La toma en la UCV

Seis actos y una transformacion

Ucevistas de la Redacción

Primer acto: la eyaculación precoz

Tras meses de inactividad gremial y espera de las bendiciones de los "ucevistas" en el gobierno, el miércoles 28 de marzo una serie de grupos estudiantiles, de empleados y obreros llamaron a una asamblea general en el Aula Magna de la Ciudad Universitaria. La intención era contrarestar el proyecto de universidad de las actuales autoridades con una propuesta "constituyente" similar a la realizada en el país meses atrás. La nutrida asistencia a la convocatoria era sintomática: el malestar estaba acumulado en diversos sectores de la Central, ambiente aprovechado por sectores afectos al oficialismo para colar, en un principio, la panacea constituyente. El frenesí del tumulto asambleario enfiló sus cañonazos contra el rector Gianneto, y luego que la mayoría de la asistencia se había retirado, un grupo decidió cortar cabezas en el rectorado. La toma del Consejo Universitario se realiza tras dos días de turbas furibundas, a las puertas de la rectoría, por la clausura del servicio de comedor. El desenlace del encuentro de un cuerpo de vigilancia predispuesto y las "masas enardecidas" no podía ser distinto: forcejeo en el que las DOS partes echaron mano a la violencia. Gabinetes van, cachetadas vienen: la toma del Consejo Universitario es un hecho. Si hace unos años la Asociación de Profesores decidió un paro de meses en una asamblea entubada, con intervenciones de 3 minutos y sin excederse de la hora de almuerzo -tan propio de la ucevista manera de hacer política-, el reducto de la Asamblea del 28 no podía ser ajena de los afiebramientos del vanguardismo. La propaganda de la reunión mostraba, sin generar una matriz de opinion más allá del slogan, como objetivo la propuesta constituyente. Incluso, desde temprano algunos jugaban más a la exclusión que al aglutinamiento de la mayor cantidad de sectores: Facultades cerradas a la fuerza, en una autoritaria invitación a la asamblea, granjearon mañaneras antipatías en una causa (la transformación) a todas luces legítima. Lo que parecía ser el inicio de un proceso incluyente para canalizar una serie de reivindicaciones, devino pronto y sin una estrategia clara, en una acción tan pretendidamente heroica como prematura.

Segundo acto: los medios y su antichavismo falaz

Atrincherados en su guerra particular de intereses de enfrentamiento al actual tren gubernamental, el montaje mediático contra el chavismo furibundo se instaló en la UCV. Los medios redimensionaron una acción típica del ucevismo, elevándola al status de turba golpista asaltando los cuarteles de invierno. Tal "cobertura" periodística, sesgada y deformada, transformó una llovizna en aguacero para el que los tomistas sólo llevaban paraguas de papel. Mientras el rector anunciaba la expulsión de los tomistas, el resto de la comunidad universitaria y nacional especulaba sobre los sucesos en el reciente patrimonio histórico de la humanidad. Egresados, apáticos, estudiantes de postgrado, despistados y bachilleres sin cupo veían por las pantallas de televisión las noticias que hablaban de supuestos grupos armados que, tras secuestrar a periodistas y autoridades, saqueaban oficinas y destrozaban el patrimonio.

Tal avalancha desinformativa trataba de ser contrarestada con tardíos volantes firmados por el Movimiento de Transformación Universitaria (MTU). Gianneto encontraba en los mass media, tanto privados como de la institucionalidad, un amplificador perfecto de su versión con la que todavía comulga la mayoría de la comunidad. La falta de una infraestructura mínima de comunicación y propaganda, y un lenguaje tan seductor como propositivo pasaba factura desde el primer instante.

Tercer acto: "Blanco Muñoz rector"

El M.T.U. tras la toma era una suma heterogénea de agrupaciones de variados tintes y gremios, una debilidad que a su vez constituía una fortaleza. Si bien sectores afectos al chavismo trataban de poner las acciones en sintonía con el oficialismo, algunos aspiraban calentar traseros en las sillas de la FCU y de la rectoría y los otros, el germen valioso en nuestro parecer, tratan de insertar nuevas prácticas y contenidos hacia una transformación real. Es en este rio revuelto que la prensa monta la supuesta postulación de Blanco Muñoz como rector provisional, incierta porque ningún sector por si mismo es mayoría en el proceso. Las diferencias de criterios y los antagonismos entre las facciones del MTU, por suerte, aún no definen una línea dogmática de pensamiento y acción. Pero tal mixtura tampoco ha permitido que se presenten, con firmeza y coherencia, una serie de propuestas concretas de lo que significa una "transformación" universitaria, elementos que debían haberse resuelto antes de la acción cénit del movimiento.

