Los asesinos de ayer, los heroes de hoy

Any Alarcón

Mil tintas de sangre escriben la historia de una Venezuela que, contemporánea, no cesa de enfermarse de contradicciones y atrocidades. La historia nunca cambia, porque ha sido escrita por los vencedores de un antes y un después turbio y agotado. El 27 de febrero ha servido para lamentarnos, para evocar un "nunca más" desde este lado soñador y del otro que lo institucionaliza para ganar adeptos a una causa que por ser autoritaria ya ha fracasado.

Como siempre el Estado, sucio y opresor, se toma un hecho tan terrible y lo trata de neutralizar para hacer callar los gritos de los desaparecidos, muertos y torturados de esta fecha. Desde 1989 cientos de familiares de víctimas han caminado por el tortuoso sendero del sistema judicial para exigir responsable de esta masacre, sin embargo, el supuesto garante de los derechos (el Estado) la maneja a su antojo.

De esta fecha se han dicho muchas cosas, desde el reconocimiento por parte del gobierno que hubo un "poco de exceso", hasta el pronunciamiento de organizaciones de derechos humanos que exigen justicia para fortalecer el estado de derecho en el marco de la democracia representativa. Sin embargo, creo que nadie ha levantado la mirada para cuestionar el rol de los militares y de los valores militaristas dentro de una sociedad a la luz de estos hechos.

¿Para qué sirve la milicia? según el Estado para defendernos de una guerra, para proteger a la ciudadanía, para mantener el orden y velar por los intereses del país. Sin embargo, esta cortina de humo que nos hacen repetir desde la guarderia hasta nuestra madurez, se cae por su propio peso . Los militares sirven a los intereses de los poderosos, su formación está basada en la obediencia ciega, en el cumplir ordenes sin chistar, en matar por proteger el dinero de los que manejan el poder. Los militares son la otra cara del discurso politiquero y empresarial. La sociedad no necesita de ellos es el Estado quien le atribuye falso argumentos, repetidas como letanías que nos hacen pensar en aquel dicho fascista que dice "una mentira repetida cien veces se convierte en una verdad". Eso es el militarismo, una mentira palpable, una mentira que le ha costado la vida a muchas personas.

El 27 de febrero del 89 es la muestra más grotesca de la verdadera función de los militares. Obedecer y servir a los intereses económicos de un grupo de corruptos. Y lo peor del caso que ya a 12 años de la masacre, no haya responsables, lo más triste es ver como un militar en el poder juega a llorar los muertos de esa fecha. Es que el absurdo ha llegado a lo más hondo cuando los responsables directos e indirectos hoy se presenta con sus caras lavadas y la falsa justicia los adula.

Este gobierno que se dice "revolucionario", el febrero pasado decidió conmemorar esta fecha diciendo "nunca más" pero cuando se revisan los informes sobre violación de derechos humanos resulta que 27f se repite todos los días en las barriadas caraqueñas, las ejecuciones extrajudiciales siguen creciendo y el gobierno continúa repitiendo "nunca más", me pregunto ¿nunca más qué? nunca más se te ocurra abrir un establecimiento y sacar la comida, nunca más te rebeles contra mi, nunca más pata en el suelo levantes tu voz porque sabes que aqui arriba tengo una bota y una bala que llevan tu nombre.

Realmente este mundo está de cabeza y cada vez que recuerdo lo ocurrido evoco a Sabato en sus memorias titulada Antes del fin, cuando se pregunta: "... en qué clase de sociedad vivimos, qué democracia tenemos donde los corruptos viven en la impunidad, y al hambre de los pueblos se la considera subversiva."

Nosotr@s soñadores decimos: OJALÁ QUE NUNCA MAS SE RECLUTARAN JOVENES PARA SER MILITARES, OJALA NUNCA MAS NINGÚN OBRERO HICIERA UN ARMA, OJALA NUNCA MAS TENGAMOS QUE LLORAR A UN DESPARECIDO, MUERTO O TORTURADO POR EL ESTADO Y LOS MILITARES...

Salud y anarquía.