaño Titanic (Nota de San Lucas: Yahvé no vio la película y está despistado en lo que a modelos náuticos se refiere), al mismo tiempo que reúnes los animales para tenerlos a todos aquí en seis meses, en este mismo lugar, listos para embarcar.

- Pero, Señor, mirá vos... - intentó argumentar Noé Chiquinquirá Bracho Chourio, un carpintero de ribera nativo de El Saladillo, con fama de ser excepción a la regla de que maracucho bueno se muere chiquito, quien había hecho regular fortuna como honrado constructor de peñeros en los Puertos de Altagracia.

- ¡Haz lo que te ordeno, Noé! - bramó el Altísimo. - En este país, la perversión, la corrupción y la injusticia han alcanzado un grado intolerable. El ansia de poder y de riqueza han hecho olvidar mis Mandamientos. Han dejado de lado el amor al prójimo y el temor a Mi Omnipotencia. Les voy a dar hasta por la cédula.

- Será como vos mandais, Padre Celestial - dijo Noé, que era un hombre extraordinariamente recto, virtuoso y pío, de los que ya casi no se ven por este mundo vagamundo.

Pasaron seis meses, se encapotó como nunca el cielo y comenzó el Diluvio. Jehová se asomó entre los negros nubarrones y pudo ver a Noé gimiendo amargamente en la puerta de su casa. Ningún arca estaba construida y sólo unos pocos animales vagaban alrededor de la ahora desvencijada vivienda.

- ¿Dónde está el arca, Noé? - preguntó el Creador, enfurecido.

- Perdoname, Dios mío - suplicó el pobre hombre, - ¡hice lo que pude, pero que va!: Primero, como buen devoto que soy, fui a buscar apoyo material y bendición espiritual de la Iglesia, pero de la Conferencia Episcopal me mandaron a decir que ellos tenían prohibido asociarse con gente que se comunica con el Empíreo sin hacer transbordo en el Vaticano. Eso no me intimidó, así que decidí echarle pichón con mis propios medios, encontrándome con que para construir una embarcación como la que vos querías mi licencia de fabricante de peñeros no sirve. Tuve que gestionar una patente de astillero en el Ministerio de Industria y Comercio, someter los planos a junta de expertos y pagar los aranceles necesarios, todo con sus correspondientes "bajadas de mula".

- Después los del MTC me exigieron que el arca tuviera un sistema de seguridad contra tornados y tormentas de nieve, lo que sólo pude arreglar sobornando a un funcionario y comprando el aparato con sobreprecio a un ex-Guardia Nacional que los vende en exclusiva para el Zulia. Por esos días, la nueva vecina, que es viuda del coronel Vergara Bolaños, se quejó de que estaba trabajando en una zona residencial y hacía mucho ruido, y en eso perdí un tiempo precioso, pues en la Alcaldía, para habilitarme, pretendían una contribución para los "compatriotas" que van a la elección de concejales y juntas parroquiales.

- Y vos no me vaís a creer, primo - continuó más en confianza el apesadumbrado Noé - pero todavía tenía por delante el rollo para conseguir la madera, ya que en el Servicio Nacional Forestal no entendían que se trataba de una emergencia; me dijeron que sólo había madera disponible para las embarcaciones incluidas en un decreto que están pensando promulgar el mes que viene y que no contempla la construcción de arcas, a menos que estuviera asegurada por anticipado en Multinacional de Seguros y que la bautizase Luis Miquilena. Luego me llegó un fax de Nicolás Maduro, exigiéndome dar empleo sólo a carpinteros afiliados al Frente Bolivariano de Trabajadores y comprarles a todos un uniforme con boina roja, pero los adecos se enteraron y vía e-mail me anunciaron la toma de los portones del astillero si no contrataba su gente, o al menos les daba alguna vainita a los dirigentes.

La retahila del patriarca marabino proseguía: - Mientras tanto comencé a buscar a los animales de cada especie y tropecé con el problema que el Servicio Autónomo de Fauna obliga a llenar formularios, pagar impuestos y seguir un procedimiento de permisos imposible de afrontar, a menos que estuviera "vacunado" por algún general de Ejército o por la guerrilla colombiana. El Ministerio del Ambiente, por su parte, me exigió un plano de la zona a inundarse, y cuando les envié un mapa del país, Tarek Williams y Ernesto Alvarenga me iniciaron un proceso por contrarrevolucionario en el show de TV "Justicia para Todos", denunciándome como exponente de la corrupción originada en Punto Fijo, ¡Va'i pues, si yo nunca he vivido en Falcón!... El Canciller Rangel me acusó de ser agente del Plan Colombia y desde entonces tengo a dos cubanos siguiéndome todo el tiempo, a pesar de lo cual Arias Cárdenas dijo que en ese barco Fidel se iba a llevar los votos que dizque le robaron en las presidenciales. Me ordenaron suspender la construcción durante 25 días por la visita de unos árabes a Caracas y por último, la DISIP me hizo un allanamiento, apoyados por la DEA, porque un satélite espía informó que esa no era arca sino narco-submarino, me desbarataron lo poco que había logrado avanzar en la construcción del navío y terminé de arruinarme pagando abogados para salir de ese paquete. Desesperado, fui a buscar respaldo en FEDECAMARAS, pero me dijeron que solo invertirían en mi proyecto sí cumplía tres modestas condiciones: llevarles una carta aval firmada por la Santísima Trinidad confirmando la insumergibilidad del arca, meter en la sociedad a alguna transnacional que les garantizase que el negocio fuese rentable, y palanquearles el crédito para inversión a tasa preferencial en algún ente financiero estatal...

Allí acabó su relato totalmente compungido y el Supremo Hacedor nada respondió. Sin embargo, puso su brazo afectuosamente sobre el hombro de Noé y al cabo de pocos instantes la lluvia cesó, el cielo comenzó a despejarse, apareció un sol brillante y un esplendoroso arco iris se desplegó sobre el firmamento.

- Divina Gracia, ¿significa esto que no vais a destruir a Venezuela? - preguntó el carpintero con los ojos esperanzados, aunque todavía llorosos.

- No, Noé - respondió el Todopoderoso - no es necesario, ¡hay varios que ya se están ocupando de eso!...