Declaración de Kamoirán a los pueblos del mundo

Nosotros, integrantes de las comunidades indígenas del pueblo Pemón: San Rafael de Kamoirán, Vista Alegre, Warpatá, Kamá-Merú, San Luis de Awarkaray, Iwo-riwó y Mare-Parú; acompañados de amigos y aliados de otras partes de Venezuela; DEMANDAMOS IMPERIOSAMENTE la solidaridad de todos los pueblos del mundo, para enfrentar un gigantesco plan de exterminio puesto en práctica por el capital minero multinacional en complicidad con los Estados venezolano y brasileño, que a corto y mediano plazo amenaza con destruir el medio ambiente que nos alberga y constituye el asiento de nuestra cultura y lengua milenarias.

Este megaproyecto etnocida y ecocida cuenta por el momento, con la interconexión eléctrica Venezuela-Brasil -conocida por la opinión pública internacional bajo el nombre de tendido eléctrico- como su principal recurso tecnológico.

Es necesario advertir que el mayor peligro ni siquiera lo representa esa fantasmagórica estructura, sino el suministro de energía eléctrica destinado a impulsar un amplio complejo industrial. Lo manifiestan los documentos suscritos por ambos Estados: Convenio de Cooperación y Amistad, Protocolo de la Guzmania, Memorándum de Entendimiento para el Suministro de Energía Eléctrica, el Estudio de Impacto Ambiental. Se trata nada menos que de la explotación, extensiva e intensiva, de la minería, del turismo a gran escala, de diversas especies forestales; en ecosistemas de alta sensibilidad y vital importancia como son la Selva de Imataca y la Gran Sabana, que forman parte del gran pulmón circunamazónico de nuestro planeta, y de modo alguno deben considerarse espacios vacíos. Por el contrario conforman un patrimonio irremplazable de toda la humanidad del cual nosotros, el pueblo Pemón, hemos sido los máximos y fieles garantes.

Tal desarrollismo faraónico atraería indefectiblemente una nueva población calculable en centenares de miles, cuya presencia significaría el despojo y la degradación de nuestras tierras ancestrales sin las cuales no podríamos seguir existiendo ni como pueblo y menos aún como cultura. Sería el fin de nuestra historia a semejanza de lo sucedido con otros pueblos autóctonos de nuestro país y de otras latitudes.

En un inmenso esfuerzo para evitar esta tragedia, inminente para nosotros y para la humanidad, hemos exigido formalmente y en múltiples ocasiones al estado Venezolano la reconsideración y paralización de tan nefasta obra.

Siempre hemos obtenido como respuesta la incomprensión, la burla, la represión y la descalificación. Con la mayor desfachatez los altos jerarcas del gobierno nacional continúan proclamando que "el tendido va". Para colmo solo faltan menos de cien kilómetros para concluir los trabajos pendientes, y el gobierno brasileño reclama constantemente su finalización. Ante ello el Estado Venezolano apela militarización y la imposición de un estado de sitio en la zona.

Frente a tal emergencia no nos queda sino recurrir al apoyo, solidaridad, comprensión y sensatez de la comunidad internacional, para que nos acompañe decididamente y de múltiples maneras en esta desigual lucha a fin de impedir un monstruoso etnoecocidio que -de llevarse a efecto- sería reeditado contra otros pueblos del mundo; bajo el presente esquema de globalización neoliberal

La Gran Sabana, 21 de febrero de 2001