Editorial

Ni Dios ni amo ni patrón. La frase ya clásica dentro del pensamiento libertario, sólo pretende sintetizar ese deseo ingobernable de que cada uno se forme su propio criterio, se cargue de los valores que por convicción ha entendido para si mismo/a y los suyos y actúe en consecuencia en complicidad con lo/as demás. Cualquier medio no nos vale para esto, ni excusamos ninguna ambición de poder como "parte del proceso". Nunca ha faltado quien con la mejor de las ambiciones ambicione estar en el poder para desde ahí arreglar entuertos y repartir prosperidad. Pero la dinámica de estas estructuras de autoridad, impone casi sutilmente, que la ingenuidad dé paso a priorizar los propios intereses como si fuesen los de todos. Y mientras la verborrea habla en nombre de muchos, del pueblo o de la gente, las decisiones se toman cada vez más entre un reducido círculo de influencias.

Ni Dios ni amo ni patrón: queremos tomar propias decisiones y el norte de la existencia en nuestras manos. Juntar lo cierto de cada uno de los diversos argumentos para conformar una estrategia en permanente construcción. Así, la ruta del camino es incierta, etérea a veces; pero plena de solidario respeto por la diversidad y por la individualidad de cada quien. ¿Quieres iniciar las andadas? Impúlsate en nuestros hombros, que como ellos hay muchos tantos regados por las veredas del planeta.

Disertaciones bajo la luna llena, besos con sabor a vino, ojos dispuestos a brillar a plena luz del día, dudas permanentes como equipaje de viaje, deseos irreductibles que han conseguido abrigo en nuestros pechos, abrazos de colores para florecer arco iris en los labios, eternos instantes brotados de la fugacidad del rocío cálido del amor por los demás, e interminables excursiones a montañas de libros y pilas de discos, esas son las únicas armas que empuñamos por los momentos. La lúdica y sana irreverencia es lo único que reconocemos como dirigencia.