Cuarto acto: No a su Caos, si al nuestro

Como argumento de legitimidad, las autoridades esgrimieron desde el primer momento la "violencia" de los tomistas apresurando a organizar, junto a los miembros de la FCU, las comparsas que pedían el "cese al caos", obviando la violencia sistemática y oficial de una institucion que ha empeorado las condiciones de estudio del leit motiv de la universidad: el estudiantado.

Los gremios estudiantiles del status, enquistados en la FCU, se casaron con la rectoría ante la perspectiva de perder sus privilegios. Los pactos, las alianzas y las negociaciones a puertas cerradas con miras a próximas votaciones, tan propias de esa manera de hacer política dentro de la UCV, juntaba para las camaras de TV odios mellizales. Una paradoja tan patética como oportunista: quienes se lucen en las campañas con franelas del Ché y de las FARC, ahora firmaban manifiestos a favor del pacifismo y del cambio desde las instituciones.

Quinto acto: El MTU en su laberinto

El MTU continúa siendo un espacio interesante y en construcción para la participación. Nuevos rostros auguran nuevos vientos dentro del gremio estudiantil. Las discusiones han empezado y esperan profundizar el perfil de la universidad que se desea. Pero aún no existe una clara desvinculación pública con el chavismo, en parte, porque se teme a las consecuencias del fin del apoyo que algunos egresados brindan desde sus puestos en el gobierno. Incluso, torpemente se argumenta la presencia del director de la DISIP como observador de la inexistencia de armas de fuego dentro de la toma. La ruptura de lazos con el gobierno debe ser tajante, de lo contrario se hipoteca la autonomía futura del movimiento. Para much@s, la toma se ha convertido en su caótica politización sobre la marcha de los acontecimientos, con desgaste y sin la estrategia de información que incorpore a vastos sectores que representen el relevo y más empuje. Tanto el proyecto miope y populista de los izquierdistas a sueldo de V República tanto como el tecnocrático y excluyente de las actuales autoridades, debe contraponerse a uno construido con visiones novedosas y plurales del conglomerado ucevista que asegure cantidad, calidad y placer de la enseñanza universitaria.

Sexto acto: el nuestro

La satanizada toma originó una efervescencia de discusión exiliada por años de los pasillos de Villanueva. Los ucevistas volvían a mirarse a si mismos y al proyecto de país al cual respondía su alma mater. Asambleas, Consejos de Escuela ampliados, volantes y comunicados, como pequeñas luciérnagas, iluminaban las sombras que habitan desde hace lustros la casa de estudios. Era, y sigue siendo, un momento para la explosión del silencio retenido por años, del sacudimiento de la apatía cómplice, del cuestionamiento de todo y de la proposición participativa. Algunas asambleas de escuela han reconocido la incapacidad de la institucionalidad actual para generar cualquier cambio. Todos los sectores vociferan el verbo palabra renovación en sus discursos, pero aún es necesario mas arrojo para que éste no se quede en tibias reformas o sosos maquillajes. Con el MTU o sobrepasándolo, la labor debe empezar desde los cimientos y no desde el tejado. De abajo hacia arriba, para que el conocimiento y la investigación se desborden, en principio, sobre la propia universidad y aceite sus engranajes, con una gestión a cargo de toda la población ucevista que se perfile como un ejemplo micro de una nueva, solidaria y justa sociedad. Lo contrario es seguir generando personajes nefastos y lamesuelas como Hector Navarro, Trino Alcides Díaz, Elias Eljuri y Rómulo Henriquez para la gestión de lo público. Esto presupone el esfuerzo responsable de la participación de la mayoría, de todos y todas, de lo contrario viejas o nuevas vanguardias terminaran negociando de acuerdo a sus intereses mientras hablan a nombre nuestro.