Sobre el Principio del Arte y Sobre su Destinación Social (Segunda Parte)

Pierre Joseph Proudhon

En el ensayo anterior referido a esta obra de Proudhon, iniciamos el recorrido nacido de la amistad de este autor con el vilipendiado y polémico pintor Gustave Courbet. Para el primero, resultaba necesario condenar esa especialización que la crítica le ha impuesto al pensar y al disfrute de una obra de arte ya que, cada persona es capaz de hacer la interpretación de una obra de arte, por cuanto todo ser humano es potencialmente un artista. También hizo mención a ese juego de poder que se esconde tras la máscara del "Genio Creador", figura impuesta por una tradición oficialista que busca consolidar valores monetarios y lucro sobre la justificación del artista como un ser excepcional, cualidad transmitida a la obra de arte por extensión de ese toque "místico" que sólo a él le era atribuido. Muestra de cómo edificar un distanciamiento entre el artista, la obra y su público para provecho de unos pocos, era la consideración que tanto adversarios como seguidores de Gustav Courbet, habían endilgado a las obras de éste bajo el término de REALISTA, lo cual, lejos de identificar las ideas en conjunto de todas sus obras, proponía la disgregación, uso y abuso por parte de intereses mercantiles. Proudhon era de la idea que este proceder en el que habitualmente se encuentra la "crítica especializada", se convertía en disfraz que alejaba de su público, la intención del artista; su propuesta tras el velo de lo aparente. Manipulados los contenidos de una obra, desviados de su sentido universal y original, el artista se convertía en un objeto de cambio en las manos de los mercaderes de las artes. Para Proudhon era mucho más importante la idea que había formado a la obra que las cualidades formales (tema, color, equilibrio, composición, etc) de la misma, por cuanto la idea, el concepto, el pensamiento, tenían una destinación y principio transformadores. Courbet era, a decir de Proudhon, el mejor representante de eso que daba en llamar un "arte Humanitario", capaz de corresponderse con actitudes a favor de la liberación de cualquier persona ante aquellos poderes que restringían su capacidad de cuestionar el o los sistemas impuestos por la autoridad, el oficialismo y la iglesia.

Mucho se ha comentado que esta obra de Proudhon, es o habría sido culpable de promover o constituirse en los cimientos de aquello que después sería denominado como el Realismo Social, el Realismo Socialista o incluso el Arte Socialista, manipulados estos dos últimos en su sentido y en su forma a manera de un tipo de publicidad revolucionaria en boga tras la revolución bolchevique. A mi entender esto se debe más a errores de interpretación o a intereses creados que a los términos propuestos por Proudhon.

Desde el capítulo IV hasta el IX del referido libro, nuestro autor anarquista hace un repaso muy "sui generis" de la historia del arte desde el antiguo Egipto, pasando por Grecia, La Edad Media, El Renacimiento, La Reforma y La Revolución Francesa. Imagino que ya habrá intuido qué tienen en común estos estadios del desarrollo de lo humano: se trata sí de diversas aproximaciones a un cambio en los esquemas mentales de muchas personas; a cambios colectivos, trastocamientos de realidades anteriores. Para Proudhon, el arte reflejaba esa capacidad de transformación de lo colectivo, pero desde lo colectivo, no bajo reglas rígidamente impuestas desde una élite, partido político o grupo de poder. En todas estas manifestaciones sociales y culturales que marcaron rupturas con lo anterior, Proudhon intuyó un cambio repentino en la forma de hacer arte; incluso, mucho antes que estos cambios se dieran en el orden de lo cívico, ya aparecían expresados por los artistas.

Cuando se pretende imponer un tipo de realización a la manifestación artística, ésta aparece desviada de su poder transformador, y cuando se le ofrece un ligero golpe a su superficie, se encuentra, generalmente, un vacío. Incluso en aquellas culturas que avanzaron bajo castas sacerdotales siguiendo cánones establecidos por una funcionalidad ceremonial o política, la imaginación de los artistas agrupados colectivamente, encontraban cauces insospechados para derramar nuevos alientos a pesar de las estructuras dominantes.

Proudhon vivió en una época en la que el arte parecía exhibir como finalidad última, la reproducción del entorno físico inmediato. Todavía la fotografía no había aparecido en escena, cambiando lo que hasta entonces parecía la finalidad del arte: reproducir los aspectos de la realidad. Un autor más cercano a nuestro tiempo, Wladislaw Tatarkewiczii comentaría retrospectivamente que la segunda mitad del siglo XIX trajo un término que agregó a la antigua teoría mimética, la noción de análisis de la realidad, este término fue el de REALISMO. El arte sólo puede representar eventos reales seleccionándolos; debe desentrañar la realidad e interpretarla, acentuando y profundizando en sus rasgosiii. Lo que en palabras de Proudhon encontraríamos expresado de la siguiente forma:

"El arte, igual que la libertad, tiene como asunto el hombre y las cosas; como objeto, el reproducirlas superándolas; como finalidad última, la justicia"iv

Proudhon dedicó buena parte de Sobre el Principio del Arte y sobre su destinación social (capítulos XII al XVIII del libro), al análisis de varias obras de Courbet y no vió en ellas un programa definido de principio a fin, mucho menos una imposición estilística que procediera de Escuela alguna antes que él (quizá una sumatoria y recomposición de escuelas anteriores), sin embargo contempló la profunda reverencia que este pintor hacía a la condición humana en toda su extensión. No sólo se trataba de la denuncia hacia las actitudes corrompidas de las clases dirigentes o las castas sociales, sino a la condición humana misma, la opresión de unos sobre otros y otras. La desventaja de los más necesitados no era representada como imagen patética y distorsionada, sino más bien como alegoría, tratando de colocar de manifiesto no una única lectura de las imágenes que se exhibían desde sus lienzos; se puede leer respecto a una "moralidad" que se constituye casi en "moraleja", pero incluso esas imágenes ofrecen la posibilidad de repensar nuestra propia condición ante un mundo que, lejos de ofrecernos un espacio bajo el sol, nos obliga a tomar posiciones y defenderlas ante la inminencia del desarraigo constante que es mantenerse vivo y desde ahí, rehacer la vida hacia el disfrute de la justicia y la libertad. "El arte, antaño adorado, está destinado en nuestros días, si sigue su camino legítimo, a sufrir la persecución. Ya ha comenzado. Los artistas auténticos serán vilipendiados como enemigos de la forma, y tal vez castigados por ultraje a la moral pública..."v

i Biblioteca de Iniciación Filosófica Primera Edición Edit. Aguilar Buenos Aires Argentina.Traducción del Francés de José Gil de Ramales y prólogo de Arturo del Hoyo.

ii Tatarkiewicz, Wladislaw; Historia de seis ideas (Arte, Belleza, forma, creatividad, mímesis, experiencia estética), Edit. Tecnos Madrid, 3ra Edic. 1992.

iii La teoría mimética se expresa, en una síntesis muy limitada, como la reproducción de los aspectos de la realidad. Mímesis como copia de la realidad.

iv Proudhon, Pierre Joseph, ob.cit. p.121.

v Ob.Cit. p.257.